Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

jueves, 25 de abril de 2024

EL FEMINISMO Y LA DEFUNCIÓN DEL PACIFISMO EN EL GENOCIDIO DE GAZA

 

En los años sesenta se produjo una ruptura del orden social imperante en las canónicas sociedades industriales que cuestionaron varias dimensiones esenciales del capitalismo fordista. Esta fractura fue impulsada por varios movimientos sociales que actuaron concertadamente, ampliando así su impacto social. El feminismo fue uno de los movimientos estrella en ese tiempo, junto al ecologismo, el pacifismo, el movimiento por los derechos civiles y otros. La consecuencia más importante fue la aparición de los bienes inmateriales, es decir, reivindicaciones y aspiraciones que no podían ser satisfechas por el mercado y se encontraban asociadas a la vida. Esta década inició un tiempo de transformaciones sociales y culturales que han acompañado a mi propia biografía.

Como participante en este tiempo fantástico, entiendo el feminismo como un movimiento “emancipatorio”, integrado en el paquete total de movimientos que agrietan las sociedades industriales convencionales y constituyen un horizonte de transformación de la vida. Pues bien, resulta que, en tanto que el feminismo y el ecologismo son absorbidos por el nuevo capitalismo neoliberal y global, conformando lo que Adrián Zelaia denomina como posmocapitalismo, el pacifismo, sigue la fatal estela de la vieja fraternidad, denegada por el desarrollo de las sociedades modernas que incluyen en sus agendas la libertad e igualdad, aunque en no pocas ocasiones para convertirlas en una suerte de bonsáis minimizados.

El pacifismo ha sido devorado, relegado y desaparecido, en tanto que el sistema ha absorbido a la antigua izquierda, ahora integrada en los gobiernos, y detentadora de un pragmatismo integral que la hace compatible, e incluso funcional,  con las instituciones del complejo militar-industrial. En España, hemos asistido a un intenso tráfico de armas avalado por el gobierno, y favorecido por la competencia de Podemos de hacerse el distraído. Además, la posición de ese gobierno con respecto a la guerra de Ucrania, ponía de manifiesto el comportamiento de esta izquierda dispuesta a permanecer en el gobierno a cualquier precio. Ahora que han salido del gobierno claman en los videos y en las manifestaciones litúrgicas contra el genocidio y la militarización.

La deriva de sus herederos de Sumar es coherente con las prácticas políticas de esta generación de 2014, completamente neutralizada y carente de cualquier ideario político, que se manifiesta en su idea fuerte de mejorar la vida de la gente, entendiendo esta mejora en términos monetarios. Esta nueva versión de la izquierda se encuentra polarizada en torno a la idea de que el cambio solo puede ocurrir patrocinado por el gobierno. Las recientes declaraciones de Mónica García en favor del incremento del gasto militar ponen de manifiesto la ausencia de cualquier principio político, así como la deflagración del pacifismo, silenciado integralmente por tan ilustres feministas y verdes. Sumar representa un salto inquietante con respecto a Podemos. El pacifismo ha sido expulsado radicalmente del ideario de esta posmoizquierda, siendo sacrificado por la prioridad de estar afincados en las instituciones estatales.

El genocidio de Gaza pone de manifiesto varios juegos de espejos recombinados. Son muchos los que hacen declaraciones o gestos que muestran la letal capacidad de escandalizar que detenta este exterminio televisado. Pero estas lamentaciones, no son proporcionales a la magnitud de esta masacre de palestinos. Las cohortes militantes sobrevivientes a la emergencia de 2014, se encuentran ahora integradas en las instituciones estatales librando una cruenta batalla por la supervivencia en las mismas. Su experiencia en la videopolítica les ha enseñado que lo importante es administrar los gestos y las imágenes. Así, en las manifestaciones litúrgicas y rituales producen signos de diferenciación. Buena parte de ellos se encuentran destinados a acreditarse frente a sus parroquianos. Pero, la verdad, hay poco de auténtico en ese simulacro de oposición a las guerras y la militarización.

