miércoles, 19 de julio de 2023

UNA MIRADA SOBRE LAS ELECCIONES DEL 23 DE JULIO. MÁS ALLÁ DE LA POLITOLOGÍA MEDIÁTICA DE TODO A CIEN

 


En política sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone La vela

Antonio Machado

 

Las elecciones del próximo domingo confirman las limitaciones de los saberes expertos que formatean los marcos cognitivos de las gentes convertidas en votantes-espectadores, conformados como públicos del ecosistema mediático. En la variopinta troupe hablante que se exhibe frente a las cámaras, prevalecen los politólogos, convertidos en expertos providenciales y magos de los pronósticos. Las encuestas dominan este campo de conocimiento especializado, que ha operado mediante la materialización de dos grandes escisiones: la separación drástica de la llamada Ciencia Política del conjunto de las ciencias sociales, y la segregación del conocimiento sobre el sistema político de su propio devenir sociohistórico global.

El resultado de estas operaciones de hiperespecialización configuran una mirada superficial sobre las realidades, que suscita perplejidades crecientes, en tanto que algunos acontecimientos emergentes no encajan en los sistemas conceptuales de interpretación. El caso de la peripecia de Trump, convertido en presidente de lo que se entiende como “la democracia más asentada del mundo”, evidencia la crisis de los marcos de interpretación. Esta “Ciencia Política”, arrancada de las ciencias sociales y de la historia, muestra impúdicamente sus carencias, derivadas de un empirismo manifiestamente mutilador. Por eso me gusta denominar a los expertos politólogos que pontifican en las televisiones, confiriendo un sentido supuestamente científico a las charlas de los comentaristas, mercenarios al amparo de los sectores en puja, como “politología de todo a cien”.

Esta es la razón por la que escribo este texto con la intención de reintegrar el acontecimiento elecciones del 23 J en una realidad más global que evoluciona, y que Castoriadis define certeramente como social-histórico. Empiezo por afirmar que, en la totalidad del social-histórico en curso, las instituciones políticas representan un papel subalterno con respecto a los poderes que constituyen los motores de los procesos sociales en marcha. La validez de la afirmación de Machado acerca de la centralidad del espacio “donde sopla el aire”, es manifiesta. Y, en este tiempo, es el mercado y sus variadas instituciones quien gobierna y reconfigura lo social. El sistema político es desplazado a un segundo plano, registrando en su espacio los impactos del avance del complejo institucional del mercado: La institución central de la gestión, la de los recursos humanos, las de la comunicación que santifican el marketing y la publicidad, las del complejo que empuja la medicalización y psicologización, así como las que conforman una individuación inédita y una digitalización que hace estallar a lo social, fragmentándolo en mil pedazos.

Desde la perspectiva del conjunto social, las próximas elecciones del domingo significan el retorno de lo que puede denominarse, en rigor, como La Institución, y que tan bien representa el PP. La Institución es un dispositivo heterogéneo y múltiple que enlaza el gobierno del Estado con los intereses fuertes de las clases altas. Esta, como tal dispositivo, ha adoptado múltiples formas históricas en distintos regímenes políticos. Pero la regla principal que define a La Institución, es la relación íntima entre las élites políticas y económicas, constituidas en castas cerradas a nuevos intrusos, así como su ubicación en el gobierno entendido como un recinto cerrado y amurallado, inaccesible para cualquier clase de bárbaros extraños a las élites económicas.

El dominio de La Institución se ve alterado por la irrupción, en el Régimen del 78, de un conjunto de élites que representan una intrusión en la misma, y que alteran la intimidad derivada de la consanguinidad proverbial de ese conjunto institucional, y que están representados en el gobierno del PSOE, que es entendido como una anomalía histórica inevitable. Aún a pesar de que La Institución ha mostrado su capacidad para reconvertir drásticamente a los extraños advenedizos que se hacen presentes el 82, en los períodos en los que retornan las coherencias de casta en el dispositivo de gobierno, la satisfacción actual del retorno de los propietarios a las instituciones del gobierno, es inocultable. Pero, las puertas giratorias establecidas por este dispositivo reintegran a la gran mayoría de los bárbaros pesoístas en las élites económicas, restableciendo las coherencias en ese dispositivo central de conducción.

