Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

domingo, 26 de junio de 2016

RAJOY Y LOS SIMULACROS MEDIÁTICOS



Lo imaginario de Disneylandia no es ni verdadero ni falso, es un mecanismo de disuasión puesto en funcionamiento para regenerar a contrapelo la ficción de lo real. Degeneración de lo imaginario que traduce su irrealidad infantil. Semejante mundo se pretende infantil para hacer creer que los adultos están más allá, en el mundo “real” y para esconder que el verdadero infantilismo está en todas partes y es el infantilismo de los adultos que viene a jugar a ser niños para convertir en ilusión su infantilismo real.
Baudrillard. Cultura y simulacro.

La última campaña electoral ha concluido. Los actos partidarios en los que se muestran las adhesiones de los convencidos se encuentran en recesión frente al incremento constante de lo mediático, que se produce mediante saltos. Los mismos actos partidarios son diseñados como escenarios para la producción de las imágenes y sonidos que aparecerán en las pantallas, conformando el menú del día en los informativos. Lo real ofrece oportunidades a las cámaras para seleccionar fragmentos visuales que componen el espectáculo mediatizado de la contienda electoral, que es constituida en el espacio de la hiperrealidad.

El simulacro, en la versión de Baudrillard, entendido como la producción de una suprarealidad con los signos de lo real, en el que la imitación pretende  una construcción de otra realidad que sustituye a esta, se extiende a todos los formatos mediáticos, proliferando las imágenes y las simulaciones. Los antaño ciudadanos son convertidos en unidades muestrales de las simulaciones estadísticas, al tiempo que espectadores en el gran juego que se representa, en el que los egos adquieren un protagonismo incuestionable en detrimento de los contenidos programáticos.

En las últimas semanas, la hiperrealidad producida por el complejo de los partidos y los medios, ha desplazado al exterior los fatales cuatro años de gobierno del pepé.  Lo paradójico resulta, de que, los escándalos de corrupción, mal gobierno, abuso de poder y prácticas autoritarias, han seguido emergiendo sin cesar hasta ayer mismo, confirmando las pautas seguidas en estos años de gobierno. Sin embargo, en el simulacro mediático resultante de la producción del complejo político-mediático, esta acción de gobierno, manifiestamente nefasta, ha sido desplazada por un conjunto de simulaciones y producciones audiovisuales que privilegian la presentación de los líderes en el espacio privado, así como la formación de coaliciones en una realidad presentada como conflicto de egos en la búsqueda del éxito. En este sentido entiendo que esta campaña ha registrado un salto de gran alcance en la coproducción de la hiperrealidad política.

Esta se ha producido como un puzzle de palabras, imágenes y fragmentos de texto descontextualizados que se recomponen a cada momento ante la mirada del espectador. Pero lo más relevante es que la hiperrealidad conforma un mundo autónomo emancipado de la realidad, que produce unos sentidos diferentes. La centralidad de los videos es manifiesta. Estos sustituyen a las discusiones racionalizadas. Así se conforma un magma emocional que moviliza los sentimientos de cada cual, resignificando las valoraciones del acontecimiento político, que es vaciado de sus contenidos convencionales. La trivialización en la hiperrealidad es enorme, así como la distorsión.

 En esta ocasión la campaña electoral ha sido una versión novedosa de lo que me gusta denominar como la batalla de los sensatos. Los líderes han comparecido glosando la sensatez para hacerla compatible con sus formatos programáticos. La sensatez es un terrible principio de realidad que se puede sintetizar afirmando que cualquier cambio tiene que respetar los intereses establecidos. Así, lo sensato es definido como un factor de inmovilidad política y social, o como límites precisos a los cambios. Añoro el tiempo del 15 M en el que la abundancia de gentes que soñaban con otra realidad era patente. Años después la sensatez ha recuperado la centralidad en los discursos. Esta campaña la ha sancionado contundentemente. El bloque político del “no se puede”, que sustenta la gran coalición, ha recortado el contenido al “sí se puede”, convirtiéndolo en un lema cargado de sensatez, y por consiguiente de escasa factibilidad. 

Entonces, en la hiperrealidad resultante de los simulacros mediáticos que han alimentado la campaña, se difuminan las responsabilidades de la corrupción, el mal gobierno y el castigo cruel a los sectores sociales perdedores en la gran reestructuración neoliberal. Rajoy, responsable de las políticas que penalizan a los expulsados del mercado de trabajo, de los precarizados y los endeudados, comparece ante las cámaras como un señor campechano que frecuenta las caminatas mañaneras. Sus partidarios ensalzan su normalidad. En algún momento alguno de sus rivales le puede reprochar ante las cámaras haberse beneficiado económicamente de la corrupción, pero este es un instante que va a ser reinsertado en el conjunto de imágenes que incluyen sus caminatas, sus máximas de sentido común y su vida privada tan corriente.

De esta forma, la hiperrealidad configura un pseudomundo invertido con respecto al mundo real. Se trata del espectáculo total, tan bien definido por Débord. En los conceptos de este autor, el espectáculo no es el mundo artificial constituido, sino “una relación social entre las personas mediatizadas por las imágenes”. Esta es la razón principal por la que los espectadores terminan por no atribuir responsabilidades a Rajoy, así como a los múltiples líderes partidarios involucrados en los años negros de la democracia española. El espectáculo hiperreal convierte en espectadores a sus receptores, dando lugar a una mirada distante a un mundo externo que no se puede modificar.

Rajoy, una persona totalmente coherente con su concepto del uso del poder político, que en los meses transcurridos desde las últimas elecciones, ha manifestado sin ambigüedades su forma de comprender los pactos, que entiende como una rendición sin condiciones de los coaligados. Sin embargo en el mundo hiperreal, esta intransigencia es mezclada con los ingredientes de lo privado-público, de lo que resulta una realidad dispersa y opaca para tan distanciados espectadores. Así, el ínclito presidente es liberado de los juicios racionalizados a su gestión.

Me ha impresionado la comparecencia de Rajoy en el programa de Pablo Motos. Los cuatro años de sufrimiento de los expulsados del sistema productivo, los jóvenes superfluos, los endeudados y  las poblaciones marginales múltiples, determinados por las decisiones implacables de una maquinaria política sin alma, se disipan en este medio. En la pantalla del Hormiguero o la de Bertín, comparece en una versión con rostro humano. La imagen amable del deportista, del padre comprometido, del hijo fiel, del hincha moderado, del gallego dotado de morriña perpetua, del hombre insignificante en su vida, contrasta con el de capitán de una maquinaria política que toma decisiones que tienen consecuencias fatales para distintas poblaciones. También como piloto de un grupo que se apropia de una parte sustancial de los recursos públicos a la vez que desposee a numerosos sectores sociales. La verdad es que hace falta ser un tipo muy duro para estar en esa posición. Que imaginen los lectores los requerimientos personales de un jefe de ese conglomerado. 

Miro hacia atrás y me imagino en el Hormiguero al director de un campo de concentración nazi, o de un homólogo soviético de un campo del Gulag, pasando un día de risas con Susana Griso, trivializando su vida cotidiana, para mostrarse como una persona corriente. También imagino a un general argentino de la era Videla cocinando un asado para Ana Rosa Quintana, en el que cuenta los avatares de su matrimonio y lo que le han ayudado los nietos a ser más humano y vivir la vida más verdaderamente. Salvando las distancias esto es lo que está ocurriendo en la escalada de la hiperrealidad. Este tiempo es fatal para la ética.

