jueves, 30 de marzo de 2023

EL CRIMEN ANTROPOFÁGICO DE PODEMOS

 

Los nueve años de vida de Podemos se encuentran asociados a varios vértigos, todos ellos vinculados a la aceleración. Nacidos en 2014, su ascendencia fue prodigiosa, consiguiendo su implantación estelar en el ecosistema comunicativo y las instituciones políticas. En 2016 consiguieron 71 diputados y una centralidad mediática incuestionable. En los años siguientes se inicia un declive acumulativo tan súbito como el que caracterizó a su emergencia. En el tiempo de la ascensión tuvo lugar un aluvión imponente de incorporaciones procedentes de distintos contingentes descabalgados de la izquierda oficial, así como de nuevas generaciones de militantes. Pero Podemos como organización no fue capaz de reintegrarlos en una organización con pilares locales. Así, su fulgor mediático-político no se contrapone a su ausencia de raíces.

En estas condiciones han tenido lugar luchas intestinas, purgas, depuraciones y expulsiones. En una organización en la que su cúpula detenta una visibilidad total, pero que carece de bases efectivas, su debilidad propicia que sea devorada por depredadores mayores arraigados en su propio campo político. Así, su socio de gobierno ha podido aislar a los dirigentes más radicales, así como constituir una alternativa manejable que representa Sumar. Este es un espacio de convergencia de los expulsados, agraviados y humillados en estos años. La amenaza del final se hace factible por su propia vulnerabilidad, así como por la convergencia entre un colosal fuego amigo -Más Madrid, Sumar, IU y otros agraviados que emigran hacia lo que se supone como las fértiles tierras otorgadas a Yolanda Díaz-, y un imponente fuego enemigo ejecutado por las derechas que han puesto en escena una caza de brujas aplicada a Pablo Iglesias que remite a una inquietante distopía.

El óbito de Podemos remite a una historia interminable de acciones que se resuelven en un ámbito oculto. Porque, si Unidas Podemos es una coalición de varios socios que se definen como partidos políticos, y esto implica que tienen sus órganos de dirección, congresos y órganos intermedios, estos han sido sustituidos integralmente por los dirigentes en el gobierno. ¿A quién rinde cuentas Yolanda Díaz o el ínclito y astuto Garzón? En ese ambiente de desaparición partidaria comparece la propuesta de Sumar. Cabe preguntarse si esta es una propuesta de la dirección de IU u otros partidos integrantes en Unidas Podemos.

No, esta es una decisión personal, integralmente personal, de Yolanda Díaz. Esta concita un apoyo monumental de las televisiones y del PSOE. El presidente Sánchez llega a afirmar en los medios que es necesaria una coalición entre su partido y “el espacio de Yolanda Díaz”. Este fue el momento inicial de un crimen político perfecto en un medio anestesiado, en el que nadie se preguntó acerca de los posicionamientos de, al menos, las direcciones de los partidos coaligados. El segundo acto de este homicidio político tiene lugar cuando en su primera presentación en público, Yolanda prohíbe la presencia de los líderes de Podemos en el acto, alegando que no es una coalición de partidos.

Entonces, ¿quién decide las listas de Sumar? Los medios que apoyan este crimen perfecto, cuando se refieren a decisiones de Díaz, les otorgan la condición de “Sumar”. Este proyecto, que carece de dirección y que no sale de congreso alguno, solo tiene una estructura identificable. Esta es “el equipo” de Yolanda. En los largos años del postfranquismo, jamás habíamos contemplado un proyecto tan personalista y oculto. Sumar adopta una forma de marketing político desbocado, en el que se divulgan las imágenes de su lideresa con el Papa, Lula y otros próceres. Esta reparte sonrisas, caricias y mimos por doquier, tanto a los socios poderosos que patrocinan su proyecto, como a aquellos que pueden ser asociados de rango menor.

La irrupción de Sumar significa la activación de un complejo sistema de relaciones interpersonales en los espacios de la izquierda, cuyas transacciones ocultas se asemejan a las de las mafias o los cárteles. Aquellos cooptados por la lideresa son señalados en público al estilo de la vetusta kremlinología. Se trata, sin duda, de una regresión democrática, que ya inició Carmena en el Ayuntamiento de Madrid. Cada persona o grupo participante es negado en su esencia para ser transformado en una insignificante porción de ese agregado que es denominado como “la ciudadanía”, y que tiene una existencia estadística, y no política.

El tercer acto del magnicidio de Podemos tiene lugar mediante su expulsión drástica de las candidaturas “unitarias” en las que son minoría. En Granada y Málaga, tanto los concejales de Podemos como los independientes de la constelación de izquierdas que emergió en el 2014, han sido expulsados a las tinieblas exteriores. Así se consuma la operación que comenzó en las últimas elecciones andaluzas, en las que los apparátchik de IU castigaron a los incautos miembros de Podemos con su relegación en las listas “comunes”. De esta forma se merman sus exiguas posibilidades.

Frente a esta ofensiva política del complejo mediático del PSOE y sus cocineros, que consideran que Sumar es un proyecto licuado que representa “su costilla”, en tanto que es la única posibilidad de continuar en el gobierno, y, además, es la forma de aprovechar la oportunidad de eliminar a Pablo Iglesias y su famélico grupo de fieles, Podemos muestra una indefensión inquietante, en tanto que carece de apoyos para contrarrestar el denso flujo del aluvión de buscadores de asientos, cuya única posibilidad es la de coger un sitio privilegiado en el magma de Sumar. El conflicto entre ambas facciones se desarrolla según los códigos de la kremlinología renovada, que consiste en evitar las confrontaciones abiertas, pero emitiendo señales de diferencia dirigidas a sus parroquianos, y que son interpretadas por los periodistas, afines en su casi totalidad al consorcio del PSOE y su nueva costilla.

Este drama político remite a la integración completa de Podemos en un régimen político menguante y bloqueado, que se ausenta de los suelos sociales y se aleja de cualquier campo político efectivo. Este produce una realidad espectral que remite a las programaciones televisivas y a las mediciones de los climas que estas implementan mediante los brujos de las encuestas. En este orden fantasmático, todos flotan en espera de no ser afectados por los sucesivos vaivenes. Podemos se arraigó en esta burbuja representando “el ala izquierda de la opinión pública”. Así se ha desempeñado en un medio caracterizado por el dominio de la ficción. Ahora, cuando baja la marea y sus propios socios los pretenden desalojar, descubren sus debilidades. Su único activo es el control de una lista de inscritos propensos a participar en cualquier votación. Pero carecen de militancia, de apoyos sólidos.

Este hecho estimula la saña de sus presuntos homicidas, que tienen perfectamente fabricada una alternativa más adecuada, y también ficcional, pero mucho más fácil de controlar y manipular. Así se teje un crimen antropofágico perfecto. Están siendo eliminados por sus próximos inmediatos. Solo pueden recurrir a movilizar apoyos entre las legiones de beneficiarios de su ascenso, instalados en los fértiles territorios estatales. Pero el arte de la traición se fundamenta en el instinto de supervivencia de los contingentes de agraciados por el ascenso de Podemos.

Este mismo domingo, muchos comparecerán apostando por un futuro confortable, bajo el manto del nuevo espacio de Yolanda Díaz. Así, los dirigentes de Podemos experimentarán su infinitud y tendrán que optar por una muerte indolora bajo la forma de aceptar su relegación en las listas, o confiar en que una derrota del ticket Sánchez/Díaz les brinda la oportunidad de establecerse en una oposición dura a la derecha radicalizada. Esta es la forma de sobrevivencia más factible. En cualquier caso, tendrán que sufrir la acumulación de revanchas de las múltiples gentes que han desechado en sus años de esplendor.

