Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

miércoles, 15 de mayo de 2024

LA MIRADA RECUPERADA SOBRE EUROPA DE FRANTZ FANON

 

Frantz Fanon es un autor muy influyente en el tiempo de la descolonización. El primer libro crítico que leí a mediados de los años sesenta fue, precisamente, “Los condenados de la tierra”, una suerte de manifiesto de reafirmación de los pueblos colonizados frente a las potencias colonialistas, entonces principalmente europeas. Tras varias décadas de quietud, resurge la conciencia que apunta a la persistencia de la colonización como postcolonialidad. El genocidio de Gaza reaviva la perspectiva decolonial, imprescindible para comprender el fondo del conflicto.

En uno de los blogs de El Salto “Pensar Jondo”, Javier García Fernández rescata varios textos de Fanon. En abril de 2020 presenta una selección de fragmentos de texto correspondientes al último capítulo de “Los condenados de la tierra”. Estos fueron publicados el 5 de abril de ese año en El Salto. La mirada sobre Europa de Fanon representa una perspicacia y precisión admirable a día de hoy. Desde esta perspectiva se hacen inteligibles las supuestas o aparentes ambigüedades de la misma con respecto a la masacre palestina, en tanto que muestra el núcleo invariable de su naturaleza, así como el hilo que la vincula a su pasado colonialista. La emergencia de la extrema derecha en la mayoría de los países europeos apunta a la persistencia del imaginario colonial.  Por esta razón he decidido subir el texto aquí, en la convicción de que puede aportar un valor informativo en contraposición con la imago de Europa que muestran los medios y la Academia.

Una síntesis brillante de lo que fue la descolonización, y ahora el presente poscolonial, la formula Eduardo Galeano en esta brillante sentencia Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: "Cierren los ojos y recen". Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia”. Los mismísimos palestinos pueden acreditar su letal veracidad. Este texto tiene un valor inestimable en el presente, por esto merece ser reactualizado. Su título es "Reflexiones sobre Europa"

 

Compañeros: hay que decidir dese ahora un cambio de ruta. La gran noche en la que estuvimos sumergidos, hay que sacudirla y salir de ella. El nuevo día que ya se apunta debe encontrar firmes, alertas y resueltos. 

Debemos olvidar los sueños, abandonar nuestras viejas creencias y nuestras amistades de antes. No perdamos el tiempo en estériles letanías o mimetismos nauseabundos. Dejemos a esa Europa que no deja de hablar del hombre al mismo tiempo que lo asesina dondequiera que lo encuentra, en todas las esquinas de sus propias calles, en todos los rincones del mundo.

Hace siglos que Europa ha detenido el progreso de los demás hombres y los ha sometido a sus designios y a su gloria; hace siglos que, en nombre de una pretendida “aventura espiritual” ahoga a casi toda la humanidad. Véanla ahora oscilar entre la desintegración atómica y la desintegración espiritual.

Y sin embargo, en su interior, en el plano de las realizaciones puede decirse que ha triunfado en todo.

Europa ha asumido la dirección del mundo con ardor, con cinismo y con violencia. Y vean cómo se extiende y se multiplica la sombra de sus monumentos Cada movimiento de Europa ha hecho estallar los límites del espacio y los del pensamiento. Europa ha rechazado toda humildad, toda modestia, pero también toda ternura.

No se ha mostrado parsimoniosa con el hombre, sino mezquina, carnicera, homicida sino con el hombre.

Entonces, hermanos ¿cómo no comprender que tenemos algo mejor que hacer que seguir a esa Europa?

Esa Europa que nunca ha dejado de hablar del hombre, que nunca ha dejado de proclamar que sólo le preocupaba el hombre, ahora sabemos con qué sufrimientos ha pagado la humanidad cada una de esas victorias de su espíritu.

Compañeros, el juego europeo ha terminado definitivamente, hay que encontrar otra cosa. Podemos hacer cualquier cosa. Podemos hacemos cualquier cosa ahora a condición de no imitar a Europa, a condición de no dejarnos obsesionar por el deseo de alcanzar a Europa.

Europa ha adquirido tal velocidad, loca y desordenada, que escapa ahora a todo conductor, a toda razón y va con un vértigo terrible hacia un abismo del que vale más alejarse o más pronto posible.

Es verdad, sin embargo, que necesitamos un modelo, esquemas, ejemplos. Para muchos de nosotros, el modelo europeo es el más exaltante. Pero en las páginas anteriores hemos visto que los chascos a que nos conducía esta imitación. Las realizaciones, europeas, la técnica europea, el estilo europeo, deben dejar de tentarnos y de desequilibrarnos.

