Presentación

PRESENTACIÓN

Tránsitos Intrusos se propone compartir una mirada que tiene la pretensión de traspasar las barreras que las instituciones, las organizaciones, los poderes y las personas constituyen para conservar su estatuto de invisibilidad, así como los sistemas conceptuales convencionales que dificultan la comprensión de la diversidad, l a complejidad y las transformaciones propias de las sociedades actuales.
En un tiempo en el que predomina la desestructuración, en el que coexisten distintos mundos sociales nacientes y declinantes, así como varios procesos de estructuración de distinto signo, este blog se entiende como un ámbito de reflexión sobre las sociedades del presente y su intersección con mi propia vida personal.
Los tránsitos entre las distintas realidades tienen la pretensión de constituir miradas intrusas que permitan el acceso a las dimensiones ocultas e invisibilizadas, para ser expuestas en el nuevo espacio desterritorializado que representa internet, definido como el sexto continente superpuesto a los convencionales.

Juan Irigoyen es hijo de Pedro y María Josefa. Ha sido activista en el movimiento estudiantil y militante político en los años de la transición, sociólogo profesional en los años ochenta y profesor de Sociología en la Universidad de Granada desde 1990.Desde el verano de 2017 se encuentra liberado del trabajo automatizado y evaluado, viviendo la vida pausadamente. Es observador permanente de los efectos del nuevo poder sobre las vidas de las personas. También es evaluador acreditado del poder en sus distintas facetas. Para facilitar estas actividades junta letras en este blog.

jueves, 6 de febrero de 2014

DE LA CLASE MAGISTRAL A LA FÁBRICA DE LA CHARLA

La clase magistral ha constituido la identidad de la universidad como institución. Los profesores exponían sus saberes ante los estudiantes que se curtían en el arte de tomar apuntes. En la mayoría de las clases no había diálogo alguno, pero, en ocasiones, algunos estudiantes intervenían al final formulando preguntas. Así se conformaba una especie de grupo de notables que tomaban la palabra para requerir al profesor a ampliar sus explicaciones. Siempre me ha conmovido la falta absoluta de atención de los estudiantes cuando intervienen sus propios compañeros. La situación puede llegar hasta lo bochornoso.

Los profesores que permitían, e,  incluso,  estimulaban a preguntar, entendían las preguntas como la única relación comunicativa posible. El estudiante podía preguntar pero nada más que eso. Decir, proponer, discutir, matizar o criticar, eran impertinentes en la clase, y cuando algún arriesgado estudiante lo hacía, era puesto en su lugar de aprendiz sin derecho a voz. En la clase el profesor tiene el monopolio de la misma y el estudiante puede intervenir para solicitar aclaraciones, este es su límite.

El soliloquio de la clase, se complementaba con un conjunto de elementos  que configuran el orden institucional: los apuntes, los manuales y los exámenes cerraban  el círculo de las coherencias del orden académico. Los estudiantes tenían  un estatuto de receptores pasivos del saber transmitido por los maestros. Se trata de un papel de subordinación, en el que además de carecer de voz, son siempre sospechosos de no cumplir su obligación, pudiendo ser interpelados en cualquier momento por la autoridad docente. La relación de los profesores y alumnos era rigurosamente jerárquica.

En este sistema institucional el trabajo de los estudiantes tenía unas limitaciones claras. Su inteligencia era probada sólo parcialmente. Tenía asignado el papel de reproductor del saber institucional, que se presentaba fragmentado en asignaturas-paquete. Así el estudiante era un ser guiado estrictamente y las cuestiones se le daban resueltas. El trabajo cognitivo que desempeñaba era restringido. No obstante, en este sistema muchos estudiantes han alcanzado niveles muy altos en distintos campos profesionales e intelectuales.

Este orden institucional apenas se modifica, en tanto que en su entorno social se multiplican los cambios que lo cuestionan. De este modo, en las últimas décadas,  la universidad se va configurando como una institución asediada, en tanto que el signo de las transformaciones cuestionaba su modelo institucional. En una situación así, crece un fenómeno que se ha denominado como “el malestar docente”. En tanto que el número de alumnos se multiplica, esta expansión cuantitativa de la universidad contrasta con un declive del reconocimiento de los docentes y de la valoración de su saber.