Siento decirlo tan claramente pero creo que no se puede renunciar totalmente a la verdad y a la ética. Muchas decisiones políticas en el presente no pueden ser liberadas de sus dimensiones éticas. En congruencia con esta afirmación, lo político y lo social no pueden ser gobernados en exclusiva por el principio de la sensatez, que resulta de mantener el estado de cosas vigente. La explosión de la hiperrealidad es un factor que amenaza el equilibrio de las sociedades y los procesos de toma de decisiones. Una sociedad de espectadores, en el sentido enunciado por Debord, es una sociedad detestable, en tanto que el gobierno adquiere un grado de invisibilidad insólita, que conforma una regresión. El espectador producido por los simulacros es severamente infantilizado. De ahí la referencia a Dysneylandia que abre este post.



miércoles, 22 de junio de 2016

SUSANA DÍAZ EN LAS VÍSPERAS



Susana Díaz se encuentra en espera del fatal desenlace del pobre Pedro. Este ha hecho lo imposible por salvarse en el nuevo tiempo de la gran tragedia partidaria. En la segunda edad  del pesoe Zapatero entregó la organización al inefable Pepe Blanco. Este hizo de la destrucción de la misma, una obra de arte. Algún día hablará alguno de los desplazados por esta dupla fatídica para el partido. En su tiempo fueron desplazados los cuadros sobrevivientes a la primera edad, siendo reemplazados por un conjunto de personas manifiestamente anónimas, que debían su promoción al creador de las mitologías ferroviarias.

Susana espera, junto con los barones del sur, el momento de su investidura sobre las ruinas electorales resultantes de la situación en la que el pobre Pedro se ha desempeñado. Este es, precisamente,  un hombre del benefactor Blanco. El presentimiento de su final le induce a hablar en los actos partidarios como un predicador convencional que advierte en tonos crispados de los peligros derivados de la multiplicación de los pecados y de los pecadores. Lo que se oculta en los discursos partidarios es el hecho de que su base electoral se ha fragmentado por la emergencia de los bárbaros que proceden de las tierras del más allá. Solo el reconocimiento de este hecho puede regenerar la estrategia del atribulado partido, para dotarla de un realismo imprescindible.

Granada es una extraña ciudad en la que la estructura económica y social determina la existencia de unas élites manifiestamente tradicionales. Este hecho incide sobre la prensa local. En los largos años que habito aquí, los periodistas que leo en la prensa local, gentes vivas, cualificadas y comprometidas con la ciudad, terminan por desaparecer de sus medios para reaparecer en la prensa digital. Este proceso de desapariciones es coherente con tan moderna sociedad local, que invoca a la tecnología y la innovación, pero que se produce en torno a varias castas locales cerradas a lo global, y que no pueden disimular su origen rural.

Uno de esos periodistas es Antonio Cambril. Ahora escribe sus columnas en el Independiente de Granada. Reproduzco la última referida precisamente a Susana Díaz, a la que denomina “Susana Díaz de Vivar”. Como muchos textos de Cambril no tiene desperdicio. El sentido de traer aquí un texto de este periodista, tiene la pretensión de recordar que la innovación es algo más que lo tecnológico. Es imprescindible que afecte a todas las esferas y también a la prensa local.



EL INDEPENDIENTE DE Granada
18 de junio de 2016
http://www.elindependientedegranada.es/blog/susana-diaz-vivar

Susana Díaz lo ha conseguido. La presidenta del Gobierno socialista andaluz, la Venus orgánica, el aparato hecho hembra ha impuesto sus condiciones y ya ha salido el ex de Administraciones Públicas Jordi Sevilla a pregonar que, tras las elecciones del próximo día 26, gobierne el partido que cuente con más apoyo parlamentario. Lo cual vendría a significar que, salvo que Unidos Podemos derrote al Ibex 35, a la patronal, al complejo financiero-mediático, a la Conferencia Episcopal, a la oposición venezolana, a la difamación, al resto de partidos y a todas las encuestas, la derecha gobernará otros cuatro años en España. Y que en el PSOE hay señoras y señores partidarios de mantener las políticas feroces y el sufrimiento de gran parte de la población si con ello consiguen prolongar la agonía, ganar tiempo y evitar que otra organización los suplante y aplique las políticas de progreso social que ellos abandonaron el día en que decidieron circular por la tercera vía de Tony Blair (Dios y Murdoch se lo paguen) en cuyas curvas han descarrilado la práctica totalidad de los partidos socialdemócratas europeos.

La noticia es capital por lo que adelanta y por lo que significa. De entrada supone que en la cúpula del PSOE ya poseen encuestas crudas, información suficiente como para entender que se va a perder la hegemonía de la izquierda. Y de salida trasluce que, políticamente hablando, la foto no engaña y Pedro Sánchez es lo que aparenta, un jefe de planta del Corte Inglés, un buen comercial con un producto deteriorado, un mandado puesto ahí por Susana Díaz y la poderosa federación andaluza, que lo consideraron más moldeable que Eduardo Madina o José Antonio Pérez Tapias, hombres de aspecto menos resultón pero con mayor cualificación cultural y convicciones ideológicas. ¿Pero quién es Susana Díaz? ¿Quién es esta mujer a la que se le ha puesto en el moño que en España no haya un gobierno de izquierdas si no lo lidera su partido? Pues la misma que hace apenas un cuarto de hora gobernó Andalucía con el apoyo de Izquierda Unida, con el comunismo convertido de nuevo y en un repente en el fantasma que recorre Europa.

Susana Díaz nació mayor y echó las muelas del juicio antes que los dientes de leche. Se desconoce si de niña tuvo un muñeco al que llamó Felipe y otro al que llamó 'Arfonso', pero hay noticia de que en la adolescencia redujo casi exclusivamente sus relaciones a la chiquillería socialista, a las Juventudes de las que llegó a ser jefa de pandilla. Después se integró en el PSOE, cursó estudios de Derecho, pasó años  trotando desde su casa a la sede y desde la sede a su casa  y, en el camino, fue escalando posiciones, empujando, poniendo codos, ocupando cargos y deshaciéndose o distanciándose cuando le convino de los que antes fueron sus valedores.

Quiero decir con esto que la señora encarna algunos de los errores que han conducido al PSOE a su actual laberinto, que es una auténtica profesional de la política y  puede que albergue la intención de agotar en ella su vida laboral. Como todos los afectados por el virus de la endogamia del partido, como todos aquellos sin otro horizonte laboral que el de transitar de las juventudes a las senectudes socialistas y que han hecho de la organización una selva nutricia en la que se mueven con obediencia ciega o con celeridad despiadada, Susana Díaz es tan buena táctica como mala estratega. Lo demostró el año pasado, cuando decidió romper el pacto con IU y adelantar las elecciones autonómicas para sorprender a Podemos a contrapié. Y lo confirmó al apoyarse en Ciudadanos para formar gobierno en Andalucía e imponer después el mismo pacto a escala nacional a Pedro Sánchez, con lo cual antepuso su comodidad e interés en Andalucía a la tarea de lograr la recomposición y fortalecimiento del PSOE nacional.