El envés de La Institución, entendida como la derecha, es el PSOE, partido que absorbe a casi la totalidad de lo que fue la oposición al franquismo, consiguiendo largos periodos de gobierno, apoyado por un dispositivo mediático y experto de apoyo. Pero, al igual que en el caso de La Institución/derecha política, el PSOE se encuentra marcado por su origen y su propia historia, aún a pesar de sus vertiginosos y compulsivos movimientos de adaptación. La impronta de la que le es difícil liberarse de un partido creado en la II Internacional del final del siglo XIX, es su ineludible misión histórica inicial que se puede sintetizar en la etiqueta La Vanguardia. El proyecto socialista implicaba la preponderancia de un Estado-Guía que se sobrepone a los votantes, generando un modelo ineludiblemente dirigista.

La historia del Régimen del 78 es la alternancia entre ambas macroinstituciones, La Institución y La Vanguardia atenuada. Ambas suavizadas por la coexistencia inexorable, lo que ha creado la imago de lo que se denomina como El Centro. Este es el espacio fronterizo en el que convergen ambos complejos institucionales cuando les corresponde el turno de gobierno. Esta cohabitación feliz se derrumba con la crisis económica de 2008, que genera una crisis política que adquiere la forma de crisis de representación. En esos años, distintos intereses sociales correspondientes a varias clases subalternas, constatan su deficiente representación en tan estables instituciones reguladas por la mitología del Centro.

Esta crisis genera un nuevo estado de la sociedad, que implica la proliferación de protestas y movilizaciones, la cristalización de sucesivos estados de expectación, así como la aparición de nuevos actores políticos. Desde el 15 M a la creación de Podemos tienen lugar múltiples iniciativas exteriores al fosilizado sistema del imperio del Centro y La Alternancia. Así se modifica sustantivamente el sistema político y se configura el multipartidismo. En el interior de La Institución (PP), los sectores más radicales se escinden ante la percepción del peligro que implica la llegada de una nueva oleada de intrusos, todavía no domesticados por el sistema político. Así nace Vox, que va a representar un papel fundamental en la reconfiguración de La Institución.

La irrupción de Podemos en 2014 representa un nuevo estado político, en el que una parte de los intereses sociales no bien representados muestra su respaldo a los nuevos inquilinos de este ínclito sistema político. La crisis política de representación fragmentó a la derecha, de modo que, penalizada por la lógica del sistema electoral, tuvo como consecuencia la formación de un gobierno progresista, el gobierno más extraño posible desde la perspectiva de la congruencia del sistema político instaurado en el 78, pero que ha supuesto una continuidad histórica problematizada en la relación entre el gobierno, los grandes intereses y las élites sociales.

Los cinco años del gobierno progresista han tenido como consecuencia un desplazamiento del PSOE  en la dirección inversa al centro. Al mismo tiempo, los nuevos inquilinos de la constelación de Podemos descubren incrementalmente las limitaciones de la acción de gobierno. Estos entran en un proceso en el que son absorbidos por la institución perenne, separándolos de sus bases sociales. La dinámica del gobierno progresista se encuentra determinada por la gestión de la impotencia programática. La inviabilidad de la implementación de su programa total es sustituida por un conjunto de gestos radicales dirigidos a sus supuestas bases sociales, así como un conjunto de medidas de compensación a la imposibilidad de realización de su programa total. De este modo florece un activismo legislativo que produce reformas incompletas que no se pueden materializar en su integridad. El foso entre los sectores no representados y la nueva izquierda en el gobierno tiene una profundidad considerable y no puede ser compensado por los gestos institucionales radicales y la propaganda mediática, arte en el que muestran su competencia los nuevos inquilinos.

