lunes, 22 de mayo de 2023

UNA MIRADA CRÍTICA SOBRE LA CAMPAÑA ELECTORAL

 

Los ciudadanos saben perfectamente que no se les llama a votar para consultar sus razones, sino para hacerles entrar en razón.

Carlos Fernández Liria

Soy enemigo del sufragio universal; pero su manejo práctico no me asusta.

Antonio Cánovas del Castillo

¿Qué quiere mi máquina de visión y de escucha, y piensa lo mismo que yo? Cuestión tanto más ineludible cuanto que nuestro margen de libertad se reduce a medida que aumenta la interposición mediática, multiplicación de las redes y complejidad de los circuitos Siempre ha habido una máquina de hacer creer, desde el ágora griega y sin duda mucho antes. Pero hoy, la laringe colectiva gobierna la palabra pública. Hoy nuestra realidad es una mediavisión del mundo, dispositivo que dispone de nosotros, dotado de una fuerza de arrastre planetaria.

Regis Debray

 

Recuerdo el vigor de las primeras campañas electorales del postfranquismo. Los partidos movilizaban su capital militante, que se ampliaba considerablemente en ese tiempo. Con el paso de los años, las campañas han ido desfalleciendo, al tiempo que se transformaban en un género televisivo en detrimento de la densidad de los actos partidarios. Los escasos asistentes son colocados tras los candidatos por los asesores de comunicación, para conformar un capital visual que privilegie las cámaras. La unanimidad en estos actos es inquietante. Es imposible estar en ellos sin ser un cofrade experimentado y probado.

Estas han terminado siendo un episodio que congrega a las audiencias en torno a los denominados debates. El formato de estos favorece a los presentadores, que son las estrellas de las televisiones, que ofician un intercambio verbal de un nutrido grupo de candidatos, que tienen que responder a un menú despiezado de los programas máximos. Así, se abordan varios temas que se desglosan en varios aspectos. De este modo, cada aspirante dispone de sucesivos dos o tres minutos para presentar una secuencia de propuestas. El resultado es un insufrible intercambio de golpes dialécticos que favorece a los mejor dotados en comunicación no verbal. Para el espectador representa un visionado en el que sobresalen los zascas. Cada uno espera que su candidato zurre al contrario. De ahí resulta un estado de confusión, redundancia y catástrofe programática, que destapa la lucha de los egos de los contendientes. De esta manera se constituye como la máxima expresión de la desinteligencia, la ocultación y la manipulación. En este sentido, se ha llegado muy lejos.

Pero la campaña actual ha batido todos los récords imaginables. Se puede constatar un distanciamiento escatológico de la gran mayoría. El agotamiento de este formato de campaña es manifiesto.  Impera un estado de saturación que llega a la tristeza. Este juego sólo interesa a las formaciones políticas contendientes y a los operadores mediáticos. La verdad es que las partes beligerantes se muestran inscritas en unas rutinas que llegan a ser autodestructivas por la reducción de apoyos activos. En tanto, que estos disminuyen, los candidatos se muestran formateados por sus haceres ante las cámaras. De esta forma proliferan numerosos videos sin contenido que denotan un narcisismo imposible de ocultar.

Como es frecuente en estos meses, la campeona es Yolanda Díaz. Esta se prodiga en entrevistas con periodistas de las constelaciones del corazón y sus asociados, en las que muestra su frivolidad y aprovecha para minar a sus rivales mediante mensajes de doble significado. Su encuentro con Jorge Javier fue antológico. Estas actuaciones muestran a las claras como se imponen los mensajes ligeros y disminuyen las intervenciones sostenidas en una argumentación. El problema de fondo es interrogarse acerca de a quién se dirige Yolanda, Ada Colau y otras estrellas de la fanfarria político-mediática. Desde luego no a quienes se hagan preguntas o se encuentren relativamente orientados.

El problema crucial que se trasfiere a la campaña es la desconexión creciente entre los partidos y las realidades, así como la fragilidad de los proyectos. Quien siga el discurrir de la misma se encontrará con un contenido que responde al molde del Huffington Post, que representa una suerte de información con formato frivolizado y personalista. Pero, por debajo de lo que parecen desvaríos se encuentran proyectos ocultos que sustentan la campaña. Las tómbolas de bienes públicos de los candidatos ocultan las estrategias de los mismos. Hace unos días he publicado un texto en este blog sobre el origen de la derecha con la pretensión de explicar sus aparentes desvaríos espectrales.

Sin embargo, tras la aparente irrealidad de su campaña contra el fantasma de la ETA, se esconde una estrategia bien pensada. Se trata de ilegalizar a los partidos nacionalistas de Cataluña y Euzkadi, lo que le reportaría una mayoría cómoda a nivel estatal. Estamos en la primera fase de la realización de un proyecto para asentar a la derecha en el poder de manera estable. Los estados mayores son los comunicadores que afirman que la vieja ETA se ha reencarnado en Bildu. El aspecto más relevante de esta falacia es la constatación de que la derecha está rompiendo con el mismísimo régimen del 78. Esto es lo que se está dirimiendo.