Susana Díaz es una política mandona, faltona y de potentes luces cortas, pero con escasa capacidad de seducción frente a un adversario inteligente al cual pueda necesitar en un futuro que no sea inmediato, de ahí que el martes llamara Mortadelo a Pablo Iglesias y de ahí que haya roto relaciones con Teresa Rodríguez, la líder de Podemos en la comunidad y su particular Blancanieves parlamentaria.

Susana Díaz es una intelectual orgánica si quitas lo de intelectual. Puede citar con autoridad y conocimiento de causa a Epi y Blas o a personajes del TBO, pero uno, que la ha sufrido en algunas conferencias y 'funciones teatrales', jamás la ha oído improvisar una cita o un pensamiento culto, inteligente o digno de reflexión. ¡Por estas! La información que atesora no procede de libros de historia, ensayo o filosofía, sino de los documentos oficiales, de los recortes de periódicos que le sirven cada mañana desde su gabinete de prensa y de lo que oye  a quienes saben… y quienes saben, para ella, son los viejos barones desnortados del socialismo y muy especialmente Felipe González, quizás el mayor de los lastres que soporta en la actualidad la organización. La astucia, el azar, el perfecto conocimiento de los mecanismos internos del partido y la ley de conservación de las especies políticas que desaloja a los mejores la han aupado al pedestal de la historia, pero el PSOE cuenta con decenas de técnicos, asesores, alcaldes y concejales con más criterio, ilustración y sensatez que ella.

A Susana Díaz le pones un gorro frigio, la envías a la plaza de un pueblo de 1.500 habitantes, remoto y alejado de todo, hasta de sí mismo, tira de argumentario, empieza a largar latiguillos y topicazos con acento trianero, se abraza a los viejecitos, besa a sus esposas, se rasga las vestiduras y monta una coreografía tuneada del cuadro de Delacroix: 'La Demagogia conduciendo al pueblo'.

Susana Díaz presume de roja, pero es muy 'respetada' en las tertulias de 13 TV y la heroína de Eduardo Inda, vocero mayor y campeón periodístico del neoliberalismo, que lleva haciéndole la hagiografía en televisión desde poco después de su llegada al poder. También cuenta con el reconocimiento y la idolatría de los 'susanícolas', de toda la colección primavera-verano-otoño-invierno de cargos públicos y dirigentes del PSOE y de buena parte de los medios de comunicación con presencia en Andalucía. ¿Por qué? Porque posee dos  virtudes incuestionables: el BOJA y el presupuesto. Uno le facilita nombrar y cesar, decidir sobre el presente y el futuro de las personas, y el otro le permite hacer “de piedras pan sin ser el Dios verdadero”, subvencionar y vencer líneas editoriales e infinidad de voluntades.

Lejos de la taifa andaluza quedaría desnuda, con sus dos principales virtudes anuladas y todos los defectos al descubierto. Si impone su voluntad y su consejo, si decide los pasos a seguir, el PSOE emprenderá un camino hacia el ensimismamiento y la lucha por el pan de muchos de sus dirigentes que hará imposible durante años cualquier alianza de la izquierda. Y más que como la campeona de la reconquista de los territorios y el prestigio perdidos por el socialismo se la recordará como la que nos condenó a otra década de gobierno de la derecha. No ganará una batalla ni viva ni después de muerta. No será, como algunos ilusos piensan, Susana Díaz de Vivar, sino la papisa negra. Después de ella, el Armagedón.



sábado, 18 de junio de 2016

EL CAOS ACADÉMICO DE JUNIO

El mes de junio es el tiempo en que se hace visible el caos académico derivado de la gran involución de la universidad asociada a la reforma de Bolonia. Desde mi perspectiva vivida, me es difícil comunicar la magnitud del desastre de un sistema fundado en paradigmas que entienden que los estudiantes son entes similares a las máquinas. Así, toda la organización de la docencia descansa sobre el requerimiento de respuestas precisas e inequívocas a un ingente número de pruebas mecanizadas correspondientes a las asignaturas infinitas. El alumno es avasallado por un torrente de pruebas vacías de contenido, que son recurrentes y repetitivas, y que lo mantienen en un estado constante de respuesta a los estímulos al día. Así lo saturan y lo vacían, perjudicando severamente a su inteligencia. Todos los procesos confluyen en el mes de junio, tiempo en el que se hacen patentes los efectos del desastre.

Porque aún a pesar de que la denominada “evaluación continua” multiplica las pruebas, inscribiéndolas en la cotidianeidad académica, los exámenes convencionales no desaparecen. Estos, así como las clases y otros elementos del orden académico tradicional, han resistido a la reforma. De este modo, la realidad docente es un mix de viejos y nuevos elementos que conforman la versión actual del taylorismo académico. Los desdichados estudiantes son invadidos por los productos académicos que ellos mismos eligen en el super universitario, para someterlos a un ritmo de producción en el que todas las semanas deben entregar algún trabajo-basura, que es denominado como práctica.

Después de varios meses en una situación que exige ritualmente elaborar productos sin exigencia alguna, el agotamiento es patente. La actividad académica se disuelve para preparar los exámenes. El final de las clases, en las que se alternan clases, actividades de charla y trabajos rituales, alivia a tan desventurados estudiantes, que se preparan para afrontar el esfuerzo final en estas pruebas sobrevivientes a todas las reformas imaginables. Los exámenes constituyen una invarianza inexpugnable que se sobrepone a todos los cambios.

Desde la última semana de mayo comienzan a hacerse presentes en los pasillos, las tutorías y las direcciones de correo electrónico de los profesores, todo un contingente diverso de incumplidores. Se trata de aquellos que se han ido descolgando de la dinámica de la clase y de sus trabajos asociados. Esta población pupula por los pasillos y se comunica mediante los distintos grupos de wasap. En un medio así, es inevitable que se generen interpretaciones, malentendidos, y, en algún caso fantasías, que recorren las redes de esa extraña sociedad secreta de preparadores de exámenes. Para un profesor es una cuestión terrible, pues una parte de su trabajo es desbaratar leyendas falsas que se extienden por los canales de esta subsociedad, que conforma un sótano desde el que es posible interferir las comunicaciones oficiales.

En mi experiencia personal compruebo dos cuestiones inquietantes. La primera es que una parte muy considerable de estudiantes no tienen la capacidad de comprender la información escrita. En las plataformas virtuales están desde el comienzo de curso las informaciones acerca de las pruebas, los contenidos, las lecturas y demás cuestiones que conforman el curso. Me impresionan los cara a cara que se prodigan en junio con clientes que no han entendido una información escita sencilla. La segunda es que una gran parte de los compradores de créditos recurren como fuente de información a la suministrada por sus iguales. Los conflictos de comunicación son a veces desagradables, pues un incauto se encuentra en una situación irreversible al confiar en una información falsa. No se pueden ni imaginar los lectores las cosas que veo en los atormentados meses de junio.

