Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

sábado, 19 de febrero de 2022

SIERVOS DE LA GLEBA DEL SISTEMA POLÍTICO-SANITARIO: UN TESTIMONIO DESGARRADOR

 

He trabajado durante muchísimos años en el los “Asuntos Exteriores” del sistema sanitario. Este recluta profanos para colaborar en distintas tareas y conformar dispositivos de legitimación del mismo. Bajo distintas etiquetas, pero con la palabra participación como divisa común, distintas personas son cooptadas e incorporadas a organismos sanitarios dirigidos por profesionales. Las asimetrías de información adquieren un tamaño desmesurado y los profanos terminan por desempeñar el papel de compañeros de viaje. Paradójicamente, lo más oscuro del sistema sanitario son precisamente los consejos de salud y otros organismos similares, que se asientan en el nebuloso espacio común entre el sistema político y el sanitario.

He contado alguna vez aquí que, impartiendo una clase en la escuela andaluza de salud pública sobre participación, cuando analizaba las incongruencias de la Junta de Andalucía, aludí a la inexistencia de un Consejo de Salud Regional. Entonces, uno de los alumnos, un médico que pertenecía al sindicato UGT, me interpeló para afirmar que ese consejo sí existía y que él mismo era miembro del mismo representando a ese sindicato.  Así confirmé la naturaleza fascinante de organismos secretos constituidos sobre el suelo arenoso de la convergencia entre ambos sistemas, político y sanitario. Como consecuencia de este hermetismo, la posición de las personas incorporadas a estos organismos, es extraordinariamente débil, de modo que su capacidad de réplica es inexistente. En mi intimidad denomino estas prácticas oligárquicas como la articulación del grado cero de la participación, que convierte a esta en una ficción.

De este arcano mundo ha aparecido un testimonio espléndido. Se trata de Susana Pérez Alonso, una mujer asturiana que lleva 38 años presidiendo una asociación de pacientes y usuarios en Asturias. Ayer, Diario 16 publicó un texto suyo en el que explica su experiencia y muestra su desolación por los daños causados en este pantano donde apenas entra la luz. Su testimonio es desgarrador. Tras leerlo detenidamente, desde mi experiencia en el campo, le otorgo una verosimilitud absoluta. Yo mismo he experimentado en varias ocasiones situaciones análogas, y también más duras, así como he conocido a la galería de personajes que ella describe. Uno de los términos que utiliza para calificar el estatuto de las gentes como ella que desarrollan colaboraciones continuadas, es el de siervos de la gleba. Me parece adecuado y lúcido. En su relato comparecen los distintos tipos que detentan el mayorazgo de estas propiedades; consejeros; alto personal médico; caciques políticos autonómicos; gestores de proyectos médicos; profesionales que actúan como portavoces de proyectos de laboratorios, tecnoburócratas asociados a la misteriosa OMS y otras especies de excelentísimos e ilustrísimos señores.

En su texto aparecen algunos aspectos antológicos, tales como la compra obligada de acciones de una farmacéutica, la compra de aparatos para centros sanitarios y otros semejantes. Pero lo más certero radica en su definición de la figura de los compañeros de viaje reclutados para amparar estos organismos, así como sus comportamientos requeridos. Se trata de palmeros o aplaudidores, de escoltas de la autoridad. Refiriéndose a una reunión del Consejo de Salud de Asturias dice “Nos dieron un discurso absurdo, sin pies ni cabeza, y los miembros del Consejo estaban todos callados. Aclaro que están representados todos los Sindicatos, Colegios Profesionales, organizaciones ciudadanas etc. TODOS CALLADOS, esa es la sociedad civil española: no existe más que para figurar”.

Cuando alguien rompe ese silencio es impelido a callar y aceptar las palabras de la autoridad político-profesional  “Nosotras llevábamos una serie de preguntas, sabiendo que ninguna de ellas podía ser respondida ya que no habían tomado ninguna medida, absolutamente ninguna. La primera pregunta, a la que dimos respuesta nosotros, creo recordar era: ¿Qué medidas se han tomado para la protección de lAs trabajadoras/sociosanitarias que en este momento estén embarazadas? Seguimos haciendo preguntas y dando las “soluciones” ante el silencio de las “autoridades” que si no estaban en silencio, mentían. Pedimos protección e información inmediata para los pacientes crónicos, en especial los sometidos a inmunosupresión, pedimos mascarillas, información a los pacientes… Pedimos muchas cosas y al salir le entregamos todo al Consejero que lo guardó “.

En este texto se expresa admirablemente la gestión catastrófica de la pandemia, así como los miedos que suscita en tan desvalidos acompañantes de estas autoridades feudalizadas. La política de transporte para los pacientes, la atención psicológica, todas se pueden inscribir en una verdadera antología del disparate. De este modo se incuban dudas acerca de la información emanada de estas fuentes oficiales, así como de los supuestos expertos que avalan sus decisiones en nombre de la ciencia. Pero el aspecto más elocuente es la ausencia de relación y conversación con ella. Una persona que participa en mil episodios durante tantos años no merece una conversación personal para dar explicaciones, clarificar dudas o acercar posiciones. Hablar de siervos de la gleba es estrictamente certero.

El texto de Susana Pérez Alonso es un documento personal al que atribuyo un valor muy importante. La pandemia ha legado un ecosistema comunicativo en el que solo hablan las autoridades, los altos cargos, los profesionales, los expertos y los operadores de los medios de comunicación. Este conforma un mundo cerrado al exterior, que todos vemos y escuchamos, pero en el que es imposible introducir una voz nueva. Así todos somos configurados como unidades muestrales, miembros de la audiencia, votantes incondicionales de los señores de la política, consumidores pasivos de servicios y productos médicos. Las voces exteriores a esta fortaleza son eficazmente silenciadas.

