Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

lunes, 26 de agosto de 2019

LAS VIOLACIONES GRUPALES Y LAS TIERRAS IGNOTAS


Tras el carnaval mediático de La Manada, se registran sucesivos episodios de violaciones grupales, a los que se confiere un espacio privilegiado, tanto en los medios como en el imaginario colectivo. El resultado es el incremento de un temor general, en tanto que este acontecimiento no encaja en la narrativa de progreso instaurada tras el ascenso del feminismo en los últimos años. Estos eventos son interpretados como fenómenos minoritarios y ajenos a la vida común. Así se moviliza una conciencia punitiva, que se refuerza con las propuestas de expandir los recursos en seguridad, intensificando la intervención policial y penal.

En este contexto, las violaciones grupales son construidas como casos excepcionales, protagonizadas por individuos de perfil patológico, que viven más allá de la normalidad de la gran mayoría. De este modo, son consideradas como un fenómeno exterior a la sociedad. Las agresiones sexuales se entienden como un fenómeno extraño a la nueva sociedad que ha experimentado los impactos del feminismo. Esta perspectiva privilegia la percepción de que, tras las violaciones grupales, se encuentra un peligro oculto, que es preciso combatir mediante la intensificación de la vigilancia policial. Las fiestas populares reclaman la presencia de los gendarmes para neutralizar la acción de los depravados. Se crean instancias de apoyo a las agredidas y mecanismos de denuncia. El temor al enemigo oculto invade todas las esferas de la vida.

Pero, este enfoque carece de veracidad y verosimilitud. Las violaciones grupales no son acontecimientos aislados, sino la punta del iceberg de las agresiones sexuales que se encuentran instaladas perennemente en distintas esferas de la vida cotidiana. Las viejas masculinidades se han replegado por el efecto del ascenso del feminismo, que ha devenido en pensamiento oficial. Pero, su incomparecencia en términos de discurso, no significa su desaparición. Por el contrario, viven agazapados en múltiples espacios de la vida social. Cuando emergen, mediante las declaraciones de cualquier persona de relevancia pública, son interpelados por un coro de voces feministas que se moviliza para sancionarlo. Este se repliega y abandona provisionalmente el espacio público, pero persiste en sus posiciones propias del machismo convencional, que se ubica con comodidad en el subsuelo mediático.

Así, se está configurando una realidad extraña. Por un lado, el feminismo deviene pensamiento oficial, y se instala en todos los órdenes como idea dominante. Pero, por otro, persiste el pensamiento y las prácticas machistas, especificadas en distintas versiones, que circulan por circuitos de comunicación manifiestamente vivos. Este rehúye la confrontación pública, pero se reproduce mediante múltiples canales que comunican diversos mundos sociales. Me gusta ver las películas de Torrente en sesiones de tarde, en las que el numeroso público reacciona muy significativamente en complicidad con distintos mensajes machistas, algunos de ellos inequívocamente extremistas.

Pero, el problema de fondo, radica en que el feminismo ha alcanzado altas cotas de influencia en la educación, el estado y los media. El envés de estas conquistas, es que construye un espejismo con respecto a su verdadera influencia social. El machismo vive confortablemente en distintos ámbitos de la vida social. La conservación de sus supuestos y sentidos, así como de sus prácticas, se hace posible mediante su capacidad de replegarse cuando es interpelado desde instancias oficiales. En un partido de fútbol arbitrado por una mujer se produce una emergencia de la sociedad machista tradicional, que muestra sin tapujos su vitalidad, pero que es capaz de disiparse cuando una incidencia extrema lo hace visible mediáticamente El no-discurso machista, es una forma de perpetuación dotada de una eficacia incontestable.

