Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

martes, 12 de enero de 2021

UNA MIRADA SOCIOLÓGICA SOBRE FILOMENA

 


El que quiera mandar guarde al menos el último respeto hacia el que ha de obedecer: absténgase de darle explicaciones.

Rafael Sánchez Ferlosio

Filomena es un evento meteorológico extremo que ha tenido un impacto totalizador sobre el medio físico y la sociedad. En este sentido, trasciende su naturaleza específica para configurarse como un hecho social total que instaura un breve intervalo  temporal en el que queda suspendida la organización social. En este tiempo se hacen visibles muchas cuestiones de fondo que permanecen ocultas en lo que se entiende como normalidad. Estos tiempos de pausa son extremadamente ricos desde la perspectiva sociológica, en tanto que afloran múltiples elementos de la realidad social que permanecen mudos en el curso ordinario de la sociedad y la vida.

Filomena representa, principalmente, una apoteosis de la contingencia. Las autoridades recurren a la excusa de que no había sucedido nada igual en los últimos cincuenta años para justificar los déficits de la respuesta, cuyo principal problema radica en ser desbordada por la tormenta. Siempre se fue a remolque de la misma y su magnitud solo fue percibida cuando esta estaba concluyendo. El tiempo en una catástrofe es una dimensión esencial. Unas horas significan unas constricciones muy importantes para las respuestas. La contingencia es una parte esencial de lo que Beck, Luhmann y otros autores definen como sociedad de riesgo. A pesar de que los servicios de la atormentada meteorología habían pronosticado su magnitud con precisión, el resto de dispositivos se incorporó tardíamente, en espera de las órdenes de una coordinación y dirección ausente hasta que la radio y la televisión difundían las imágenes del desastre, convirtiéndolo en un espectáculo audiovisual dotado de la capacidad de concitar audiencias extraordinarias.

 

LOS INCONVENIENTES DE LA MEDIATIZACIÓN

Los acontecimientos extraordinarios derivados de la multiplicación de la contingencia en las sociedades del presente, constituyen un filón sustancioso para los medios, que los empaquetan y formatean con el objetivo de movilizar a sus potenciales audiencias. Pero la comunicación audiovisual, junto a las ventajas de la instantaneidad y la difusión, presentan unos inconvenientes de gran envergadura. Este es el de su inevitable fragmentación. Los medios presentan numerosos planos del evento, seleccionados por su impacto en los espectadores. El problema radica que la unidad y la esencia del acontecimiento se desvanece, en tanto que la dispersión de la narración lo hace inevitable. En el caso de Filomena, el espectáculo resultante del encadenamiento de fragmentos audiovisuales, dificulta su síntesis valorativa. En los contenidos estaban presentes dos vectores antinómicos. De un lado remitía a la conversión de la ciudad en una estación de montaña, generando un paisaje que convoca el imaginario del esquí, (pen)última actividad de deslizamiento que invoca la quimérica modernización, en la que la nieve y la naturaleza compone un entorno gozoso.

Las imágenes jubilosas y las gentes alborozadas que se descubrían en la magia del blanco se intercalaban con las de la catástrofe, con la progresiva comparecencia de situaciones críticas y personas afectadas por las mismas. Además, se producían distintas comunicaciones de las autoridades, que eran leídas en términos de rivalidades que alimentan la lucha permanente por el gobierno. Este collage informativo tiene como consecuencia el descentramiento del espectador, que espera ser sorprendido por imágenes derivadas bien del heroísmo de las gentes que responden, del dolor de las víctimas o del medio físico en situaciones límite. La programación adquiere la naturaleza de un espectáculo orientado a mantener la atención mediante la aparición de secuencias espectaculares. La mezcla de ficción y realidad parece insoslayable.