Cuando busco al hombre en la técnica y al estilo europeo, veo una sucesión de negaciones del hombre, una avalancha de asesinatos.

La condición humana, los proyectos del hombre, la colaboración entre hombres en tareas que acrecientan la totalidad del hombre son problemas nuevos que exigen verdaderos inventos.

Decidamos no imitar a Europa y orientarnos nuestros músculos y nuestros cerebros a una dirección nueva. Tratemos de inventar al hombre total que Europa ha sido incapaz de hacer triunfar.

Hace dos siglos, una antigua colonia europea decidió imitar a Europa. Lo logró hasta el punto que los Estados Unidos de América se han convertido en un monstruo donde las tareas, las enfermedades y la inhumanidad de Europa han alcanzado terribles dimensiones.

Compañeros: ¿No tenemos otra cosa que hacer sino crear una tercera Europa? Occidente ha querido ser una aventura del Espíritu. Y en nombre del Espíritu, del espíritu europeo por supuesto, Europa a justificado sus crímenes y ha legitimado la esclavitud en la que mantiene a las cuatro quintas parte de la humanidad.

Un diálogo permanente consigo mismo, un narcisismo cada vez más obsceno, no han dejado de preparar el terreno a un cuasidelirio, donde el trabajo cerebral se convierte en un sufrimiento, donde las realidades no son ya las del hombre vivo, que trabaja y se fabrica a sí mismo, sino palabras, diversos conjuntos de palabras, las tensiones surgidas de los significados contenidos en las palabras. Ha habido europeos, sin embargo, que han invitado a los trabajadores europeos a romper su narcisismo y a romper con ese irrealismo.

En general, los trabajadores europeos no han respondido a esas llamadas. Por lo que los trabajadores también se han creído partícipes en la aventura prodigiosa del Espíritu europeo.

Todos los elementos de una solución de los grandes problemas de la humanidad han existido, en los distintos momentos, en el pensamiento de Europa. Pero los actos de los hombres europeos no han respondido a la misión que les correspondía y que consistía en pesar violentamente sobre estos elementos, en modificar su aspecto, su ser, en cambiarlos, en llevar, finalmente, el problema del hombre a un nivel incomparablemente superior.

Ahora asistimos a un estancamiento de Europa. Huyamos, compañeros, de ese movimiento inmóvil en que la dialéctica se ha transformado poco a poco en la lógica del equilibrio. Hay que formular el problema del hombre. Hay que reformular el problema de la realidad cerebral, de la masa cerebral de toda la humanidad cuyas conexiones hay que multiplicar, cuyas redes hay que diversificar y cuyos homenajes hay que deshumanizar.

Hermanos, tenemos demasiado trabajo para divertirnos con los juegos de retaguardia. Europa ha dicho lo que tenía que hacer y, en suma, lo ha hecho bien; dejemos de acusarla, pero digámosle firmemente que no debe seguir haciendo tanto ruido. Ya no tenemos que temerla, dejemos pues, de envidiarla.

El Tercer Mundo está ahora frente a Europa como una masa colosal, cuyo proyecto debe ser tratar de resolver los problemas a los cuales Europa no ha sabido aportar soluciones.

Pero entonces no hay que hablar de rendimientos de intensificaciones de ritmo. No, no se trata de volver a la Naturaleza. Se trata concretamente de no llevar a los hombres por direcciones que los mutilen, de no imponer al cerebro ritmos que rápidamente lo menoscaban y lo perturban. Con el pretexto de alcanzar a Europa no hay que forzar al hombre que arrancarlo de sí mismo, de su intimidad, no hay que quebrarlo, no hay que matarlo.

No, no queremos alcanzar a nadie. Pero queremos marchar constantemente, de noche y de día, en compañía del hombre, de todos los hombres Se trata de no alargar la caravana porque entonces cada fila apenas percibe a la que la precede y los hombres que no se reconocen ya, se encuentran cada vez menos, se hablan cada vez menos.

Se trata, para el tercer mundo, de reiniciar una historia del hombre que tome en cuenta al mismo tiempo las tesis, algunas veces prodigiosas, sostenidas por Europa, pero también los crímenes de Europa, el más odioso de los cuales habrá sido, en el seno del hombre, el descuartizamiento patológico de sus funciones y la desintegración de su unidad; dentro del marco de una colectividad la ruptura, la estratificación, las tensiones sangrientas alimentadas por las clases; en la inmensa escala de la humanidad, por último, los odios raciales, la esclavitud, la explotación y, sobre todo, el genocidio no sangriento que representa la exclusión de mil quinientos millones de hombres.

