domingo, 1 de mayo de 2022

LOS GESTORES DE SU PATRIMONIO PERSONAL

 

En la mañana del pasado jueves me encontraba en la calle O´Donnell de Madrid, en un barrio de alto nivel social. Un africano joven transitaba por la calle y solicitaba una ayuda económica explicando su desesperada situación. Lo hacía sólo a las mujeres. Sus formas eran prudentes y las paraba sin interferir su trayectoria y conservando una distancia personal considerable. Su comportamiento se alejaba del concepto de pedir, tan común en las sociedades desarrolladas y se inscribía en otra cosa, solicitar ayuda, tratando de promover una conversación que facilitase su objetivo. A las que se paraban, no las asediaba, sino que, por el contrario, facilitaba una salida.

Entonces se encontró con una mujer de unos sesenta años, portadora de una elegancia y lo que se entiende como señorío considerable. Ella se paró y escuchó su petición. Inmediatamente después, con una voz fuerte y segura le dijo “Hijo, si todos los que pasamos por aquí no tenemos nada, porque tenemos un gobierno que acapara todo y nos deja sin nada”. El africano, supongo que su experiencia le había preparado para manejarse en situaciones difíciles de inferioridad, así como en una gama de situaciones absurdas, se acababa de enfrentar con el “no va más” del cinismo y de la jungla social que encarnan tan bien los depredadores españoles de las clases medias altas y altas. No pude evitar recordar alguna secuencia de “Los Santos Inocentes” protagonizada por el señorito Iván, ahora que ha fallecido Juan Diego.

La afirmación de la señora aprovechando su cara a cara con el africano expresa una verdadera inmanencia de las posiciones sociales elevadas españolas, tan asociadas al franquismo. Los impuestos son entendidos como parte de un saqueo realizado por el Estado, que erosiona así los patrimonios personales, que suelen proceder de un conjunto diverso de operaciones familiares para constituir y reforzar a los mismos. En este proceso de constitución de “lo mío, lo nuestro”, las rentas salariales sólo representan una parte de dichas operaciones. Estas son complementadas con el tráfico de las rentas que descansa sobre el principio sagrado de los negocios. También, una buena administración del patrimonio personal descansa sobre la maximización de los bajos salarios y servicios del personal subalterno que habita en las casas y los negocios del insigne gestor de su patrimonio.

Así se constituye un patrimonio cuantioso que se reproduce mediante operaciones financieras que aprovechan una oportunidad, pero que en el día a día están regidas por la máxima formulada por el dueño de Mercadona, “céntimo a céntimo”. Tener la competencia de detectar las oportunidades en inversiones o compras, así como gestionar con mano de hierro los costes salariales de sus subalternos es esencial para formar parte de esa opulenta zona social. Se trata de sumar céntimo a céntimo, defendiendo su peculio firmemente en todas las interacciones con los otros, elevados al mismo nivel que el estado recaudador de impuestos. Cada interlocutor es visto como un competidor amenazante al patrimonio personal. La vida deviene en el arte de la defensa de lo mío, de lo nuestro familiar.

En muchas ocasiones deambulo en mi vida diaria por zonas de excelsitud social, y me precio de conocer a las gentes de este zoo privilegiado. Al igual que la señora de la calle O´Donnell, muchos expresan con contundencia sus posicionamientos políticos. Lo hacen intensamente y se rigen por la venganza sobre sus adversarios. En este sentido, escucho casi diariamente críticas salidas de tono a Carmena, o comentarios irreproducibles contra Mónica García, Iglesias y otros compañeros de viaje. Aprovechan cualquier oportunidad para sacar el tema y sancionar una condena moral severa a las gentes de la izquierda. Pedro Sánchez es el preferido como objeto de la montaña de insultos, acusaciones y recusaciones.

El 10 de septiembre de 2016, publiqué en este blog un texto que pretendía conceptualizar este resentimiento de la derecha política de siempre. Su título era “Losseñores y los levantaos. Una historia del postfranquismo”. En él analizaba la conmoción que en la estratificación social había tenido el impacto de la industrialización, terciarización y burocratización que comienza en los años sesenta, y que crea una nueva clase social de allegados a la abundancia económica. En la transición política de finales de los ochenta, estos se identifican con los numerosos contingentes de gentes de izquierda que experimentan una movilidad social ascendente y se instalan en altas posiciones de la constelación estatal. En Andalucía, a estas gentes se les denomina como “los levantaos”.

