jueves, 21 de marzo de 2024

CARLOS MAZÓN Y EL GOBIERNO DE LOS AGRACIADOS (Y DE LOS DESGRACIADOS)

 




La gratitud de muchos no es más que la secreta esperanza de recibir beneficios nuevos y mayores

François de La Rochefoucauld

Solo hay dos formas de vivir la vida: una, es pensando que nada es un milagro y la otra, es creer que todo lo es.

Albert Einstein

La videopolítica se ha consolidado desplazando las viejas formas de hacer política y relegando los discursos escritos. La segunda fase de la videopolítica ya está aquí y se caracteriza por la preeminencia de los actores en detrimento de los discursos y programas.  En los últimos meses proliferan los videos protagonizados por personas que forman parte de la contienda por la conquista o la retención del gobierno. Algunos son cargos representativos y otros tertulianos experimentados. En este flujo de videos, una buena parte de los mismos difumina el mensaje político ensalzando la imagen del protagonista. En anteriores entradas he comentado algunos que me suscitan bochorno, y, a pesar de la dura competencia, Marta Lois, devenida en una portavoz del marxismo-parapentismo, consigue encabezar este oscuro ranking con sus vuelos filmados en parapente y el vaciado de sus bolsos.

Pero, entre la generación de líderes políticos nacidos de la victoria del PP en las pasadas elecciones autonómicas uno destaca inequívocamente: Carlos Mazón, Presidente de la Comunidad Valenciana.  Este representante político, heredero del ínclito Eduardo Zaplana y Camps, se ha lanzado a la producción de videos que registran toda su ajetreada actividad social. Todos los días sube a TikTok decenas de videos que muestran encuentros personales con falleros, industriales, trabajadores, policías, amas de casa, niños, estudiantes y todo tipo de gentes.

La línea que sigue Mazón es la despolitización. En los videos se presenta como una persona normal que pregunta o apoya a su interlocutor en alguna cuestión que se muestra como una actividad no sujeta a opciones o deliberación alguna. Las recientes Fallas han sido hiperexplotadas por este ascendente histrión. De este modo transita por distintos escenarios de la vida cotidiana para desproblematizarlos consagrando la normalidad. En no pocos casos, este apoya manifiestamente a sus interlocutores. El caso de los toreros es paradigmático. El resultado de este activismo desenfrenado en el que se sustenta su política de comunicación es el de la potenciación de su imagen de presidente investido por la normalidad y relativamente distanciado de su función convencional, que tiene que ejercer en un campo en el que siempre existen varias opciones entre las que hay que dirimir.

Mazón construye una imagen de que se corresponde con el vetusto y sabio precepto enunciado por Franco y dirigido a sus ministros “Les recomiendo que no se metan en política”. Es menester reconocer la maestría en este arte de la persuasión indirecta del presidente valenciano. Reconozco que sus dotes teatrales lo sitúan en el grupo de cabeza de políticos en el tormentoso y declinante régimen del 78. Disfrazado de fallero, en una entrevista en la televisión catalana, conversando con personas mayores… el presidente-actor muestra sus competencias en la fabricación de su imagen de persona que se encuentra por encima del bien y del mal. En este sentido, su modelo referencial es el que durante tantos años practicó el Rey Emérito Juan Carlos.

Esta forma de ejercer la representación política implica una priorización de las actividades de producción y refuerzo de su imagen en la perspectiva de las siguientes elecciones en detrimento de las actividades de dirección política y administrativa derivadas de su cargo. En estos años de restauración de la normalidad en el sistema político español tras la irrupción de opciones críticas en 2014, son practicadas por todos los partidos, cuyas intervenciones se orientan a descalificar las actuaciones del adversario, menoscabando las propuestas en la definición e implementación de políticas públicas. En este caso, asistimos a la emergencia de un nuevo populismo de derechas de gran envergadura. Parece inevitable recordar el antecedente de la señora Rita, antigua alcaldesa de Valencia y maestra en el arte de disolver la política en un conjunto de imágenes profusas.