No rindamos, pues compañeros, un tributo a Europa creando Estados, instituciones y sociedades inspirados en ella.

La humanidad espera algo más de nosotros que esa imitación caricaturesca y en general obscena.

Si queremos transformar a África en una nueva Europa, a América en una nueva Europa, confiemos entonces a los europeos los destinos de nuestros países. Sabrán hacerlo mejor que los mejor dotados de nosotros.

Pero si queremos que la humanidad avance con audacia, si queremos elevarla a un nivel distinto de nuestros países. Sabrán hacerlo mejor que los mejor dotados de nosotros.

Pero si queremos que la humanidad avance con audacia, si queremos elevarla a un nivel distinto del que le ha impuesto Europa, entonces hay que inventar, hay que descubrir.

Si queremos responder a la esperanza de nuestros pueblos, no hay que fijarse sólo en Europa.

Además, si queremos responder a la esperanza en los europeos, hay que reflejar una imagen, aún ideal, de su sociedad, y de su pensamiento, por lo que sienten de cuando, en cuando una inmensa nausea.

Por Europa, por nosotros mismos y por la humanidad, compañeros, hay que cambiar de piel desarrollar un pensamiento nuevo, tratar de crear un hombre nuevo.

 

lunes, 13 de mayo de 2024

EL ESPEJISMO DE LAS ACAMPADAS

 

Desde el mes de noviembre se está produciendo en Gaza un genocidio sobre el que se tienen múltiples testimonios e imágenes que se renuevan diariamente, extendiéndose por los distintos canales de comunicación de las vigentes sociedades postmediáticas. Este acontecimiento pone de manifiesto la impunidad del estado de Israel, que continúa ejecutando implacablemente su plan de exterminio, ajeno a las voces de moderada protesta de la sociedad internacional. Las organizaciones globales como la ONU muestran impúdicamente su impotencia para detener las matanzas. En ese juego de actores subyacen distintos posicionamientos sumergidos, que públicamente apelan a un alto el fuego, en tanto que resaltan como última ratio el derecho a defenderse no sujeto a límites por parte del estado agresor. La doblez y el cinismo imperan en este muro de las lamentaciones de la sociedad internacional.  

La sociedad española ha dado una respuesta muy modesta. En tanto que se han producido varias manifestaciones de protesta, con una asistencia comedida, algunas personas han desarrollado iniciativas de protesta en actividades sociales con impacto mediático. Se puede afirmar que, en relación con la escala hiperdestructiva con que se ejecuta esta matanza, las réplicas se han situado muy por debajo del rango que implica una agresión masiva a una población desarmada con la presencia de las cámaras. En mi opinión, se constata cierta indiferencia social, acentuada por los prejuicios existentes con respecto a una población musulmana. La conciencia colectiva española, se encuentra afectada por los rescoldos de su pasado colonialista, que se manifiesta en el entusiástico apoyo popular a las unidades de la legión en sus desfiles y ceremonias públicas.

La debilidad de las iniciativas sociales y el tratamiento ambivalente de los medios, contrastan con los posicionamientos de los partidos políticos españoles. Estos se han pronunciado en coherencia con sus tradiciones y posicionamientos. Pero, la persistencia del genocidio, que se cronifica y adquiere el perfil de incremental, ha determinado su resignificación narrativa al servicio de los relatos que los partidos ponen en escena. Así, el tema palestino, en las últimas semanas, ha sido “adoptado” por la izquierda como tema que alivia la presión que experimenta como consecuencia de sus pactos con los nacionalistas catalanes. Palestina se ha convertido en un argumento para desmonopolizar la cuestión catalana.  De esta forma ha adquirido un protagonismo catalizado mediáticamente por las primeras acampadas en las universidades.

El resultado es la instalación en la actualidad de una pantalla nueva en la que la cuestión de Gaza adquiere centralidad como elemento de puja entre la derecha y la izquierda del Régimen. Esta confrontación no quiere decir que se renuncie a las contradicciones, en tanto que España es un acreditado comprador y vendedor de armas a los israelíes - antes, durante y después de la presencia de Podemos en el gobierno-. Es paradójico contemplar cómo un gobierno como el de España, tan obediente a los dictados de Europa, se esfuerza en prepararnos activamente para una guerra contra el demonio ruso, requiriendo nuestra complicidad en cuanto al incremento del presupuesto militar. Aún más, si un acontecimiento muestra la predisposición militarista del gobierno progresista, así como la extenuación de la opinión pública española, es la decisión de instalar una nueva base militar norteamericana en Menorca. Esto ya no se decide en el parlamento, al igual que el tráfico de las armas.  Por el contrario, se decide en la zona de sombra adjunta al consejo de ministros y de ministras. Sin deliberación alguna se comunica a las tertulias televisivas en la convicción de que los ilustres conversadores mantendrán su sensatez, y que las audiencias aceptarán sin rechistar esta narrativa.