En los últimos días de mayo comienza la comparecencia de los incumplidores múltiples, de los saturados, de los sometidos a calendarios imposibles, de los que tienen que simultanear los estudios con distintas formas de ganar un cuasisalario, así como otras especies académicas. Para un profesor, que ha terminado por tener una relación aceptable con un grupo de estudiantes de cuerpo presente, es una situación inquietante presenciar la aparición de personas y realidades fantasmáticas. En el transcurso del cuatrimestre, algunos estudiantes han recurrido al profesor para solicitar sus servicios, bien para clarificar cuestiones, ampliar perspectivas, explorar líneas o tratar cuestiones de método. Cada vez recurren menos estudiantes para estos menesteres. La mecanización derivada de las guías docentes y sus ficciones termina por desprofesionalizar a los docentes y a los compradores de su servicio.

Pero el mes de junio pone de manifiesto la naturaleza de administrador de actas que ha adquirido este oficio. Todos los sentidos académicos se disuelven la administración de la fábrica de títulos. El sistema educativo en este fatal mes adquiere su peor rostro. Es una máquina de puntuar papeles y trabajos carentes de sentido. No tengo una opinión ingenua del pasado, pero esto es mucho peor. Todavía recuerdo cuando junio era un período de exámenes con una carga burocrática mucho menor, de modo que un docente podía dedicar horas a la lectura de libros atrasados. Ahora somos esclavos de un mecanismo infernal que se apodera de todo nuestro tiempo en tareas fabriles vaciadas de cualquier sentido.

Los incumplidores que comparecen en este mes, se acompañan de las víctimas de la desorganización académica que se funda en la elección de las asignaturas. Como cada cual puede configurarse a medida el paquete de créditos, es imposible ofertar un calendario de exámenes que carezca de incompatibilidades. Así comparecen aquellos que piden ser examinados en otra fecha. Este es un contingente creciente de estudiantes. Este cuatrimestre he llegado a ver a varios estudiantes que tenían que exponer en el aula y pedían ser los primeros porque tenían que exponer en otras aulas en el mismo horario. El caos es colosal y es preciso invertir horas en cuadrar los calendarios de los distintos clientes.

El último tipo de comparecientes en los primeros calores primaverales son los viajeros. En la universidad proliferan los estudiantes adscritos a distintos programas de movilidad. Los tiempos de estos seres inscritos en una movilidad permanente, trascienden el calendario académico. Este cuatrimestre tengo un examen el día 30 de junio en un curso en el que están matriculados muchos erasmus. Así, tengo que atender las peticiones de examinar mucho antes, pues tienen que regresar a sus países. Muchos aprovechan para viajar desde aquí a otros lugares de Andalucía o Marruecos. También las actividades académicas de verano y su sistema de becas, requiere a los erasmus antes del final del período de exámenes del sur.

No pocos estudiantes comienzan este mes las entrevistas de trabajo para obtener un empleo en verano, para convertirse durante uno o dos meses en laboriosos trabajadores que alimentan las estadísticas que sostienen al gobierno y alivian sus economías. En septiembre, cuando comienzan de nuevo los exámenes el problema es inverso. Es el tiempo de los estudiantes locales que marchan a hacer peonadas académicas por distintos países de Europa. La demanda de estos es ser examinados los tres o cuatro primeros días pues no pueden demorar sus viajes ajustados a los calendarios de sus países.

 La convergencia de desaparecidos, incumplidores, trabajadores, víctimas del caos académico, viajeros en todas las direcciones y otras especies académicas, convierte el mes de junio en un tiempo intenso de trabajo burocrático ajeno al rendimiento académico. Es extremadamente perverso el zoco académico que ha generado la reforma en curso de la universidad. La remodelación del papel del docente es de gran calado. Ahora somos algo parecido a los agentes fronterizos que controlan los flujos de las poblaciones flotantes. Personalmente lo vivo como un gran desastre. Lo que más me inquieta es el silencio y la no respuesta de los antaño profesores, ahora  convertidos en empleados de esta extraña fábrica de méritos.

Concluyo introduciendo un factor adicional. Se trata de una ambigüedad en el desempeño de un profesor. El servicio que prestamos lo hacemos en las actividades presenciales, pero también on-line. Mi correo electrónico este mes es un espacio en el que concurren distintas categorías de ausentes. En este cuatrimestre ha habido días en los que comparecen veinte o más mensajes. Así se crea una inquietante doble realidad. Prefiero tratarlo a fondo en otra ocasión. Ahora solo un ejemplo. Hace unos años, a mediados de agosto, recibí un mensaje de un alumno con el que tenía buena relación y que había suspendido la asignatura. Me decía que estaba en Edimburgo disfrutando de una beca de verano y que no tenía materiales para preparar el examen, pues llegaba a Granada dos días antes del mismo. También me advertía acerca de la necesidad de aprobar, pues era un requisito para disfrutar la beca siguiente que ya tenía concedida. Le contesté diciendo que no tenía dinero, pues en caso de diálogo, estaba persuadido de que me pediría dinero para el billete de avión.

Las decisiones académicas están condicionadas por numerosas situaciones de coacción que los docentes ocultan. Quedan todavía doce días de este extraño mes. Pienso en inevitablemente Kafka y en otros críticos de la burocracia. Esta versión impide estudiar a los alumnos y a los profesores desprofesionalizados. Estamos haciendo otras cosas ajenas a la tarea de un universitario. Se agradece cualquier comentario de los atribulados docentes, pues así nos aliviamos de los efectos de ser gobernados por brutos.

miércoles, 15 de junio de 2016

LAS TRES EDADES DEL PSOE

El advenimiento de la democracia significó una edad de oro para el pesoe. La energía social que generó el declive del franquismo, así como su opaca salida; la oleada de conflictos derivada de las altas expectativas compartidas de los contingentes industrializados y urbanizados en la expansión de los años sesenta, así como el moderado crecimiento de la oposición, fue muy intensa y se diseminó por el tejido social. Este acontecimiento alimentó al núcleo dirigente del renovado partido en un tiempo abierto. La conjunción de la energía al cambio y el entorno favorable, favoreció la consolidación de una élite joven que condujo al partido al gobierno en 1982, inaugurando la primera edad triunfal.

El gobierno socialista conformó al núcleo dirigente como una gran fuerza centrípeta que absorbió a varias élites políticas, económicas y culturales. En el período transcurrido entre el 79 y el 96, la preponderancia del pesoe fue incuestionable. En este tiempo gobernó, protagonizó el desarrollo del nuevo estado de las autonomías, capitalizó la integración en Europa, impulsó varios procesos de reformas, y fue beneficiario de la expansión del estado de bienestar y la nueva sociedad de consumo. En este tiempo se genera el imaginario del bienestar y de la democracia, atribuidos a los líderes providenciales del nuevo partido, convertidos en leyenda viva por los beneficiarios de los cambios.

Sin embargo, también en estos años tienen lugar varios procesos de signo contrario, que van a contribuir a crear las condiciones de la decadencia posterior, que se hace manifiesta en el nuevo siglo. La adopción de un modo de gobierno autoritario; el clientelismo; la desindustrialización incesante;  la consolidación de un modelo productivo débil; la crisis cultural que pone de manifiesto la ausencia de un proyecto democrático que fuera más allá del bienestar material; la conformación de una clase dirigente beneficiaria de la expansión de la economía y la descentralización, además de la disipación de la inteligencia, que se evidencia en la ausencia de pensamiento y la conversión  de las élites culturales a los imperativos de los medios, así como  la neutralización de la universidad, convertida en un ente acrítico que suministra personal directivo a tan prósperas instituciones estatales.