 

INICIATIVA CIUDADANA Y DISPOSITIVOS ESTATALES

En un acontecimiento marcado por la contingencia se disipan temporalmente las estructuras. En los momentos críticos las personas desempeñan un papel esencial. Es el momento en el que la relación de las autoridades y la gente adquieren un perfil particular. En general, las dificultades de actuación de los dispositivos estatales requieren que la gente actúe por su propia iniciativa. Esta es la cuestión más importante en presencia de Filomena. El sábado por la tarde dejó de nevar y era inevitable la conversión de la gran masa de nieve en hielo, dificultando la actuación de los dispositivos estatales. En este momento, la potencialidad de la población era imprescindible para abrir un conjunto de pasillos y pasarelas liberadas de nieve-hielo para poder circular a pie en el interior de la red de calles.

Pues bien, las autoridades no llamaron a la población a realizar esta tarea imprescindible. Algún político hizo alguna alusión, pero las comunicaciones estatales atribuían el monopolio de actuaciones a los dispositivos estatales. La potencialidad de la gente en situaciones críticas siempre es encomiable. Los profesionales de los hospitales se autoorganizaron para doblar los turnos y asegurar el acceso a los centros. Muchos trabajadores de servicios esenciales dieron muestras de sacrificio y solidaridad extrema. También, el domingo y lunes distintos grupos de paisanos promovieron iniciativas para despejar los accesos a algunos centros de salud y otros edificios esenciales, así como asegurar la movilidad de algunos enfermos críticos, como los de diálisis. Han aparecido algunas hermosas historias y aparecerán otras emocionantes.

Pero estas iniciativas tienen lugar en un océano de pasividad, en la que las personas no aportan su iniciativa y energía para paliar la catástrofe. La llamada de los poderes estaba centrada en que la gente estuviera en casa, ejerciendo el esforzado oficio de espectador. Las personas son requeridas como público aplaudidor del espectáculo de su propia liberación por héroes providenciales externos. En esta ocasión, la UME desempeñó el papel principal. Los poderes públicos reclaman a la gente como masa crítica para el apoyo de su cruenta batalla mediatizada por el relato del acontecimiento, que influye en el equilibrio electoral.

Muchos de los dramas protagonizados por personas atrapadas pueden ser paliados mediante la iniciativa espontánea de la gente. Este comportamiento es común en lugares en los que las catástrofes son frecuentes. Acabo de dar un gran paseo por Madrid. Se puede concluir que ya toda la nieve es hielo, que los servicios públicos han recuperado una parte de las calles como pasarelas para urgencias sanitarias o de abastecimiento. Sin embargo, la recuperación de las aceras es manifiestamente insuficiente. La gran mayoría de los espacios liberados de hielo corresponden a accesos a comercios y supermercados, siendo ejecutadas por empleados de los mismos. La movilidad a pie entre los portales, los comercios, las estaciones de metro, los colegios o los centros de salud, se encuentra severamente amenazada.

A riesgo de no ser bien comprendido, me parece relevante la ignorancia de las autoridades con respecto a los jóvenes. Estos comparecen en el flujo mediático como protagonistas de las imágenes del gozo mediante batallas de bolas de nieve, esquí y otros usos festivos del espacio nevado. Pero no son convocados como voluntarios para colaborar activamente en liberar los espacios inmediatos o para paliar situaciones de las personas más perjudicadas por el encierro obligado. En esta omisión se encuentra presente la tensión derivada de su posición estructural. La juventud es un estado de espera para arribar a las inmediaciones del mercado de trabajo. La marca de la precarización conlleva la denegación de su iniciativa. En coherencia con esta realidad los jóvenes son ignorados, no se les pide nada, a cambio de su silencio respecto a su posición estructural, en tanto que grupo de edad víctima de un mercado de trabajo restringido, incapaz de albergarlos.

Los poderes públicos han actuado según la lógica de rescatar a una población de clientes que no podían ejercer su condición, debido a su movilidad. Los papeles de espectadores, votantes y clientes se han acrecentado, minimizando el ejercicio de la ciudadanía, que en esta ocasión consiste en colaborar autoorganizadamente en la liberación de espacios antes de su conversión en pistas de hielo. Esta tarea se tiene que realizar según un patrón que se asemeja al justo a tiempo imperante en la industria. El momento era cuando cesase de nevar. Este elemento constituye la cuestión esencial de la respuesta a Filomena. Su bloqueo tiene unas consecuencias fatales, en tanto que se dilata el tiempo de recuperación y se penaliza a los estratos de población peor dotados para la movilidad.