La reconversión de facto del pensamiento feminista en pensamiento oficial, no le convierte en hegemónico. Su preponderancia es incompleta y su antítesis machista sobrevive y se reproduce en múltiples instancias sociales. El feminismo, insertado en el estado y la educación, ha heredado los déficits y las cegueras de estas. La más importante radica en el papel rector que se atribuyen a sí mismos en la vida social. Pero, la veracidad de esta aseveración es más que discutible. El autocentrismo de las estructuras oficiales es patente. La verdad es que su influencia en la vida es, cuanto menos,  manifiestamente declinante.

El problema de fondo radica en que no existe, tal y como se propone desde  el estado, la educación y las piadosas ciencias sociales, una sola sociedad. En los últimos treinta años, se vienen configurando varias sociedades, que coexisten entre sí, se superponen y presentan un sistema complejo de intersecciones y fronteras. Las agresiones sexuales se producen preferentemente en estos espacios de la vida liberados de la lógica del estado. La reducción de la sociedad al mundo de las empresas y las organizaciones formales, tal y como propone el pensamiento oficial, significa una distorsión muy importante.

Uno de los libros que más influencia ha ejercido en mí es el de Alain Minc, “La nueva edad media”. Fue editado en castellano en 1994, por Temas de Hoy. Este ensayo introduce una visión certera acerca de las consecuencias de la gran desregulación del capitalismo desde el tiempo de caída de la Unión Soviética y los países del socialismo real, así como del ascenso de la globalización. Estos acontecimientos confirman la expansión de las economías ilegales, así como distintas formas de economía desregulada, que tienen como consecuencia la creación de distintas microsociedades dentro de la sociedad total.

Estas son definidas por Minc mediante el término de “sociedad gris”, que apela a los espacios sociales que no son gobernados por las normas jurídicas prevalentes en los estados convencionales. En ellas imperan otras formas de gobierno asociadas a las mafias, fundadas en la ley del más fuerte. Estas sociedades se multiplican, se diversifican, se interseccionan y se hibridan con la sociedad oficial, generando una gama de situaciones diversas. Esta ruptura implica la generación de espacios sociales que remiten al viejo concepto medieval de tierras desconocidas o tierras ignotas. Se trata de espacios que no pueden ser visibilizados en su integridad, pero sí percibidos mediante algunas de sus manifestaciones. De ahí se deriva la expansión de los temores colectivos. Estos se fundan en la percepción de la existencia de algo extraño y oculto que desborda la capacidad de control por parte del estado. La corrupción extensiva,  infinita y capilarizada ilustra elocuentemente este concepto.

Sin ánimo de hacer inventario de la rica variedad de espacios grises, quiero afirmar que las viejas virilidades, en general,  habitan confortablemente en estos territorios múltiples y heterogéneos. Un enfoque lúcido, innovador y perspicaz es el de Sayak Valencia, una transfeminista mexicana, que en su libro “Capitalismo Gore”, desvela la transformación radical del mismo estado mexicano. Propone un conjunto de categorías que resultan muy fértiles para comprender las significaciones de las violencias de género, y, en particular, las agresiones sexuales, especificando los contextos en que se producen.

Una de ellas es la que se refiere al sujeto endriago. Este es el ejecutor de las prácticas gore, que sincronizan cuatro lógicas entrelazadas: la carencia por su posición económicamente marginal; la del exceso de deseos hiperconsumistas del mercado; la de la frustración por la imposibilidad de satisfacer esos deseos, y la trivialización y sublimación de la violencia. Estos representan las exigencias de la masculinidad hegemónica, combinadas con el culto a la violencia. Frente al argumento de que las prácticas gore se circunscriben a México o estados fallidos periféricos, la misma Sayak apunta que estas prácticas se extienden a los territorios fronterizos y vulnerabilizados de las metrópolis europeas. El caso de La Manada es paradigmático.