En este contexto comparecen las acampadas en universidades españolas. Es conveniente interrogarse acerca de su significación. La hipótesis de que nos encontramos con un movimiento incipiente de desobediencia es desmentida en los primeros días. Al contrario que en las universidades norteamericanas, en las que el movimiento es muy amplio, interfiere la vida académica y suscita enfrentamientos con las autoridades y la policía, las acampadas españolas muestran su calma y ausencia de tensión. Todas ellas tienen lugar en espacios protegidos por las universidades mismas, siendo externas a la vida académica, que continúa su ejecución en la serie de clases, prácticas, simulaciones y exámenes.

Las acampadas universitarias españoles, que se producen en una situación muy avanzada del exterminio, forman parte de los mimetismos que resultan del sistema mediático audiovisual global. Un acontecimiento -como las primeras acampadas norteamericanas - es facturado en imágenes que se reiteran y multiplican produciendo una ola de mimetismo. Las imágenes de desmantelamiento de campamentos en Estados Unidos, con detenciones, tensiones, reapariciones de activistas, declaraciones de persistencia en la voluntad de perpetuar la protesta, son muy diferentes de las de los oasis universitarios españoles, cuyas imágenes remiten, no a los convocantes, sino a diferentes personalidades de la cultura que irrumpen en las concentraciones monopolizando la voz de los acampados, que conforman el fondo en el que se producen las declaraciones. Los inevitables Miguel Ríos, Carne Cruda y otras empresas culturales que protagonizan el evento. Me impresionó visionar la conexión del programa de La Base, en la que Iglesias y los habitantes del plató tenían una energía muy superior a las de los estudiantes que comparecían, que trasmitían una calma ajena a lo que es un acto de desobediencia.

El gobierno, las instituciones, los partidos políticos y los medios han devorado este movimiento de protesta anticipándose a su propia evolución y poniéndolo al servicio del relato de la izquierda oficial, muy necesitada de argumentos que nutran sus puestas en escena. Así, se configuran unas acampadas de baja intensidad, que no generan iniciativas ni tienen voluntad de expandirse al exterior. La vida en ellas transcurre sin tensiones en espera de la visita de las cámaras y de los ilustres políticos, mediáticos y culturales. El aspecto más relevante que denota su carácter institucional radica en que los rectores mismos se pronuncian en favor de sus objetivos, constituyéndolos en un apéndice estético. El deteriorado y vetusto entramado institucional se apodera de los contenidos de la acampada y expropia a los participantes del sentido de su acción.

Las acampadas se producen en los mismos espacios de las universidades bajo su protección institucional. De ahí la ausencia de cualquier tensión o épica movilizadora. Así se conforman como un simulacro del 15M o un revival de la célebre frase de Marx de “primero como tragedia y después como farsa”. La Corte del régimen del 78 se sobrepone a la movilización y se anticipa a su curso, cerrando así el final. No es de extrañar que todo concluya con un acto en el que comparezcan los grandes directivos de La Sexta, o que aparezca Jordi Évole entrevistando a acampados, o el mismísimo Roberto Brasero anunciando borrascas y recomendando reforzar la protección de las tiendas.

Una acampada es un acto de protesta y su valor radica en la decisión y acción de un grupo que se autoorganiza y se reconstituye mediante la práctica de la decisión en sus propias asambleas. La autonomía de los poderes instituidos es una cuestión esencial, porque lo que aporta un movimiento social es la invención de nuevas aspiraciones y sentidos de la acción. Un movimiento dependiente de los rectores no puede aportar nada, es una mera caja de resonancia. Así se hacen inteligibles las acampadas de la calma, sin oposición, sin riesgo, bajo la protección académica, política y mediática. Estas instituciones se encuentran en un estado en el que no pueden trasvasar una energía de la que carecen.