Pero la presencia en el gobierno de los extraños ha supuesto la inestabilidad simbólica de lo que ha sido La Institución, amenazada por la preponderancia de fuerzas nacionalistas y de los contingentes de los procedentes de la crisis del 2008-14, estimulado a todos los segmentos de la derecha a una oposición frontal, que ha alcanzado dimensiones descomunales. Todos los reservistas han sido movilizados a una confrontación permanente y creciente en contra de lo que se entiende como okupas de La Institución. La impotencia política de Unidas Podemos ha redundado en la intensificación de las retóricas de la confrontación. Así, ante la imposibilidad de generar reformas de calado en el mercado han proliferado denuncias pomposas contra algunos de los grandes propietarios de bancos, INDITEX o Mercadona, generando una guerra inútil alejada del creciente escepticismo de los no bien representados, a los que a una parte cuantiosa de los mismos, no llegan los efectos de las medias medidas del gobierno.

De este modo se configura el escenario de las elecciones del próximo domingo. La masa de votantes de las derechas estimulada por el retorno a la titularidad de La Institución. Los verbos de echar (a los intrusos) o derogar, expresan prístinamente la naturaleza del proyecto. Junto a los estimulados por el retorno de las coherencias a tan proverbial dispositivo de gobierno, se puede constatar una masa considerable de gentes unificadas por su escepticismo tras la experiencia ambivalente de las medidas y reformas producidas por los extraños desde el interior del recinto de La Institución. La distancia con los mismos es proporcional a la parcialidad de los logros.

El primer plano del rostro hierático de Feijoó en la entrevista con Intxaurrondo, muestra la faz permanente de La Institución, que en su larga vida no se ha encontrado con un periodismo de réplica. Ese rostro inexpresivo y ajeno a la conversación muestra la opacidad proverbial de ese dispositivo en las vísperas de su posible retorno. El domingo se dirime, bien la restauración, bien la inestabilidad asociada a la continuidad del frágil gobierno progresista, debilitado por la debilitación de sus apoyos y por el canibalismo desbocado de sus componentes. En cualquier caso, se conforma una situación de inestabilidad por la dispersión de los contendientes.

Mientras tanto, el espectáculo de la puesta en escena de los actores bajo las reglas imperativas de las instituciones centrales de este tiempo, el marketing y la publicidad, alcanza la categoría de lo insólito. El furor contenido de los propietarios ante los inquilinos en vísperas del final del contrato; los videos portentosos de Yolanda Díaz representando una síntesis entre una azafata convencional y una santa estrictamente canonizada; el rostro de Belarra que acompaña el espectáculo de su propia reiniciación; las  andanzas del Presidente por los platós, convertido en discípulo de la mejor versión de Mercedes Milá; todo es asombroso y trasciende los programas de los contendientes. 

He vivido muchas situaciones patéticas, y todas muy ricas en su realización, pero esta es verdaderamente original, inédita y se instala más allá de cualquier ensoñación. Desde la perspectiva de una persona de mi edad que ha vivido distintos sistemas políticos, la campaña actual representa un retorno a los mundos de las primeras pelis de Almodóvar. El aspecto más grotesco radica en la instalación en las mentes de los atribulados votantes-espectadores de las categorías aportadas por los politólogos de guardia. Conversar, a día de hoy, con un paisano esculpido por estos saberes es una verdadera experiencia.

Al escribir este texto, me he propuesto tomar distancia con el realismo sistémico fundado en el prodigio de racionalizar el vínculo entre tus intereses y las distintas opciones en este compulsivo mercado del simulacro programático. Entretanto sigue el espectáculo, la prosperidad de la industria armamentística se multiplica exponencialmente, gracias a la materialización de las guerras en curso, así como las previsibles en su inmediatez. La opinión pública, hipnotizada por la magia de la campaña de las rivalidades personales y el desenlace de este escrutinio incierto, carece de la capacidad de percibir las consecuencias de la escalada militar. Este hecho representa una enajenación colectiva coherente con el ecosistema de comunicación que protagoniza el devenir social y el juego que se dirime el próximo domingo.

Sin ánimo de anticipar nada, ya tengo escrito el esquema de la entrada tras el resultado del 23. Se trata de una reflexión acerca de la persistencia fatal de ideas o representaciones equivocadas que inducen a decisiones que producen resultados perniciosos. Esta prevalencia de acciones contrarias a los resultados que se pretenden obtener, es el rasgo más importante de las estrategias de la izquierda. Las estrategias fatales, el título de uno de los inteligentes libros de Baudrillard.

 

 

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