Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

domingo, 10 de enero de 2021

LA COMUNICACIÓN OFICIAL ACERCA DE LA GRAN NEVADA

 

La gran nevada caída sobre Madrid pone de manifiesto las miserias del sistema político. En esta ocasión, las comunicaciones de las distintas autoridades han eludido la realidad para elaborar una ficción alternativa en la que quedan liberados de responsabilidad en una imprevisión monumental y fatal. Los discursos de ministros, consejeros, alcaldes y demás políticos, alcanzan un nivel de mistificación insuperable. La realidad vivida por muchas personas, en particular la de los trabajadores que quedaron atrapados en las carreteras o en sus propios centros de trabajo, contradice los discursos delirantes de las autoridades.

La comunicación política es convertida en un instrumento orientado al mercado electoral. Cualquier intervención es minuciosamente programada para alcanzar esta finalidad. De ahí resulta un extrañamiento de la realidad oficial experimentado por las gentes ordinarias, que no se imaginan en un mundo tan formidable. El exceso de la comunicación se constituye en un indicador de decadencia radical de las instituciones representativas, que terminan por expropiar a las personas de sus propias vivencias.

La nevada ha determinado el desfile de las autoridades ante las cámaras expresando su autocomplacencia, al tiempo que la subordinación servil de las televisiones al discurso oficial. Esta mañana, escuchando a Juanjo Millás en “a vivir que son dos días”, he reído ante sus palabras de perplejidad ante el aluvión comunicativo oficial. Él mismo se reconocía ajeno a la realidad construida por la comunicación política. Esta niega, oculta o no considera el hecho de que los dispositivos de emergencia, elogiados en todos los discursos oficiales, se muestren patéticamente incapacitados para resolver el aislamiento inevitable de los que estamos atrapados en un mar que hoy es de nieve, y esta noche de hielo. Las consecuencias negativas de este confinamiento forzado son múltiples. Y conste mi reconocimiento a todos esos trabajadores esforzados.

Una de las perlas de la comunicación mística oficial es la recurrencia al ejército como una entidad imaginaria equiparable a Supermán. No dudo de su esfuerzo y eficacia, así como de que ha sido convocado tarde y tiene que actuar para afrontar urgencias, poniendo de manifiesto que no ha habido ni hay plan alguno de respuesta.  Pero, tal y como decía Millás, el tono de los discursos es patético en su paternalismo e infantilización. Así, Sánchez, al igual que todos los demás, se muestra como un patrón generoso que nos presta benevolentemente su ejército para salvarnos del hielo. Tras este discurso comparece un autoritarismo inocultable, que también ha aparecido nítidamente en el confinamiento.

Uno de los autores más agudos para descifrar los misterios de esta comunicación, es Laurent Habib. En un libro de época “La comunicación transformativa” (Península), presenta una conceptualización rigurosa de la historia de la comunicación en los últimos cuarenta años. He seleccionado varios párrafos que ayudan a comprender este extraño fenómeno vivencial, que desaloja nuestra experiencia de la realidad de la comunicación política.

Así, mañana, cuando nos descubramos cercados por el hielo, tendremos que esperar el milagro comunicativo que escenifiquen los gabinetes de comunicación política, que nos harán sentirnos pequeños frente a el torrente de palabras mayúsculas enunciadas por los próceres, ahora involucrados en una batalla con el fin de desgastar a sus rivales utilizando la nevada.

Estas son las palabras de Habib que estimulan una reflexión al respecto:

 

…Los franceses ya no quieren escuchar estas palabras, estas frases, tranquilizantes, anestesiantes, juzgadas capaces de cloroformizar la angustia del porvenir y la reflexión sobre el presente. Son innumerables los sondeos que dan testimonio de la puntuación muy medocre concedida a la credibilidad de los discursos de los políticos. Todo sucede como si nuestros dirigentes hubieran perdido su capital de palabra verdadera. Más profundamente, el político, al perder progresivamente su función tutelar, hipotecó el principio mismo de la credibilidad de los mensajes.

La palabra del poder se volvió vana. La impotencia de los actos consagró una impostura suplementaria: la de las palabras. El discurso político, sinónimo de promesas con demasiada frecuencia no mantenidas, perdió su capacidad de transformación de la realidad para mudarse en arte del comentario.

 

La mentira se banaliza hasta hacerse parte integrante de la vida. ¿Qué consecuencias tiene? Una carga destructiva contra cualquier palabra de autoridad. Si el político miente, eso significa que la mentira está en todas partes, que todo el mundo puede mentir: los medios de comunicación, los expertos, las empresas, las marcas…Cualquier discurso se vuelve sospechoso y se pone por tanto en entredicho.

Desmitificado, no se hace elegir por los valores que encarna o el proyecto que propone, sino simplemente por ser quién es. La escenificación alcanza su paroxismo en el fenómeno de pipolización, que contribuye a banalizar cada vez más la función política, a riesgo de empañar la imagen de toda una clase. Frente a una función vaciada de su sustancia original, lo único que les queda a los personajes públicos es la exposición de su vida privada. Por tanto, los políticos se matan por ser pipolizados.

“Enfrentados a retos cada vez más contradictorios, a una sociedad sometida a tensiones cada vez más antinómicas y a opiniones con exigencias incesantemente más paradójicas, los políticos, las empresas, los medios de comunicación y las marcas pensaron que podían salirse con la suya apoyándose en una comunicación manipuladora, basada en el mito de los intereses convergentes. Creyeron que al enfatizar condiciones externas positivas que por naturaleza provocan el consenso y son indiscutibles, y al privilegiar la emoción o el espectáculo podrían borrar la realidad de las opciones que motivan cualquier decisión política, estratégica, editorial o comercial. Vieron su salvación en la puesta en escena de ideas banales y de una comunicación que se ha convertido en el sinónimo correcto de manipulación y quisieron obtener, con toda suerte de mentiras, de compasión, de énfasis, de emoción,  de clichés, de perogrulladas, de truismos, de necedades, la aceptación dócil de un receptor pasivo. A golpe de cinismo y de desprecio, y considerando a los individuos como sujetos,han mantenido sus posiciones dominantes y han hecho que triunfara el statu quo. En definitiva, se han puesto al servicio del conservadurismo”.

“La comunicación transformativa obliga a los comunicadores a reforzar sus exigencias y los obliga a reconocer en el receptor su estatuto de persona completa, planteándose como objetivo informar, hacer posible, asesorar y otorgar un papel […] Su objetivo es hacer inteligible el camino a seguir para que todos sean conscientes de su lugar y su papel en el sistema.

1 comentario:

Domingo Sanz dijo...

Juanjo es muy bueno en uno de los mejores programas de la radio española, pero sus columnas sobre las cosas que le pasan, porque aunque se las invente, es evidente que le pasan, son indispensables para sonreír en cualquier circunstancia.