Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

sábado, 27 de febrero de 2016

EL PP Y LA DEMOCRACIA FUTBOLÍSTICA

La democracia española es definida por distintos politólogos por su baja calidad.  La proliferación de ambigüedades, discursos susceptibles de distintas interpretaciones, zonas de penumbra y un área oculta de dimensiones considerables se hace manifiesta. Pero tras las máscaras múltiples y la gran representación ante las pantallas, en la que son movilizados varios cientos de periodistas, políticos, expertos, tertulianos y frikis, subyace un discurso progresivamente hegemónico que remite al fútbol como modelo. El PP es el máximo exponente de esta nueva democracia futbolística, que se extiende gradualmente a no pocos ayuntamientos y autonomías, gobernados también por otros partidos.

El modelo de democracia futbolística se asienta sobre un presidencialismo absoluto,  que confiere al presidente un poder sin contrapesos. Este designa su junta directiva entre sus incondicionales, conformando un grupo homogéneo en el que los directivos son meros delegados del presidente. Los socios carecen de participación alguna en la gestión y en las decisiones. La asamblea anual es la instancia que congrega a los compromisarios seleccionados por procedimientos escasamente transparentes. Por último, la masa social del club es movilizada mediante las peñas, las televisiones y los medios de comunicación locales, que ponen en escena los avatares de la competición.

La función del presidente consiste en la gestión del equipo y la estimulación simbólica de su masa social local. Cuando se produce una crisis de resultados u otro episodio crítico, convoca elecciones, que proporcionan oportunidades a las distintas personas y grupos con ambición de acceder al juego cuyo premio es la preciada presidencia. Es imposible para cualquier socio corriente llegar al entramado de poder del club, que se encuentra asociado a la condición de élite económica y participante en el campo de los negocios locales. Los clubs de futbol son gobernados por las élites de los negocios locales.

La democracia futbolística se constituye sobre la elección del presidente, pero las votaciones se encuentras inscritas en unas estructuras en las que la pluralidad es imposible, de modo que no es posible la existencia de una oposición reconocida,  ni cauce alguno para que esta pueda contrastar sus ideas o propuestas con las del presidente y los directivos allegados. Así se fabrica un artificio organizativo conectado a la masa cohesionada por las identidades, las emociones y la contingencia de los resultados. De esta se deriva el pueblo futbolístico infantilizado, que es gobernado por estimulación de la esperanza en los éxitos o la decepción por los fracasos. Cuando estos se prodigan son tratados mediante la estimulación de la ilusión colectiva,  consistente en nuevos fichajes. Así el presidente oficia como un rey mago, siempre en espera de su comparecencia para calmar al pueblo desilusionado.

En este modelo la gestión permanece blindada a los resultados del proyecto en términos económicos y deportivos. Cuando ocurre una crisis por el encadenamiento de partidos perdidos, se manifiestan los sentimientos negativos en la grada, que visibiliza su descontento en pancartas, concentraciones, gritos, acusaciones, descalificaciones y otras formas histéricas. Frente a las mismas es preciso restablecer la fe mediante la intensificación de la gestión basada en la milagrería y la distribución del maná futbolístico. Así se resuelve la tensión entre la grada y el palco.

En esta situación no solo no existe la oposición, ni cauce alguno en el que se pueda deliberar y contrastar, sino que los notables aspirantes a la presidencia se encuentran condicionados, de modo que la manifestación pública de sus críticas, es penalizada en tanto que en este clima histérico pueden ser percibidos como agentes del enemigo deportivo. Algunos episodios como la reacción del Bernabéu frente a Casillas son inconmensurables y hacen patente los efectos de una sociedad en la que ha sido abolida la racionalidad. En su ausencia se suceden estados de euforia y de crispación, en los que la fe y la esperanza se suman en espera de la cólera y la depresión.

La gestión simbólica del pueblo futbolístico se asienta sobre una narrativa heroica que es preciso recrear cada día. De ahí la importancia de los medios de comunicación. La prensa deportiva local es la extensión de la presidencia y desempeña importantes funciones. El periodismo sobre-cogedor adquiere el máximo esplendor. La masa futbolística, devenida en público audiovisual y segmento en las redes sociales, es estimulada, dirigida y alimentada desde las instancias mediáticas que integran las estructuras de dirección, la grada, las peñas y la masa social de seguidores.