La preeminencia de las instituciones impone que los objetivos sean diplomáticos, que en la España del presente significan grandes ambivalencias. El genocidio es reducido, atribuyendo su responsabilidad a Netanyahu, que es seleccionado como chivo expiatorio que libera de responsabilidad a las instituciones israelíes. El sentido que tiene una acampada es constituir una acción que presione a los diplomáticos. Si los acampados se identifican con estos desde el principio, la acampada reduce su valor a un testimonio de imágenes de apoyo. Estas ambigüedades siguen el camino de otras “solidaridades” mediatizadas y fracasadas. Porque, ¿qué es de los afganos que colaboraron con el ejército español? ¿cómo ha concluido el éxodo de sirios huyendo de la guerra hacia Europa?  ¿y los miles de africanos que mueren en el Mediterráneo, y ahora en el Atlántico también, sin reconocimiento de las instituciones? Me temo que el pronóstico sobre el futuro de los palestinos es semejante.

Estoy dolorosamente harto de espejismos mediáticos y simulacros de solidaridad en la decadente sociedad española. Los estudiantes representan la carne de cañón movilizable para simular la indiferencia de la población, que en muchos casos no es tal, sino apoyo a los israelíes como blancos, héroes de las sociedades de consumo, que se definen como democracias (como la nuestra) para encubrir un supremacismo cultural compartido, que se manifiesta de múltiples maneras. ¿alguien se acuerda ya de los numerosos médicos y enfermeras asesinados en los hospitales mismos en las últimas semanas?

Solo falta que los rectores de las hiperdeterioradas universidades españolas asignen dos créditos a los acampados que acrediten su presencia en las mismas.

 

lunes, 6 de mayo de 2024

ACTAS DE LA SENECTUD. DECLIVE EN LA JUNGLA DE LOS HABITACIONÍCOLAS

 

En esta entrada comienzo a contar algunos episodios de mi vida en la edad de la senectud. En esta cuestión también tengo que ir a la contra. Los discursos acerca de las personas que envejecen son manifiestamente mistificados y engañosos. La verdad es que los mayores son apartados minuciosamente, primero marginados incrementalmente de la vida para concluir con su encierro. Las constelaciones del estado y del mercado convergen en esta segregación de las generaciones de mayores. Ciertamente, existen algunos contrapuntos a esta gran reclusión. Algunos contingentes son concentrados en actividades de ocio y turismo para maximizar los hoteles e industria turística en temporada baja. Pero la gran mayoría es severamente expulsada de todas las esferas públicas, así como de sus mismas familias. Este proceso de marginalización se efectúa sobre las pruebas acumuladas en el historial médico. La obsesión por la salud perfecta imperante en este tiempo penaliza a los mayores, que son dictaminados negativamente como portadores de diagnósticos y síndromes diversos. Así se constituye una sentencia que sanciona su  incapacidad yconcluye con su encierro definitivo.

La vida cotidiana de los mayores se encuentra sumida en la oscuridad. Mi pretensión es contribuir a clarificar algunas situaciones vividas para contrarrestar la voz del dispositivo asistencial y profesional que avala el declive y el encierro, sustituyendo la voz de los marginalizados por sus amables versiones y ficciones. La vida de los viejos es mistificada, tanto por la constelación del estado, que fabrica una versión ficticia cien por cien, al estilo que practica con la totalidad de las clases subalternas, como por la de los distintos dispositivos del mercado, que condenan la vida de los mayores en tanto que colectivo de bajo consumo. Solo aparecen personas mayores en los anuncios de la industria farmacéutica y del bienestar, y pocos. Al igual que en las plantillas de la televisión, este es el primer ámbito de la expulsión, que se extiende como una mancha de aceite por el entramado social.

La primera entrada se refiere a una experiencia personal que tuve anoche en el edificio en el que vivo, que ha experimentado una transformación milagrosa en los últimos años, siendo reemplazadas las familias por una nueva especie emergente: los habitacionícolas, jóvenes precarizados en lo laboral y en lo residencial que son ubicados por el floreciente mercado del suelo en habitaciones compartidas, consumando la (pen)última regresión habitacional y social del capitalismo.

Anoche tuve una experiencia personal extremadamente dura. Vivo en Madrid, junto al parque del Retiro en una zona preferente para los turistas, y en donde las viejas familias son desplazadas por una multitud de personas jóvenes que protagonizan la nueva gentrificación. Esta nueva clase, forjada por la convergencia de gentes convertidas en recursos humanos que rotan por el mercado de trabajo discontinuamente en una movilidad horizontal sin fin, con su radical individualidad residencial, escindidos de sus antiguas familias, son alojadas en habitaciones en pisos compartidos. Así se constituye una nueva subjetividad y sociabilidad, para la gloria de los industriosos gestores de lo que se denomina pomposamente como soluciones residenciales.