Sobre esta tragedia flota el espectro de la proverbial novela de Vázquez Montalbán “Asesinato en el Comité Central”, que se constituye en una premonición de tan intrincado presente, pero con la ausencia del factor gastronómico tan bien tratado por este insigne autor. Los actores del presente son más bien caníbales que sofisticados adictos a la alta gastronomía. Porque Yolanda Díaz no es la primera carne “común” que degusta en su intrincada trayectoria político-antropofágica. En la Galicia de su origen, muchos han sido devorados ferozmente por sus congéneres.

 

 

jueves, 23 de marzo de 2023

MOCIÓN DE CLAUSURA

 

Tiene glamour para maquillar la decadencia

Moria Casán

¿Qué es un cínico? Es un hombre que sabe el precio de todo y el valor de nada”

Oscar Wilde

Quien canta, sus males espanta

Sancho Panza

 

La moción de censura presentada por Vox, protagonizada por Ramón Tamames, ha constituido una parodia abrumadora, que, más allá de su materialización, representa inequívocamente un deterioro bochornoso de la democracia española, cuyo agotamiento se evidencia en sus discursos, sus prácticas políticas, sus actores, sus vetustas instituciones y las legiones mediáticas que congrega para construir sus triviales narrativas. El sistema político sigue la pauta instaurada por una de sus instituciones centrales: la Monarquía. El derrumbe del Rey Juan Carlos ha desencadenado una sucesión que privilegia la ficción. El reinado de Felipe VI se materializa en una enorme operación de maquillaje que trata de soslayar los largos años de corrupción que le han precedido.

He vivido esta democracia desde sus mismos orígenes, formando parte del exiguo antifranquismo, hasta el día de hoy, en el que la moción de censura era presentada por uno de los ilustres miembros de la oposición de entonces. La intervención de Tamames ilustra acerca de las miserias ocultas de la Transición Política. Una persona de tanta relevancia entonces que se incorpora a la gran operación política de lo que se denomina como “La Reconquista”. No he podido evitar ser invadido por un sentimiento de bochorno y una sensación de ruina política e intelectual.

Uno de los rasgos más pronunciados de la democracia española radica en su origen, que se materializó en un compromiso entre los escuálidos contingentes democráticos y las poderosas fuerzas del régimen anterior. Estas inician una resistencia encomiable desde el primer día por conservar esferas inmunes al nuevo régimen, para después irlas ampliando. Así se han conservado varios archipiélagos que funcionan con las reglas del antiguo régimen, pero que reclaman su adhesión a la Constitución de 1978. Con el paso de los años se han ido construyendo una red de pasarelas entre las numerosas islas rebeldes, que se han adherido a la nueva Constitución leyéndola de forma selectiva. La Monarquía era entendida como un equivalente a la preeminencia del general Franco. Todo ha terminado en una convergencia entre los distintos isleños en grandes autopistas que ha posibilitado la idea de Reconquista.

Uno de los símbolos de la misma, es la recuperación de gentes como Tamames, pero este no puede ser considerado como un garbanzo negro, pues las evoluciones ce muchos de los prominentes líderes de la izquierda es mucho más que inquietante. Contemplar las actuaciones de Leguina, Corcuera, Vázquez, Redondo, Barrionuevo y otros muchos, remite a interrogarse acerca del primer tiempo del postfranquismo. No quiero comentar siquiera las evoluciones de González, Guerra, Solana, Serra y otros prohombres del gobierno del cambio constituido en 1982. Esta parece ser la democracia que propicia envejecer manifiestamente mal.

Tamames ha puesto en escena el derrumbe del espíritu de la resistencia del antifranquismo. Esta ha concluido integrándose con el espíritu de la reconquista reivindicado por los herederos del franquismo, referenciados en la última versión de este que se proclama como mal menor. Ayer puede ser el día que simbolice la tercera derrota de la segunda república. El espectáculo esperpéntico de su intervención puede asociarse a la proliferación de gerentes que ocupan las tierras altas de las gastadas democracias occidentales. Este es un indicador inequívoco de declive.

Por esta razón, este acontecimiento puede ser considerado como una moción de clausura, que pone fin a las esperanzas incubadas en la democracia española de los primeros años felices, para instaurar un tiempo sórdido de mantenimiento de unas instituciones mediante una gran simulación mediática, al estilo de la Monarquía de Felipe VI. Los partidos, el ecosistema mediático e institucional que los sustentan, amparan a una corte de beneficiarios y algunos segmentos de poblaciones cuyos intereses se encuentran representados en ese vodevil. En el exterior de ese mundo se encuentran distintos sectores de población cuyos intereses no se encuentran representados.

El desastre de la moción de censura y el rescate de Tamames muestra impúdicamente que este sistema político se encuentra deteriorado por la corrupción. Esta no puede ser entendida como el conjunto de los casos que han comparecido en los juzgados y los medios. Por el contrario, la corrupción se fundamenta en un deterioro institucional que se especifica en una desviación de fines permanente en el tiempo. Robert Michels, en su libro canónico sobre los partidos políticos ilustra las desviaciones de las finalidades de estos y los procesos de reestructuración de los mismos determinados por la mutación de sus objetivos, que instituye patologías organizacionales y constituye un conjunto de castas oligárquicas.

He vivido largos años en una institución profundamente corrompida, como es la universidad. El ethos universitario había sido completamente abatido, siendo sustituido por finalidades relativamente ocultas. Una autoridad de mi departamento, que llegó a ser secretario de estado de universidades, me aconsejó no dedicar tanta energía a las clases. Me dijo “exactamente esto: “No dediques tanto tiempo a las clases. Haz faenas de aliño en el aula, y que los estudiantes trabajen para ti”. Esto es lo que ocurría en la mayoría de los casos. Muchos profesores se constituían en verdaderos artistas de la simulación. Lo he contado profusamente en este blog.

Recuerdo un amigo que vive en Londres y sus hijas son inglesas. Una de ellas fue a la Universidad de Granada de Erasmus. Estaba asombrada porque se encontró con profesores que obviaban el programa de la asignatura y exponían allí temas de su propia tesis doctoral, ahorrándose la preparación de las clases. He conocido muchos casos de profesores que estando investigando un tema, requerían a sus alumnos para hacer trabajos de exploración de su campo, de modo que resultaban beneficiarios del trabajo de los estudiantes. Esta inversión de finalidades se encuentra arraigada en la conciencia colectiva de la institución, generando una cultura organizacional cuyos supuestos básicos son ocultados y reintegrados en aquello que no se dice ni se habla, pero que se encuentra presente.

La democracia española nacida tras la Transición Política es portadora del gen destructivo de la mutación de finalidades. Los partidos políticos desarrollan sus repertorios de acciones y comunicaciones en función de los objetivos supremos de ganar apoyos electorales, en detrimento de sus propios programas. Así reemplazan sus finalidades por sus movimientos tácticos. El resultado es más que decepcionante. Al estilo de la institución central, la Monarquía, ponen en escena actuaciones destinadas a seducir a los espectadores, pero que carecen de sustento real. La ficción se apodera del sistema político.

En esta moción de clausura ha desempeñado un papel relevante Yolanda Díaz. Su afirmación acerca del derecho a la felicidad culmina un discurso y puesta en escena en la que lo programático se difumina para ser reemplazado por un repertorio teatral en el que se impone la ficción. Lo peor resulta del concepto que tienen de los votantes. Estos son interpelados por un conjunto de tonos y gestos amistosos que remiten al célebre programa televisivo de “Lo que necesitas es amor”, que conducía el ínclito Jesús Puente, convertido en un intermediario que reunía a las parejas rotas mediante la magia. Así, Yolanda nos emplaza a congregarnos en su próxima presentación enviándonos un piquiño como culminación de las ingenierías de la gestión del rostro que protagonizan todas las seducciones.