Este simulacro de falsa radicalidad y de impotencia con respecto al cambio privilegia el desplazamiento de finalidades. Si no es posible defender la integridad del sistema sanitario público y frenar su deterioro se sustituye por las medidas radicales contra el tabaco o la proclamación de que la presencia de psicólogos en los centros sanitarios resolverá los malestares sociales que generan la demanda. En este orden de simulación, la maestra de ceremonias es Yolanda Díaz. Esta apuesta por llevar el simulacro al límite promoviendo un viaje a Palestina de ella misma, acontecimiento que generaría un alud de fotos y videos para seducir a tan atribulados y solidarios públicos sensibilizados por el genocidio. Se sabe que un viaje así no tiene ninguna incidencia en la realidad, pero se supone que puede contribuir a una imagen que capture espectadores-votantes.

Forjado en el sistema de coherencias entre los grandes movimientos sociales y persuadido acerca de un indisoluble vínculo entre el pacifismo y el feminismo, asisto perplejo a la defunción y entierro del pacifismo. Este evento presenta algunas dimensiones inquietantes. Una de ellas es la exhibición narcisista “instagramera” de las mujeres sodado israelíes. Estas promueven cientos de videos e imágenes exhibiendo sus cuerpos uniformados y acompañados de sus armas. Mi interpretación es inequívoca: se trata de un acto sádico, en tanto que se supone que estas se encuentran participando en modo de igualdad en las matanzas de civiles y la destrucción del entorno de la vida de sus víctimas. Se puede afirmar que, después de grabar esos videos, se desempeñarán en las misiones de destrucción que están conmoviendo a las perplejas audiencias.

Este acontecimiento remite a la materialización misma del feminismo. ¿Cómo es posible que las mujeres, tras décadas de conquistas, eliminación de barreras e integración en las sociedades, acepten sin problematización alguna esta violencia destructiva que quiebra cualquier noción de humanidad? No quiero extenderme en este asunto, en tanto que considero que se encuentra todavía más allá de la inevitabilidad de los efectos perversos asociados a cualquier proceso de cambio social. En los miles de videos en los que estas mujeres-soldado se exhiben comunicando su satisfacción y alegría, se pone de manifiesto una perversidad insólita, que contradice las pretensiones de las generaciones feministas que iniciaron la transformación.

Pero lo peor radica en el silencio absoluto de la progresía y del feminismo oficial, que retira su mirada de este escenario cruel y patético, liberando a los contingentes de mujeres-soldado de cualquier responsabilidad o censura. Este dislate indica que los contingentes de mujeres que se han posicionado en las tierras altas de la política, la universidad, las instituciones y las profesiones actúan como un loby que prioriza la defensa de sus posiciones. No se puede encontrar ni una sola palabra de censura de esta situación. En las manifestaciones litúrgicas ni una sola alusión. Me parece escandaloso, indicando a las claras la naturaleza de la posmoizquierda en las sociedades del presente.

Presento varios videos que considero escandalosos. El narcisismo de las mujeres sodado se muestra sin ambages, sobreponiéndose a la tragedia del exterminio de los palestinos que ellas mismas ejecutan. La defunción del pacifismo implica la eliminación de cualquier empatía entre las mujeres soldado israelíes que asesinan a civiles y las mujeres palestinas, consideradas como bárbaras y despojadas de cualquier humanidad. He visto un video de Irene Montero en la reunión de la Internacional feminista en Buenos Aires. En este, muestra su euforia, propia de las mujeres que han llegado a las tierras altas en las que decrecen las desigualdades. Está claro que ahí no están las mujeres palestinas que viven en las tierras bajas en las que impera la desigualdad de género.