La universidad de masas, cercada por los cambios que se producen en su entorno, termina por ser reformada. La última generación de reformas que se simbolizan en el proceso de Bolonia, propone su transformación radical. Esta transformación tiene varias dimensiones esenciales que no voy a suscitar aquí, pero, entre los cambios que se impulsan,  se encuentra la modificación de la metodología docente, que pone fin a la clase magistral e implementa alternativas basadas en el aprendizaje de los alumnos por métodos activos.

Parece impecable el argumento de fondo que cuestiona una institución cuyo código genético remite a un pasado muy lejano. Pero, después de diez años del comienzo de las reformas, es preciso interrogarse acerca de sus resultados. Las reformas emprendidas tienen como supuesta misión que los estudiantes  trabajen con unos métodos que favorezcan el desarrollo de sus aprendizajes y sus competencias, superando las limitaciones del pasado de las clases magistrales.  Entonces, es pertinente preguntarse acerca de la situación actual ¿Cómo se puede definir? ¿Nos encontramos en el camino de superación de la clase magistral por la implementación de los nuevos métodos activos? ¿Cómo está transcurriendo esta transición?  ¿Cuál es el nuevo trabajo cognitivo del estudiante?

Ahora voy a hacer una ostentación de valor cívico,  pues voy a desvelar un secreto,  enunciando  lo que los maestros del análisis institucional, como Loureau o Lapassade denominan “lo no dicho”, pero que es visible para todos los que poblamos estas tierras académicas. Como la opacidad de esta transición es máxima y el silencio de los protagonistas  es sepulcral, sólo queda  un ruido de fondo, en el que resalta la música triunfal de las versiones triunfalistas oficiales, que contrastan con los indicios que lo cuestionan. Así, cualquier discurso crítico puede ser percibido como amenazador.

Entre todos los procesos de cambios sociales acaecidos,  uno tiene un impacto determinante sobre la universidad. Este es la expansión de los media, que en los últimos años han impulsado  la convergencia hacia  una sociedad postmediática totalmente inédita. Esta sociedad emergente, crea configuraciones sociales que producen nuevas  socialidades muy  vivas, que se sobreponen a las instituciones existentes, reconfigurándolas drásticamente. Los nuevos media, articulados en torno a internet, instituyen nuevas formas de comunicación, producen comunidades comunicativas, crean estados de efervescencia y conceden  la palabra a la gente común.  Así generan un mundo social que se puede caracterizar por un modo de conocer y  comunicar diferente a la que predomina en el mundo académico.

El orden universitario en la era post clase magistral, se puede definir como la simbiosis entre la sociedad postmediática y el viejo orden académico. Esta simbiosis se sintetiza en lo que un autor muy relevante para mí, Paolo Virno, define como “la charla”. Lo que emerge es un “estado de charla” que se apodera de todas las actividades que suceden a la clase magistral. Como Virno denomina a los “call centers” como “fábricas de la charla”, me parece muy adecuada la analogía con la situación universitaria presente.

En general, se puede afirmar que en el declive de la clase magistral, las actividades realizadas en el aula así como los trabajos encomendados a los estudiantes,  carecen de definición y de método riguroso. Así, las presentaciones de los estudiantes, las discusiones acerca de temas específicos o monográficos, las aplicaciones prácticas o  los trabajos de grupo, carecen de exigencia y metodología adecuada, además de encontrarse mal formulados. Así, los materiales producidos por los estudiantes, los audiovisuales, las presentaciones o los documentos escritos se pueden definir como de alta indefinición y trivialidad. La vida en el aula es insoportablemente leve y rutinaria, carece de cualquier tensión, y se encuentra regida por compromisos en torno a normas, careciendo de cualquier sentido. Así las clases y los exámenes no desaparecen y coexisten con el magma de actividades y pruebas articulado por la charla.