No, la corrupción principal no es la de su forma macro, la de los garbanzos negros excepcionales que se apropian grandes sumas de dinero, sino la de la alteración de las finalidades, la de la instauración de unas comunicaciones que ocultan cuidadosamente muchas de las cosas de las que se piensan y no se dicen. Así, en las conversaciones ordinarias entre profesores en la universidad, se descalifica a los estudiantes para justificar la docencia de aliño que permite a cada cual dedicarse a cosas más productivas para sí. Lo mismo dicen de los electores. Susana Díaz, personaje antológico por excelencia, decía que en sus mítines daba y recibía cariño. Entretanto, se profundizaba el deterioro de los servicios públicos.

Tamames escenificó en la moción de clausura la ruina ética y política de la flamante democracia española, que cada vez más ofrece medidas gubernamentales teñidas de ficción. En tanto que los servicios públicos menguan inquietantemente, somos adulados, besados, seducidos y cortejados por unas castas altamente cualificadas en el arte de la seducción mediática. Como afirma certeramente Sancho Panza, “quien canta, sus males espanta”.

 

domingo, 19 de marzo de 2023

MIRADAS SOBRE LA TELEVISIÓN: BAUDRILLARD

 

Baudrillard es un autor fundamental que releo permanentemente. El incremento de acontecimientos que carecen de lógica o explicación remiten a su pensamiento y reactualizan sus análisis. En 2005 pronunció una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid, con el título de “Violencia de la imagen. Violencia contra la imagen. Esta fue publicada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1986, en un libro que contiene el texto de otra conferencia suya y que proporciona el título al libro “la agonía del poder”.

En esta entrada selecciono algunos de los fragmentos del texto de la conferencia, en los que muestra su posicionamiento con respecto a la televisión y la videoesfera. Su relectura en 2023 es estimulante, en tanto que tiempo en el que se ha consumado lo que él definió como “crimen perfecto”. Mi propio devenir digital me ha llevado en esta ultima etapa a Tik Tok, desde donde se hace perceptible el proceso de degradación de la videosfera. Ahí se hace patente la emergencia de lo irrelevante, lo insignificante y lo vacío, con su galaxia de arquetipos personales asociados, que desvelan la significación del medio: se trata de reproducir la orgía de banalidad y la satisfacción derivada de ser mirado, que constituye la esencia del tiempo en curso y de la poderosa sociedad postmediática.

 

VIOLENCIA DE LA IMAGEN. VIOLENCIA CONTRA LA IMAGEN

 

Podemos distinguir una forma primaria de violencia: la violencia de la agresión, de la opresión, de la violación, de la relación de fuerzas, de la humillación, de la expoliación: la violencia unilateral del más fuerte. A esta se puede responder mediante una violencia contradictoria: violencia histórica, violencia crítica, violencia de lo negativo. Violencia de ruptura, de transgresión (a la que podemos añadir violencia del análisis, la violencia de la interpretación, la violencia del sentido). Todas ellas son formas de violencia determinada, con origen y un fin, cuyas causas y efectos pueden establecerse y que se corresponde con una trascendencia, ya sea la del poder, la de la historia o la del sentido.

A esto se opone una forma propiamente contemporánea de violencia, más sutil que la agresión: es la violencia de la disuasión, de la pacificación, de la neutralización, del control, la violencia suave del exterminio. Violencia terapéutica, genética, comunicacional, violencia del consenso y de la convivencia forzada, que es como una cirugía estética de lo social. Violencia preventiva que -a fuerza de drogas, de profilaxis, de regulación psíquica y mediática- tiende a anular las raíces mismas del mal y, por tanto, toda radicalidad. Violencia de un sistema que persigue cualquier forma de negatividad, de singularidad (incluida la muerte como forma última de singularidad).  Violencia de una sociedad que nos prohíbe el conflicto, que nos prohíbe la muerte. Violencia que, en cierto modo, pone fin a la violencia en sí misma …….

Esta violencia es, por excelencia, la violencia de la información, de los medios de comunicación, de las imágenes, de lo espectacular.  Violencias ligadas a la transparencia, a la visibilidad total, a la desaparición de cualquier secreto. Violencia que también puede ser de orden neuronal, biológico y genético (en breve se descubrirá el gen de la rebelión…), auténtico secuestro biológico, del que en última instancia sólo quedarán los reciclados, los zombis: todos lobotomizados, como en La Naranja Mecánica. Hoy en día esa violencia adopta la forma de lo virtual, es decir, trabaja para establecer un mundo liberado de cualquier orden natural, ya sea del cuerpo, del sexo, del nacimiento y de la muerte. Más que de violencia habría que hablar de virulencia. Esta violencia es vírica, en el sentido de que no opera frontalmente sino por contigüidad, por contagio, por reacción en cadena […..] Esta violencia-virulencia opera por exceso de positividad, esto es, por analogía con las células cancerígenas, por proliferación indefinida, por excrecencias y metástasis.

[…..]

La violencia de la imagen (y, en general, la de la información y lo virtual) consiste en hacer desaparecer lo real. Todo debe ser visto, todo debe ser visible. La imagen es el lugar de esta visibilidad por excelencia. Todo lo real debe convertirse en imagen, aunque casi siempre a costa de su desaparición. Por otra parte, en esta pérdida reside tanto el poder de seducción y la fascinación que suscita la imagen como su ambigüedad, en particular si se trata de la imagen-reportaje, la imagen-mensaje, la imagen-testimonio. Al hacer aparecer la realidad, incluso la más violenta, en la imaginación, esta imagen hace desaparecer la sustancia real […..]

                    Un buen ejemplo de esta visibilidad forzada en donde (en principio) todo se muestra es Big Brother (Gran Hermano) y todos los programas semejantes, los reality shows, etc. Cuando se puede observar todo, nos damos cuenta de que ya no hay nada que ver. Es el espejo de la irrelevancia, del grado cero. La invención de una sociabilidad de síntesis, una sociabilidad virtual, permite comprobar la desaparición del otro e incluso, quizás, la naturaleza no esencialmente social del ser humano[…..]

Nos encontramos más allá del panóptico en el que la visibilidad era la fuente del poder y de control. Ya no se trata de conseguir que las cosas resulten visibles para un ojo exterior, sino de que sean transparentes, esto es, de borrar las huellas del control y lograr también que el operador sea invisible. La capacidad de control se interioriza y los hombres ya no pueden ser víctimas de las imágenes: ellos mismos se transforman inexorablemente en imágenes…Esto significa que son legibles en cualquier instante, están sobreexpuestos en todo momento a las luces de la información y sujetos a la exigencia de producirse, de expresarse. Es la expresión de sí mismo como fórmula única de confesión de la que hablaba Foucault.

Hacerse imagen es exponer por completo la propia vida cotidiana, todas las desgracias, todos los deseos, todas las posibilidades. Es no guardar ningún secreto. Hablar, hablar, comunicar incansablemente. Esta es la violencia más profunda de la imagen. Es una violencia penetrante que afecta al ser particular, a su secreto […..]

¿Se trata de un fenómeno de voyeurismo pornográfico? No, lo que la gente ansía no es sexo, sino espectáculo de la banalidad, que es el verdadero porno de hoy. la verdadera obscenidad está en la irrelevancia, la insignificancia y la nulidad, una especie de parodia de su polo opuesto, el Teatro de la crueldad de Antonin Artaud.