La clase dirigente de la edad de oro socialista se dispersa en las múltiples instituciones estatales y autonómicas, que significan una nueva versión de la multiplicación de los panes y los peces. De su gestión se deriva la mejora de los activos materiales de las organizaciones públicas y de la sociedad. Pero la nueva clase dirigente no regenera las organizaciones públicas, que crecen en sus recursos y plantillas bajo una inmensa red de directores, que adoptan las máscaras de la gestión empresarial, pero que carecen de la capacidad de impulsar una mejora de los procesos y los resultados. Así se conforma una inmensa pirámide de cargos públicos y semipúblicos, en cuya cima se ubica la dirección del estado y del partido. El espíritu que la alimenta procede de una fusión del nuevo tiempo con las esencias inmanentes de la España atrasada y autoritaria tradicional. De ahí resulta la extraña realidad del crecimiento español.

En 1996 termina el tiempo prodigioso del ejercicio del poder del partido en un escenario dominado por la crisis, la ineficacia y la corrupción. El pepé resulta heredero del estado resultante de la expansión. La pérdida del poder gubernamental afecta a múltiples cuadros del magma organizacional público que se dispersan en varias direcciones. Los refugios autonómicos, las puertas giratorias de las empresas, la banca pública y otras instituciones acogen a los desheredados devenidos en sobrevivientes, que se diseminan en múltiples direcciones para asegurar su propia perdurabilidad en las altas esferas.

Debilitada la base que proporcionaba la pirámide de cuadros, directores y gerentes, el partido atraviesa una crisis profunda. El grupo dirigente se inserta en las instituciones globales, las corporaciones globales, las entidades financieras y otros destinos de élite, conformando una insólita versión del partido socialista del dinero. Aún a pesar de su distanciamiento de la organización, este conglomerado de enriquecidos sigue representando una referencia fundamental en las siguientes edades. En las crisis sucesivas comparecen movilizando la memoria de su tiempo frente a los desamparados militantes.

En el vacío derivado de la derrota del 96 la organización se reconstituye en ausencia de sus élites del tiempo de oro.  El reajuste interno determina dos factores esenciales para comprender el proceso posterior. Una es la fragmentación en reinos de taifas autonómicos. Así se conforma la preponderancia de los barones regionales. En aquellas autonomías en las  que detentan el poder mantienen sus pirámides e intercambios clientelares  con sectores sociales. En aquellas que son oposición, se acelera la decadencia. En los casos de Madrid, Cataluña, Valencia  o el País Vasco, se hace patente el declive fatal. El partido limita su control a los territorios regados por el Tajo, el Guadiana y el Guadalquivir.

El segundo factor resulta de la fuga masiva de los cuadros de la edad de oro, que propicia el ascenso interno de otra generación, que se hace gradualmente con el control del partido. Esta procede del mundo interno de la organización. Su capital radica en la gestión simbólica interna del devenir histórico del partido. Los sucesivos giros partidarios son metabolizados internamente por los militantes en procesos cotidianos administrados por los cuadros internos, que entonces tienen abierto el camino a la cúspide partidaria. Por esta razón el primer post que escribí sobre el pesoe, en septiembre de 2013, se titulaba “los espíritus de la sede”. Esta generación carece de conexión con un acontecimiento que le proporcione carisma o energía. Sus competencias son menguadas en relación con sus antecesores.

El congreso en el que sale Zapatero como secretario general pone de manifiesto el comienzo de la segunda edad. La gran crisis del 2004 propicia la llegada del partido al gobierno, protagonizada por una nueva generación. Los años de gobierno hasta el 2012, en los que el poder estatal tiene como contrapeso el dominio de las grandes ciudades y las autonomías por parte del pepé, son manifiestamente engañosos.  La nueva generación, tutelada por Rubalcaba y otros relevantes sobrevivientes de la edad de oro, manifiesta sus carencias sin pudor. Se Impulsa un conjunto de cambios en los derechos civiles, se beneficia de la gran expansión de la burbuja inmobiliaria y se alivia de los excesos y desvaríos de la etapa popular.

Pero la dirección del gobierno y el estado se inscriben en lo patético. Recuerdo a Zapatero anunciando una nueva ayuda monetaria en un debate del estado de la nación o presumiendo de modo aldeano de una economía próspera que ubicaba en la champions. En tanto que se deterioraba la economía, fundada en bases frágiles, exhibían un discurso triunfalista y cateto acerca de la alta velocidad. Recuerdo a Leire Pajín afirmar que dos líderes providenciales habían sido elegidos simultáneamente: Zapatero y Obama. Las deficiencias de los líderes de esta segunda edad son patentes. Pero lo más relevante es la ausencia de una idea de futuro. El proyecto se agota en la gestión del hoy. Se sobreentiende que gobernar es retornar a la edad de oro. Así se comete un error fatal, en tanto que el entorno evoluciona en una dirección inexorable que deteriora el proyecto convencional de la socialdemocracia.

La súbita llegada de la crisis y el colapso de la economía, acelera el final de la segunda edad. La gestión de los dígitos y el ocultamiento de la situación  real ilustran una gestión política catastrófica. La modificación de la constitución con el pepé significa un acto histórico de ruptura con su propia base social. Privado de recursos de inteligencia colectiva, dotado de un relato que justifica su declive, fragmentado territorialmente y generacionalmente, y gobernado por los nuevos líderes procedentes de los aparatos del partido, el pesoe transita hacia la tercera edad. El distanciamiento con los sectores sociales que representó, convertidos ahora en poblaciones desplazadas de la producción, adquiere proporciones muy considerables.

La brecha con su base electoral convencional es imperceptible para un grupo carente de recursos para ubicarse en el presente, subordinado a los dictados de las instituciones europeas, y cuya inteligencia se agota en los análisis demoscópicos. . Así, no leen el 15 M como  un acontecimiento que abre las fronteras de su territorio electoral convencional, por la que se filtran los nuevos bárbaros procedentes de otros mundos invisibles para los sobrevivientes congregados en las sedes y relegados en las instituciones. Un nuevo tiempo se instaura inevitablemente.

Este tiempo representa la tercera edad del pesoe.Su consecuencia más importante es el declive de la inteligencia colectiva de la organización y de su capacidad de conocer. Se trata de una inequívoca decadencia cognitiva resultante de un proceso de involución en la relación con la sociedad.. El partido se ha extraviado del presente y se muestra incapaz de reconocer las realidades en las que vive. Ajenos a ellas, navega carente de rumbo. La nueva generación de líderes internos repite sus tópicos y nomenclaturas y se encomienda a la posibilidad de golpes de azar que proporcionen una pausa en el proceso de descomposición. Las imágenes de la crisis partidaria componen un cuadro de delirio colectivo, en la que los congregados en las sedes aclaman a los fantasmas del pasado que comparecen en la versión del partido del dinero.