La severa individualización resultante de esa entidad social hiperlíquida que es el piso compartido genera un sistema social semejante a una jungla. Los escasos mayores que permanecemos en ella somos amenazados por los depredadores habitacionícolas, que no han experimentado el vivir en alguna forma de comunidad. Habitar un piso con extraños genera una tensión por los servicios compartidos, el baño y la cocina, así como, en la mayoría de los casos, por la resolución de los conflictos latentes por relaciones de fuerza. Además, ese mundo tiene una impronta dura, en tanto que los propietarios defienden sus intereses de forma contundente, habilitando como habitacionales todos los huecos del piso y estableciendo unos patrones de calidad/precio completamente desmesurados.

En esos espacios, las relaciones adquieren una naturaleza dura y flotan en el ambiente varias violencias implícitas. Cada habitante de esa jungla no es un inquilino, sino una especie de infrainquilino reemplazable en el flujo de personas que buscan un hueco en el que dormir. Así, esos subinquilinos son transformados en recursos residenciales móviles, asignables a lo que se puede denominar como espacio/cama. La cama es la unidad esencial, ocupando la mayor parte del espacio. La miniaturización industrial ha creado el smartphone como ingrediente imprescindible para los habitacionícolas. Una cama, un móvil, un armario y poco más para almacenar sus cosas. La vida social en los pisos compartidos se compartimenta por el principio de la libertad, que en este caso se manifiesta en la elección de serie de las empresas de streaming. El wifi compartido compone lo común entre las personas concentradas en el piso compartido.

La nueva individuación es contundente. El inteligente libro de Eric Sadin, uno de los autores más lúcidos, cuyo título es “La era del individuo tirano”, en el que narra el proceso de disipación de lo que ha sido común en las épocas anteriores, certifica la situación imperante en la nueva especie urbana de los habitacionícolas. Los rasgos característicos de las vecindades tradicionales, tales como los rituales de saludo, la comunicación y ayuda mutua han desaparecido completamente. Cada uno es autosuficiente en su habitación y con su smartphone. La sociabilidad en el edificio es manifiestamente congelada. La gran mayoría de los jóvenes ni siquiera responde al convencional “buenos días”, concentrados en su pequeña pantalla.

Pues bien, ahora cuento la experiencia de anoche. Vivo en un sexto piso y me cuesta trabajo subir las escaleras. Mi vieja perra, se encuentra ahora aún peor que yo. Una de las batallas cotidianas estriba en que no pocos habitacionícolas suben concentrados en el móvil y no cierran bien la puerta del ascensor. Así, este se encuentra siempre en litigio. Durante el día suben y bajan más personas y reenvían el ascensor, pero por la noche, si queda abierto en pisos altos, no tiene solución. Es justamente lo que ocurrió. A las once y media de la noche el ascensor quedó abierto y tuvimos que subir, en el caso de mi perra más penosamente todavía que en el mío. Me invadió un sentimiento de humillación y rabia, en tanto que a los mayores residentes que quedamos atrapados en ese edificio, en el que habitan ya inmigrantes y jóvenes españoles habitacionícolas, y turistas de fin de semana, no solo no somos reconocidos, sino que existe una agresividad manifiesta contra nosotros, siendo percibidos como extraños residuos vivientes.

En esta comunidad habitacional en la que los que comparten un mismo piso suelen ser extraños mutuamente, ser mayor representa una amenaza en tanto que nuestra identidad se encuentra deteriorada. Así, lo de anoche es solo un prólogo de lo que nos espera. Ningún gesto de amabilidad ni reconocimiento. Los espacios comunes convertidos en desiertos relacionales. El mundo congelado del mercado. La lógica de un poder que se esmera en convertir poblaciones en colectivos débiles. Los precarizados, los hipotecados, los endeudados. Ahora los habitacionícolas. En cualquier caso, vivir situaciones así me proporciona una perspectiva realista con respecto a los malestares.

Por eso alucino cuando contemplo las intervenciones públicas de los ministros del gobierno progresista, completamente sumidos en las ficciones derivadas de conjuntos de cifras. En el mejor de los casos, no tienen ni la más remota idea de lo que está ocurriendo y de sus consecuencias. Se está configurando una sociedad en la que viven multitudes estructuralmente debilitadas. El sujeto confinado en una habitación compartida apunta a una mutación antropológica de gran calado, radicalmente asimétrica con respecto a lo que hemos entendido como progreso. Sí, esto es lo que hay. Vivo mi declive personal en la jungla de los habitacionícolas, y esto es duro de llevar.

 

 

 

jueves, 2 de mayo de 2024

LOS DUENDES DE LA SEDE DEL PSOE EN FERRAZ

 

 

La humanidad progresa, pero la mayoría de sus miembros no.