En este contexto, el valor de estos documentos personales es máximo, siendo esclarecedor de los miedos y las dudas compartidas por amplios sectores de la población. Por eso recomiendo vivamente la lectura detenida de este texto que arroja luz sobre una realidades oscuras. También agradezco a la autora su decisión de hacerlo público y a Diario 16 por publicarlo ayer 18 de febrero. Se trata, nada menos, que de la voz de uno de esos fantasmas que pueblan el espacio fotográfico de los consejeros de salud y sus adláteres múltiples. Así se ha roto el hechizo del “Todos callados” y una ha hablado.

 

https://diario16.com/28-de-febrero-del-ano-2020-que-se-haga-justicia/

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Del silencio en el mundo sanitario fui consciente en mi primer trabajo hospitalario. Presencié un crimen que simplemente se tapó y el criminal se fue de rositas. Después, muchas veces, directa e indirectamente. Durante la pandemia lo hemos visto en sus reclamaciones callejeras, limitadas al mismo marco de un obrero del metal: más dinero y menos carga de trabajo, nada sobre su función social. Es indicativo verlos siempre dispuestos a culpabilizar al paciente (por ejemplo contra los que fuman, los que no se vacunan, etc.), pero todavía espero una manifestación de batas blancas contra el aire que respiramos. Son asuntos que no van con ellos. El problema de la mayoría de médicos (pronto las enfermeras) es que no parecen saber quienes son: un pelotón de precarios que cumplen órdenes de furrieles lejanos e invisibles (pantallas, guías clínicas, gestores, visitadores médicos, etc.) y carentes de humanidad y ética. El sistema cultural se encarga de hacer creer a sus pacientes y a ellos mismos que son individuos autónomos, encarnaciones de Hipócrates, portadores de conocimientos y tecnologías en continuo avance y salvadores de vidas, es decir, Star Trek. Viven en una burbuja jerárquica donde se practica la obediencia y la omertá.

No son los únicos, todos vivimos en un “Second Life” desde hace tres lustros y más, que nos ha ido preparando para su materialización mediante nuevas tecnologías con los chinos en vanguardia. Un ejemplo, entre otros muchos, lo tenemos en el discurso feminista dominante. Dice que la paridad cambia las instituciones en las que entran. En Sanidad no son paritarias, sino las mayoritarias, pero los hospitales siguen produciendo la misma iatrogenia (o más, por las nuevas tecnologías) y la misma corrupción mediada por los visitadores. La Primaria no está en este capítulo, porque se la considera medicina para pobres porque no “produce valor” (dinero), en ese lenguaje de madera que ahora también ha impregnado a los jefes de servicio hospitalarios. La propaganda nos enseña que las mujeres son las portadoras del amor y los cuidados, la nueva forma del mito de Dulcinea. Sin embargo, los pisos de mayor venta son ahora los de salones grandes y cocina americana; la lavadora que significó la liberación de un trabajo solitario y pesado cuando dejó de irse al río, ha engendrado una multitud de “hijos” que substituyen hasta el trabajo humano más simple. Aquí me paro y no hablo del mercado de la maternidad o de las derivas modernas de la sexualidad masculina. En relativamente pocas décadas las transformaciones de la sociedad y la familia han sido brutales, pero casi todos nosotros nos hemos quedado mentalmente una o muchas décadas atrás; e incluyo a los jóvenes, siendo uno solo de los signos a los que me refiero la pretensión de controlar al móvil de la “novia”. (cont..)

Anónimo dijo...

(cont) Leí tu artículo sobre la intervención de Laporte en el Congreso, ciertamente de “Summa cum laude”, aunque solo fuese por su excepcionalidad. Sin embargo, la soledad en que realizó su discurso y los ataques posteriores deberían ilustrarnos sobre como él y sus colegas (NoGracias, etc.) se han ido quedando atrás. Pretender combatir con el rigor científico un sistema cuyas instituciones practican desde hace tiempo una versión degradada del pensamiento iluminista es un trabajo inútil, bastante claro desde la liquidación de Gotzsche en la Cochrane. El Congrés de Metges de 1976, las luchas sanitarias políticamente autónomas, las ilusiones con la Reforma de la AP, etc. fueron en el cuaternario. Las jóvenes huestes actuales no cabe esperarlas en los ámbitos profesionales. Las luchas actuales son confusas. Habrá que reconocer que la crítica de la inutilidad del llamado “green pass” vacunal se ha dado en ese conglomerado diverso que llaman “negacionistas”. Lo mismo en cuanto a los “gillets jaunes” o en Trieste. La guerra, sin embargo, lo puede cambiar todo.

“Discusiones como ésta, que no tienen un tono perentorio, se escuchan todo el tiempo aquí. Me sorprende la voluntad generalizada de debatir y razonar, algo que no había captado del todo en el flujo de las marchas hasta ahora. A menudo las discusiones no tienen nada que ver con las vacunas, a veces ni siquiera con los pases verdes. "En Trieste", escribí hace unas semanas, "se ha acumulado el enfado por las medidas antipandémicas del Gobierno". Así pues, la impresión de esta jornada en la puerta es la de una multitud de personas en busca de lo que todo el mundo echa en falta desde hace veinte meses: espacios reales, públicos, abiertos para compartir y, sobre todo, eficaces para hacerse oír.” (Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator) https://www.wumingfoundation.com/giap/?s=strange+days