jueves, 11 de julio de 2019

UNA CONVERSACIÓN IMAGINARIA CON BUKOWSKI


En la primera hora de la mañana, es inevitable ser alcanzado por los sonidos de la videopolítica, que se filtran por las grietas de mi sistema de protección. Las estrellas audiovisuales y las legiones de los comentaristas y expertos acompañantes, conforman un coro que extiende sus voces autorreferenciales por los hogares, los bares, los automóviles y los autobuses. A pesar de mis estrategias sofisticadas para distanciarme de este sórdido espectáculo, es imposible evitar que los murmullos se hagan presentes en mis castigados oídos, que lo transportan a mi saturado cerebro. Las contiendas por la adquisición y conservación de poder político se disfrazan de múltiples máscaras, pero todas remiten a una aplicación estandarizada de la teoría de los juegos.

En estos últimos días, leo a esta hora poemas de Bukowski.  Un libro publicado por Penguin Random House Grupo Editorial, cuyo título es el de uno de sus poemas “Garras del paraíso”, me permite tomar distancia con el agobiante y necio espectáculo de la actualidad política, que comparece desde el mismo amanecer en mi entorno vital. Así consigo salir de la actualidad mediatizada y prefabricada por los operadores del sistema, viajando al universo de Bukowski, que me estimula para pensar en otras cosas más relevantes.

Bukowski es un crítico implacable de la razón que preside las vidas en las sociedades industriales. En sus textos comparecen los personajes que encarnan los requerimientos de un sistema que ha sido definido por Weber como “la jaula de hierro”. Las vidas se encuentran estrictamente sometidas a los guiones requeridos por este sistema de producción y consumo. El sujeto disciplinado es su arquetipo personal. Este es subjetivado por las normas del estado sólido de la época, además de los imperativos del mercado de trabajo, la burocracia y la norma de consumo fordista. La vida sucede de un modo mecanizado y rígido, en el que las excepciones son escasas.

Paul Goodman es uno de los autores que ha conceptualizado con mayor precisión este entramado de instituciones que se sobreponen a las personas. Lo denomina como “la gran organización”. Desde esta perspectiva, explica los acontecimientos que conforman las turbulencias culturales que comienzan en los años sesenta, como una fuga de la gran organización. Esta puede ser representada como la suma del mercado y el estado. La potencialidad de estas estructuras sistémicas constriñe a las personas que realizan las vidas en el interior de lo que lúcidamente Weber denominó como los “Envases de la servidumbre”. Los sujetos solo pueden evadirse de estos moldes pétreos en escasas ocasiones, en los que la fiesta representa un desvarío efímero, tras la que el retorno a las normas y los sentidos de la gran organización son inapelables.

Bukowski vive en los márgenes de este sistema y de su racionalidad. En sus textos comparecen los fugados y expulsados que pueblan los márgenes de estas configuraciones sociales que conforman la gran organización. El contraste entre los héroes de sus historias y los sujetos disciplinados que habitan en los mundos de la normalidad, es esclarecedor. En este sentido, se puede afirmar que su obra constituye una crítica de lo que hoy se entiende como razón cuerdista. La mayoría de cuerdos-normales, confinados en la jaula de hierro de las sociedades industriales, es demolida mediante la presentación de sus miserias cotidianas.

Su obra puede ser interpretada en el contexto del fordismo maduro y el inicio del tránsito al postfordismo. Murió en 1994. Por consiguiente, no pudo vivir las transformaciones operadas desde estos años, que significan cambios de gran alcance. Por eso me gusta simular una conversación con él. Cuando le cuento el signo de las nuevas instituciones de la individuación; la clientelización derivada de la nueva norma de consumo; los efectos demoledores de las industrias del cuerpo y de la medicalización; las pautas que sigue la gran psicologización que ampara el nuevo imperio psi; los avatares del nuevo mercado de trabajo bajo la batuta de los gerentes y los gurús-brujos de la empresa; la multiplicación de la constelación que tiene como astro-rey a la televisión; la conversión de la vida cotidiana en un espacio en el que cada sujeto tiene que producir méritos en todos los órdenes…Intuyo sus risas y sus palabrotas.

Imagino su reacción ante la metamorfosis de la normalidad. Los normales son ahora seres severamente estimulados y conducidos por las nuevas autoridades expertas y de la comunicación. El sujeto disciplinado de la sociedad industrial que él vivió, es reemplazado por el nuevo sujeto que entiende como libertad sus prácticas cotidianas para cumplir con las severas conminaciones sociales programadas por los dispositivos de conducción experta. Me temo que le sería difícil comprender la dialéctica existente entre el disciplinamiento riguroso, que hoy es autodisciplinamiento, y las fugas cíclicas a territorios vitales no gobernados por la razón instrumental. Tras la fiesta se impone el retorno a la nueva versión de la gran organización.

La vida en el presente requiere la vigorosa gestión de sí mismo. De un lado, alimentar el currículum profesional mediante aportaciones continuas. De otro, cultivar lo vivido como experiencia que tiene que ser imperativamente comunicada en las redes. El sujeto autodisciplinado es un titán que hace frente a todas las programaciones expertas, que alcanzan su propia vida e intimidad. Puedo imaginar su perplejidad multiplicada en los contextos del siglo XXI, así como el vigor de su respuesta. Su célebre metáfora de que es preciso saber atravesar el fuego, parece más dificultoso en la actualidad.
Termino reproduciendo estos poemas que denotan una inteligencia y sensibilidad inquietantes, en un talento automarginado tan relevante.

¿QUÉ TAL TU CORAZÓN?

en mis peores tiempos
en los bancos de los parques
en las cárceles
o viviendo con
putas
sentía siempre una cierta
satisfacción-
no lo llamaría
felicidad-
era más bien un equilibrio
interior
que se amoldaba a
cuanto sucedía
y era de gran ayuda en las
fábricas
y cuando las relaciones
iban mal
con las
chicas
me ayudó
a pasar las
guerras y las
resacas
en las peleas de callejón
los
hospitales
despertarse en un cuartucho
en una ciudad extraña y
subir la persiana-
esa era la clase más loca de
satisfacción.
y acercarme ben el cuarto
a un viejo tocador con el
espejo roto-
mirarme, feo
riéndome de todo.
lo más importante es
saber
atravesar el
fuego.

HOLA, ¿CÓMO ESTÁS?

ese miedo a ser lo que son:
muertos.
al menos no están en la calle, tienen
que permanecer dentro atendidos, esos
pálidos locos que se sientan solos delante del televisor,
sus vidas llenas de risa enlatada, mutilada.
su vecindario ideal
de coches aparcados
de parcelitas verdes de césped
de casitas
de puertecitas que se abren y se cierran
cuando los familiares se pasan de visita
allí las vacaciones enteras
puertas que se cierran
tras los moribundos que mueren tan despacio
tras los muertos todavía vivos
en tu típico vecindario tranquilo
de calles en curva
de agonía
de confusión
de terror
de miedo
de ignorancia
un perro quieto detrás de una valla.
un hombre callado en la ventana.




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