Pensar colectivamente es la regla general. Pensar individualmente es la excepción

Gustave Le Bon

 

En los últimos tiempos se acentúa la crisis sistémica de la democracia española. Una de las señales más llamativas de esa crisis es la comparecencia de varios espíritus del pasado que se muestran abiertamente en torno a la sede del PSOE en Madrid, en la calle Ferraz. Estos fantasmas adquieren la forma de personajes rotundamente obsoletos que desarrollan acciones y liturgias espaciales que remiten al pasado, exhibiendo unos repertorios de acción agotados y escasamente compatibles con las realidades del presente. De ellas resulta una suerte de shock antropológico, en tanto que su presencia y actuaciones conforman un espectáculo extraño, que no encaja con los imaginarios y las prácticas sociales imperantes en las actuales sociedades. Esta feria de lo obsoleto es mostrada por las cámaras como una exhibición de lo caducado, de modo análogo a las exposiciones de coches antiguos.

En particular, me refiero a las movilizaciones que tienen lugar desde hace varios meses, y que este prodigioso fin de semana se han diversificado mostrando lo extraordinario o lo insólito. La sede del PSOE en la calle Ferraz, se configura así, como un espacio mágico que me permito bautizar como el rompeolas de todas las formas de movilización imperantes en el pasado. Las gentes de la extrema derecha la han cercado exhibiendo formas arcaicas de expresión, que denotan una agresividad y violencia simbólica suprema. Los rituales religiosos, las quemas de muñecos, las estéticas de sus participantes, los eslóganes coreados, las cancioncillas, con la presencia inevitable del inefable “Cara al Sol”, las formas de cohesión grupal, las liturgias espaciales, la demonización del enemigo. Todas ellas conforman un espectáculo bochornoso que me interroga acerca de los sótanos en los que han permanecido durante tanto tiempo. Según pasan los días, la degradación avanza en esta subsociedad sumergida de los participantes del cerco a Ferraz, que constituye una exposición del viejo fascismo.

El pasado fin de semana concurrieron a ese espacio nuevos públicos, así como otros repertorios fantasmagóricos. El miércoles, el presidente Sánchez anunció su posible renuncia y su tiempo de reflexión. Su súbita ausencia supuso una destitución del partido, en un acto de liderazgo insólito y sin precedentes. El gobierno, los aliados y la dirección partidaria quedaron en suspensión hasta el desenlace, que era decidido por el líder en solitario y aislado de los mismos. Este vacío se proyectó a las bases y públicos partidarios que mostraron su orfandad desarrollando un conjunto de plegarias y jaculatorias sin precedente. Este acto de hiperliderazgo revela un sadismo inusitado, desvelando la vulnerabilidad del conjunto partidario y gubernamental desprovisto de la dirección del líder providencial.

El resultado de este dislate fue la reunión del Comité Federal incapacitado para hacer propuestas, reconvirtiéndose así en una reunión similar a la de la Iglesia cuando, tras la muerte de un papa, esperan la decisión de uno nuevo elegido por el Cónclave. En esta ocasión, Sánchez incapacitó a su colegio cardenalicio para asumir en exclusiva la decisión. Estos solo podían esperar al humo blanco. De ahí que se multiplicasen las liturgias asociadas a la milagrería. El partido quedó desnudado tras ser severamente cancelada su capacidad de decisión, incluso de consulta, suprimiendo imperativamente su voz. Sólo cabía manifestar la fe y la esperanza en espera de tan esperada decisión milagrosa que lo reconstituyese de nuevo superando la acción del maligno en un exorcismo público ante las cámaras.

En una situación así se mostraron impúdicamente los misterios de la organización. Se destapó la caja negra del partido. En el interior del Comité proliferaron los actos de fe y las proclamaciones de incondicionalidad. Los dirigentes se exhibieron como huérfanos vulnerables, liberándose de prejuicios. La ministra Teresa Ribera pronunció su antológico “Somos como los perros, fieles y leales”. Esta ceremonia mostró sin pudor el interior de la organización partidaria. Esta exhibe en el intervalo temporal de la ausencia de liderazgo, la magnitud de su cierre organizacional, haciendo ostentación de sus miedos. La apoteosis del partido clausurado por su líder se muestra en todo su esplendor, ignorando su mismo entorno. Las imágenes del Comité Federal, y, sobre todo, la salida de este al exterior para fusionarse con los desamparados concentrados en el exterior, denota la magnitud del cierre partidario que invoca a su líder, Sánchez/Sade, para conjurar los espíritus malignos de sus enemigos.

