domingo, 16 de julio de 2023

UNA INTERPRETACIÓN SOCIOLÓGICA DE LA MENTIRA POLÍTICA

 

En estos días de campaña electoral la mentira ha adquirido una centralidad absoluta en los juegos dialécticos entre los actores. Todos atribuyen a sus rivales la culpabilidad de la mentira. Pero esta no es una propiedad de los actores, sino que, por el contrario, se encuentra enraizada en el sistema mismo, como una parte inseparable de la competición, en cuyo núcleo duro se encuentra la persuasión. Así, los asesores y expertos que influyen en el mercado político, inspiran la mentira y producen esta de forma creativa e industrializada.

Las variadas y sutiles formas de mentir, se encuentran asociadas a un factor estructural de descomunal relevancia. Este se funda en que los estados nacionales, en este tiempo, se encuentran severamente constreñidos e intervenidos por los mercados y los poderes globales. Así se genera una corrección de los proyectos políticos de origen que proponen los actores, al tiempo que, como estos reajustes no se pueden explicar abiertamente a las bases sociales, toda la comunicación política se encuentra afectada. Lo sumergido y lo oculto alcanza una proporción desmesurada en la totalidad de la comunicación política. Este es el suelo sobre el que florece y generaliza la mentira, que adopta múltiples formas en una proliferación fecunda, al tiempo que deviene en imperativa.

La preponderancia de los mercados y los poderes globales se funda en un conjunto de instituciones que dominan la economía, las empresas, la educación, los sistemas sanitarios y sociales, así como el mismo estado. La institución central de la gestión impone la regla de que la victoria es obligatoria, de modo que, para obtenerla, no se debe reparar en los medios, de modo que queda abierto un campo de acción en el que la ética queda completamente neutralizada. Los candidatos al gobierno de tan hipermoderno estado sustentado en el mercado político, se penalizan mutuamente arrojando sobre el rival el peor epíteto posible: perdedor.

La superficialidad y dependencia de los analistas de la videopolítica construye la cuestión de la mentira en términos tan manipulados, que soslayan su naturaleza estructural y la dotan de una simplicidad que tiene como consecuencia su propia banalización. Por esta razón, reproduzco aquí un texto elocuente y dotado de espesor conceptual, de un filósofo heterodoxo y original, como es Cioran. En este, remite la cuestión de la mentira al origen de las ideas de los actores, y explica cómo estas representan un obstáculo a su realización, de modo que inevitablemente terminan desembarazándose de la pesada carga de las mismas.

El texto de Cioran muestra su inteligencia y perspicacia. Este no tiene como destinatarios a los próceres políticos, sino que se refiere a la mentira biográfica en general, mostrando cómo los actores se liberan de las ideas de origen. De este modo, pone en el centro de la deliberación sobre la mentira la cuestión del cambio. El problema radica en que actores equipados con conjuntos de ideas y representaciones, tienen que adaptarse a un campo exigente, de modo que, para no ser eliminados, tienen que modificar inexorablemente sus ideas iniciales, y, además, deben hacerlo de modo que este cambio quede oculto a sus propias bases sociales.

Estos artistas de la adaptación deben tener la competencia de mantener varias comunicaciones simultáneas y manifiestamente incompatibles. La política intervenida por los mercados tiene esa pesada carga. Engañar a varios interlocutores al mismo tiempo es un requisito para la permanencia en el campo político ocupando posiciones en las tierras altas. Este es, sumariamente,  el proceso: la presencia en el gobierno determina la constatación y verificación de imposibilidad de materialización del proyecto inicial. Después viene la fase de adaptación y corrección del mismo, acompañado por una comunicación de gestos ostentosos a las bases sociales, que encubren los cambios. Este proceso avanza hacia fases más avanzadas en las que la contradicción se agranda y exige a los actores la procacidad en su estado máximo, en tanto que, según se sigue avanzando, ya no hay vuelta atrás. Entonces el proyecto es permanecer en el gobierno.