Pero lo más relevante es el predominio del instinto de su supervivencia. La idea que convoca en esta tercera edad es el pasado. Todos los discursos apelan a los logros en etapas anteriores. La movilización de los veteranos en esta campaña electoral lo ilustra. Me duele contemplar al viejo Borrell, uno de los principales activos de la generación de oro, comparecer asociado a una de las grandes empresas. En estas condiciones, el objetivo real es sobrevivir y conjurar los peligros de la invasión de su espacio. Las respuestas emocionales ante la deserción continuada de relevantes miembros de la pirámide que sustentó su poder, reconvertidos a las filas de los asaltantes, alcanza una emocionalidad negativa que solo puede compararse con el mundo del fútbol.

La tercera edad se produce en un escenario endiablado, en tanto que tiene que optar como subalterno entre las dos opciones dominantes. Pero lo peor es la incapacidad de aceptar la nueva situación histórica, en la que tiene que compartir su base electoral con los recién llegados. Su máxima aspiración es ser el segundo, pero en una situación insólita de eunucos del gobierno. El factor más negativo es la inevitable  descomposición interna y las contiendas cainitas que se avecinan, en las que siempre ganan los malos. La evolución del pobre Pedro es elocuente.

Voy a concluir proporcionando una pista a los atribulados dirigentes. Las retóricas de los líderes arribados desde el interior de las sedes-cueva, implican una gran distorsión acerca de los receptores de sus discursos. Los viejos dirigentes hablaban para públicos amplios y heterogéneos. Pero Susana, Luena, Oscar y compañía  producen entonaciones similares a los de las sectas religiosas que se dirigen a desamparados públicos homogéneos, o también a programas televisivos encuadrados en el corazón. Cuando los oigo hablar me pregunto acerca de quiénes creen que somos. Muchas personas no queremos ser salvados por héroes ni santos. Volveré a esta espinosa cuestión.

lunes, 13 de junio de 2016

LAS POLIFONÍAS DIABÉTICAS: BAJTIN EN LA CONSULTA


                          DERIVAS DIABÉTICAS

La consulta es una instancia en la que el discurso médico se impone como referencia en la comunicación. El paciente interviene en esta, pero carece de un discurso autónomo equivalente al del profesional. Así tiene que asumir enunciados de un discurso ajeno, pertenecientes a la alocución médica. La relación de consulta se produce  entre un discurso autorial y un traductor de un discurso ajeno. El paciente es interpelado por un discurso externo, teniendo que asumir lo que dicen otros como si fuera propio.  En esta esfera de relaciones el paciente es denegado como autor, teniendo que asumir una posición subalterna. Esta extraña relación dialógica puede llegar, con frecuencia, hasta la asunción por parte del médico del rol de ventrílocuo.

El discurso médico está conformado por un conjunto de enunciados que  remiten al orden, el progreso y el predominio de la ciencia. Habermas ha denominado como sistemas expertos a estas esferas de relaciones sociales y sus comunicaciones. El discurso médico constituye una narrativa médico-higienista, que se funda en la racionalización de las prácticas de salud-enfermedad. Pero este discurso se sobrepone al mundo de la vida, ajeno a la lógica científico-racionalizadora. Así, la medicina alecciona a los pacientes acerca de la salud-enfermedad. Pero su mirada ajena al mundo de la vida, presupone que la sociedad y la vida son como un paciente sobre el que se pueden aplicar sus prescripciones. De este modo se sitúa en una extraña situación y sus discursos adquieren la naturaleza de extranjeros con respecto a la propia vida, conformando un sesgo considerable. En esta situación, la intersubjetividad en la comunicación de consulta es inviable.

El paciente, al entrar en la consulta, ingresa en una instancia en la que su habla se encuentra relegada y tiene que hablar mediante los fragmentos de un discurso ajeno. Por esta razón me fascina la consulta como relación social. En las clases que he impartido durante muchos años a profesionales, dos autores me han ayudado particularmente a entender esta realidad. Uno es Michael de Certeau, sobre el que escribí un post “Los pacientes y las artes de hacer”, en el que mostraba cómo en una situación de inferioridad lingüística y estructural, los pacientes compensan su relegación mediante su autoinvisibilización y la aplicación de distintas tácticas y microacciones. El segundo, que recupero hoy, es Bajtin.

Bajtin es un autor fundamental por su aportación a la comprensión de lo social y la subjetividad. Entiende que la vida social tiene lugar mediante encuentros entre sujetos hablantes que desarrollan relaciones dialógicas. El lenguaje es el soporte en el que se desarrolla la vida social viva. Pero este no es una estructura abstracta de reglas gramaticales y nomenclaturas que generan significaciones estables. Más bien se trata de un contexto en el que distintas fuerzas confrontan sus enunciaciones y sus respuestas. El resultado es que las estructuras lingüísticas se encuentran definidas por su provisionalidad, sujetas a su propia modificación resultante de la interacción permanente.

Los enunciados siempre están dirigidos a otro, conformándose como parte de un proceso dialógico. No tienen una significación consensuada y estable. La vida cotidiana se define por la heterogeneidad y la multiplicidad de voces que influyen en las enunciaciones. Estas tienen lugar en contextos específicos. Por consiguiente, Bajtin entiende que los lenguajes no son estructuras abstractas, sino un conjunto de acciones orientadas a la escucha y la contestación. Cualquier lenguaje tiene que aceptar el intercambio con sus oyentes, en busca de la aceptación, la respuesta o el consenso. Los lenguajes profesionales son géneros discursivos que se constituyen en esferas de la vida, como el caso de la consulta médica. Pero, a pesar de su preponderancia en este ámbito, solo es un dialecto social que se confronta con los múltiples que imperan en la vida, y que se hacen presentes subrepticiamente en las respuestas de los pacientes.

En el territorio dialógico de la consulta, bajo el aparente dominio del lenguaje profesional, subyace lo que Bajtin define como heteroglosia. Esta es el resultado de un conjunto de fuerzas presentes sutilmente en las respuestas de los pacientes. Si bien estas no comparecen abiertamente, sí se pueden identificar tonos, énfasis, silencios, así como lo que puede ser considerado como murmullos y susurros frente a la gran voz profesional. Así, la fuerza contundente de las enunciaciones médicas, se ve compensada por el vacío de su discurso ante la vida que se hace presente en los diálogos como ausencia. El discurso médico remite a unos sentidos ajenos a lo vivido.  Para comprender la naturaleza de esta desconexión, se puede apelar a las palabras del propio Bajtin. “Un enunciado concreto puede ser condicionado, contestado o envuelto en una bruma que lo enmascara”.

Me parece prodigiosa la inteligencia asociada al término de “las brumas que lo enmascaran”. Las derivas diabéticas que escribo desde hace dos años, no son otra cosa que entrar en las brumas presentes en este encuentro disociado de lo cotidiano, territorio en el que los enfermos diabéticos nos encontramos en distintas condiciones, lo que refuerza la heterogeneidad de nuestras hablas. Por eso este post se titula las polifonías diabéticas, en plural. La asistencia médica es el extraño y pasajero lugar en la que somos homologados y unificados por el formidable sistema de significación y enunciación profesional. Pero nuestras vidas son tan diversas que ponen de manifiesto el sesgo descomunal de la patología.