 








martes, 23 de abril de 2024

ESPLENDOR EN LA MARQUESINA

 

Ocurrió un sábado de este mes de abril. Tras pasear por el parque del Retiro con mi perra, transitando espacios saturados de turistas y deportistas de fin de semana, me invadió un sentimiento de rebeldía ante la modernización turistificada y sus espectros personales que interferían mi pausado tránsito, y decidí dar un paseo a la deriva por algún lugar que me hiciera evocar a la antigua ciudad que viví en mi adolescencia. Tras dejar a la perra en casa me dispuse a coger la línea de autobús 2, una de las que más frecuento, en tanto que me lleva a Cibeles, la Gran Vía y Plaza de España. En esta ocasión iba en sentido contrario, a Manuel Becerra.

La plaza de Manuel Becerra es uno de los raros espacios que conserva alguna de las propiedades de la vida anterior a la modernización en la versión consumista-mediática.  A pesar de que las aceras y los edificios han sido rehabilitados al estilo de los urbanistas que preparan los escenarios para la maximización económica de sus usos posteriores, conserva su condición de lugar, es decir, que es reinventado y consagrado por un nutrido contingente de gentes que se apodera de él para recrear su cotidianeidad. Las terrazas de las cafeterías se encuentran llenas de una multitud que se congrega para magnificar el desayuno y la merienda. No son viajeros, sino gentes arraigadas en los alrededores.

La merienda es una comida prohibida por los rigores racionalizadores de los nutricionistas del complejo médico-industrial. Las gentes que se asientan en las mesas desafían las conminaciones acerca de los límites de las calorías, así como el cerco establecido contra lo dulce, convirtiendo la merienda en un acto social supremo. Todas las mesas están llenas de un público bullicioso que mantiene una sinfonía de conversaciones carentes de finalidad. Unos a otros se cuentan sus cosas cotidianas en un medio en el que predominan las risas y un bullicio entrañable. Contemplar desde afuera este espectáculo es fantástico. Entre los que practican la merienda social se encuentran muchos de los desahuciados por la sociedad modernizada, mayores principalmente, que viven sus últimos años antes de su encierro forzoso y mujeres que no han tenido la oportunidad de desarrollar una carrera laboral.

En la plaza quedan dos grandes quioscos, además de otro entrando por la calle de Alcalá.  Me gusta curiosear los periódicos y revistas, además de comprar los residuos sólidos de la época fenecida del imperio de la letra escrita, como son El Viejo Topo, Le Monde Diplomatique y alguno que encuentro de ocasión. En la zona en que vivo, la de Ibiza, solo queda un quiosco vivo.  Estos, junto a las terrazas, confieren a la plaza una naturaleza distinta a las zonas ya gentrificadas que diseñan para sus negocios el complejo de los grandes propietarios del suelo.

En particular, uno de los barrios que más frecuenté y del que conservo recuerdos entrañables, como es el de Chamberí, ahora se encuentra rehabilitado para su nueva misión de asentar actividades económicas selectivas de alto valor añadido, así como residencia de gentes con cuantiosos recursos monetarios. La rehabilitación ha dejado Chamberí como un museo. Lo peor es que han desaparecido completamente los viejos bares freiduría, y también las gentes que los frecuentaban y sus usos cotidianos. De ahí mi propensión a desplazarme a los escasos lugares que preservan algo del esplendor convivencial cotidiano de antaño, como Manuel Becerra.

Pues bien, ese sábado, tras el paseo de rigor por El Retiro, llegado a la marquesina del 2, ocurrió un pequeño acontecimiento inesperado esplendoroso. Resulta que los sábados, como consecuencia de la programación mercantilizada de la Empresa Municipal de Transportes, disminuye drásticamente la frecuencia, demorándose los autobuses mucho tiempo. Encontrándome en la marquesina, apareció un paisano que me preguntó si sabía cuándo había pasado el último. Entonces se entabló una conversación muy viva y llena de cordialidad entre nosotros. Él venía de pasear por El Retiro y fue inevitable la aparición de una nostalgia compartida por el pasado del parque, utilizado por los residentes propios. En breves minutos nos contamos nuestra procedencia, algo de nuestras vidas y de nuestras sensaciones en tan luminosa mañana primaveral.