Por parte de la izquierda, el giro del PSOE para presentarse como el partido de la gente, muestra su debilidad e inconsistencia. El supuesto giro a la izquierda es la resultante de cálculos electorales. Pero, con respecto a la socialdemocracia histórica, este significa una regresión. Esta supuso un proyecto en acción de construcción de una red de organizaciones públicas asentadas. El PSOE actual se ha evadido de la responsabilidad de impulsar organizaciones públicas sólidas, incluso las debilita considerablemente. El mantenimiento de un sector público fuerte, era la base para hacer realidad el verbo “transformar”. Los cambios se encontraban respaldados por esta garantía organizacional.

En los últimos años de giro izquierdista, el PSOE debilita la Administración y los sistemas públicos del estado del bienestar, para sustituirlos por una cadena deslavazada de  medidas de apoyo a distintos sectores sociales. Esta política tiene la finalidad de conseguir apoyos electorales inmediatos, pero no modifica las estructuras y deja libres a las instituciones del mercado. Pienso que el giro simbólico/imaginario del PSOE a la izquierda, es nefasto, en tanto que el debilitamiento de todas las organizaciones públicas - de la enseñanza, de la investigación, de la sanidad, de los servicios sociales- deja el camino trillado a la derecha cuando recupere el gobierno. Andalucía representa un laboratorio elocuente del declive del PSOE. Mientras tanto, las maquinarias jurídicas y mediáticas de la derecha inician el camino para aislarlo, privándole de sus proverbiales aliados nacionalistas.

Un aspecto esencial del debilitamiento de lo público estriba en que la política de la izquierda, también Izquierda Unida y ahora la constelación de la nueva izquierda, supone la colonización de las distintas organizaciones públicas, lo que les permite situar un conjunto de directivos fieles dichos partidos. El resultado de esta reapropiación y repoblación gerencial, practicada desde los años ochenta, ha representado un factor de bloqueo de estos sectores. Así, una red inmensa de afines, estrictamente obedientes construye las cadenas de mando en un prodigioso dispositivo de gerentes, asesores, falsos especialistas y renovados comisarios políticos. La espiral perniciosa resultante bloque e inmoviliza a dichos sectores. Por poner un ejemplo, este es el problema principal de la Atención Primaria, y no quiero ni siquiera acordarme de la Universidad, en la que muchos de los más mediocres eran promocionados para desempeñarse en lo que llamaban “gestión”.

Respecto a la nueva izquierda, su derrumbe es patente. Su fragmentación infinita, la apoteosis de los personalismos, la incapacidad de poner en tierra las grandes cuestiones del ecologismo y el pacifismo, el vacío programático, la reconversión estética, la competencia en la simulación. En este contexto, tiene lugar un verdadero descarrilamiento del feminismo, materializado en el Ministerio de Igualdad, convertido en un cohete espacial que alberga una nutrida troupe militante, que va perdiendo pie y distanciándose de la realidad. Asimismo, las propuestas excéntricas como la vigilancia estatal de Tinder y las propuestas de resolver los problemas sociales, nacidos precisamente de la consolidación de las instituciones neoliberales de la individuación, con la multiplicación de la psicología y la psiquiatría.

Estas elecciones marcan un punto de inflexión para la izquierda más allá del PSOE. Porque es ineludible interrogarse, tras tantos años de ejercicio de gobierno, acerca del estancamiento de sus apoyos. Incluso, por la naturaleza del sorpasso al PSOE, que se ha mostrado incapaz de ampliar los apoyos al conjunto de la izquierda. ¿Cómo es posible que, en distintas instituciones, en las que han desempeñado el gobierno, resulta que nutridos contingentes de electores no renuevan su apoyo, e, incluso,  viajan en otra dirección. El caso de Ada Colau es más que elocuente. Tras ocho años de alcaldía no conquista nuevos apoyos. La nueva izquierda se encuentra estancada y presenta un inquietante déficit de conocimiento. En sus mítines se proyecta la crispación de una radicalización por fracaso.

Dicho esto, tengo dudas acerca de si el próximo domingo, escribiré aquí sobre el desenlace de esta sórdida campaña, cuyas claves sumergidas he explicado aquí. Mi pronóstico es sombrío, con una derecha desbocada, una izquierda desnortada, que compiten en sus ofertas de tómbolas en detrimento de la Administración Pública y los sistemas públicos, que siguen la senda del deterioro inexorable. El autoritarismo creciente de los socios de gobierno, así como de la oposición son consustanciales a esta orfandad programática y descentramiento que constituye el paradigma de la tómbola. Bueno, que mañana es martes y en mi condición de mayor iré al cine por dos euros.

 

 

 

 

 

1 comentario:

  1. Ya se puede ir al cine por dos euros? Pues se me pasó el martes. Un gran abrazo

    ResponderEliminar