La mirada de Bajtin puede ser aplicada a la consulta médica, que puede entenderse como un espacio en el que se encuentran las fuerzas profesionales que actúan a favor de la objetivación y estructuración de los diagnósticos y tratamientos, y las fuerzas de la heterogeneidad y la multiplicidad que proceden de la vida cotidiana. La tensión entre el sistema profesional que actúa para la unificación, clasificación y solidificación de los enunciados profesionales y los contingentes múltiples de pacientes que susurran a favor de la compatibilidad con las prácticas cotidianas. La consulta es un lugar de encuentro entre las lógicas centrípetas médicas y las lógicas centrífugas de las diferentes clases de pacientes y sus mundos. Así adquiere inevitablemente la condición de frontera, donde las situaciones nunca están cerradas y las conversaciones nunca están determinadas, precisamente por la presencia de lo ausente.

La consulta es una extraña forma de relación en la que el paciente es convertido en un sujeto que habita los mundos de otros mediante enunciaciones que remiten a sentidos profesionales. Yo, paciente diabético, habito en el diagnóstico, en el pronóstico, en las complicaciones derivadas de la enfermedad, en los conceptos clínicos, en las jergas profesionales, en los sentidos. Así soy convertido en un espectro patológico alejado de mi vida específica. En la consulta soy interpelado a compartir las palabras que definen mi situación patológica y a seguir un conjunto de prescripciones. Con el tiempo he descubierto que estos conceptos no habitan en mi existencia.

Pero, en la totalidad de la vida del paciente, la subjetividad se desintegra por la diversidad de sistemas expertos que intervienen en distintas esferas. Cada uno tiene que internalizar varias voces que se corresponden con varios sentidos ajenos a la vida.  Vivir en la expertocracia significa ser escindido en distintas partes. Para los pacientes diabéticos recuperar la unidad vital implica generar  un territorio vital liberado de los sistemas expertos. Estos marcan las distintas fronteras por las que transcurre la vida. Estas situaciones fronterizas requieren de competencia personal para maximizar la autonomía personal y minimizar la dependencia.

Las jerigonzas profesionales se multiplican por el desmesurado crecimiento del sistema de atención a la salud-enfermedad. La medicalización se hace presente impetuosamente, esta vez para alcanzar la vida, toda la vida, a la que se impone el sentido de estar sano, definido en los términos que el sistema industrial-profesional que lo sustenta instaura. La consulta adquiere el papel de enlace con ese mundo de significaciones que penetra en todas las direcciones en la vida cotidiana mediante el sólido matrimonio entre los medios de comunicación y  los sistemas expertos.

Los dos autores, Bajtin y de Certeau, comparten el concepto de réplica, que tiene su origen en la vida cotidiana y su sistema de sentidos, avasallados por la expansión de los dialectos profesionales y de los sistemas de autoridad. La réplica adquiere numerosas formas y se manifiesta en la consulta. Es la expresión de una resistencia microscópica a la expansión de los discursos médicos. En mi caso particular, nunca pronuncio la mayoría de conceptos asociados a mi enfermedad. En la consulta me pongo “en modo cateto”. El paradigma de la recepción sintetiza ambos enfoques. Yo, receptor, selecciono discrecionalmente los contenidos de las comunicaciones, atribuyo significados diferentes a los del emisor, hago énfasis y desecho una parte de los mensajes.Además, termino reorganizando los contenidos. Así adquiero la condición de soberano subalterno. En el momento de la consulta, me veo obligado a repetir las palabras profesionales. Pero estas son erosionadas, tanto en las respuestas como en su aplicación. Los misterios de las palabras.

sábado, 11 de junio de 2016

CABO VERDE

Cabo Verde es el mito imaginario que durante muchos años nos permitió escapar de la prosaica realidad vivida en la modernización española. Sus músicas, sus paisajes y la inevitable presencia de los vientos, nos evocaban – a Carmen y a mí- otro mundo, en el que la naturaleza domina al cemento, el hormigón, las máquinas mecánicas de la movilidad y la programación del éxito. Cabo Verde fue adoptado por nosotros como una ensoñación de una vida natural. Lo imaginábamos como el lugar en donde se había hecho posible la propuesta de Ivan Illich de la convivencialidad.

Soy plenamente consciente de que ese paraíso imaginario era un lugar en donde el colonialismo había instaurado una sociedad rigurosamente dual, en la que los nativos tenían constreñidas las posibilidades de una vida aceptable. Los pies descalzos de Cesarea Evora eran un símbolo del apartheid caboverdiano. Por eso se diseminaron por el mundo fundando la patria del “sodade”. Pero nos permitimos fantasear con nuestro final allí, rodeados de seres humanos que no tuvieran demasiadas expectativas y viviesen la vida de forma natural.

En los últimos años llegan noticias inquietantes acerca de sus modificaciones. El sistema-mundo se ha hecho presente convirtiéndolo en un centro turístico. Las tribus turísticas acuáticas, submarinas, de deportes de riesgo, exóticas y de sexo, desembarcan en las islas para consumir su experiencia enlatada de exotismo. Me pregunto por el devenir de sus gentes convencionales y los cambios en sus vidas derivados del desembarco del complejo del turismo. Después del colonialismo, la independencia condicional, que antecede a el crecimiento obligatorio, en la versión hotelera-restauradora. Así se asegura una nueva versión de la proverbial “sodade”.

Este fin de semana inaugura la temporada de verano, que para mí significa el alejamiento del mar. Un ejército motorizado de fugitivos desembarca sobre las playas de Granada para pasar largas horas bajo las sombrillas en un sistema social con unas densidades colosales. El ciclo trayecto automovilístico/ concentración humana en el límite entre el mar y la tierra y paseo nocturno, se puede definir, paradójicamente, como una serie de hacinamientos. La cola automovilística desemboca en la concentración de los cuerpos bajo las sombrillas, las colas en los chiringuitos y el paseo nocturno final. Esta es la versión dura del progreso.

Mi fuga es inversa a la de los motorizados. El verano es tiempo de inmersión y huida de las densidades humanas derivadas de las vacaciones obligatorias medidas en términos de gasto diario por turista. Por eso activo ahora el mito de Cabo Verde. Comparto con vosotros este video que integra unas imágenes y unas músicas muy elocuentes. Me impresiona muchísimo el colonialismo.



Bau es uno de los admirados músicos que me nutren desde hace muchos años. Este video me impresiona mucho. Los músicos en la playa y la gente que se incorpora despacio al espectáculo vivido sin prisas, en donde la música estimula los sentidos en una apoteosis de cotidianeidad. En los últimos años, cuando estoy saturado o hiperestimulado recurro a él para imaginar que soy uno de los privilegiados presentes en esta admirable práctica de vivir. El mar está ahí, sin máquinas mecánicas almacenadas en el paseo marítimo, porque no existe.



Esta tarde utilizo Cabo Verde para fugarme de la cuádruple concurrencia del comienzo del verano oficial, la campaña electoral, el campeonato europeo de fútbol y el americano. Las pantallas que me rodean me acosan sin piedad. Es fundamental ubicarse en la imaginación para fugarse de esa realidad mediática total.

sábado, 4 de junio de 2016

THE JOB TODAY COMO FANTASÍA POSITIVA

En las últimas semanas un spot publicitario prolifera en todas las televisiones. Muestra la situación mediante la que las chicas jóvenes encuentran un trabajo de un día para otro, mediante Job Today, una red que conecta al instante a empleadores y candidatos. Todo se resuelve de modo fulminante porque, como reza el anuncio, “esperar no mola”. Además, surge del nuevo artilugio milagroso, el Smartphone, en el que se alojan las nuevas divinidades virtuales. La prodigiosa imagen es factible si cada buscador de empleo manifiesta una fe encomiable en la conexión. Este anuncio constituye un hito en el avance irreversible hacia una nueva sociedad de control, en la que el poder gobierna a sus entretenidos súbditos desde la separación drástica entre las realidades sociales  asociadas a las instituciones y las fantasías construidas interactivamente en el espacio virtual.