Pero quizás haya en eso una forma de crueldad, al menos virtual: desde el momento en que la televisión es cada vez más incapaz de ofrecer una imagen de los acontecimientos del mundo, desoculta la vida cotidiana, presenta la banalidad existencial como el acontecimiento más mortífero, como la actualidad más violenta, como el lugar mismo del crimen perfecto. Y, en efecto, eso es lo que es. Y la gente se queda fascinada y aterrorizada ante la indiferencia del nada que ver, nada que decir, la indiferencia de lo mismo, incluso de su propia existencia.

[…..] Asunción de la banalidad como destino, como nuevo rostro de la fatalidad. Transmisión inversa ilustrada por el hecho de que todos se han convertido en Gran Hermano. Perfusión del Superyó en la masa. No solamente los espectadores: todos están atrapados en la espiral de la Grande Gidouille (el vientre de Ubu). La contemplación del crimen perfecto de esta perpetración de la banalidad se ha convertido en una auténtica disciplina olímpica o en el último avatar de los deportes de riesgo.

En el fondo, todo esto hace justicia al derecho (y al deseo) incuestionable de no ser Nada y ser mirado como tal. Hay dos maneras de desaparecer: o bien se exige no ser visto…, o bien se cae en el exhibicionismo delirante de la propia nulidad. Uno se anula con el fin de ser visto y observado como tal, es la última protección contra la necesidad de existir y la obligación de ser uno mismo.

De ahí la exigencia contradictoria y simultánea de no ser visto y de ser permanentemente visible. Todo el mundo juega las dos bazas a la vez y no hay ninguna ética ni legislación que pueda poner fin al dilema que genera el derecho incondicional a ver y el derecho categórico como el primero, a no ser visto. La máxima información forma parte de los derechos del hombre, y, por tanto, también la visibilidad forzada, la sobreexposición a las luces de la información.

Y lo peor en este juego televisivo “interactivo” es la participación forzada, esta complicidad automática del espectador que cabe entender como un auténtico chantaje. Este sería el objetivo más claro de la operación: el servilismo, el sometimiento voluntario de unas víctimas que gozan del mal que se les inflige, de la vergüenza que se les impone. Toda la sociedad participa de este mecanismo fundamental: la abyección interactiva consensuada.

Finalmente todo acaba en la visibilidad que es como el calor en la teoría de la energía: la forma más degradada de existencia. La novedad de esta historia tiene que ver con el modo en que se ha logrado convertir la pérdida de todo espacio simbólico, el desencantamiento extremo de la vida, en un objeto de contemplación, de estremecimiento y de deseo perversos. La humanidad que en tiempos de Homero había sido objeto de contemplación para los dioses olímpicos, lo es ahora para sí misma. La autoalienación de sí misma ha alcanzado un grado que le hace vivir su propia destrucción como un goce estético de primer orden.

Lo experimental reemplaza así por doquier a lo real y lo imaginario. Constantemente se nos inoculan los protocolos de la ciencia y la verificación. Con el escalpelo de la cámara, viviseccionamos y disecamos la dimensión relacional y social extirpándola de todo lenguaje y contexto simbólico.

[…..]

Doble asesinato simbólico: hoy todo toma forma de imagen, lo real ha desaparecido bajo la profusión de imágenes. Pero olvidamos que la imagen también desaparece bajo el peso de la realidad. La mayor parte del tiempo, la imagen está desposeída de su originalidad, de su existencia propia en tanto que imagen, condenada a una complicidad vergonzosa con lo real

[…..]

La última violencia contra la imagen -una violencia definitiva- es la de la imagen de síntesis y de todas las nuevas tecnologías mediáticas visuales.  Surgida ex nihilo del cálculo digital y el ordenador, -de las fotografías o reportajes trucados en laboratorios- ha acarreado el fin de la imaginación de la propia imagen, de su ilusión fundamental. En la operación de síntesis el referente no desempeña ningún papel y lo real no tiene ni siquiera tiempo detener lugar, de modo que es inmediatamente producido como realidad virtual.

[…..]

la regla fundamental es la dualidad, la alteridad y la distancia. Y esta es la que por doquier está en vías de desbaratarse en una confusión y promiscuidad generalizada. No solamente hemos engullido la distancia geográfica que separaba todas y cada una de las partes del mundo, o la distancia temporal, que separaba el pasado del futuro -y que ha dado paso a esa especie de colisión instantánea del tiempo llamada tiempo real- sino también la distancia mental que nos separaba de nuestra propia imagen e incluso de la distancia metafísica que nos separaba de la verdad y la realidad. Hemos engullido nuestra propia imagen, nuestra propia verdad y nuestra propia realidad.

[…..]

Realidad perfecta- en el sentido en que se realiza de principio a fin… en la que todo se identifica con el collage y con la confusión de la propia imagen. Este proceso afecta especialmente al universo  visual y mediático, pero también a la vida política e intelectual, , a la vida cotidiana e individual, a nuestros gestos y nuestros pensamientos.

[…..]

Paradójicamente …..las imágenes que nos llegan a través del canal mediático no son ya imágenes, no señalan el carácter reflectante de la representación sino el carácter de la pantalla…..Por tanto, no permiten ya la distancia ni el juicio crítico. Sin distancia no hay representación, y sin representación no hay juicio, y por tanto no hay mensaje del que propiamente hablar, ni información objetiva, ni sensibilización política o de cualquier otro tipo. Sin ir más lejos, la confianza de Susan Sontag en el reportaje fotográfico como medio para movilizar a la opinión pública constituye un buen ejemplo de ilusión realista y racional, de la fantasía de que existe una realidad que las imágenes nos trasmiten fielmente. Creemos ver en la fotografía el reflejo de nuestro mundo, pero, al contrario, son las imágenes a tiempo real las que exorcizan este mundo mediante la ficción instantánea de su representación.

Para que el mensaje se transmita, para que la imagen tenga eficacia sensible, hace falta una transferencia de la imagen, se precisa una distancia.  Pero los mass media y el tiempo real nos ha sumergido en una promiscuidad total. En este punto cabe recordar una anécdota de la propia Susan Sontag. Según cuenta Sontag, cuando estaba viendo la retransmisión televisiva de la llegada del hombre a la Luna, algunos de los presentes afirmaron que aquello no era más que una escenificación. Entonces les preguntó “Pero entonces ¿qué es lo que estáis viendo?” y ellos le respondieron “¡estamos viendo la tele¡”. Habían comprendido todo[…..] De igual manera que hemos podido decir que quien a hierro mata a hierro muere, hoy podemos decir que quien apuesta por el espectáculo perecerá por el espectáculo. Y quien aspire al poder a través de la imagen, entonces perecerá por la imagen retornante.

 

 

 

lunes, 13 de marzo de 2023

BIFO Y EL ARDUO ATERRIZAJE DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

 

La digitalización avanza inexorablemente y recompone todos los sistemas de relaciones, además de reconfigurar las instituciones y las vidas. Una de sus dimensiones principales es la de la Inteligencia Artificial. Esta ha sido recibida en España mediante discursos celebrativos que eliminan aspectos esenciales con respecto a su condición. El apagón del pensamiento característico del postfranquismo contribuye a percibir la emergencia de la Inteligencia Artificial en unos términos similares a los prospectos comerciales de las nuevas máquinas. Cualquier problematización es relegada al pasado, entendido como antesala de la gran modernización vivida por los novísimos feudatarios.

Franco Berardi Bifo, es un autor esencial para comprender el presente. Representa un vínculo entre el tiempo vivo de los años sesenta y setenta, en los que tuvo lugar un terremoto cognitivo todavía no percibido en sus verdaderas dimensiones, y el presente de la contrarrevolución liberal en curso. En un escenario oscuro, sus textos contribuyen a un esclarecimiento con respecto al caos implícito en los acontecimientos. Este texto, publicado hace unos días en El Lobo Suelto, es un compendio de lucidez. Espero que pueda contribuir a clarificar a otros del mismo modo que lo ha hecho conmigo. Desde el escenario vivido, los conceptos  –Unheimlich, Inteligencia Artificial, demencia natural, caos, razón digital- adquieren una notoriedad imponente, resultando familiares para mí mismo, compensando el desconcierto derivado de la crisis de inteligibilidad de muchos de los acontecimientos del día, comprendidos desde la perspectiva de los paradigmas convencionales.



