viernes, 16 de noviembre de 2018

LIBERTAD PARA LOS 14 DEL 15 M


El próximo mes de enero van a ser juzgadas las 14 personas que fueron detenidas en la manifestación inicial del 15M en Madrid. Les piden 76 años en total por el delito de manifestarse. Ocho años después del acontecimiento, los tribunales juzgan a estos activistas en un contexto en el que la estela del mismo se ha disipado. Así, estos representan los últimos del 15 M, cuyo espíritu declina tras un breve tiempo de esplendor. Tras este, el espectro del régimen del 78 reaparece más vigoroso que nunca, ahora reforzado por los contingentes de los nuevos partidos que invocan al mismo. 

En el tiempo transcurrido los cambios propuestos desde las plazas se han bloqueado. La creación de dos nuevos partidos que se autodenominan como “la nueva política”, ha tenido un recorrido muy corto. En poco tiempo han adquirido los atributos de los partidos que han conformado el bipartidismo. Los elementos que parecían renovadores, tales como las primarias, han sido reabsorbidos por las estructuras partidarias, resultando una patética simulación. En los pocos años transcurridos, los contingentes de víctimas –expulsados, desplazados, silenciados y estigmatizados- han adquirido una magnitud inquietante.

El cambio político ha sido radicalmente bloqueado en un sistema de partidos en el que reina esplendorosamente el sistema mayoritario aumentado y corregido. Quienes pierden las votaciones son privados de la palabra y de la visibilidad mediática. Perder una votación implica una verdadera condena política y moral. Tania Sánchez deviene en símbolo del castigo, siendo ubicada en la frontera del campo visual del parlamento, así como tras una barrera física. En estos días se asiste a la eliminación de los concejales de Podemos en el ayuntamiento de Madrid, que son ejecutados con una contundencia insólita.

El 15 M fue una explosión democrática en la que muchos de los privados de la palabra tomaron el espacio de las plazas para reivindicarse en un contexto en el que impere la pluralidad y la deliberación. Pero los núcleos directivos de los nuevos partidos han instaurado un modelo que puede sintetizarse en votar y callar. Votar sin deliberación no es democrático, sino justamente lo contrario. Expresar cualquier duda o diferencia implica ser sancionado mediante la asignación del estatuto de la traición. Los dirigentes vivos que comparecían en las televisiones en los primeros años cargados de carisma, ahora comparecen adoptando una severidad propia de un tribunal de inquisición en la persecución del enemigo interno, así como con una zafiedad intelectual insólita. La frase de “lavar la ropa dentro de casa” expresa su involución democrática.

Esta regresión que tiene lugar en el mundo de la política y sus instituciones específicas, se acompaña de una involución en toda la sociedad, acentuada en aquella institución que deviene central: la judicatura. Docenas de personas son procesadas y multadas por expresar opiniones políticas o formular críticas a las instituciones del viejo orden. El paisaje social y cultural se torna más gris que nunca. Asimismo, la estructura social se encuentra en proceso de congelación. La sociedad dual que suscitó la revuelta del 15 M permanece incólume, en tanto que los partidos de la nueva política ponen en escena un repertorio de simulaciones mediáticas que no afectan a las cuestiones esenciales, tales como las condiciones de trabajo, de acceso a la vivienda o la recuperación del estado del bienestar.

En esta situación, la defensa de los últimos del 15 M, adquiere una importancia fundamental. Estos representan a las gentes que impulsaron esta movilización para ser apartadas por las nuevas élites emergentes. Estas desarrollan políticas de reconversión de la gente en espectadores mediáticos, cuya actividad se reduce a mirar, aplaudir y votar, siendo objeto de las estrategias mediáticas con la pretensión de emocionarlos. Las gentes de las plazas han sido negadas contundentemente. En su nombre, las nuevas élites tratan de acumular escaños en las esclerotizadas instituciones que han tenido la capacidad de reproducirse fingiendo la implementación del mandato nacido en las plazas.

Por esta razón apoyo públicamente a los últimos del 15 M. Este es su manifiesto

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Manifiesto de apoyo a los 14 del 15M
Hace más de una década del comienzo de una de las mayores crisis económicas del capitalismo. Sus efectos más visibles fueron el empeoramiento de las condiciones materiales de vida para la inmensa mayoría, pero también el aumento del dominio de la economía, la mercancía y el dinero sobre aún más esferas de la vida. Aunque todo esto no se produjo sin conflicto. Una ola de movilizaciones recorrió el mundo e impugnó la marcha que se quiere imponer al mismo.