Virno, en un libro publicado por  Traficantes de Sueños, “Virtuosismo y revolución. La acción política en la era del desencanto”  define la charla como ”un discurso sin estructura ósea, indiferente con respecto a los contenidos que en cada momento roza, contagioso y proliferante;  y la curiosidad, es decir, la insaciable  voracidad de lo nuevo en tanto que nuevo” (Pag. 34). Se trata de la expresión de la cultura mediática, que produce “estados de ánimo colectivos, inclinaciones emotivas y un estado de formación difusa”. La charla y la curiosidad son sus creaciones.

Más adelante, citando a Heidegger define el resultado de la expansión de la charla como la configuración de un “sujeto parlanchín y entrometido”, que resulta de “la nivelación conformista de todo sentir y todo comprender”. Afirma que la charla es “la posibilidad de comprenderlo todo sin apropiación preliminar alguna de la cosa que ha de ser comprendida”.

Esta conceptualización de la charla es certera y precisa. Las aulas de la era post clase magistral registran un vacío pavoroso. Los profesores se hacen ausentes y relajan sus controles sobre los estudiantes, concediéndoles la voz, que se disemina en la multiplicidad sin estructura y sin final de la charla.   El trabajo de estos es mecánico, ritualista y de baja definición. Así no se puede desarrollar la inteligencia. De esta situación resulta un sistema de bajo rendimiento y escasa productividad académica, que no sólo no mejora al de las clases magistrales, sino que quizás sea de peor calidad.

El aula es la convergencia de las ausencias. Sólo están presentes los espectros de las agencias que pilotan los procesos de producción del capital humano y la gestión de las trayectorias precarizadas de los aprendices eternos. De este modo, los profesores se reconvierten en ejecutores mecánicos de guías docentes imposibles y vaciadas de sentido. Los estudiantes se hacen ausentes mediante el cumplimiento ritual de las tareas fragmentadas.

La situación es peor que nunca. Muchos profesores sufren en silencio los efectos de la nueva situación. Para la mayoría implica el decrecimiento de los compromisos docentes, aliviados por el estado de charla sin exigencia alguna. Algunos estudiantes manifiestan el rechazo a la explosión de trivialidad y simulación. Las tardes de los jueves cierran el ciclo de las fábricas de la charla que vuelven a ponerse en marcha los lunes de modo penoso.
He dicho.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo no dicho y el he dicho. Diagnóstico acertado e ingenioso Juan. pero no creo que del todo transformador.

Yo prefiero también una clase magistral buena a charlas deslavazadas, propuestas participadas sin ton ni son. La clave es como articular y alimentar la inteligencia, el pensamiento profundo con las condiciones con las que contamos.

Te hago una pregunta.

¿Cómo desarrollas las clases de lunes a jueves?

¿Cómo evaluas al alumnado?

Son dos dudas eternas en mi tarea de docente, cada vez menos reconocidas. Pero yo insisto.

Procuro provocar y hacer que se impliquen en la clase, evaluar colectivamente con unos mínimos,... pero la cosa está dificil.

gracias Juan.

José.

Silvia dijo...

Muy buena tu aportación crítica a lo que es realmente la Universidad. Muchos la visualizábamos como el hogar del conocimiento y la sabiduría, por así decirlo, y a estas alturas nos hemos dado cuenta de que es un lugar del que tienes que huir pronto para que no nos merme la inteligencia y sucumbamos a la fragmentación de la que hablas.

Es realmente triste y duro, alguna de esas asignaturas-paquetes encienden cierta luz en nuestra inteligencia, puertas por las que perderse pero que la propia Universidad y la propia estructura de la asignatura no te lo permite. Es una paradoja enorme.

Yo espero, en mi futuro fuera de la Universidad, reforzar las pinceladas que se me han ido dando estos cinco años de carrera y adentrarme realmente en lo que es la sociología (el ámbito que me compete) en todo su esplendor.
Cinco años escuchando hablar y examinándome sobre Durkheim, Weber, Marx y otros tantos clásicos y no tan clásicos y casi ninguno de los que nos titulemos habremos leído una obra suya en su totalidad. Me da hasta vergüenza hacerlo público.