En estas pláticas cotidianas es ineludible la aparición de la edad. Cuando le dije que estaba cerca de los 76 me confesó que tenía 82 años. Su aspecto era fantástico para esa edad. Fue inevitable la salida a flote de un orgullo compartido de haber vivido al margen de las tablas de méritos que rigen las vidas de los súbditos de las generaciones siguientes, rigurosamente subjetivados (que no educados) por las instituciones del mercado, que les conminan a vivir para producir méritos en varios órdenes para constituir su identidad y ser clasificados en escalas de valor. Mostramos nuestro orgullo en haber vivido muchos momentos espléndidos, pero que no se inscribían en el orden del cálculo programado que impera en las instituciones del mercado.

Tras unos minutos de tan cordial conversación arribó a la marquesina otro hombre mayor, también procedente del obligado paseo primaveral matinal por El Retiro. Mi interlocutor y él se conocían. Afirmó orgullosamente que tenía 92 años. Este sí los representaba, aunque su vitalidad era manifiesta. Enseguida mostró su escepticismo acerca del futuro. Los dos ironizaron cuando les dije que había sido docente, mostrando una sutil revancha contra esa profesión prevalente en las sociedades anteriores a la imposición del mercado. En el espacio de pocos minutos reímos un par de veces y salieron a flote algunas frustraciones asociadas a nuestra condición de mayores o viejos. Es inevitable que aflore una tenue decepción de Europa, en tanto que nuestras biografías han sido interferidas por el mito europeo. Estaba presente nuestra percepción de detentar la condición de sujetos devaluados, denostados, sujetos a varias marginaciones, así como rigurosamente dirigidos y guiados por los médicos, cuyos dictámenes nos estigmatizan y preparan para nuestra expulsión gradual de la vida, terminando en una reclusión fatal, carente de cualquier sentido que no sea la de la conservación de nuestros cuerpos según el modo de las conservas de pescados.

En eso llegó el 2. Continuamos la conversación y cada cual se bajó en su parada respectiva, retornando a los espacios domésticos de los que estamos en vísperas de ser expulsados por tan modernizados ciudadanos y sus constelaciones de profesionales. Fue una conversación fantástica, en la que estaban presentes muchas cosas subyacentes, asociadas a nuestra condición de sujetos en víspera de expulsión a la siniestra reserva de la vida de las instituciones totales de las residencias-asilos. Pero fue grandiosa la vitalidad que presidió esta conversación, en la que nos liberamos momentáneamente de las tutelas, confirmándonos como sujetos vivos dotados de la capacidad de hablar, contar, ironizar, reír y gozar de pequeños acontecimientos cotidianos esplendorosos. Lástima que este acto vital que nos rehabilitó mutuamente durante unos gozosos minutos no se encuentre reconocido en ninguno de los registros de las instancias de control de la población mayor y preparación para la expulsión definitiva.

La marquesina fue un espacio en el que concurrió inesperadamente esta situación de encuentro espontáneo, rompiendo su maldición de albergue de esa situación social tan representativa de las sociedades de mercado total como es la de cola del autobús, en la que la contigüidad espacial no conlleva interacción alguna y el anonimato adquiere un perfil prodigioso. En los últimos años he descubierto laboriosamente una red de lugares que cobijan a las víctimas de la gran racionalización y modernización de la vida, que ahora adquiere la forma de desierto poblado por una nube de automatizados concentrados en sus pequeñas pantallas. Lugares en los que es posible la materialización de conversaciones cara a cara sin finalidad alguna y entre desconocidos. Apoteosis de lo que antaño se llamaba cotidianeidad, ahora destituida por las industrias culturales que gobiernan las vidas y exigen la atención total a sus comunicaciones y guiones.