Bajo el lema “No somos mercancías en manos de políticos y banqueros”, miles de personas con sensibilidades políticas muy distintas se manifestaron en Madrid el 15 de mayo de 2011. Una veintena de personas fueron detenidas esa noche y otra veintena decidió acampar en la Puerta del Sol de Madrid para mostrar su solidaridad con las personas detenidas y exigir su liberación. Tras un brutal desalojo de las personas acampadas en la plaza, cientos de personas volvieron a acampar al día siguiente, y miles se acabaron encontrando en la plaza. Durante semanas se organizaron asambleas abiertas en la plaza, movilizaciones y acciones de protesta, y también ensayos de autoorganización que apuntaban a formas diferentes de entender y de hacer. Ese movimiento, difuso y diverso, surgió de la rabia y de la indignación, pero también de la esperanza. En su primera hora se materializó con un gesto de solidaridad con las personas detenidas y en respuesta a los abusos y la impunidad de la violencia policial, que solo respondía al miedo del poder a la movilización en la calle.

Las personas detenidas el 15M fueron puestas en libertad con cargos en espera de juicio tras pasar 72 horas detenidas e incomunicadas en comisaría. Al salir escribieron un comunicado en el que denunciaban las agresiones y vejaciones a las que que fueron sometidas, tanto en el momento de la detención como durante los días que pasaron en los calabozos1, denuncia que no fue objeto de ninguna investigación ni por parte de la fiscalía ni de ninguna otra institución gubernamental. Nada fuera de lo común, por otro lado. Como tampoco son ajenos a la normalidad los cambios en la versión de la policía y los hechos y cargos de que se iba acusando a los detenidos. Años de instrucción de un juicio en el que no hay más pruebas que las declaraciones de los policías, y años desde que esa fase de instrucción se cerró hasta que los tribunales han tenido a bien fijar una fecha para el juicio.

En febrero de 2019, ¡casi ocho años después!, 14 de aquellas personas que fueron detenidas el 15 de mayo de 2011 se enfrentan a cargos de hasta 6 años de prisión (un total de 74 años si sumamos todas las penas). No son las únicas. Hay cientos de juicios a activistas esperando, muchos de ellos también desde hace 7, 8, 9 años. En casi todos los casos el esquema se reproduce como si siguiese un guión: detención violenta, agresiones y humillaciones en comisaría, cambios de la versión policial… Aunque en muchos casos hay numerosos documentos visuales de las agresiones policiales, ninguno de ellos ha sido objeto de investigación de oficio, muy pocos llegaron a jucio, y en ninguno de ellos ha habido ni condena, ni responsablidad del Estado, ni reconocimiento de los daños causados (ni siquiera en los casos más graves, como el asesinato de Íñigo Cabacas).

El objetivo de la represión es claro: servir de escarmiento, asegurarse de que todo el mundo sepa que por manifestarse, protestar, organizarse y luchar se puede acabar apaleado, detenido y encarcelado. Y con ello mantener la impunidad, esconder la verdad de quién ejerce realmente la violencia, crear un clima de miedo que asegure la desmovilización y la sumisión a las condiciones dictadas por la economía, ejecutadas por los gobiernos y blindadas por la policía y la justicia. Y así, en todo el mundo la represión se recrudece, los estados de excepción se amplían y la maquinaria judicial se engrasa para evitar cualquier atisbo de nuevas protestas, de nuevas formas de autoorganización, de cualquier impugnacion por pequeña y parcial que sea del mundo tal y como es, y tal y como el poder económico puede permitir que sea.

Pero no les resultará fácil someternos, y mucho menos callarnos ni encerrarnos. Frente a los viejos y nuevos autoritarismos, frente a la represión de las luchas sociales, frente a la nueva normalidad de la mordaza y las leyes de excepción, siempre responderemos con la solidaridad.

Si nos tocan a una, nos tocan a todas. En febrero de 2019 nos juzgan a todas. Y no nos quedaremos ni calladas ni quietas.

Exigimos la absolución para los 14 del 15M y la revisión de todas las causas judiciales pendientes.

Asamblea Popular de Lavapiés 15M
Para adhesiones: 14del15mlibertad@gmail.com



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