Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

martes, 4 de junio de 2019

LAS VÍCTIMAS INOCENTES DEL SMARTPHONE


En los últimos años se intensifica el uso del móvil, reforzando la densidad de los mundos sociales virtuales. Las personas se comunican según un modelo en el que apenas existen pausas. Se trata de un sistema de 24 horas, en el que el tiempo de sueño es la única interrupción. El efecto de esta expansión es la remodelación radical del espacio público. Este es vaciado de relaciones personales, e incluso visuales. Los sujetos se desplazan por el espacio en un estado pleno de ausencia. Todos los sistemas de relación social son interrumpidos por la comunicación virtual.

La escisión con el mundo físico-espacial se profundiza vigorosamente. El reinado del Smartphone designa la imposición de lo que Javier Echevarría denominó como “tercer entorno”. Este espacio absorbe las energías comunicativas de la inmensa mayoría de los sujetos apantallados. La pequeña pantalla deviene en el centro social, desplazando la vieja comunicación cara a cara a un segundo plano. Sobre el imperio de este mundo de la comunicación virtual se posicionan los nuevos “señores del aire”, las empresas proveedoras de los servicios y que sustentan internet.

El nuevo sistema de comunicación comporta unas exigencias de respuesta que adquieren proporciones mayúsculas en la vida cotidiana de las personas interconectadas. Los señores del aire producen incesantemente, y a velocidad de vértigo, relatos audiovisuales, fabulaciones, imágenes, sonidos, representaciones y discursos, que conforman el gran espectáculo del presente. Sobre esta producción se implementa un sistema formidable de interacciones  entre los sujetos. El código de este es responder inmediatamente a las comunicaciones de los próximos virtuales, así como a los relatos generales.

La convergencia de ambos sistemas genera un monstruo cronófago que se apodera de la totalidad de la vida. Esta queda definida como un escenario en la que cada cual tiene que comunicar sus logros cotidianos. Así se configura un nuevo ser social, cuyas experiencias físicas sobre un espacio tienen que ser imperativamente traducidas y trasladadas al espacio virtual. Como apunta acertadamente Bauman, cada uno es artista de su propia vida. Esta deviene en un escaparate que es preciso decorar para su presentación en la nueva sociedad del tercer entorno.

Las exigencias de conexión permanente y de presentación de su propia vida son de una envergadura tal, que desbordan las capacidades de los sujetos interconectados, condenados a responder incesantemente a los requerimientos de los próximos virtuales. Así se configura una adicción incremental, que se apodera gradualmente de la vida real de cada cual. Los adictos se desplazan por el espacio físico en un estado groggy , desconectados radicalmente de su inmediato entorno. Los canales visual y auditivo son absorbidos en régimen de monopolio por el mundo exigente y cruel del Smartphone.

Este vigoroso proceso de desterritorialización espacial que comporta la evasión de los ultraconectados al mundo del más allá digital, produce un conjunto de víctimas afectadas por el vaciamiento del mundo espacial inmediato por parte de los que solo tienen su cuerpo allí. Entre los principales damnificados se encuentran los ancianos, los enfermos con algún grado de dependencia, los discapacitados, los niños y los perros. Este es justamente el contingente social que necesita de los cuidados. Estos son severamente amenazados por los evadidos digitales.

Todos los días contemplo el siniestro espectáculo de los necesitados de los cuidados abandonados en manos de sus cuidadores evadidos. El espectro de situaciones es muy extenso. Las mamás que empujan el coche del bebé con una mano, en tanto que con la otra manejan compulsivamente el móvil. Los cuidadores que no dirigen la palabra a los cuidados, concentrados en sus pantallas, que violan así el fundamento de cuidar, que es prestar atención y acompañar. Los paseantes de sus perros que transforman el paseo en un monólogo con sus próximos virtuales en detrimento de sus mascotas.

Puedo describir muchas situaciones de verdadera crueldad. Pero lo que más me importa aquí es constatar que el móvil es radicalmente una máquina de disolución de la civilidad, así como un instrumento de transformación del espacio físico en un desierto relacional. La desconsideración a los necesitados de cuidados alcanza el umbral del sadismo. Por eso afirmo que la imposición del tercer entorno sobre el mundo físico, que es el vivido por las poblaciones necesitadas de cuidados, genera la hegemonía de un nuevo sujeto interconectado carente de cualquier atisbo de fraternidad.

La dimensión de este problema alcanza proporciones majestuosas. La nueva sociedad digital es un dios que requiere del sacrificio de los necesitados de cuidados. Estos experimentan fatalmente su conversión en deshechos no traducibles a las narrativas vitales de tan esforzados sujetos interconectados, que inventan un relato de su vida en el que desaparece integralmente el dolor, la adversidad y los portadores de problemas que solo pueden ser aliviados por los cuidados.

Por eso propongo una solución creativa. Cuando me encuentro todos los días con un cuidador desconectado de su cuidado, que tiene cerrados los canales visual y auditivo por exclusividad de su Smartphone, me pregunto qué respuesta podría dar. Pienso en un arma eficaz que es simular un encontronazo en el que pueda descargar mi rabia mediante un pisotón. Pero una solución más amable consiste en castigar su canal olfativo, que todavía no ha sido cerrado por el móvil. Por eso propongo un bombardeo con bombas fétidas sobre los zombies del cuidado. Esta puede ser una forma de devolverlos al espacio físico por shock olfativo.

Quizás así se pueda reparar la dignidad de los cuidados a aquellos que son descuidados, ignorados y humillados por sujetos tan activos en la comunicación virtual. En otras palabras: Mierda gaseosa para los crueles cuidadores evadidos de su misión. Cuanto menos, que experimenten una situación irrespirable durante unos minutos.




3 comentarios:

Luis Andres Lopez-Fernandez dijo...

Una reflexión interesante...la relación entre el mundo de las pantallas y los cuidados informales de salud...sólo a un tipo como Juan Irigoyen se le ocurriría este comentario inteligente y con buen humor

juan irigoyen dijo...

Gracias Luis. La individuación agresiva en curso afecta sustantivamente a los cuidados. La relación entre fuertes y débiles se extiende también a esta esfera

Anónimo dijo...

Yo practico habitualmente la primera técnica, la del choque o encontronazo con el transeúnte abismado en los mundos virtuales