Los políticos se encuentran involucrados en un cambio secreto y en una adaptación intensa y escindida de su base social. Se convierten, de esta manera, en renegados silenciosos, en gentes cuyas vidas priorizan los ricos aprendizajes de la evasión de sus verdades iniciales. Según avanza el proceso biográfico, se acumula el conocimiento que no se puede mostrar, y que es preciso ser sometido a un estatuto de discreción. Todos los políticos experimentan esta misteriosa mutación, pero Felipe González representa el emblema de la misma. Tras sus años de presidencia del gobierno revela, muchos años después, sucesiva y acumulativamente sus contraverdades, que ha mantenido en la sombra. González va administrando pequeñas dosis de sus sucesivas readaptaciones al mundo dominado por el mercado.

Este es el sagaz texto de Cioran que tanto me ha estimulado

 

NECESIDAD DE LA MENTIRA

E.M. CIORAN

EN “LA TENTACIÓN DE EXISTIR” PAG. 214-15

 

Quien ha vislumbrado, en el comienzo de su carrera, las verdades mortales, llega a no poder vivir con ellas: si les permanece fiel, está perdido. Desaprenderlas, renegar de ellas -única modalidad, para él, de reajustarse a la vida, de abandonar el camino del Saber, de lo Intolerable-. Siguiendo a la mentira, cualquier mentira promotora de actos, la idolatra y espera de ella su salvación. Cualquier obsesión la seduce, con tal de que ahogue en él al demonio de la curiosidad e inmovilice su espíritu. De ese modo, envidia a todos los que, a favor de la plegaria o de cualquier otra manía, han detenido el curso de sus pensamientos, abdicado de las responsabilidades del intelecto, y hallado, en un templo o un asilo de alienados, la dicha de estar acabados. ¡Qué no daría él también por poder exultar a la sombra de un error el abrigo de una estupidez¡. Lo intentará. <<Para esquivar mi naufragio, pagaré el juego, perseveraré en mi cabezonería, por capricho, por insolencia. Respirar es una aberración que me fascina. El aire se escapa de mí, , el suelo tiembla bajo mis pies. He convocado a todas las palabras y les he ordenado organizarse en una oración; y las palabras han seguido inertes y mudas. Es por eso por lo que grito, por lo que no dejaré de gritar: “Cualquier cosa, salvo mis verdades”>>.

Helo aquí disponiéndose a librarse de ellas, a darlas de lado. Y mientras celebra una ceguera deseada durante tan largo tiempo, el malestar le gana, el coraje le abandona: teme la revancha de su saber, el retorno de su clarividencia, la irrupción de sus certezas, por las que había sufrido tanto. Esto basta para que, perdiendo toda seguridad en sí mismo, el camino de su salvación se le aparezca como un nuevo calvario.

 

Concluyo aludiendo a un asunto emblemático, como es el de la conversión de facto de tan portentosos pacifistas en los ochenta, en atlantistas en favor del rearme y la militarización, en las versiones efusivas de la derecha y más discretas en la izquierda. Esta transformación ha tenido lugar en un contexto protegido de las miradas de las bases sociales. La relación “cara a cara” con los poderes fácticos ha modificado sustantivamente a los antaño pacifistas, ahora empapados de realismo de bloque geoestratégico. El aspecto más pernicioso de este cambio, radica en que se oculta a las bases sociales, constituyendo la acción de gobierno como un campo inaccesible para la gran mayoría. La paradoja de este cambio estriba en que, desde siempre, el poder militar se ha ocultado y permanecido en la sombra, propiciando la proliferación del embuste. Ahora, en la sociedad digital que se autodefine pomposamente como transparente, las estrategias militares permanecen más sumergidas que nunca y la propaganda alcanza niveles cosmológicos de eficacia. Confieso que me ha conmovido el anuncio del gobierno de enviar tropas a Eslovaquia y Rumanía, cuestión que ha pasado desapercibida para tan desfondada opinión pública, así como para la izquierda tan felizmente posmoderna.

 

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