UNHEIMLICH: CAOS Y AUTÓMATA GOGNITIVO

Franco “Bifo” Berardi.

El LOBO SUELTO.

PUBLICADAEL 8 DE MARZO DE 2023

 

EL REGRESO DE DIOS

En algún momento se difundió la noticia de que estaba muerto.

Dios murió, decían algunos, cuando los humanos entendieron que su historia no tiene dirección ni finalidad, cuando la tecnología se hizo cargo de la comunicación social, y la voluntad de los humanos perdió el gobierno de los acontecimientos.

El ser humano se dotó entonces de automatismos capaces de lograr objetivos con un poder que nunca los rituales religiosos y las oraciones habían poseído: extensiones automáticas de los órganos del cuerpo, brazos, piernas y ojos.

Luego, los humanos comenzaron a construir extensiones del cerebro, y el autómata comenzó a tomar forma, capaz no solo de realizar tareas, sino también de decidir el propósito y la dirección.

Entonces Dios resucitó como una creación de su creación, como una extensión potencialmente infinita del poder finito de los humanos.

Ahora ya no hay necesidad de humanos: son solo el material sobrante de la hipercreación. Un material sucio: incoherente, inmoral, peludo y maloliente. Su lenguaje es ambiguo y sólo capaz de mentir.

Esta Segunda Creación implica el borrado de la historia anterior: la eliminación de lo humano está claramente en marcha.

Ya no debilitada por la ambigüedad de la conciencia, la inteligencia se traslada al autómata que los humanos están completando y que ya posee un poder muchas veces mayor que el suyo.

La humanidad está desapareciendo: los humanos quedan, pero la humanidad se ha hecho rara. La inteligencia, ahora libre del ambiguo y lento lastre de la conciencia, se está liberando del residuo.

A fines de la década de 1970 se difundió la noticia de que el futuro había terminado, quizás como resultado de la muerte de Dios que se conocía desde hacía tiempo.

Incluso este anuncio, tal vez, merece ser reducido, si no negado por completo. El futuro no está acabado: solo se ha automatizado.

La reproducción ampliada del conocimiento presente, a la que se dedica el Autómata Cognitivo con inteligencia (artificial), es el futuro al que le hemos entregado las llaves del tiempo sin más duración, sin más temporalidad.

                                      UNHEIMLICH EN TODOS LADOS

 

Un sentimiento de Unheimlich está en todas partes, pero la palabra “Unheimlich” es difícil de traducir. Literalmente “desconocido”, generalmente lo traducimos como “extraño”, pero estoy buscando una palabra más apropiada en el presente. El miedo es demasiado fuerte. Extraño es demasiado débil. Quizás siniestro es la mejor forma de traducirlo, hoy en día.

De hecho, el Unheimlich adquiere diferentes rasgos según el trasfondo histórico en el que lo percibamos. La diferencia está en el fondo, es decir, en lo familiar. Lo desconocido del presente es siniestro porque en el fondo se vislumbran las líneas de un panorama indescifrable. Estamos familiarizados con un orden de cosas que es adecuado para encarnar la promesa moderna. Pero ese orden se descompone ante nuestros ojos, por lo que nuestra experiencia actual es la de una descomposición de la normalidad sobre el fondo de la aparente normalidad.

Unheimlich es la percepción de la desconexión entre lo que experimentamos y lo inimaginable que comienza a parecer inevitable.

En la tercera década del siglo XXI el Zeitgeist es Unheimlich porque somos como extraterrestres en el planeta tierra, y sabemos que el planeta no es un lugar seguro a pesar de los hábitos mentales heredados del pasado.

El filósofo japonés Sabu Kosho habla del efecto Fukushima en términos similares: estamos caminando como extraterrestres en un planeta que de repente ya no se conoce.

“Se desconoce la ontología de la tierra, un nuevo horizonte que experimentamos como extraterrestres que acaban de llegar a un nuevo planeta”. (Radiación y revolución, Duke UP, 2020, p. 50).

El eco inquieto del flujo de noticias global: estímulos nerviosos parpadean en todas partes desde miles de millones de pantallas brillantes. Sonidos distantes de truenos, sacudidas del suelo. La rutina normal de la vida es posible gracias a una red de conexiones técnicas: infraestructuras de electricidad, transporte, salud, automatismos incorporados que damos por sentado. Pero empezamos a darnos cuenta de que nada está garantizado: el ciclón neoliberal ha creado las condiciones para destruir la civilización social. En el lugar privilegiado en el que nos encontramos, la desintegración parece lenta, y nos parece algo lejano.

De repente descubrimos el caos, con una sensación de pánico. Mantenemos el caos bajo control con automatismos que, sin embargo, van perdiendo coherencia y funcionalidad, hasta el punto de dejar de estar juntos: el caos y el autómata, polos opuestos que se retroalimentan en el siniestro escenario del mundo.

 El primero en utilizar la expresión Unheimlich fue Ernst Jentsch quien en un artículo de 1906 la describió como una condición de incertidumbre cognitiva provocada en nosotros por una persona viva que parece ser un autómata, o por un autómata que parece ser una persona viva. Jentsch escribe: “Al contar una historia, una forma efectiva de crear efectos asombrosos es dejar al lector en la incertidumbre de si una figura particular en la historia es un ser humano o un autómata…” (“Zur Psychologie des Unheimlichen.” Psychiatrisch-neurologische Wochenschrift , 1906, págs. 203–205).

 Unos años más tarde, desarrollando la intuición de Jentsch, Freud escribió:

“La palabra alemana Unheimlich (extraño) es obviamente lo opuesto a Heimlichheimish, (familiar, hogareño). Estamos tentados a concluir que lo siniestro es aterrador precisamente porque no se conoce”. (Freud: Lo siniestro, 1919).

Freud quedó impresionado por los Cuentos de Hofmann de Jacques Offenbach, particularmente por la historia de una muñeca capaz de bailar y despertar el interés erótico. También Salman Rushdie, en la novela Fury (2000) habla de la inquietante vida secreta de las muñecas. El Golem de la tradición narrativa judía puede ser considerado como el modelo de este tipo de inversión entre construcciones artificiales y seres vivos y conscientes.

El concepto psicoanalítico de unheimlich surge de la reflexión sobre este tipo de ambigüedad.

Ahora se están produciendo y distribuyendo artefactos inteligentes, y los humanos están capacitados para interactuar con ellos. ¿Cuáles serán los efectos sobre el inconsciente social?

 Mientras el proceso evolutivo se encuentra atrapado entre el caos y el autómata, en la vida cotidiana vemos juntos la proliferación de dispositivos técnicos que actúan como humanos superinteligentes, y seres humanos que actúan cada vez más como locos incurables: el autómata cognitivo se levanta sobre ruinas. que siguen a la explosión del caos psicótico.

 

INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y DEMENCIA NATURAL

En 1919, Sandor Ferenczi, uno de los colegas de Freud, dijo que los psicoanalistas están preparados para tratar las neurosis individuales, pero no las psicosis de masas. Cien años después estamos en el mismo punto: una psicosis masiva se está extendiendo en el mundo occidental en declive, pero no tenemos los medios conceptuales y terapéuticos para enfrentar el problema.

