jueves, 25 de abril de 2024

EL FEMINISMO Y LA DEFUNCIÓN DEL PACIFISMO EN EL GENOCIDIO DE GAZA

 

En los años sesenta se produjo una ruptura del orden social imperante en las canónicas sociedades industriales que cuestionaron varias dimensiones esenciales del capitalismo fordista. Esta fractura fue impulsada por varios movimientos sociales que actuaron concertadamente, ampliando así su impacto social. El feminismo fue uno de los movimientos estrella en ese tiempo, junto al ecologismo, el pacifismo, el movimiento por los derechos civiles y otros. La consecuencia más importante fue la aparición de los bienes inmateriales, es decir, reivindicaciones y aspiraciones que no podían ser satisfechas por el mercado y se encontraban asociadas a la vida. Esta década inició un tiempo de transformaciones sociales y culturales que han acompañado a mi propia biografía.

Como participante en este tiempo fantástico, entiendo el feminismo como un movimiento “emancipatorio”, integrado en el paquete total de movimientos que agrietan las sociedades industriales convencionales y constituyen un horizonte de transformación de la vida. Pues bien, resulta que, en tanto que el feminismo y el ecologismo son absorbidos por el nuevo capitalismo neoliberal y global, conformando lo que Adrián Zelaia denomina como posmocapitalismo, el pacifismo, sigue la fatal estela de la vieja fraternidad, denegada por el desarrollo de las sociedades modernas que incluyen en sus agendas la libertad e igualdad, aunque en no pocas ocasiones para convertirlas en una suerte de bonsáis minimizados.

El pacifismo ha sido devorado, relegado y desaparecido, en tanto que el sistema ha absorbido a la antigua izquierda, ahora integrada en los gobiernos, y detentadora de un pragmatismo integral que la hace compatible, e incluso funcional,  con las instituciones del complejo militar-industrial. En España, hemos asistido a un intenso tráfico de armas avalado por el gobierno, y favorecido por la competencia de Podemos de hacerse el distraído. Además, la posición de ese gobierno con respecto a la guerra de Ucrania, ponía de manifiesto el comportamiento de esta izquierda dispuesta a permanecer en el gobierno a cualquier precio. Ahora que han salido del gobierno claman en los videos y en las manifestaciones litúrgicas contra el genocidio y la militarización.

La deriva de sus herederos de Sumar es coherente con las prácticas políticas de esta generación de 2014, completamente neutralizada y carente de cualquier ideario político, que se manifiesta en su idea fuerte de mejorar la vida de la gente, entendiendo esta mejora en términos monetarios. Esta nueva versión de la izquierda se encuentra polarizada en torno a la idea de que el cambio solo puede ocurrir patrocinado por el gobierno. Las recientes declaraciones de Mónica García en favor del incremento del gasto militar ponen de manifiesto la ausencia de cualquier principio político, así como la deflagración del pacifismo, silenciado integralmente por tan ilustres feministas y verdes. Sumar representa un salto inquietante con respecto a Podemos. El pacifismo ha sido expulsado radicalmente del ideario de esta posmoizquierda, siendo sacrificado por la prioridad de estar afincados en las instituciones estatales.

El genocidio de Gaza pone de manifiesto varios juegos de espejos recombinados. Son muchos los que hacen declaraciones o gestos que muestran la letal capacidad de escandalizar que detenta este exterminio televisado. Pero estas lamentaciones, no son proporcionales a la magnitud de esta masacre de palestinos. Las cohortes militantes sobrevivientes a la emergencia de 2014, se encuentran ahora integradas en las instituciones estatales librando una cruenta batalla por la supervivencia en las mismas. Su experiencia en la videopolítica les ha enseñado que lo importante es administrar los gestos y las imágenes. Así, en las manifestaciones litúrgicas y rituales producen signos de diferenciación. Buena parte de ellos se encuentran destinados a acreditarse frente a sus parroquianos. Pero, la verdad, hay poco de auténtico en ese simulacro de oposición a las guerras y la militarización.

Este simulacro de falsa radicalidad y de impotencia con respecto al cambio privilegia el desplazamiento de finalidades. Si no es posible defender la integridad del sistema sanitario público y frenar su deterioro se sustituye por las medidas radicales contra el tabaco o la proclamación de que la presencia de psicólogos en los centros sanitarios resolverá los malestares sociales que generan la demanda. En este orden de simulación, la maestra de ceremonias es Yolanda Díaz. Esta apuesta por llevar el simulacro al límite promoviendo un viaje a Palestina de ella misma, acontecimiento que generaría un alud de fotos y videos para seducir a tan atribulados y solidarios públicos sensibilizados por el genocidio. Se sabe que un viaje así no tiene ninguna incidencia en la realidad, pero se supone que puede contribuir a una imagen que capture espectadores-votantes.

