Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

jueves, 5 de mayo de 2016

LA PRECARIEDAD COMO VIAJE PARADÓJICO

La precariedad se puede representar como un largo y extraño viaje,  en el que el pasajero se desplaza por los distintos territorios de lo social-laboral, conformándose como un ser radicalmente individual mediante una socialidad restringida. Su ilusión radica en la llegada al destino final. La metáfora poética de Kavafis en su “viaje a Itaca” ilustra la paradoja del mismo. El destino final va cediendo su lugar al periplo mismo. El final se va disipando a medida en que se avanza en el recorrido por las misteriosas estaciones de lo laboral. Dice el poema

                    Ten siempre a Itaca en tu mente.
                         Llegar allí es tu destino.
                      Mas no apresures nunca el viaje.
                         Mejor que dure muchos años
                          y atracar, viejo ya, en la isla,
                     enriquecido de cuanto ganaste en el camino
                     sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
                     Itaca te brindó tan hermoso viaje.
                   Sin ella no habrías emprendido el camino.
                         Pero no tiene ya nada que darte.
                   Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
                  Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
                      entenderás ya qué significan las Itacas”

Los viajeros son hijos de trabajadores industriales, de los servicios y de las profesiones expansivas, que han experimentado una movilidad social ascendente con respecto a sus padres. Así conforman una sociedad optimista fundada en su propia experiencia, que genera expectativas al alza para sus vástagos, socializados en la burbuja de la abundancia de los consumos. El imaginario de tan ilustres generaciones se funda en el precepto del progreso sin fin, del que se supone que serán beneficiarios sus propios descendientes. Cualquier acontecimiento que lo cuestione se sobreentiende como un receso provisional al  que se denomina crisis, que finalmente se disipará restaurando la recuperación de los saltos generacionales.

En este ambiente optimista el viaje comienza en el sistema escolar. Los pasajeros son inducidos a elegir destinos profesionales de rango superior al de sus esperanzados progenitores. El sistema educativo se masifica y la universidad se expande sin fin. Esta es reformada para acogerlos como futuros expedicionarios laborales. En el espacio universitario son iniciados en el misterio del viaje. En el largo tiempo de estudios atraviesan distintos grupos de asignaturas trocales y optativas, grupos de prácticas, libre configuración y programas de movilidad. Los estudios representan el viaje iniciático en el que cada uno es programado como una unidad que se desplaza entre distintos colectivos que se renuevan en cada jornada y que mutan totalmente cada cuatrimestre.

Tras los estudios de licenciatura,  ahora grado,  los titulados emprenden un periodo en el que se acrecienta la movilidad. Ahora se desplaza inevitablemente en una trayectoria en la que se deniega lo local. El imperativo de la acumulación de méritos en un sistema que multiplica las credenciales, las cuales se diseminan por la versión de los posgrados por el sistema mundo de la tecnología, la empresa, la investigación y los ciclos formativos sin fin, adquiere el carácter de imperativo. Es en este período en el que internaliza los requerimientos del trabajo inmaterial. En el tiempo de los primeros ciclos su obligación era conseguir un promedio alto. Ahora tiene que conformar un currículum competitivo mediante la acumulación de productos académicos y profesionales, cuyo valor se fundamenta en un sistema de valencias múltiples y no siempre explícitas.

En las actividades académicas de los ciclos superiores lo socializan en los misterios del intercambio desigual. Pero es en las denominadas prácticas en las empresas, donde descubre la naturaleza del trabajo que conlleva la condición de becario. Tras largos años de tránsito por las tierras de la educación y de la antesala al mercado de trabajo, el viajero ya es un ser rigurosamente individualizado, cuya vida se encuentra polarizada a la producción de méritos, en la esperanza de acercarse a un destino final. Su subjetividad se encuentra programada por las maquinarias de los recursos humanos y las agencias anónimas todopoderosas que gobiernan los espacios fronterizos entre lo educativo y lo laboral.

En el curso del viaje aprende a manejarse en las distintas estaciones con los demás transeúntes arribados provisionalmente allí. Las relaciones sociales son efímeras, siempre en vísperas de la partida hacia el siguiente destino. El largo viaje lo distancia culturalmente de sus abuelos inmóviles, así como de sus padres, cuyas vidas están determinadas por una movilidad restringida. El desplazamiento sin fin configura una existencia sin raíces, en la que la estación final se va desdibujando en beneficio de la próxima.

