jueves, 2 de mayo de 2024

LOS DUENDES DE LA SEDE DEL PSOE EN FERRAZ

 

 

La humanidad progresa, pero la mayoría de sus miembros no.

Pensar colectivamente es la regla general. Pensar individualmente es la excepción

Gustave Le Bon

 

En los últimos tiempos se acentúa la crisis sistémica de la democracia española. Una de las señales más llamativas de esa crisis es la comparecencia de varios espíritus del pasado que se muestran abiertamente en torno a la sede del PSOE en Madrid, en la calle Ferraz. Estos fantasmas adquieren la forma de personajes rotundamente obsoletos que desarrollan acciones y liturgias espaciales que remiten al pasado, exhibiendo unos repertorios de acción agotados y escasamente compatibles con las realidades del presente. De ellas resulta una suerte de shock antropológico, en tanto que su presencia y actuaciones conforman un espectáculo extraño, que no encaja con los imaginarios y las prácticas sociales imperantes en las actuales sociedades. Esta feria de lo obsoleto es mostrada por las cámaras como una exhibición de lo caducado, de modo análogo a las exposiciones de coches antiguos.

En particular, me refiero a las movilizaciones que tienen lugar desde hace varios meses, y que este prodigioso fin de semana se han diversificado mostrando lo extraordinario o lo insólito. La sede del PSOE en la calle Ferraz, se configura así, como un espacio mágico que me permito bautizar como el rompeolas de todas las formas de movilización imperantes en el pasado. Las gentes de la extrema derecha la han cercado exhibiendo formas arcaicas de expresión, que denotan una agresividad y violencia simbólica suprema. Los rituales religiosos, las quemas de muñecos, las estéticas de sus participantes, los eslóganes coreados, las cancioncillas, con la presencia inevitable del inefable “Cara al Sol”, las formas de cohesión grupal, las liturgias espaciales, la demonización del enemigo. Todas ellas conforman un espectáculo bochornoso que me interroga acerca de los sótanos en los que han permanecido durante tanto tiempo. Según pasan los días, la degradación avanza en esta subsociedad sumergida de los participantes del cerco a Ferraz, que constituye una exposición del viejo fascismo.

El pasado fin de semana concurrieron a ese espacio nuevos públicos, así como otros repertorios fantasmagóricos. El miércoles, el presidente Sánchez anunció su posible renuncia y su tiempo de reflexión. Su súbita ausencia supuso una destitución del partido, en un acto de liderazgo insólito y sin precedentes. El gobierno, los aliados y la dirección partidaria quedaron en suspensión hasta el desenlace, que era decidido por el líder en solitario y aislado de los mismos. Este vacío se proyectó a las bases y públicos partidarios que mostraron su orfandad desarrollando un conjunto de plegarias y jaculatorias sin precedente. Este acto de hiperliderazgo revela un sadismo inusitado, desvelando la vulnerabilidad del conjunto partidario y gubernamental desprovisto de la dirección del líder providencial.

El resultado de este dislate fue la reunión del Comité Federal incapacitado para hacer propuestas, reconvirtiéndose así en una reunión similar a la de la Iglesia cuando, tras la muerte de un papa, esperan la decisión de uno nuevo elegido por el Cónclave. En esta ocasión, Sánchez incapacitó a su colegio cardenalicio para asumir en exclusiva la decisión. Estos solo podían esperar al humo blanco. De ahí que se multiplicasen las liturgias asociadas a la milagrería. El partido quedó desnudado tras ser severamente cancelada su capacidad de decisión, incluso de consulta, suprimiendo imperativamente su voz. Sólo cabía manifestar la fe y la esperanza en espera de tan esperada decisión milagrosa que lo reconstituyese de nuevo superando la acción del maligno en un exorcismo público ante las cámaras.

En una situación así se mostraron impúdicamente los misterios de la organización. Se destapó la caja negra del partido. En el interior del Comité proliferaron los actos de fe y las proclamaciones de incondicionalidad. Los dirigentes se exhibieron como huérfanos vulnerables, liberándose de prejuicios. La ministra Teresa Ribera pronunció su antológico “Somos como los perros, fieles y leales”. Esta ceremonia mostró sin pudor el interior de la organización partidaria. Esta exhibe en el intervalo temporal de la ausencia de liderazgo, la magnitud de su cierre organizacional, haciendo ostentación de sus miedos. La apoteosis del partido clausurado por su líder se muestra en todo su esplendor, ignorando su mismo entorno. Las imágenes del Comité Federal, y, sobre todo, la salida de este al exterior para fusionarse con los desamparados concentrados en el exterior, denota la magnitud del cierre partidario que invoca a su líder, Sánchez/Sade, para conjurar los espíritus malignos de sus enemigos.