 

jueves, 18 de abril de 2024

LA NUEVA IZQUIERDA Y EL NEOLIBERALISMO AGAZAPADO

 

La transición política en España, resuelta con la instauración de una Constitución e instituciones democráticas, coincide fatalmente con la crisis de los años setenta en Europa, que cancela los llamados treinta gloriosos, período de crecimiento de las economías keynesianas, los estados del bienestar y las sociedades de las clases medias. Los discursos políticos de los nuevos partidos apelan a la imagen de este tiempo de capitalismo amable del bienestar que constituye el horizonte de los proyectos de reconstitución del nuevo régimen. Esta imagen de la Europa keynesiana preside los imaginarios políticos desde la fundación del régimen del 78 hasta el presente.

El nuevo proceso que se inaugura en el sistema-mundo desde los años ochenta se encuentra presidido por un signo muy diferente. Se funda en un modelo neoliberal que impulsa una sociedad que se puede sintetizar en el concepto de dualización, es decir, reducción de la movilidad social y establecimiento de barreras sólidas entre bloques de clases sociales. El proyecto neoliberal se hace presente modificando sustantivamente el tejido productivo y las empresas, las instituciones y la cultura. El efecto perverso español radica en que, de modo progresivo, se realizan las políticas determinadas por las instituciones globales según el molde neoliberal, pero se mantienen los discursos keynesianos. El resultado es una suerte de esquizofrenia institucional y cultural que hace de la paradoja un arte mayor. Según van pasando los años, estas políticas neoliberales referenciadas en el capitalismo global, tienen efectos demoledores en la estratificación social, modificando las clases sociales de un modo sustantivo.

La izquierda mediática y política es la principal víctima de esta distorsión cronificada, de modo que una medida política, como la de las ayudas establecidas por el gobierno progresista de coalición, que son presentadas con la pomposa denominación de “escudo social”, pero que en realidad se trata de una versión post de las políticas para pobres, que no tienen efectos en la estructura social. Así se confirma el contraste entre las retóricas XXL y las parcas realidades, tan característica de la izquierda extraviada del siglo XXI. Desde esta perspectiva se pueden comprender las desafecciones municipales y autonómicas de sus electorados, así como la dinámica del gobierno más progresista de la historia. En tanto que sus bases político-sociales son penalizadas con saña por las reformas neoliberales, ellos se han especializado en generar distintas excepciones y ficciones. Porque, ¿cómo se puede explicar la derrota del ayuntamiento de Carmena en Madrid o de las huestes del PSOE en Andalucía o Extremadura?

Esta colosal distorsión político-cultural tiene como consecuencia la ausencia de realismo y la constitución de un verdadero depósito de conocimiento en el que se acumula lo no dicho, o lo que no se puede decir ni hablar. Esta espiral del silencio dificulta la comprensión de la realidad y privilegia una infantilización del relato político. Ahora se trata de resistir a una ola que propicia la instalación en las instituciones, nada menos que el mismísimo fascismo. Este relato simple se constituye en el eje argumental de la izquierda, cristalizando en un tóxico clima que obstaculiza a la inteligencia. El resultado es un ambiente irrespirable, además de la consolidación de una auténtica corte, en tanto que la titularidad del gobierno se encuentra en los misteriosos progresistas. En estas condiciones, una vez abolida la reflexión, siendo imposible pensar y decir acerca de los porqués la izquierda ha sido desalojada en Andalucía y en casi todas las partes, la izquierda deviene en una institución semejante a las vetustas órdenes religiosas o militares.

Los digitales de izquierdas o las televisiones progresistas aprenden a construir un denominador común discursivo, que no explica numerosos acontecimientos, pero que es capaz de convocar a todos y forjar una unidad enigmática. En el margen de estas narrativas, nadie puede sobrevivir. Así, cuando el gobierno proclama que ha superado la precariedad laboral o que se encuentra en la víspera de resolver la penosa situación de los inquilinos, nadie se atreve a replicar, en tanto que puede ser calificado como colaborador complaciente de la bestia maligna que ya habita los ayuntamientos o los parlamentos: el fascismo retornado tras vivir unas décadas en los oscuros sótanos de tan progresada sociedad democrática.