En el curso del desplazamiento es sometido a múltiples situaciones de abuso en las que tiene que asumir su inferioridad. Pero no guarda rencor, en tanto que acepta como inevitable la superioridad de las gentes localizadas que los emplean a cambio de credenciales imprescindibles para alcanzar la estación final. Se entiende como un ser solitario y flotante, que existe sobre un fluido que recorre lo social-laboral. Este es el fundamento de la indefensión aprendida, que comparte con otros seres móviles, como los emigrantes. Pero la circulación permanente alivia las arbitrariedades y los atropellos a que es sometido. Su inevitable partida resuelve provisionalmente el conflicto y le proporciona un sentimiento de libertad, como las antaño poblaciones nómadas.

La primera señal de alarma se manifiesta cuando arriba a una estación en la que ya ha estado anteriormente. Entonces puede percibir su condición de rotante y la circularidad del viaje. Pero se anima con las informaciones de otros viajeros con los que ha coincidido en otras estaciones y que han llegado a su destino final. Sin embargo, vive la paradoja del peso de su ya sobrecargada mochila- currículum, que adquiere magnitudes desproporcionadas en relación a sus destinos siempre provisionales. Entonces se hacen manifiestas sus dudas con respecto al fin del viaje. Sus mismos ascendientes comienzan a manifestar inquietudes acerca del mismo.

También la provisionalidad comienza a pasar factura. Se acumulan los efectos de la circulación sin fin, la rutinización del currículum, el decrecimiento de las esperanzas y las fuerzas, la percepción de las primeras señales que le envían sus empleadores y los expertos que los acompañan acerca de la calificación a la baja de sus méritos, apuntando a un horizonte final de su viaje diferente al que le ha estimulado. Entonces experimenta la amenaza de ser calificado como un sujeto reciclable, que es una forma de ser ubicado en el espacio social de los desechables.

El final amenazador provoca desordenes en la vida que afectan a la salud. La primera señal es el sueño, que antecede a otros problemas que lo desplazan a las poblaciones consumidoras de medicamentos. En esta fase, su proverbial indiferencia hacia lo político y social sobre la que se sobrepone su viaje, se transforma convirtiéndose en un esperanzado espectador del devenir político, en el que parece factible que algún comandante providencial lo rescate de su situación. Es el momento en el que comienza a considerar otras opciones vitales ancladas en el espacio. Le invade un sentimiento de distanciamiento del mítico final que ha presidido su vida.

Es entonces cuando Kavafis se hace presente de nuevo

                                      Cuando emprendas tu viaje a Itaca
                                      pide que el camino sea largo,
                               lleno de aventuras, lleno de experiencias.
                                No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
                                            ni al colérico Poseidón,
                                 seres tales jamás hallarás en tu camino,
                                  si tu pensar es elevado, si selecta
                             es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
                                 Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
                                       ni al salvaje Poseidón encontrarás,
                                          si no los llevas dentro de tu alma,
                                            si no los yergue tu alma ante ti.

En el tramo final se comienza a remodelar su interior y a identificar los lestrigones, cíclopes y otros seres antropófagos que ha encontrado en su largo camino y le han pasado inadvertidos. Los circuitos del capitalismo cognitivos contienen a estas poblaciones que tienen un  nivel insólito de biodiversidad. Entonces adquiere súbitamente la condición de víctima en un viaje paradójico por lo social-laboral.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Una entrada tan lúcida como las clases de estructura y cambio. Además incorporar ese magnífico poema de Kavafis enriquece aún más el contenido.
Gracias por describirnos tan bien.

Abrazos,

Silvia

Unknown dijo...

Gracias Silvia
Tu presencia en el blog como en las clases de estructura y cambio es siempre un lujo.
Abrazos

Lirón Careto dijo...

Un estudio al hilo del post:

https://www.diagonalperiodico.net/culturas/30175-contra-la-meritocracia.html

Unknown dijo...

Gracias Lirón Careto. La salud decreciente es el efecto inevitable para todos los viajeros de la autopista de los méritos sin fin

Lirón Careto dijo...

Cuando se habla de construir una organización de la multitud,se habla de construir una organización en la que la conciencia sea expresión no del viejo, sino del nuevo proletariado; de un proletariado cognitivo que tenga la capacidad de comunicar con todos los explotados y no dé ser un sujeto que domine a los demás. Ya dijimos antes que esta intersección no puede producir una hegemonía. Está intersección es una multiplicidad. El gran problema es cómo construir esta nueva organización de la multitud. Y cuando digo que es un problema, no lo digo simplemente porque lo pienso, sino porque lo veo, porque lo vivimos todos nosotros.

Toni Negri en "el devenir Príncipe de la multitud",EDICIONES EN HUIDA.

Texto que recoge un seminario en la Universidad Pablo de Olavide los días 24 y 25 de Mayo del 2011.