El spot sugiere la superación del viejo mercado de trabajo, asociado a reglas, normas y controles burocráticos. Las nuevas tecnologías hacen posible el encuentro inmediato entre los empleadores y  cada candidato, para ser incorporado inmediatamente al mundo del trabajo, que es presentado como una realidad dotada de la dimensión “guay”. En el mundo de la hostelería reconstituido virtualmente por Job Today, reinan las risas, las felicidades compartidas y el buen rollo. Las diferencias entre empleadores y empleados, que definían el viejo mundo del trabajo, han sido superadas mediante las superprestaciones de las divinidades tecnológicas.

Desde la primera vez que vi el anuncio me pregunté acerca de sus destinatarios. Me parecía un insulto a la inteligencia de magnitudes escatológicas. En otras condiciones hubiera suscitado reacciones de indignación. Pero, después de pensarlo, me parece verosímil el discurso del spot. Sus destinatarios son los jóvenes del presente, distanciados del mundo oficial y habitantes de un mundo virtual, constituido en los nuevos espacios de la sociedad posmediática. Considero que este spot es una señal de una ruptura con la sociedad en la que los intereses de las empresas y de los trabajadores se encuentran en tensión. Esta ha sido sustituida por una ficción compartida por los desdichados empleados, cuyas condiciones laborales permanecen congeladas o incluso a la baja, en tanto que sus mentes han sido ocupadas por fantasías electrónicas.

En la época actual se entrelazan varias líneas de cambio social. Lo que se entiende como sociedad posmoderna se asocia a la expansión de las pantallas múltiples que producen y reproducen lo que MacLuhan definió como una realidad artificial. Eso es justamente. La vida de las nuevas generaciones, nativas en el contexto de la fusión de lo posmoderno y posmediático, experimenta una gran escisión. Por un lado se hace una vida obligada por la  presencia ineludible en las instituciones del sistema, en las que desarrollan un distanciamiento inaudito, además de una ausencia de colaboración de tal magnitud, que se puede hablar de una verdadera obra de arte de disipación.

De otro lado, se configura una vida virtual, en los espacios vibrantes de las pantallas múltiples presentes las 24 horas. En este mundo, cada cual es emisor y receptor de mensajes breves, además de espectador de las distintas escenificaciones que se representan en las pantallas. Este es el mundo de las emociones que configuran otra realidad y otra identidad personal. Esta realidad se encuentra permanentemente atravesada por sucesivos flujos de acontecimientos. La dispersión de cada persona es patente. También la babelización, de modo que cada cual crea y reproduce su mundo social radicalmente segmentado.

La vida transcurre mediante tránsitos entre ambos mundos. En coherencia con esta escisión, las personas manifiestan un moderado disgusto cuando se encuentran en el espacio de las instituciones. Pero el efecto más relevante de este cisma en las vidas, radica en que el mundo virtual estimula permanentemente a sus residentes. De este modo, un sujeto termina por fragmentarse internamente y debilitar su unidad personal. El núcleo estable de una persona así, es inevitablemente débil, de modo que siempre tiene que estar activo para responder a los estímulos incesantes. Así termina por perder la capacidad de fijar su atención.

La aceleración de la instauración de la sociedad posmediática, termina por generar un vaciamiento de los hechos y las situaciones críticas. Estas se hacen visibles a la mirada de tan volátiles súbditos, que fijan su atención un tiempo sucinto, para continuar su viaje diario por su mundo virtual atravesado de flujos virales. Así, las tragedias colectivas contemporáneas solo pueden aspirar a ser como las tormentas, que tras su irrupción se disipan inexorablemente. No queda nada en las mentes de tan esforzados emisores y receptores. La indiferencia respecto al devenir de las sociedades es coherente con estos supuestos. Los antaño ciudadanos se encuentran anestesiados por el exceso de comunicaciones y sus códigos. La reconversión de los hechos sociales en lugares fugaces de paso, tiene como consecuencia el declive de las valoraciones.

De ahí resulta un nuevo arquetipo individual, un sujeto siempre en tránsito y movilizado por sus actividades personales. Claudio Magris acierta al afirmar que “Los nuevos personajes emancipados de toda exigencia de valor y significado…son libres e imbéciles, carentes de exigencias y exentos de resentimientos…la equivalencia y permutabilidad de los valores determina una imbecilidad generalizada, el vaciamiento de los hechos y acontecimientos”. La hipertrivialidad derivada de la multiplicidad de mundos vividos que dispersan las mentes de los sujetos, termina por instaurar una deriva violenta. Nunca como ahora, en este mundo posmediático, los fuertes han violentado a los débiles, carentes de capacidad de indignación moral que tenga un soporte intelectivo. Los poderosos carecen de contrapesos, y su dominio adquiere magnitudes insólitas, que desembocan en versiones sofisticadas de sadismo, como la que comento. De esta forma se hace factible la espectacularización de la dominación misma.

El poder factura un catálogo de sentimientos para complacer a sus víctimas en los espacios vitales gobernados por las emociones. Así se hacen desaparecer las realidades sociales críticas. Estas son convertidas en una ficción que se presenta en las fronteras de  las vidas vividas, para difuminarse. Lo social se descompone frente a la gran huida de las personas hacia su interior. De este modo se hacen inteligibles los silencios ante los genocidios, las guerras, las desigualdades, los abusos de poder, las corrupciones, las diásporas y la cronicidad de los problemas que afectan a gran parte de la humanidad. Vivo en una facultad de ciencias sociales que ha logrado un gran éxito tecnológico. Este es la solidificación del distanciamiento cósmico de los problemas políticos y sociales. Emancipados de todo valor, el mundo se sobreentiende como un espacio divertido en el que reinan sofisticados ciudadanos-consumidores estilosos, cordiales y dotados de un sentido del humor encomiable.

Me acuerdo de las chicas de los spot. Imagino qué será de ellas algunos días después. No serán despedidas, porque esta figura ya no existe en la realidad posmediática. Supongo que el empleador les dirá “cielo, no vengas mañana. Ya te llamaré. Venga, unos besotes”. Si ella sugiere algo que se pueda entender como una réplica, este le contará que lo hace para fomentar su ilusión en espera de la nueva llamada. Porque no es un empleador, al modo antiguo, sino un emprendedor-repartidor de ilusión, felicidad y buenos rollos. El empleado fugaz ha aprendido a ser positivo y no dejarse invadir por el espíritu crítico, considerado como negativo. Ser positivo es tener la capacidad de imaginar que le volverán a llamar. Si persiste, tendrá un final feliz. La sociedad posmediática regenera la fe y la esperanza. Este milagro hace desaparecer a los actores, las organizaciones y las estructuras sociales. Perfecto.