Cuando veo algún video de Mazón, recuerdo que en los interrogatorios que sufrí en la Dirección General de Seguridad, ejecutados por los policías de la Brigada Social, ellos siempre recurrían a la idea de normalidad. Se presentaban a sí mismos como gente normal y se esforzaban en definirme como un bicho “anormal”. Con posterioridad, me he encontrado en la vida con muchas personas perniciosas que se calificaban a sí mismos como normales. Tengo que reconocer que Mazón alcanza casi la perfección en sus comparecencias públicas con distintos paisanos. Su capacidad de disfrazarse es extraordinariamente sutil. Así ha cristalizado en una suerte de Trump valenciano, dotado de la proverbial calma asociada a la apacible vida mediterránea.

Entre los numerosos videos que he visto protagonizados por este compulsivo activista audiovisual, uno me ha llamado poderosamente la atención, en tanto condensa el espíritu prevaleciente en los distintos gobiernos del régimen del 78. En este, aparece en un despacho oficial con varios de sus técnicos, anunciando que va a sortear varias entradas para presenciar la mascletá de las Fallas en las primeras filas. De este modo, redistribuye las posiciones privilegiadas de las primeras filas, introduciendo un pequeño grupo de personas resultantes del premio en el sorteo, a los que califica con el término de “agraciados”. Estos podrán compartir con las élites permanentes estas privilegiadas posiciones, para retornar en la próxima edición a la masa concentrada en la retaguardia.

Mazón, con mucha pompa se dirige al ordenador y teclea este para discernir el número agraciado. Este aparece sobre una gran pantalla en la pared. Ese número y los siguientes, hasta completar el cupo de agraciados, son los afortunados que disfrutarán de un privilegio por un día. El presidente aprovecha el sorteo filmado para presentar su mano como dotada de la virtud de agraciar a varios de los inscritos en la lista de candidatos. Termina felicitándolos y concluye aprovechando hasta el último suspiro su imagen benevolente.

La mecánica del sorteo y sus significaciones implican la glorificación del azar. Desde el comienzo de la flamante democracia española, ha tenido lugar un largo proceso de reestructuración social, por el que grandes contingentes de personas, desde los años noventa generaciones, han sido desalojados de posiciones estables, configurando una sociedad definida por las inestabilidades resultantes de la confluencia entre la precarización y la asunción de la condición central de inquilino. Este proceso de reclasamiento ha caminado paralelo al auge de los juegos de azar. Grandes contingentes de personas asumen las contrapartidas negativas de la debilidad de las posiciones sociales en las que se encuentran, compensándolas con las ensoñaciones promovidas por los juegos de azar, que suscitan energías mentales polarizadas a las esperanzas.

En la nueva sociedad española, la institución central de las Apuestas Mutuas y los locales en las que estos se encuentran enclavados, representan un tráfico de ilusiones monumental, que termina, en muchos casos, por articular temporalmente la vida cotidiana en ciclos temporales establecidos entre los sorteos. En este contexto, el juego se ha expandido a todas las esferas de la vida. Mazón sintetiza magistralmente su proyecto de acción política seleccionando los agraciados entre la enorme masa de no agraciados, por no decir desgraciados. Para la gente joven, el largo camino entre los años setenta y hoy, se puede representar en que, en aquél pasado. No pocos accedieron a una vivienda en propiedad, que entonces costaba aproximadamente quince o veinte salarios mensuales.

Ahora, tras la larga reestructuración social, las cosas están en bastante más de doscientos cincuenta salarios para adquirir la propiedad. No es de extrañar que el orden social y político se base en la debilidad de los dos grandes contingentes de inquilinos e hipotecados, cruzados con los continentes laborales de los becarios, precarios, interinos y otras especies amenazadas por la caducidad. Esa gran sociedad de (des)graciados celebra las ceremonias instituidas por los poderes estatales de constituir pequeños grupos de agraciados. En cualquier caso, intuyo que Mazón va a dar mucho juego a este blog.

 

 

 

 

 

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