Esta ideología oficial, que se asienta tan concertadamente en los digitales o televisiones, adquiere la naturaleza de una nueva orden modelada según el molde de los templarios u otros semejantes, cuya razón de ser es la existencia de un enemigo macroscópico y apocalíptico. De este modo, se hace posible ocultar dimensiones esenciales de la realidad, tal y como es la de la vocación imperecedera del gobierno progresista en mantener y reforzar las políticas armamentísticas. Cuando los ministros de Podemos son desalojados de tan ínclito gobierno, Montero y Belarra nos recuerdan esas inversiones y decisiones, rompiendo un silencio denso, forjado en los años de gestión progresista. Hoy mismo he visto unas declaraciones de la ministra de Sanidad, Mónica García, una de las superdotadas en el arte dialéctico de ocultar, en las que califica de normal el incremento de los gastos militares, tal y como exigen nuestros aliados.

Ahora avivo el recuerdo de los años en que trabajé en el sistema sanitario. En tanto que se llevaba a cabo una reforma salubrista para incrementar la eficacia del sistema, simultáneamente, llegaba otra reforma impetuosa de signo contrario, propiciada abiertamente por las autoridades. Hice mi tesis doctoral sobre las dos reformas. En esos años era profesor del máster de salud pública y gestión de la Escuela Andaluza de Salud Pública, y desde esa posición podía percibir la intensidad de la reforma neoliberal, que en ese tiempo solo podía replicarse desde el rótulo de reforma gerencialista. Todas las piezas de la propuesta neoliberal se presentaban como soluciones tecnocráticas ocultando su genealogía.

En el contexto cultural español nadie sabía cuáles eran los verdaderos padres de los saberes y métodos que se presentaban. La inteligencia emocional y gestión de emociones, ya representaba entonces la eficacia probada en la tarea de reducir la cohesión de los colectivos profesionales debilitando sus vínculos laterales, siendo ensayada con éxito en el gulag empresarial avanzado. Aquí se presentaba como una propuesta inocente y progresista. Bastaba mostrar cualquier idea o método como nuevo para ser aceptado con toda la ingenuidad integral. La ausencia completa de conversación y la neutralización de la información ha facilitado la reconversión del sistema sanitario público a los moldes neoliberales.

La cristalización de esa esquizofrenia político-cultural convierte el sistema de ideas de la izquierda en un lastre para comprender las realidades sociales. El peligro de convertirse en un sistema cerrado autorreferencial se cierne sobre ella. En esta extraña anomia cognitiva no es posible clasificar a distintos actores políticos o mediáticos que se encuentran frenéticamente enfrentados. Así, la única explicación en este contexto mudo en el que impera lo no dicho de estas diferencias es la posición de cada cual. Los ubicados en la Sexta, como Maestre, junto a los privilegiados ministros de Sumar, rivalizan con los emigrados de Podemos y los expulsados malditos como Toledo y otros. Estas desafecciones tienen lugar en defensa de la posición de cada cual. Se evidencia que el conocimiento siempre justifica a posteriori una acción que se encuentra completamente disociada de cualquier proyecto político. A este paso, teniendo como referencia la vieja kremlinología, es necesario constituir un sistema de significación para clarificar las posiciones y el movimiento de las izquierdas. Y también hacerlo en un tiempo preciso, en tanto que los posicionamientos de algunos de sus componentes evolucionan tan rápido que se ubican en los confines de esta constelación política. Terminando esta entrada leo que Mónica García se ha pronunciado en favor de la articulación entre el sistema sanitario público y privado. Esta generación corre mucho más deprisa que la de Felipe González. Así que Marta Lois compareció en campaña electoral como parapentista.