Te dejo con una frase que, irónicamente, he leído para uno de esos trabajos fragmentados.......

«¿Dónde está el conocimiento que perdimos en la información, y dónde está la sabiduría que se perdió en los datos?»
T.S. Elliot

Unknown dijo...

Gracias José por tu comentario. Tengo que discutirte lo de la palabra transformador. Creo que la situación es de "estado próximo a la catástrofe", pongo lo de próximo para suavizar. Pero en esta situación sólo hay un discurso oficial triunfalista. No existen en el campo otras interpretaciones porque los docentes estamos acobardados. En un escenario así es importante decir otra cosa, decir lo no dicho pero vivido por todos. Esta es una precondición para cualquier posible transformación. Pero a esta se opone una maquinaria de poder formidable, los cambios no serán fáciles.
Sería largo contarte mi programa docente y método de evaluación. Tengo cierto temor a que si lo explico brevemente haya malentendidos. Pero lo intento.
En cuanto a las clases hago exposiciones en la clase. A veces me apoyo en presentaciones. En la clase presento mi perspectiva y les doy buenas lecturas que presentan otras perspectivas. La clase es dialogada y los alumnos pueden presentar iniciativas. Pero en la clase soy yo, Juan Irigoyen. No renuncio y cuento mi perspectiva claramente. Me apoyo en ejemplos de situaciones límite en las que las cuestiones de fondo se manifiestan.
En general existe poca participación. Mucha gente se siente violentada por la comparecencia de los problemas. Se hacen visibles tensiones y disminuye la asistencia. Siempre hay un grupo de estudiantes que la siguen con interés.
La evaluación tiene se desarrolla mediante distintas opciones. Prefiero contártelo desde mi correo ugr si tienes interés.
Es difícil la situación de un profe que no renuncie pero me planteo que no puedan conmigo. La verdad es que no han podido hasta ahora.
La cuestión principal es que en la clase esté presente el sentido, entendiendo esta como la congregación de algunas personas que van a aprender y a desarrollar su inteligencia. Junto con ellas, otras personas van para sacar una nota en un acta. Es preciso saber gestionar bien los dos niveles.

Gracias Silvia. La frase de Elliot es muy buena. Me da mucha pena tu juicio y tu certeza de que te desarrollaras fuera de la uni.
Te echaré de menos a ti y al grupo de estudiantes que habeis estado presentes en mis clases los dos últimos años. Gracias.

Naturkike dijo...

Muchas gracias Juan, por tan sabias palabras. Yo tambien he pasado por la Universidad hace años y es cierto muchas de las apreciaciones que comentas... el trabajo dle estudiante es coger apuntes, repetir todo eso en un examen y pasar asignaturas, como bien dices "paquetes".

No existe diálogo verdadero, pq no hay tiempo, siempre todo hay que hacerlo rápido, la materia que hay que dar es escandalosa (al menos eso me ocurría a mí en biología...) y luego la paradoja está en que muchos luego no sabíamos ni mantener un debate fluído sobre ciertos aspectos...

Gracias por tu aportación como profesor de la universidad. Hay muy pocos que se atrevan a decir las cosas claras, diciendo las cosas como son.

Un saludo.

Noelia.

mykelangelo dijo...

A mi me gustan las clases magistrales, me gusta absorver lo que un buen profesor me tenga que decir aunque, eso sí, se de pié al debate y la participación. Ambas cosas las he encontrado en las tuyas y estoy agradecido por ello.

Me da un poco de pena lo que comentas de los trabajos y exposiciones en clase que terminan en algo trivial. Yo he vivido esas situaciones en clase, y puede que yo mismo haya trivializado alguno de los mios. En todo caso, pienso que quien tiene que motivar, asesorar y cribar este tipo de labores ha de ser el profesor y me temo que muchos no están dispuestos a esforzarse. Por otro lado, el nivel académico y, por qué no decirlo, intelectual, así como las motivaciones y valores de los alumnos en la actualidad, tambien se hallan bajo mínimos.