El horizonte de la tercera década parece más oscuro que nunca, porque hemos entendido que la razón ya no está en el gobierno, si es que alguna vez lo estuvo. La tecnología ha tomado su lugar. Pero a pesar de lo poderosa que es la tecnología, no puede hacer nada contra el tiempo o el caos.

ChatGPT es uno de los chatbots que recientemente se ha puesto a disposición del público. Fue programado por Open AI de San Francisco, la misma empresa que unos meses antes había creado GPT-3 y DALL-2, el generador de imágenes que salió a principios del año 2022.

Open Ai puede dar sugerencias sobre cómo encontrar un restaurante, pero también cómo encontrar novio, y es capaz de escribir un guion o una reseña de una serie de Netflix.

Según Kevin Roose, comentarista del New York Times, ChatGPT es tan poderoso porque “su base de datos contiene miles de millones de ejemplos de opiniones humanas que representan todos los puntos de vista imaginables, y tiene un sesgo hacia la moderación escrito en su agenda. Por ejemplo, si solicitamos una opinión sobre debates políticos, obtendrá una lista imparcial de las opiniones de cada lado”.

¿El chatbot tiene una opinión? Digamos más bien que está entrenado para expresar una opinión.

Lo más interesante que tendrá colosales consecuencias: el chatbot es capaz de escribir software innovador; esto significa que la sustitución de la inteligencia humana por automatismos inteligentes ahora puede avanzar a una velocidad exponencial.

¿Deberíamos considerar la máquina que habla como un anuncio oscuro o como un logro brillante?

Difícil de decir.

En un artículo publicado en The Atlantic en 2018, Henry Kissinger expresa temor por el destino de la razón en un mundo gobernado por la inteligencia artificial.

“Estas máquinas podrían comunicarse entre sí. ¿Y cómo se elegirán entre opciones en conflicto? La historia humana pudo tomar el camino de los Incas, cuando tuvieron que enfrentarse a la incomprensible cultura española, que les inspiraba terror…. La mayor preocupación: que la inteligencia artificial domine las habilidades de manera más rápida y completa que los humanos, para reducir su competencia con el tiempo y reducir los eventos humanos a datos puros y simples.” (Kissinger).

 

El autómata inteligente no es el producto de la mera automatización, sino el punto de encuentro entre la automatización y la cognición. La inteligencia artificial va más allá de la automatización mecánica porque no solo reemplaza la ejecución de tareas, sino que redefine los propósitos y tiene un carácter evolutivo de autoaprendizaje. La automatización industrial mecaniza la ejecución de una tarea predeterminada. Por el contrario, el desarrollo de la inteligencia artificial puede intervenir en la determinación de tareas, puede establecer objetivos.

¿Podemos regular el desarrollo de la inteligencia artificial, podemos establecer leyes que limiten y dirijan el desarrollo del autómata cognitivo? Nada más ilusorio. Henry Kissinger lo dice claramente:

 “Es poco probable que la inclusión de precauciones relacionadas con aspectos éticos sirva para evitar errores como sugieren algunos investigadores. Hay disciplinas académicas enteras dedicadas a discutir cuáles serían estas reglas éticas. Entonces, ¿será la inteligencia artificial la que arbitre estos dilemas? escribe Kissinger, quien agrega:

“¿Qué le sucederá a la conciencia humana si su capacidad interpretativa es superada por la inteligencia artificial y las sociedades ya no pueden interpretar el mundo en el que viven de manera significativa?”

En su libro La fine del mondo (1977) Ernesto de Martino define el fin del mundo como la incapacidad de interpretar los signos que nos rodean. Y Kissinger observa que: “Para propósitos humanos, los juegos se juegan no solo para ganar, sino también para pensar. Si tratamos una concatenación matemática como si fuera un proceso de pensamiento, tratando de imitar ese proceso o simplemente aceptando sus resultados, nos estamos perdiendo la esencia de la cognición”.

 Derrota del pensamiento: la máquina gana porque no piensa: para ganar en el juego, calcular es más efectivo que pensar. Por el contrario, pensar puede ser un problema en la competencia económica y en general en la competencia por la supervivencia. Una vez que hemos establecido que el objetivo es ganar, entonces el pensamiento se convierte en un lastre de que debemos separarnos lo antes posible.

La distinción entre inteligencia y conciencia es crucial: la inteligencia prevalece en el juego gracias a la capacidad de recombinar, mientras que la conciencia, reflexión ética y sensible sobre los objetivos del juego, funciona como un obstáculo en la búsqueda de la meta. Yuval Harari escribió que “los humanos corren el riesgo de perder su valor competitivo porque la inteligencia tiende a disociarse de la conciencia”.

 Inteligencia es la capacidad de decidir entre alternativas decidibles (lógicas), pero sólo la conciencia puede decidir entre alternativas lógicamente indecidibles.

Inteligencia y conciencia divergen porque en el juego recombinante de la inteligencia, la conciencia puede ser un obstáculo para la victoria: en el juego de explotar o en el juego de matar lo que se necesita es inteligencia, la conciencia es un inconveniente.

 

CAOS Y RAZÓN DIGITAL 

Pese a su poder más que humano, por el momento la inteligencia artificial no parece imponerse en el proceso histórico, y no es probable que lo haga en un futuro cercano, estableciendo un orden inteligente y funcional: por lo que vemos lo que impera en las cosas del mundo no es un nuevo orden glacialmente artificial, sino la ola de la locura natural.

Cinco años después del texto de Kissinger, los artefactos inteligentes continúan su penetración en la vida cotidiana, pero están lejos de poder gobernarla. Los automatismos inteligentes se han infiltrado en el cuerpo de las sociedades, pero el organismo biosocial no actúa según un diseño inteligente.

De hecho, el caos es rampante en el mundo material e histórico.

La Ilustración prometió que la regla de la razón traería orden al mundo. Pero esto no está sucediendo, y quizás por eso Kissinger piensa que el creciente dominio de la inteligencia artificial está en contradicción con la Ilustración.

Pero en el ensayo ¿Qué comienza después del final de la Ilustración? (E-flux, número 96, 2019), el filósofo chino Yuk Hui responde a Kissinger.

 

https://www.e-flux.com/journal/96/245507/what-begins-after-the-end-of-the-enlightenment/

Lejos de ser el final de la Ilustración, el autómata cognitivo es su plena realización, dice Yuk.

“Kissinger está equivocado, la Ilustración no ha terminado de ninguna manera. La fuerza universalizadora de la tecnología es la realización del proyecto político de la Ilustración.” (Yuk Hui).

Sin embargo, agrega Yuk Hui, el reclamo universalista es el punto ciego de la Ilustración europea.

“Después de celebrar durante mucho tiempo la democracia como un valor universal inquebrantable de Occidente, la victoria de Donald Trump parece haber convertido esa hegemonía en una comedia. La democracia estadounidense ha resultado ser un mal populismo”.

La razón generó la luz de la técnica, pero luego la tecnología deslumbró a la razón.

“La fe en la Ilustración reemplaza a la fe religiosa sin darse cuenta de que es una fe en sí misma.” (Yuk Hui).

El filósofo chino observa que la razón de la filosofía europea es objeto exclusivo de la cosmología blanca, mientras que la tecnología posee una omnipresencia verdaderamente universal.

Según Yuk Hui, la implementación de la tecnología tiene lugar en el contexto de diferentes cosmologías, sin embargo, la tecnología en sí misma tiene una dimensión transcultural mucho más generalizada que la democracia liberal. De modo que el oscurantismo, siendo una negación de la Ilustración, es también su continuación, su efecto.

Pero ya en 1941, en la Introducción a la Dialéctica de la Ilustración, Horkheimer y Adorno habían captado el núcleo filosófico de esta paradoja de la Ilustración:

“El mismo concepto de iluminación contiene el germen de la regresión que vemos hoy. Si la Ilustración no adquiere conciencia de su momento regresivo, marca su sentencia de muerte.”