Forjado en el sistema de coherencias entre los grandes movimientos sociales y persuadido acerca de un indisoluble vínculo entre el pacifismo y el feminismo, asisto perplejo a la defunción y entierro del pacifismo. Este evento presenta algunas dimensiones inquietantes. Una de ellas es la exhibición narcisista “instagramera” de las mujeres sodado israelíes. Estas promueven cientos de videos e imágenes exhibiendo sus cuerpos uniformados y acompañados de sus armas. Mi interpretación es inequívoca: se trata de un acto sádico, en tanto que se supone que estas se encuentran participando en modo de igualdad en las matanzas de civiles y la destrucción del entorno de la vida de sus víctimas. Se puede afirmar que, después de grabar esos videos, se desempeñarán en las misiones de destrucción que están conmoviendo a las perplejas audiencias.

Este acontecimiento remite a la materialización misma del feminismo. ¿Cómo es posible que las mujeres, tras décadas de conquistas, eliminación de barreras e integración en las sociedades, acepten sin problematización alguna esta violencia destructiva que quiebra cualquier noción de humanidad? No quiero extenderme en este asunto, en tanto que considero que se encuentra todavía más allá de la inevitabilidad de los efectos perversos asociados a cualquier proceso de cambio social. En los miles de videos en los que estas mujeres-soldado se exhiben comunicando su satisfacción y alegría, se pone de manifiesto una perversidad insólita, que contradice las pretensiones de las generaciones feministas que iniciaron la transformación.

Pero lo peor radica en el silencio absoluto de la progresía y del feminismo oficial, que retira su mirada de este escenario cruel y patético, liberando a los contingentes de mujeres-soldado de cualquier responsabilidad o censura. Este dislate indica que los contingentes de mujeres que se han posicionado en las tierras altas de la política, la universidad, las instituciones y las profesiones actúan como un loby que prioriza la defensa de sus posiciones. No se puede encontrar ni una sola palabra de censura de esta situación. En las manifestaciones litúrgicas ni una sola alusión. Me parece escandaloso, indicando a las claras la naturaleza de la posmoizquierda en las sociedades del presente.

Presento varios videos que considero escandalosos. El narcisismo de las mujeres sodado se muestra sin ambages, sobreponiéndose a la tragedia del exterminio de los palestinos que ellas mismas ejecutan. La defunción del pacifismo implica la eliminación de cualquier empatía entre las mujeres soldado israelíes que asesinan a civiles y las mujeres palestinas, consideradas como bárbaras y despojadas de cualquier humanidad. He visto un video de Irene Montero en la reunión de la Internacional feminista en Buenos Aires. En este, muestra su euforia, propia de las mujeres que han llegado a las tierras altas en las que decrecen las desigualdades. Está claro que ahí no están las mujeres palestinas que viven en las tierras bajas en las que impera la desigualdad de género.

 








1 comentario:


  1. Suscribo punto por punto lo escrito por Juan Irigoyen. Lo da Gaza no tiene nombre y los selfies en medio de la devastación demuestra el grado de barbarie de Israel y sus cómplices (EEUU y la Unión Europea que con su habitual cinismo y su doble vara de medir miran para otro lado. La vida de los palestinos no parece importarles. Condenan las masacres perpetradas en función de sus intereses. Luchan (por delegación en Ucrania, sacrificando la vida de los palestinos en el altar de los intereses norteamericanos. Ninguna de estos países ha dejado de entregar dinero y armas a Israel, España incluida, pese a las declaraciones del Presidente del Gobierno sobre la necesidad de reconocer un Estado palestino -doble lenguaje-. A reseñar La ósmosis existente entre el ejército de Israel y la sociedad israelí. Miko Peled, hijo de un general sionista, nacido en Israel y acérrimo defensor de los palestinos (vive en los Estados Unidos) no se cansa de repetir que, a todos los israelíes sin excepción, desde que van a la guardería hasta que se incorporan al ejército, obligatorio de tres años de duración -algo menos para las mujeres- se les adoctrina -lavado de cerebro- en el odio al palestino en particular y al árabe en general. El sionismo, que tiene sus raíces en Europa en el siglo XIX, ha bebido de las fuentes del racismo occidental No es de extrañar pues que se hagan selfies en medio de la devastación y la muerte, que bailen, que exhiban, con total desvergüenza, objetos (joyas, dinero, alfombras, lo que sea, robados en las casas palestinas destruidas por ellos. Hay un montón de vídeos en la red. En resumen, se comportan como una banda de criminales. Tanto las feministas occidentales como los pacifistas ni están, ni se les espera. Los únicos que se están moviendo a favor de los palestinos, son los estudiantes en los campus estadounidenses (Universidad de Columbia....) y algunos también en Europa y el poder los está reprimiendo, deteniéndolos. Un saludo.

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