En muchas ocasiones me he abstraido en clase pensando que lo que estaba viviendo en esos momentos no era más que una simulación, un teatro. Alquien que supuestamente esta para enseñar, aunque no lo quiere ni se esfuerza en lo más mínimo (sus intereses miran hacia otros lugares de la academia) y, en frente, un montón de gente a la que, en su mayoría, no le apetece estar allí, no está motivada más que por superar el trámite y saldarlo con una nueva nota que avale sus créditos. Un escalón más en ese itinerario del que siempre nos hablas. Sí, es un poco triste. ¿Fallan las medios o los fines?. Es díficil de dilucidar.

Agustín dijo...

NO ES PAR PUBLICAR!!!!
Ay Juan! Aquellas clases de introducción a la Sociología de Graduados Sociales...
Cuanto me recuerdo. Y efectivamente, aquellos pedorros que se sentaban por arriba.
Y además, eran más jóvenes.

Anónimo dijo...

La Universidad se está convirtiendo, desde esa transformación radical, en una fábrica precarizada del conocimiento y la educación. Velocidad, productividad, diversificación, gestión, burocracia, evaluaciones y tests-encuestas por un tubo para medir el nivel de satisfacción.

Más en: http://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/La%20Universidad%20en%20conflicto-Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os.pdf

Lo curioso es que los funcionarios no se rebelan, ni los estudiantes. Desde el triunfo de Bolinia parece que se ha abandonado la lucha por la derrota.


Vivimos en una mierda de orden social y económico que nos ofrece lujos, pero nos hace dependientes, una ciencia que promete la solución técnica de todos los problemas y un orden cultural que nos tiene entretenidos, mientras nos hace creer que pensamos por nosotros mismos. Ja, ja, ja,...

Dispersión, fragmentación y trabajando la fama y la reputación en las redes digitales y con las personas adecuadas.

Tenemos que reivindicar la inteligencia, atrevernos a pensar y hacer juntoxs.

Ana,...

Anónimo dijo...

Algunas ideas para mejorar:

http://www.xtec.cat/~ilopez15/materials/competenciesbasiques/laprofesiondocentehoy.pdf


Saludos de un profesor de la UCM que hace un montón de horas y no llega a 800 euros.

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=Re-1OhPgGCQ&feature=youtu.be

Anónimo dijo...

Conclusion

The UK academic status quo over the last 30 years has been one that increasingly valorizes the entrepreneurial competitive individual but, with the growing importance of economic and political impact, it has also become a culture that rewards and sanctions compliance and conformity and, moral as well as professional, flexibility.

So what has happened to ‘the community of scholars’ in the new managerialist era? I suggest that it has been reconfigured as an upper echelon of elite, mainly male, academics serviced by an army of casualised teaching, research and administrative staff, a poor shadow of what a community should be. And do I have any solutions? Apart from trying to speak out about these developments, I am afraid not. I feel as complicit and compromised as many other academics are feeling. FAAB, the Feminist Collective I mentioned at the beginning, often ended performances with this short poem from Adrienne Rich. I think it encapsulates a very important message for all of us ensnared in contemporary neoliberal academia:

If not with Others, How?

If I am not for myself, who will be for me?

If I am only for myself, what am I?

If not now, when?

If not with others, how?

[ Adrienne Rich - from Blood, Bread and Poetry, New York; W.W. Norton, 1986.]

dE:
http://www.discoversociety.org/from-academic-freedom-to-academic-capitalism/

La única opción es mirar ampliamente, sentirlo profundamente y abdicar al simulacro, con cariño, respeto, pero abdicar.

Anónimo dijo...

Hoy empieza todo (Bertrand Tavernier; 1999)

http://www.youtube.com/watch?v=fGAo-TsumXg

Enrique Gavilán dijo...