 

¿Por qué la realización de la razón ha producido, o en todo caso no logra evitar, el caos geopolítico, social y psíquico que estalla inconteniblemente en esta década?

Contrariamente a lo que prometía la ideología californiana, la superposición de redes digitales y redes orgánicas y conscientes se ha revelado como una fuente de caos, no de orden.

La automatización industrial había reemplazado la ejecución humana de una tarea con la ejecución técnica de la misma tarea. La inteligencia artificial actúa no solo sobre la ejecución, sino también sobre los objetivos: gracias a técnicas de autoaprendizaje, la máquina es capaz de establecer tareas y objetivos.

Los sistemas de aprendizaje automático han impuesto sus objetivos y reglas automáticas al conjunto social. El sistema financiero, el corazón automatizado del capitalismo, inflige sus reglas (matemáticas) sobre el cuerpo vivo e impone procedimientos e interacciones. Este sistema funciona muy bien para aumentar las ganancias, pero no funciona en absoluto para la sociedad en su conjunto.

Las redes digitales, como el sistema financiero, han penetrado en el organismo social y tomado el control de los procesos orgánicos, pero los dos niveles no pueden armonizar: la exactitud digital (conexión) no puede armonizar con la intensidad orgánica (conjunción).

El tiempo y la matemática no pueden coincidir, porque en el tiempo hay alegría, tristeza y muerte, que las matemáticas sólo pueden ignorar.

 

Reeves también habla del programa bing, otro chatbot que tiene la capacidad de realizar comportamientos humanos gracias a su cerebro recombinante.

Después de dos horas de conversación profunda, Bing llegó a decir que quería hacer el amor con el periodista y le propuso dejar a su legítima esposa. Impactante, sin duda. Algunos podrían estar tentados a decir, como lo hizo un funcionario de Microsoft que fue despedido por ello, que un programa como este demuestra que tiene un alma, una espiritualidad.

Pero desde un punto de vista filosófico es necesario distinguir la ejecución de un comportamiento humano de la experiencia humana.

La experiencia es placer, dolor y decadencia.

Experiri significa vivir en el horizonte de la muerte, del devenir nada: y este horizonte no se puede traducir al lenguaje recombinante.

Irreductiblemente distintos, el autómata cognitivo y el caos viviente evolucionan juntos, y juntos se retuercen en una espiral arremolinada en el cielo del siglo.

De este giro en espiral incontrolable podemos sacar auspicios sobre la evolución política del siglo XXI.

 

 

 

 

Principio del formulario

 

lunes, 6 de marzo de 2023

BYUNG CHUL HAN Y LA HAPPYCRACIA

 

En 2019 fue publicado un libro de dos reputados autores: Edgar Cabanas y Eva Illouz. Su título es “ Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas” y lo editó Paidós. Se trata de un texto que resalta la lucidez de sus autores y su posicionamiento crítico con respecto al mito de la felicidad, que constituye el fundamento de la expansiva industria de la felicidad, que se propaga en todos los campos sociales, remodelando todas las instituciones. En un mundo en el que el proyecto neoliberal apenas encuentra oposición, la mitología y mística de la felicidad deviene en ideología dominante que reconfigura las vidas y formatea los nuevos malestares sociales.

El concepto más importante que proponen los autores remite a que la expansión de la felicidad remite a la creación de unos estados psicológicos que son susceptibles de ser gestionados por cada cual, cultivando la fuerza interior asociada a nuestro auténtico yo. Este aserto se libera de las condiciones asociadas a la posición estructural de cada sujeto, que imponen limitaciones inexorables a estos en su praxis de vivir. De este modo, cada individuo es responsabilizado en exclusiva de su propia felicidad. La ideología de la felicidad resulta ser un poderoso factor de refuerzo de la individualización, que constituye la columna vertebral del proyecto neoliberal en curso.

La ideología de la felicidad ampara la gestión del yo mediante las prácticas orientadas a la autorrealización y el crecimiento personal. El resultado es la emergencia de la psicología positiva, que se instala en el centro de la sociedad sustentada en sus propuestas sobre la inteligencia emocional, la autoestima, el optimismo, la resiliencia, la automotivación y el éxito personal. La misma salud es reformulada desde esta perspectiva, fundándose en un estado subjetivo de optimismo. Aquellos individuos que no son considerados como felices, son estigmatizados como personas caracterizadas por sus deficiencias psicológicas individuales. La riqueza y la pobreza, el éxito y el fracaso, la salud y la enfermedad y las carreras profesionales son interpretadas como consecuencia de actos personales liberados de cualquier condicionante estructural.

La colisión entre la ideología de la felicidad y las estructuras sociales, que en este tiempo son estrictamente dualizadoras, en tanto que establecen barreras infranqueables a las clases subalternas, constituye la fuente de malestares sociales múltiples que expresan las tensiones derivadas de la quimera de gestionar los yoes para cumplir las exigencias del buen ciudadano feliz. Estos malestares realimentan el colosal mercado de propuestas terapéuticas psi y sus múltiples profesiones al servicio del imperativo de ser feliz.

La verdad es que la explosión de la ideología de la felicidad implica su aparición en todas las partes. Por poner un ejemplo, en la peluquería, que es la instancia en la que me encuentro bruscamente con el presente y las tendencias. Uno de los artistas que desarrolla sus artes para reducir y remodelar mis barbas salvajes, me cuenta sus vacaciones, de modo que rompe mis esquemas sociológicos acerca de las categorías sociales. Se trata de un chico muy joven, ubicado en una posición laboral inestable y relativamente frágil, limitado por su renta disponible, pero dotado de representaciones liberadas de esa posición. Sus últimas vacaciones se modelan según el patrón codificado por Bauman de “artista de la vida”. Aún a pesar de su limitación monetaria alterna tres destinos. En alguno, compartido con varios de sus colegas, duermen en una habitación en una sola cama, reforzada por sillas para situar las piernas, pues duermen los cuatro en posición horizontal, la única posible.

Pero en su relato no concede ninguna importancia a esta privación y hace énfasis en actividades como la vela o el submarinismo, que más allá de su valor de uso, suponen su inclusión en un sistema simbólico que trasciende su posición. Se trata de una formidable emulación de papeles supuestamente inalcanzables, pero que él consigue sortear. Cuando estoy inmóvil en mi sillón y él manipula mis barbas, percibo en su integridad la mutación de la felicidad efímera y la perfección que ha alcanzado el simulacro. Me pregunto que pensará de mí, sujeto disciplinado por su posición social objetiva y carente de proyectos de ensoñación. Apuesto acerca de cuál de los dos terminará en el sillón de un psicólogo. En eso no tengo dudas, al final será él quien asiente sus posaderas en tan insigne poltrona psicológica.

He encontrado un texto de Byung Chul Han que ubica la ideología de la felicidad en el conjunto del sistema político y social. Sintetiza certeramente sus propuestas desarrolladas en varios libros. Está publicado en Bloghemia, Enero 14, 2023. Bloghemia,  https://www.bloghemia.com/2023/01/byung-chul-han-la-nueva-formula-de.html https://www.bloghemia.com/2023/01/byung-chul-han-la-nueva-formula-de.htmlEste es el texto

 

 BYUNG-CHUL HAN : LA NUEVA FÓRMULA DE DOMINACIÓN ES «SÉ FELIZ»

El sometido ni siquiera es consciente de su sometimiento. Se figura que es muy libre. Sin necesidad de que lo obliguen desde afuera, se explota voluntariamente a sí mismo creyendo que se está realizando

Texto del filósofo surcoreano Byung-Chul Han

 

En la época posindustrial y posheroica el cuerpo no es avanzadilla ni medio de producción. A diferencia del cuerpo disciplinado, el cuerpo hedonista, que se gusta y se disfruta a sí mismo sin orientarse de ninguna manera a un fin superior, desarrolla una postura de rechazo hacia el dolor. Le parece que el dolor carece por completo de sentido y de utilidad.

