domingo, 20 de septiembre de 2015

LOS SENTIDOS DE LAS VACUNACIONES

En estos días tiene lugar la 30 edición de los Seminarios de Innovación en Atención Primaria. Esta edición versa sobre “Vacunas. Beneficios y daños. Ciencia, clínica y sociedad”. No participo en esta edición pero imagino el intenso flujo de mensajes y textos de apoyo  que sustenta intercambios y discusiones entre los participantes, que van desplazando el centro de interés, acumulando deliberaciones y cuestiones. En las ocasiones que he participado me he sentido desbordado por la circulación de comunicaciones. Estoy inscrito en el siguiente “Pacientes que lloran y otras consultas sagradas” y ya llegan a mi correo casos de máximo interés que suscitan reflexiones, dudas y preguntas, que anuncian la intensificación del mes anterior a la sesión presencial final.

Sin ánimo de entrar en el tema, en el que supongo que las distintas perspectivas epidemiológicas y clínicas generarán consensos, diferencias, límites y periferias, me parece importante subrayar que las vacunaciones masivas de esta época no pueden entenderse sólo desde la perspectiva de su impacto en la salud. La intervención de los poderes económicos, políticos y mediáticos conforman un campo multidimensional en el que coexisten distintos sentidos. Las vacunas son un producto producido industrialmente, y, como tal, se encuentra sometido a los imperativos de la productividad y consumatividad. Pero más allá, desde una perspectiva sociológica, las vacunaciones masivas constituyen un campo de experimentación de la nueva sociedad de control.

La gran mayoría de paradigmas de las ciencias sociales  entienden las sociedades desde la producción, el consumo y las instituciones, clasificándolas según los parámetros que definen a estas dimensiones. Pero en los últimos tiempos aparecen acontecimientos críticos que son imposibles de encuadrar en estos criterios. Me refiero a los inducidos por la explosión de los media en versión de la imagen, así como de nuevas instituciones cuyas lógicas de gobierno pueden ser consideradas como herederas de la ilustración y la modernidad. Las asociadas a la gestión, a la conducción del yo  y a las versiones más agresivas del marketing y la publicidad. La respuesta a esta incongruencia es la emergencia de distintas interpretaciones unificadas por la etiqueta de sociedades de control. Todas ellas se encuentran unificadas por sus énfasis en las formas de gobierno y las distorsiones en los procesos de formación de la voluntad política fundadas en las capacidades intelectivas de las personas.

Las vacunaciones constituyen un emblema de los lados oscuros del progreso científico-técnico. En tanto que los laboratorios las producen industrialmente y desarrollan sus estrategias de marketing múltiple sobre los profesionales, las autoridades y las poblaciones, intervienen en el campo político para garantizar las decisiones favorables a sus intereses. De este modo se produce una escalada de vacunaciones respaldadas por las sinergias entre los productores, las instancias de decisión del nuevo estado emprendedor, en su nueva versión terapéutica que hubiera inquietado a Thomas Szasz.

Pero el aspecto más novedoso, que constituye el reverso de la expansión terapéutica radica en la quiebra del consenso científico. En el interior de la comunidad científica y la profesión médica comparecen voces que cuestionan los beneficios de distintos procesos de vacunación, identificando paradojas, sesgos y riesgos. De este modo se genera una controversia que es encerrada en espacios especializados, de modo que no se encuentra presente en los medios masivos así como en las deliberaciones de gobierno. Las voces críticas son ocultadas y silenciadas. No son prohibidas pero nadie discute con ellas.

Así,  el disenso acerca de las vacunas no llega a la opinión pública, en tanto que los sectores críticos no tienen acceso a los grandes medios de comunicación. El acceso limitado de las voces disidentes genera una zona de oscuridad, en tanto que no se visibilizan sus posiciones. De este modo, la población es inducida a vacunarse mediante la activación de los miedos, mediante un dictamen experto que excluye a una parte de las interpretaciones. No parece que esta situación encaje con los cánones de una sociedad fundada en la razón y la ciencia. Por el contrario remite a las peores situaciones anteriores a la ilustración, aunque la manipulación se funde ahora con las magias mediatizadas.

El resultado es la conformación de un sujeto manipulado, que carece de acceso a la discusión científica y ciudadana, que tiene lugar en espacios profesionales selectivos. Los poderes industriales y políticos estimulan a la opinión pública mediante la activación de los miedos, la imposición de un sentido común sórdido que no se basa en la información, la manipulación convertida en un arte y la descalificación de los críticos mediante su silenciamiento en el sistema mediático. La apelación a las capacidades intelectivas de las personas es sustituida por la constitución del sujeto vacunado, entendida como un ente que delega sus decisiones en los expertos oficiales.

El resultado de estos procesos es la imposición de la dimensión económica de los productos-vacuna sobre su dimensión de salud. Así el mercado alcanza todo su esplendor, confirmando su función central de expandir las necesidades, estimular la demanda, seducir a los consumidores mediante sus imaginerías visuales y colonizar las cogniciones. Las estructuras sectoriales, antaño dotadas de cierta autonomía, como la profesión médica, son reestructuradas sobre la subordinación a los imperativos del mercado, que se sobreentiende como una forma de progreso inmodificable.