Juan,
Ineludiblemente me he acordado al leer tu texto de las introducciones que la editorial Akal hace de los libros de Michel Foucault sobre sus clases en el Collegue de France
(paǵinas 8 y 9 de la advertencia inicial de, por ejemplo, "Los anormales", http://www.caladona.org/grups/uploads/2011/02/los-anormales-m-foucault.pdf).
Con todas las distancias del mundo, cuando doy un curso y no hay interacción con el alumnado y sólo recibo indiferencia o silencios de comodidad (o de incomodidad), me invade igualmente una tremenda sensación de soledad. Y mi campo es la formación posgrado, ¡así que no se trata de "chavales", sino de gente "hecha y derecha"!
Creo que hay que reivindicar el papel del buen orador que sabe transmitir esencias, del excelente pedagogo que sabe sacar lo mejor de los demás, del buen maestro que sabe escuchar y acompañar. Y principalmente del que es capaz de hacer todo eso de una forma independiente y autónoma, sin supeditarse a planes ni programas (mal vamos si el destino de las universidades debe recaer en planes que más bien parecen patrones de costura...).
Abrazo cómplice.

Unknown dijo...

¡qué barbaridad¡ vuestros comentarios y aportaciones a este post son muy valiosos. Creo que algunos desbordan sus contenidos. Había planteado una crítica al cambio de metodología que supuestamente implementa bolonia, pero muchos comentarios lo desbordan y se sitúan en un plano más general. Me parece una situación fantástica porque hay ganas por ahí de cuestionar esta institución.
Mikelangelo hace una descripción muy ilustrativa. Su último párrafo da la clave. Se trata de un teatro o de una simulación que se produce por la convergencia de profes ocupados en otras cosas y estudiantes en su mayoría desinteresados. Este es un concepto fundamental que desarrollaré más adelante: el pacto para cubrir mínimos.
Ana proporciona la mejor referencia bibliográfica, en mi opinión sobre la universidad. La de Traficantes de Sueños, de Monserrat Galcerán y otros autores. Monserrat es de las personas de mi generación que se encuentra totalmente integrada en lo que en este blog se llama presente. Sí, como dice Ana, la ilusión de que la ciencia y la técnica van a resolver los problemas y la fantasía de que pensamos por nosotros mismos.
El profe de la complutense que no llega a los ochocientos euros y mete muchas horas aporta un documento de Fernández Enguita. Siempre es una referencia cuando abordamos las cuestiones de educación, aunque no comparto parte de sus enfoques. A este profesor le invito a que trate de venir a Granada, que en las campañas electorales es definida, principalmente por el psoe como la ciudad de la ciencia y la tecnología. En coherencia serás mejor pagado que en Madrid. Por si acaso pregunta antes a alguno de los profes en tu situación.

Agradezco especialmente la aportación del análisis del colectivo feminista. Es un texto que desborda el post mío y hace una valoración global acerca de la universidad neoliberal en los últimos años. Quiero destacar la convergencia entre sus análisis y la línea de este blog. Efectivamente se trata de un proceso organizacional que se propone reconvertir al sujeto individual, como sujeto empresarial centrado en su carrera individual y orientado a producir para las empresas. De ahí resulta un sujeto conformista. Además, el objetivo es seleccionar una casta de académicos de nivel superior, que dirija a los estratols inferiores. Es lo que estamos comenzando a ver aquí. En los postr de gestión cuento esta historia.
Las preguntas de Adrienne Rich son las adecuadas en una situación así. Se pueden resumir en dirimir la identidad de cada uno: ¿Soy una partícula individual definido por los méritos que produzco en mi carrera profesional, y para eso acepto ser una pieza de un dispositivo? o ¿puedo ser otra cosa? Sí es así ¿Cómo hacerlo? Aquí se encuentra todo el meollo de la cuestión universitaria. Gracias por esta aportación.