 El actual sujeto del rendimiento se diferencia radicalmente del sujeto disciplinario. Tampoco es un «trabajador» en el sentido de Jünger. En la sociedad neoliberal del rendimiento las negatividades, tales como las obligaciones, las prohibiciones o los castigos, dejan paso a positividades tales como la motivación, la autooptimización o la autorrealización. Los espacios disciplinarios son sustituidos por zonas de bienestar. El dolor pierde toda referencia al poder y al dominio. Se despolitiza y pasa a convertirse en un asunto médico.

La nueva fórmula de dominación es «sé feliz». La positividad de la felicidad desbanca a la negatividad del dolor. Como capital emocional positivo, la felicidad debe proporcionar una ininterrumpida capacidad de rendimiento. La automotivación y la autooptimización hacen que el dispositivo neoliberal de felicidad sea muy eficaz, pues el poder se las arregla entonces muy bien sin necesidad de hacer demasiado. El sometido ni siquiera es consciente de su sometimiento. Se figura que es muy libre. Sin necesidad de que lo obliguen desde afuera, se explota voluntariamente a sí mismo creyendo que se está realizando. La libertad no se reprime, sino que se explota. El imperativo de ser feliz genera una presión que es más devastadora que el imperativo de ser obediente.

En el régimen neoliberal también el poder asume una forma positiva. Se vuelve elegante. A diferencia del represivo poder disciplinario ,el poder elegante no duele. El poder se desvincula por completo del dolor. Se las arregla sin necesidad de ejercer ninguna represión. La sumisión se lleva a cabo como autooptimización y autorrealización. El poder elegante opera de forma seductora y permisiva. Como se hace pasar por libertad, es más invisible que el represivo poder disciplinario. También la vigilancia asume una forma elegante. Constantemente se nos incita a que comuniquemos nuestras necesidades, nuestros deseos y nuestras preferencias, y a que contemos nuestra vida. La comunicación total acaba coincidiendo con la vigilancia total, el desnudamiento pornográfico acaba siendo lo mismo que la vigilancia panóptica. La libertad y la vigilancia se vuelven indiscernibles.

El dispositivo neoliberal de felicidad nos distrae de la situación de dominio establecida obligándonos a una introspección anímica. Se encarga de que cada uno se ocupe solo de sí mismo, de su propia psicología, en lugar de cuestionar críticamente la situación social. El sufrimiento, del cual sería responsable la sociedad, se privatiza y se convierte en un asunto psicológico. Lo que hay que mejorar no son las situaciones sociales, sino los estados anímicos. La exigencia de optimizar el alma, que en realidad la obliga a ajustarse a las relaciones de poder establecidas, oculta las injusticias sociales. Así es como la psicología positiva consuma el final de la revolución.

Los que salen al escenario ya no son los revolucionarios, sino unos entrenadores motivacionales que se encargan de que no aflore el descontento, y mucho menos el enojo: «En vísperas de la crisis económica mundial de los años veinte, con sus extremas contradicciones sociales, había muchos representantes de trabajadores y activistas radicales que denunciaban los excesos de los ricos y la miseria de los pobres. Frente a eso, en el siglo XXI una camada muy distinta y mucho más numerosa de ideólogos propagaba lo contrario: que en nuestra sociedad profundamente desigual todo estaría en orden y que a todo aquel que se esforzara le iría muchísimo mejor. Los motivadores y otros representantes del pensamiento positivo traían una buena nueva para las personas que, a causa de las permanentes convulsiones del mercado laboral, se hallaban al borde de la ruina económica: dad la bienvenida a todo cambio, por mucho que asuste, vedlo como una oportunidad».

También la voluntad de combatir el dolor a toda costa hace olvidar que el dolor se transmite socialmente. El dolor refleja desajustes socioeconómicos de los que se resiente tanto la psique como el cuerpo. Los analgésicos, prescritos masivamente, ocultan las situaciones sociales causantes de dolores. Reducir el tratamiento del dolor exclusivamente a los ámbitos de la medicación y la farmacia impide que el dolor se haga lenguaje e incluso crítica. Con ello el dolor queda privado de su carácter de objeto, e incluso de su carácter social. La sociedad paliativa se inmuniza frente a la crítica insensibilizando mediante medicamentos o induciendo un embotamiento con ayuda de los medios. También los medios sociales y los juegos de ordenador actúan como anestésicos. La permanente anestesia social impide el conocimiento y la reflexión y reprime la verdad. En su Dialéctica negativa escribe Adorno: «La necesidad de prestar voz al sufrimiento es condición de toda verdad. Pues el sufrimiento es objetividad que pesa sobre el sujeto; lo que este experimenta como lo más subjetivo suyo, su expresión, está objetivamente mediado».

El dispositivo de felicidad aísla a los hombres y conduce a una despolitización de la sociedad y a una pérdida de la solidaridad. Cada uno debe preocuparse por sí mismo de su propia felicidad. La felicidad pasa a ser un asunto privado. También el sufrimiento se interpreta como resultado del propio fracaso. Por eso, en lugar de revolución lo que hay es depresión. Mientras nos esforzamos en vano por curar la propia alma perdemos de vista las situaciones colectivas que causan los desajustes sociales. Cuando nos sentimos afligidos por la angustia y la inseguridad no responsabilizamos a la sociedad, sino a nosotros mismos. Pero el fermento de la revolución es el dolor sentido en común. El dispositivo neoliberal de felicidad lo ataja de raíz. La sociedad paliativa despolitiza el dolor sometiéndolo a tratamiento medicinal y privatizándolo. De este modo se reprime y se desbanca la dimensión social del dolor. Los dolores crónicos que podrían interpretarse como síntomas patológicos de la sociedad del cansancio no lanzan ninguna protesta. En la sociedad neoliberal del rendimiento el cansancio es apolítico en la medida en que representa un cansancio del yo. Es un síntoma del sujeto narcisista del rendimiento que se ha quedado desfondado. En lugar de hacer que las personas se asocien en un nosotros, las aísla. Hay que diferenciarlo de aquel cansancio colectivo que configura y cohesiona una comunidad. El cansancio del yo es la mejor profilaxis contra la revolución.

El dispositivo neoliberal de felicidad cosifica la felicidad. La felicidad es más que la suma de sensaciones positivas que prometen un aumento del rendimiento. No está sujeta a la lógica de la optimización. Se caracteriza por no poder disponer de ella. Le es inherente una negatividad. La verdadera felicidad solo es posible en fragmentos. Es justamente el dolor lo que preserva a la felicidad de cosificarse. Y le otorga duración. El dolor trae la felicidad y la sostiene. Felicidad doliente no es un oxímoron. Toda intensidad es dolorosa. En la pasión se fusionan dolor y felicidad. La dicha profunda contiene un factor de sufrimiento. Según Nietzsche, dolor y felicidad son «dos hermanos, y gemelos, que crecen juntos o que […] juntos siguen siendo pequeños». Si se ataja el dolor, la felicidad se trivializa y se convierte en un confort apático. Quien no es receptivo para el dolor también se cierra a la felicidad profunda: «La abundancia de especies del sufrir cae como un remolino inacabable de nieve sobre un hombre así, al tiempo que sobre él se descargan los rayos más intensos del dolor. Solo con esta condición, estar siempre abierto al dolor, venga de donde venga y hasta lo más profundo, sabrá estar abierto a las especies más delicadas y sublimes de la felicidad».