Dice Iván Illich que las profesiones tienen la función de determinar las necesidades. Ahora, en los tiempos de la producción inmaterial, se refuerza el valor de este precepto. Pero, lo paradójico se hace presente mediante la ocultación mediática del disenso científico. De este modo se hace patente la afirmación de Illich de que ignorar las propias necesidades es un acto antisocial, así como que un buen ciudadano es aquél que se asigna las necesidades determinadas por los expertos con convicción. El dispositivo del estado emprendedor, la profesión médica y los medios de comunicación construyen al sujeto vacunado, obediente a sus prescripciones y con una convicción que facilita su movilización frente a los disidentes convertidos en antisociales en determinadas situaciones. Nunca olvidaré las imágenes de personas con máscaras en el tiempo de la penúltima alarma por la gripe.

El tiempo presente se caracteriza por la conminación a las personas para que sean sujetos activos y comprometidos en la modelación de su vida. Pero las decisiones de estos se enmarcan en un escenario constituido por las nuevas instituciones, en el que el margen de desviación tolerado es mínimo. Así, la apariencia de libertad encubre una coerción permanente, en tanto que los disidentes son vigilados y acosados, no sólo por los dispositivos de gobierno, sino también por sus propios semejantes, constituidos en agentes del consenso obligatorio determinado por las prescripciones de los expertos. La vida es desmenuzada en múltiples esferas en dependencia de la autoridad experta y las personas clasificadas por su nivel de adhesión y cumplimiento a los dictámenes expertos.

Entonces, tras el problema de las vacunaciones masivas se encuentran varios sentidos contrapuestos: el profesional basado en la dimensión salud; el económico derivado del complejo productivo; el político, congruente con la ideología del crecimiento, y, por último, el de la constitución de un nuevo sujeto conductor de su propia vida, que se desarrolla en los laberintos construidos por la nueva sociedad de control, que apela al crecimiento personal sin fin. Así las vacunaciones constituyen episodios que visibilizan la nueva vigilancia múltiple, que trasciende los cánones de las sociedades disciplinarias convencionales del pasado.

El campo veterinario ilustra esta situación. El mercado profesional de los animales domésticos se constituye como un campo de experimentación para innovaciones que después son incorporadas al campo médico. La consulta es una instancia apostólica en la que se informa y dialoga con los propietarios de los animales para ilustrarles sobre las novedades, que incluyen nuevas definiciones de los problemas de salud, siempre determinadas por las innovaciones terapéuticas, las renovadas carteras de servicios y las normas acerca del estilo de vida del animal.

Pues bien, en el campo veterinario la coalición entre el estado emprendedor y los profesionales es extremadamente sólida. No se prestan servicios a los animales que no estén vacunados. La cartilla de cada animal es su historia de vacunaciones. Las obligatorias incluyen la de la rabia, sobre la que puede cuestionarse el riesgo real. Pero las normas son ejecutadas en contra de la voluntad de los propietarios. En este sentido es un indicador del futuro del campo médico.

La escalada permanente de la asistencia veterinaria se produce a saltos inquietantes. La novedad este año es que la vacunación se acompaña de una placa que tiene que ser colocada en el collar del animal, para visibilizar su vacunación. También se ha cruzado la frontera de la leishmaniasis, sobre la que existen dudas en la eficacia de la vacuna. Pero cuando indico en la consulta que sólo quiero la vacuna obligatoria y les digo que rechazo una carga química tan importante para mi perra,  siento el mismo rechazo que cuando voy a una consulta médica y el profesional manifiesta sorpresa porque no tomo medicamentos para el colesterol, la tensión, la próstata u otros males ubicados en mi grupo de edad y de diagnóstico.

Pero lo peor es que cuando paseo por lugares en los que se encuentran perros, sus dueños me llaman la atención y me preguntan si mi perra está vacunada, porque me niego a ponerle ninguna chapa en su collar. Entonces compruebo el arraigo del nuevo panóptico democratizado en el que los vigilados devienen en vigilantes. Parece inevitable un futuro en el que los no vacunados de la gripe u otros peligros inducidos industrialmente seamos señalados. Me pregunto dónde ubicarán la señal que nos visibilice como desobedientes. Suelo advertir a los convictos cumplidores acerca de mi activa ciudadanía, que consiste en inyectarme insulina todos los días y consumir tiras reactivas. Así me conformo como un centro de gasto y contribuyo al crecimiento económico.



3 comentarios:

  1. Bipolitica y bioeconomia, gracias Juan.

    Estuviste o sabes algo del encuentro de Slavoj Ziziek en Granada, saludos desde la periferia madrileña tras un día de cuatro jornadas laborales diferentes, tres de ellas no reconocidas, Carlos.

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  2. Gracias Carlos. Tu situación laboral es la media. Si no tuvieras uno reconocido, encima te llamarían ni ni los que salen de la crisis escoltados por sus periodistas y académicos.
    Sé lo de Ziziek en la facultad de filosofía pero no pude ir pues la primavera estoy saturado de clases.
    Saludos

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  3. he visto que es esta semana,

    http://secretariageneral.ugr.es/pages/tablon/*/noticias-canal-ugr/el-intelectual-esloveno-slavoj-iek-protagonista-de-un-encuentro-internacional-en-la-ugr#.VgMYdX1GSD4

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