Contemplando esas imágenes, fue inevitable establecer una relación con eventos ocurridos en otras sociedades. La teatralización virulenta de la viceministra María Jesús Montero, remite a los rituales haitianos del vudú, entendido como una liberación imaginaria del mal. Pude imaginar a Françoise Duvalier, Papá Doc, el gobernante haitiano temido y aclamado por su pueblo durante tantos años. He sido testigo de la desmesura en la apología y el arte de aclamar en distintas ocasiones. Recuerdo que, en 1976, siendo responsable de organización del Partido Comunista en Cantabria, tras la legalización del partido tuvo lugar el primer mitin en el que venia una persona relevante de la dirección, Simón Sánchez Montero. El clima de entusiasmo entre los militantes era manifiesto. Pues bien, un veterano militante compareció en esa fiesta partidaria portando dos grandes retratos de Dolores Ibárruri sobre su cuerpo a modo de escapulario. En ese momento me invadió una sensación de pánico por los efectos nocivos que podía tener de cara a la gente joven que esperábamos.

Eso es exactamente lo que me fascinó de este convulso fin de semana. La movilización se asemejaba en sus formas de expresión a las concentraciones marianas promovidas por la Iglesia, o algunas antológicas que realizan distintos grupos evangélicos. Allí predominaba una idea convocante: un milagro que les liberaría de los temores a sus demoníacos enemigos que les acechaban desde el exterior. Exhibir contundentemente la aclamación al santo les liberaba de la angustia del vacío, reafirmándose frente a la gran masa de espectadores no creyentes. Así se configuró un éxtasis partidario colectivo que reclamaba lo extraordinario movilizando los cuerpos polarizados en las emociones.

Todos los ingredientes de una movilización defensiva comparecieron en el escenario. Ejercí largos años como profesor de Sociología de los Movimientos Sociales, lo que me ayuda a comprender las diferencias entre estas manifestaciones inducidas por los temores colectivos y aquellas que se orientan a un horizonte y tienen finalidades específicas. Las consecuencias del clima de tensión y el estado de alerta se hicieron patentes mediante el dramatismo y la riqueza de las sobreactuaciones de los participantes. Aquello tenía rasgos de las manifestaciones de Madres contra la Droga en los 80, en las que se trataba de responder a lo que se percibía como un poder maligno y subyacente, lo que generaba una apoteosis de desconfianza y sospecha colosal.

En una acción de este tipo, se reafirma emocionalmente la santidad de la causa que convoca a los participantes en detrimento de los rivales. Así se configura el abismo antropológico entre los métodos de la acción y el contexto global en el que se produce. Uno de los antecedentes de este ensimismamiento compartido y puesto en acción fue la célebre manifestación en los años cincuenta que protestaba contra la negativa de la ONU a admitir a España. Un artista incógnito sintetizó el imaginario de las protestas en una pancarta, cuyo texto rezaba así: “Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos”. Esta expresión denota el sentido organizador de los participantes: Se reafirma la divinización del nosotros frente a la condena de ellos, que en este caso era, nada menos, que la comunidad internacional.

Esta frase desvela a las claras la dimensión formidable del cierre al exterior de una comunidad humana. El pasado fin de semana en Ferraz se hizo patente el cierre sobre sí mismo del PSOE. Todos se mostraron como hijos de Pedro y Begoña, dispuestos a la defensa numantina de estos por encima del bien y del mal, frente al acecho de la última versión del Ángel Caído. La obsolescencia de las concentraciones defensivas y desesperanzadas quedó de manifiesto. En estos días se produce un ciclo de protestas de los estudiantes norteamericanos por el genocidio de Gaza que adopta formas completamente diferentes, al estilo del 15 M. En este caso se reapropian de un espacio en el que se instalan potenciando los vínculos entre los participantes. Se trata de otra matriz antropológica. Lo que se sigue viendo por aquí son, en el sentido estricto, procesiones, una versión de las masas religiosas concentradas para la cohesión en torno al bien, que siempre tiene el rango de divinidad. Estas carecen de objetivos específicos. La semejanza de las manifestaciones con este modelo eclesiástico es manifiesta en sus eslóganes y modos de estar.

 Renovar los repertorios de acción es una condición para la sobrevivencia de los movimientos sociales, que se inscriben en nuevos contextos. Es esencial adecuarse a las condiciones determinadas por la reciente mutación antropológica, todavía en curso. Imagino que esta renovación excluye la compulsión de los cuerpos al estilo del vudú que han puesto en escena algunos ilustres ministros y miembros de las jerarquías estatales. Ellos me han obligado a recurrir a Gustave Le Bon.