Se pueden explicar algunas características del postfranquismo mediante la confrontación de los señores de siempre y los levantaos. La ocupación de distintos gobiernos por estos suscita un rencor indudable entre los excelsos de cuna. La complejidad de esta confrontación,  que adquiere un variado repertorio de formas, muchas de ellas sutiles, ha sido analizada den este blog en septiembre de 2018, "Sociología de los pobladores de las tierras altas. Las derechas." Pero la instalación de la estratificación social en las mentes se ubica en la vida cotidiana. En octubre de 2016 presenté aquí el misterioso caso que viví en primera persona al incorporarme al INSALUD de Cantabria en 1983. Allí todos llamaban Fernando a Fernando Lamata, el director tan laborioso y fecundo, que había aterrizado allí tras la victoria del PSOe en octubre de 1982. Por el contrario, todos llamábamos Don Miguel a un inspector médico cuya profesionalidad y estado personal era una auténtica ruina. Pero como portador de sus trajes y sus modos aristocráticos mostraba inequívocamente su cuna de oro.

Los gestores de su patrimonio desarrollan la cotidianeidad mediante el siguiente esquema: las cordiales relaciones de los próximos familiares unidos por el cemento del patrimonio común y la red de intercambios que lo sustenta, frente a dureza con los subalternos y desconocidos. En los encuentros cara a cara con estos últimos, es menester imponerse tajantemente. Así, estos gestores tienen que adquirir un alto nivel en la competencia de ganar los encuentros cara a cara, cultivando una personalidad fuerte que es movilizada con los habitantes de las tierras bajas y con los desconocidos. La primera cualidad requerida es saber ejercer el mando en la vida diaria.

Tengo una propensión inevitable a situarme en aquellos espacios en los que se hace visible esta pauta de comportamiento. En los encuentros en verdulerías, pescaderías y carnicerías, en donde, paradójicamente, defienden heroicamente el “céntimo a céntimo, haciendo gala de su pétrea avaricia, así como la de sobreponerse sin consideración a los intereses de la otra parte. La generosidad se traslada en régimen de monopolio al interior de su red de intercambios familiares sobre el espacio formado en el encuentro familia/propiedad. Pero el mejor lugar para observar la apoteosis de “lo mío” y la defensa de la frontera con el extraño amenazante es la cola de la caja del híper. En este espacio, los gestores de su patrimonio desarrollan una gran variedad de tácticas preventivas y defensivas frente a los contiguos, considerados como posibles vulneradores de la frontera. Allí blindan con su cuerpo el final de su cadena de compras, establecen un dique con su cuerpo cuando pagan, y vigilan activamente la compra del siguiente consumidor.

Así se conforma una peculiar antropología cotidiana de los gestores de su propio patrimonio. La extensión electoral de la derecha y su reconversión mediante la consolidación de los duros, o de los auténticos, representados en Vox, ampara su salida a las calles y sus presencias en la vida cotidiana. Muchos trabajadores de servicios, empleados domésticos y otras clases de interlocutores, pueden atestiguar la subida de volumen de esta categoría de excelsos de la cuna. Así, los calificativos sublimes que asignan la condición de “buenas personas” a los gerentes económicos y familiares de sí”, proliferan en esos escenarios y conversaciones cotidianas. Eso sucede en tanto que la protección de sus posiciones se sustenta en los altavoces que proclaman la bajada de impuestos, que antecede a la bajada de sueldos y la vuelta a su origen de los subalternos múltiples.

En Madrid se hace patente el bloque de gestores de su patrimonio que sustenta el discurso de Isabel Díaz Ayuso. Esta fundamenta su popularidad y adhesiones en su ferocidad en los encuentros con sus enemigos, considerados como una variante degradada de los convencionales levantaos de los ochenta y noventa. Se entiende este tiempo como “reconquista” en el espacio político de la preeminencia de los poseedores de patrimonios cuantiosos, los cuales son explicados como resultado de la valía de sus titulares. Así, se fragua, junto al retorno de un fascismo macro, diferenciado del fascismo clásico, la proliferación de un conjunto de microfascismos insertos en las relaciones sociales cotidianas. Esta situación se especifica en los pronósticos electorales en mi querida Andalucía. Se espera la victoria contundente de la derecha con la aportación de un veinte por ciento de votos de Vox. Después del verano espero que de muchos de los encuentros cotidianos salga humo por la virulencia aplazada de los gestores de su propio patrimonio.

 

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