El comentario de Enrique, siempre apoyado en referencias bibliográficas excelentes, plantea una cuestión que me parece importante. En mi opinión no se puede homologar la experiencia docente de postgrado y más en salud, con la fábrica de títulos que es la universidad. Las cuestiones que planteas de orador, pedagogo y maestro se encuentran tan lejanas a la realidad de la fábrica de títulos, que parecen inverosímiles. En mi contestación a José, el primer comentario de este post, decía que hay varios niveles de realidad en un aula de la fábrica de títulos. En el mejor de los casos, tienes que articular dos niveles. En mi caso trato de ser todo eso con aquellos alumnos que apuestan por la relación. Pero tengo que simultanearlo con ser un "firma actas" con los que no quieren relación. Si no dimites la cuestión es muy compleja. Porque si movilizas tu poder y suspendes a los que no quieran relación docente, te encuentras con el sistema, que en este tiempo comparece en la forma de "contrato programa" que me exige un alto porcentaje de aprobados. Esto es muy fuerte pero es así. Tienes ser lo que señala Enrique y además un mago para pñoner y hacer cumplir un mínimo a los ausentes.

Muchas gracias a las personas que han aportado dos vídeos buenos

Anónimo dijo...

CARTA DE LA TRANSDOSCIPLINARIEDAD

Convento de Arrábida, noviembre de 1994

Preámbulo

Considerando que:

— La proliferación actual de las disciplinas académicas y no-académicas conducen a un crecimiento exponencial del saber que hace imposible toda mirada global del ser humano.

— Sólo una inteligencia que dé cuenta de la dimensión planetaria de los conflictos actuales podrá hacer frente a la complejidad de nuestro mundo y al desafío contemporáneo de la autodestrucción material y espiritual de nuestra especie.

— La vida está seriamente amenazada por una tecnociencia triunfante, que sólo obedece a la lógica horrorosa de la eficacia por la eficacia.

— La ruptura contemporánea entre un saber cada vez más acumulativo y un ser interior cada vez más empobrecido conduce a un ascenso de un nuevo oscurantismo, cuyas consecuencias en el plano individual y social son incalculables.

— El crecimiento de los saberes, sin precedente en la historia, aumenta la desigualdad entre aquellos que los poseen y los que carecen de ellos, engendrando así desigualdades crecientes en el seno de los pueblos y entre las naciones de nuestro planeta.

— Al mismo tiempo que todos los desafíos enunciados tienen su contraparte de esperanza y que el crecimiento extraordinario de los saberes puede conducir, a largo plazo, a una mutación comparable al pasaje de los homínidos a la especie humana.

Considerando lo que precede, los participantes del Primer Congreso Mundial de Transdisciplinariedad (Convento de Arrábida, Portugal, 2 a 7 de noviembre de 1994) adoptan la presente Carta como un conjunto de principios fundamentales de la comunidad de espíritus transdisciplinarios, constituyendo un contrato moral que todo signatario de esta Carta hace consigo mismo, fuera de toda coacción jurídica e institucional.

Artículo 1. Toda tentativa de reducir al ser humano a una definición y de disolverlo en estructuras formales, cualesquiera que sean, es incompatible con la visión transdisciplinaria.

Artículo 2. El reconocimiento de la existencia de diferentes niveles de realidad, regidos por diferentes lógicas, es inherente a la actitud transdisciplinaria. Toda tentativa de reducir la realidad a un solo nivel, regido por una única lógica, no se sitúa en el campo de la transdisciplinariedad.

Artículo 3. La transdisciplinariedad es complementaria al enfoque disciplinario; hace emerger de la confrontación de las disciplinas nuevos datos que las articulan entre sí, y nos ofrece una nueva visión de la naturaleza y de la realidad. La transdisciplinariedad no busca el dominio de muchas disciplinas, sino la apertura de todas las disciplinas a aquellos que las atraviesan y las trascienden.

Artículo 4. La clave de la bóveda de la transdisciplinariedad reside en la unificación semántica y operativa de las acepciones a través y más allá de las disciplinas. Ello presupone una racionalidad abierta, a través de una nueva mirada sobre la relatividad de las nociones de «definición» y «objetividad». El formalismo excesivo, la absolutización de la objetividad, que comporta la exclusión del sujeto, conducen al empobrecimiento.

...

http://ciret-transdisciplinarity.org/chart.php#es