 

EL ESTATUTO SAGRADO DE LOS AUTOMÓVILES

Filomena castiga sin piedad a todo el espacio. Uno de sus principales efectos es la paralización de las vías de comunicación. En Madrid, el entramado de carreteras se encuentra posicionado en torno a los anillos sagrados de la M-30, la M-40 y M-50, que envuelven la ciudad, siendo el soporte del entramado de calles y avenidas. La primera señal que favoreció la idea de que la nevada era una catástrofe fue el colapso de las circunvalaciones. En ellas quedaron atrapados miles de automovilistas, confinados en el interior de sus cápsulas móviles. Los medios priorizaron la presentación de casos críticos que se producían en el interior de los automóviles, en detrimento de los distintos dramas que se producían en el interior de los domicilios. Me refiero a mayores, dependientes, enfermos o niños que quedaron aislados de sus cuidadores o desabastecidos de los servicios básicos.

La historia mediática de Filomena es la de los automovilistas, camioneros y viajeros en suspensión forzosa. Ellos protagonizan esta secuencia de la infrahistoria de las sociedades del presente. Es encomiable la heroicidad de los conductores atrapados por la nieve, que aguantaron durante tantas horas su situación en espera del rescate. Cuando este tiene lugar, se produce el drama de la separación de la máquina de movilidad, que queda en una situación comprometida por la nieve. La imagen central del apocalipsis temporal son los automóviles abandonados y sepultados en las M madrileñas. Sus conductores son rescatados por los cuerpos de seguridad con la contrapartida de perder su condición de conductores en un breve intervalo temporal, hecho que produce un vértigo indescriptible a los afectados.

El primer día del postFilomena es el día de la liberación de las vías de movilidad y de las máquinas abandonadas. Las televisiones priorizan las operaciones de rescate, en tanto que los colegios se encuentran rodeados de hielo y los pasillos liberados de este para acceder a los mismos son manifiestamente insuficientes. Soy un peatón convicto y confeso. Mi experiencia me hace comprender el misterio de la preponderancia del automóvil. Ayer contemplé en distintas calles los esfuerzos de los atribulados conductores para rescatarlos de su inmovilidad forzada. Este trabajo se sobrepone al de asegurar una red de aceras seguras.

 

LA RESTRICCIÓN DE LO COMÚN

Filomena representa a una sociedad en la que predominan los roles de clientes, espectadores, votantes y conductores. En esta, la ayuda mutua decae, en tanto que se espera recibir el servicio de los dispositivos especializados de emergencias, que detentan el monopolio de las respuestas a los problemas. Sin embargo, en situaciones de excepción provocadas por desastres que pueden adquirir distintas formas, los poderes desautorizan a la población para que se autoorganice. En estos días, con independencia del juicio que merezca la respuesta, queda acreditada la insuficiencia de los dispositivos especializados, dada la magnitud de la catástrofe. Es el momento de reconocer la potencialidad de la población, que, mediante el voluntariado, puede aportar una energía imprescindible.

La filosofía que subyace a la respuesta de las autoridades y los medios, representa una filosofía en la que lo común queda restringido a la red viaria. La preponderancia absoluta de las carreteras sobre las aceras remite al dominio simbólico de los motorizados sobre los peatones. Una sociedad así engendra unas amenazas adicionales que alcanzan un rango alarmante. Estas líneas de acción en torno a la restricción de lo común y de los roles activos, refuerzan la minimización de la inteligencia. Al igual que la gran mayoría es inhabilitada para actuar en caso de desastre, también es enclaustrada en una conversación con formato de cuestionario. El diálogo con el poder se agota en responder a sus preguntas cerradas: mucho, bastante, poco, nada. La amenaza del cambio climático se refuerza con la expropiación de los roles ciudadanos activos. En esta situación, la contingencia alcanza cotas supremas.

 

 

 

 

 

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