Las violaciones grupales no son, entonces, una amenaza que procede del exterior de las sociedades. Por el contrario, se encuentran instaladas en distintas zonas sociales grises, que se reproducen en los márgenes de las regulaciones jurídicas estatales. Estos espacios grises albergan microsociedades que remiten a lo primitivo, en donde la ley del más fuerte no encuentra obstáculos, y en donde se producen relaciones sociales y solidaridades estables. Minc apunta una cuestión fundamental. Esta es que los algunos procesos económicos sistémicos producen nuevas marginaciones. No se trata de los marginados convencionales, definidos por sus carencias materiales, sino de otras marginaciones de índole sociocultural. Así se conforma una gama de situaciones en la que se recomponen las viejas virilidades asociadas explícitamente con formas de violencia.

Estas sociedades se interseccionan con la sociedad oficial mediante distintas pasarelas. Pero, principalmente, comparecen en las fiestas. Este es el espacio sobre el que transita la tangente entre las distintas sociedades. Así, no es de extrañar que las demandas procedentes de las mujeres soliciten seguridad y protección en el espacio y el tiempo de la misma. La fiesta, constituye un espacio social cuya significación va mucho más allá de la  tibia y confusa   noción de ocio. En una sociedad de gubernamentalidad neoliberal, predominan los dispositivos disciplinarios que movilizan a las personas para la competencia en todos los órdenes. La cotidianeidad es devorada por estos. En este contexto, la fiesta adquiere una significación nueva. Representa la posibilidad de escapar durante algún tiempo de los rigores de la acumulación de méritos, no solo laborales.

La fiesta representa la tangente sobre las que se encuentran los distintos mundos sociales. Es el espacio de concurrencia de la pluralidad de las sociedades existentes. En el mismo, los mundos ocultos salen a la superficie y exhiben sus imaginarios, rituales y prácticas. Así, en este contexto de fugas compartidas, en el que se produce la simultaneidad de distintas efervescencias, tiene lugar la comparecencia de las viejas masculinidades. En este sistema de relaciones sociales, el machismo sale de su cuarentena mediático-educativa. Los cazadoresfurtivos de hembras despliegan sus estrategias en un medio favorable.  Las artes cinegéticas privilegian la captura en grupo.


Los endriagos de Sayak Valencia se hacen presentes en este espacio. Junto con ellos, emergen distintas categorías de varones replegados a la intimidad frente al avance del feminismo en las tierras del estado, la educación y los medios. Así se configura una extraña forma de resarcimiento, que permite recuperar la expresión de sus imaginarios. La consecuencia es la multiplicación de una amplia gama de agresiones sexuales, que se acumulan como un iceberg. En la cima se ubican las violaciones grupales.

Estas son las tierras ignotas en las que tienen lugar la mayor parte de las agresiones. Estos contextos no son reconocidos en su integridad. Desde el feminismo oficial se apela a la exaltación mística del consentimiento en las relaciones sexuales. Este se entiende como un contrato racional que se emancipa de cualquier contexto. Pero, en estas tierras desconocidas, las relaciones sexuales adquieren una diversidad inusitada. En muchos de estos casos, el consentimiento es, cuanto menos, difícil de determinar. La gran mayoría del catálogo de agresiones sexuales, tiene como autores a los próximos inmediatos. En la cima de este sistema de relaciones y de prácticas se encuentran las violaciones grupales.

La respuesta a las violaciones grupales no puede producirse desde la negación de las tierras extrañas en las que se produce. Exige la capacidad de comprender más allá del mundo de la educación y el estado. Las propuestas de exaltación de la intervención policial-judicial, así como la creación de un feminismo punitivo, carece de cualquier factibilidad. Es preciso pensar las nuevas sociedades que surgen de la descomposición de la vieja sociedad industrial.



1 comentario:

libreoyente dijo...

Una vez más, gracias por su análisis.

Aunque no tiene una relación directa con lo descrito en el mismo, y las consecuencias inmediatas no son tan graves (ah, pero y las futuras?), le envió un titular del diario de mi localidad, Oviedo, donde con la nueva corporación parece que hemos dado un paso hacia la reinstauración del rancio ambiente de La Regenta.

https://www.lne.es/oviedo/2019/08/27/ayuntamiento-asegura-reina-fiestas-dignifica/2520797.html

Un muy cordial saludo.