Contemplando esas imágenes, fue inevitable establecer una relación con eventos ocurridos en otras sociedades. La teatralización virulenta de la viceministra María Jesús Montero, remite a los rituales haitianos del vudú, entendido como una liberación imaginaria del mal. Pude imaginar a Françoise Duvalier, Papá Doc, el gobernante haitiano temido y aclamado por su pueblo durante tantos años. He sido testigo de la desmesura en la apología y el arte de aclamar en distintas ocasiones. Recuerdo que, en 1976, siendo responsable de organización del Partido Comunista en Cantabria, tras la legalización del partido tuvo lugar el primer mitin en el que venia una persona relevante de la dirección, Simón Sánchez Montero. El clima de entusiasmo entre los militantes era manifiesto. Pues bien, un veterano militante compareció en esa fiesta partidaria portando dos grandes retratos de Dolores Ibárruri sobre su cuerpo a modo de escapulario. En ese momento me invadió una sensación de pánico por los efectos nocivos que podía tener de cara a la gente joven que esperábamos.

Eso es exactamente lo que me fascinó de este convulso fin de semana. La movilización se asemejaba en sus formas de expresión a las concentraciones marianas promovidas por la Iglesia, o algunas antológicas que realizan distintos grupos evangélicos. Allí predominaba una idea convocante: un milagro que les liberaría de los temores a sus demoníacos enemigos que les acechaban desde el exterior. Exhibir contundentemente la aclamación al santo les liberaba de la angustia del vacío, reafirmándose frente a la gran masa de espectadores no creyentes. Así se configuró un éxtasis partidario colectivo que reclamaba lo extraordinario movilizando los cuerpos polarizados en las emociones.

Todos los ingredientes de una movilización defensiva comparecieron en el escenario. Ejercí largos años como profesor de Sociología de los Movimientos Sociales, lo que me ayuda a comprender las diferencias entre estas manifestaciones inducidas por los temores colectivos y aquellas que se orientan a un horizonte y tienen finalidades específicas. Las consecuencias del clima de tensión y el estado de alerta se hicieron patentes mediante el dramatismo y la riqueza de las sobreactuaciones de los participantes. Aquello tenía rasgos de las manifestaciones de Madres contra la Droga en los 80, en las que se trataba de responder a lo que se percibía como un poder maligno y subyacente, lo que generaba una apoteosis de desconfianza y sospecha colosal.

En una acción de este tipo, se reafirma emocionalmente la santidad de la causa que convoca a los participantes en detrimento de los rivales. Así se configura el abismo antropológico entre los métodos de la acción y el contexto global en el que se produce. Uno de los antecedentes de este ensimismamiento compartido y puesto en acción fue la célebre manifestación en los años cincuenta que protestaba contra la negativa de la ONU a admitir a España. Un artista incógnito sintetizó el imaginario de las protestas en una pancarta, cuyo texto rezaba así: “Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos”. Esta expresión denota el sentido organizador de los participantes: Se reafirma la divinización del nosotros frente a la condena de ellos, que en este caso era, nada menos, que la comunidad internacional.

Esta frase desvela a las claras la dimensión formidable del cierre al exterior de una comunidad humana. El pasado fin de semana en Ferraz se hizo patente el cierre sobre sí mismo del PSOE. Todos se mostraron como hijos de Pedro y Begoña, dispuestos a la defensa numantina de estos por encima del bien y del mal, frente al acecho de la última versión del Ángel Caído. La obsolescencia de las concentraciones defensivas y desesperanzadas quedó de manifiesto. En estos días se produce un ciclo de protestas de los estudiantes norteamericanos por el genocidio de Gaza que adopta formas completamente diferentes, al estilo del 15 M. En este caso se reapropian de un espacio en el que se instalan potenciando los vínculos entre los participantes. Se trata de otra matriz antropológica. Lo que se sigue viendo por aquí son, en el sentido estricto, procesiones, una versión de las masas religiosas concentradas para la cohesión en torno al bien, que siempre tiene el rango de divinidad. Estas carecen de objetivos específicos. La semejanza de las manifestaciones con este modelo eclesiástico es manifiesta en sus eslóganes y modos de estar.

 Renovar los repertorios de acción es una condición para la sobrevivencia de los movimientos sociales, que se inscriben en nuevos contextos. Es esencial adecuarse a las condiciones determinadas por la reciente mutación antropológica, todavía en curso. Imagino que esta renovación excluye la compulsión de los cuerpos al estilo del vudú que han puesto en escena algunos ilustres ministros y miembros de las jerarquías estatales. Ellos me han obligado a recurrir a Gustave Le Bon.

 

 

1 comentario:

  1. El Ruedo Ibérico que fermentó el franquismo, desde aquel 'de entrada NO' a la perpetua y gran gestora de autobuses para el Dia de la Lealtad, se extiende como un esperpento cuando nuestros vecinos rememoran su 25 de Abril envidia de la impotencia y acostumbramiento en este Reino vodevil.

    https://www.vozpopuli.com/opinion/este-hombre-peligro.html

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