Los programas deportivos son antológicos. Es imposible no aludir a Pedrerol y el Chiringuito, que es la matriz de numerosos programas en los últimos años. Este es completamente coherente con la naturaleza del pueblo futbolístico, poniendo en escena los sentimientos de incondicionalidad, las rivalidades cósmicas y los estados emocionales compartidos. La manipulación con falsas pruebas, rumores, informantes ocultos, medias verdades y disociación con los hechos adquiere proporciones monumentales. Lo importante es creer y ser fuerte frente a los interlocutores entendidos como portadores del mal, enemigos ocultos o chivos expiatorios. La masa estimulada y entretenida por la confrontación eterna entre el Madrid y el Barça es utilizada como anclaje de las empresas de apuestas. También en los demás programas incluido el Carusel Deportivo de la SER.

Pero este periodismo deportivo es portador de un modelo en el que el debate no es un juego abierto de argumentos sino una confrontación cuyo sentido es lastimar al interlocutor. Las distintas formas de humillaciones, violencias asociadas a los tonos de voz y los gestos adquieren un verdadero patetismo. El fanatismo reina sobre el plató marginando a cualquiera que pretenda exponer un argumento.  Los fanáticos son recompensados en un ambiente delirante. Este formato se está extendiendo a otras áreas de información. Eduardo Inda es su exponente más visible. Interrumpir, descalificar al interlocutor, elevar el tono de voz, apelar a acusaciones no fundadas, bloquear la relación mediante el tono acusatorio y parco en pruebas y argumentos.

La democracia futbolística se expande inexorablemente a numerosas organizaciones y al mundo de la política. El diagrama de presidente y su núcleo de delegados designados, que controla la asamblea de compromisarios y el pueblo conducido por los resultados combinados con las narrativas y los símbolos triunfales. Los medios de comunicación cierran el círculo. Que cada cual identifique las analogías. La diferencia principal es que el presidente y sus delegados, lo que llaman ejecutiva, obsequian a los compromisarios con bienes públicos en un intercambio más intenso que en el de lo futbolístico. Asimismo, el factor compartido es el papel de los medios de comunicación controlados. Estos pueden manipular la realidad para presentar los resultados en versión positiva ante la masa social. El argumento central es el mismo. Los rivales políticos son enemigos irreconciliables a los que es indispensable vencer y humillar.

Me divierten las retóricas de los distintos comunicadores, tertulianos y expertos que interpretan la realidad mediante esquemas de la democracia convencional. Por el contrario, desde el diagrama de la democracia futbolística se puede comprender la coherencia de las actuaciones del PP. Rajoy es el jefe y no dialoga con sus rivales. La oposición es menospreciada y aplastada cuando se tiene mayoría. La fuerza es el elemento fundamental para asegurar la cohesión de los compromisarios, las peñas locales y la masa de seguidores. No, la señora Rita  es coherente, en tanto que se niega a rendir cuentas ante los enemigos y sus masas de seguidores, porque se consideran como ajenos. Son los vencidos, los perdedores, los impotentes que no celebran la escenificación de los resultados.

De ahí la analogía entre Florentino y Rajoy acompañado por sus delegados. El Real Madrid ha ganado sólo una liga en los diez últimos años. Los resultados son pésimos frente a su rival. Pero es imposible que en ese conglomerado pueda surgir una oposición. El pueblo madrirista responde a la magia de la versión de la realidad tan manipulada que emana del palco. También en el caso de Rajoy, que desde su palco emite el relato de la recuperación, convirtiéndolo en una falacia aceptada por las masas de incondicionales. Se ha abolido la racionalidad y la discusión en tal medida que resulta factible condenar a sus rivales mediante la atribución de la sensatez o el sentido común detentado en exclusiva. Los otros son insensatos y no forman parte del pueblo político-futbolístico. Así son expulsados a los purgatorios.


Me ha parecido ver al espectro de Le Bon en el Bernabéu, y también en el congreso de los diputados.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/concejal-ppc-pide-cerrar-facultades-sociologia-politicas-fabricas-marxistas-4880911

Unknown dijo...

Gracias por esta perla de la antología del disparate. Las pobres ciencias sociales solo son fabricas de atemorizados graduados precarizados.