sábado, 10 de septiembre de 2016

LOS SEÑORES Y LOS LEVANTAOS: UNA HISTORIA DEL POSTFRANQUISMO



En la transición política y los años siguientes se configura  un bipartidismo cuasi perfecto. Uno de los aspectos más relevantes, no bien comprendido del mismo, es la pésima relación entre las partes de esta pareja de hecho: el pepé y el pesoe. Estas se mantienen en el tiempo por encima de los distintos dirigentes que las protagonizan y se transfieren a las instituciones y a la totalidad del campo político. Más allá de la rivalidad que se deriva de las sucesivas alternancias gubernamentales, existen algunos aspectos singulares que se remiten al pasado y adquieren una dimensión antropológica que se ubica por debajo de los discursos en los subconscientes partidarios.

El pepé es el partido de las élites tradicionales españolas. Agrupa en su seno a un conjunto de estratos, castas y clanes que han ejercido el poder político, económico y cultural, desde tiempos muy anteriores al franquismo. En este régimen político, detentan en monopolio el control de los cuerpos de las administraciones del estado y las instituciones. Estas son de facto extensiones de estas clases. Así se conforma una categoría que aquí voy a denominar como “los señores”, que genera una cultura acerca de su propia superioridad y legitimidad de su control del gobierno, cuestión que se ubica por encima de las contingencias de los sistemas políticos de turno y sus regulaciones. Los señores identifican a la nación con sus intereses, lo que conduce al argumento de la propiedad en la conducción del estado, así como a  la descalificación de aquellos bárbaros que, llegados desde el exterior de la patria de los señores, se entrometen en esta crucial cuestión.

La industrialización de los años sesenta y setenta generó una movilidad social ascendente que se especificó en la aparición de una generación de profesionales, funcionarios y técnicos que son absorbidos por las administraciones y las empresas. Estos sectores nutren a la oposición antifranquista y terminan convergiendo en el pesoe de los años de la victoria del 82, que les otorga la dirección del estado, desplazando a los perplejos señores. Estos perciben a los recién llegados, desde su perspectiva aristocrática, como intrusos  carentes de credenciales necesarias para desempeñar este papel. Me parece adecuada una palabra que utilizaba Pablo Escobar para designar a las personas que acumulaban mucho dinero velozmente por medio de las actividades del narcotráfico. Les llamaba “los levantaos”. La denominación implica que son venidos a más desde posiciones muy bajas. Así adquieren la condición de ricos incompletos, condición en la que contrastan sus cuantiosos capitales económicos con sus menguados capitales culturales y sociales. Pues bien, este concepto es pertinente para hacer inteligible el sentimiento de los señores hacia los recién llegados, los levantaos, los pnn u otras designaciones que los descalifican y socavan su legitimidad.

El fundamento de las malas relaciones de pareja  estriba en este factor antropológico-cultural. Los levantaos son percibidos como gentes a las que  el gobierno les excede, debido al inevitable déficit de autoridad que se asocia a su origen y posición. De ahí resulta una descalificación permanente, con independencia de las distintas etapas o dirigentes. Se supone que los levantaos no pueden ejercer un gobierno fuerte, en tanto que son esencialmente inferiores, lo que comporta su debilidad. La autoridad es una cuestión en la que interviene la cuna. Este argumento que estoy exponiendo resulta inteligible si se analiza cualquier sesión parlamentaria de los últimos treinta años. Los tonos con que se dirigen a los sucesivos levantaos que circulan por los gobiernos son verdaderamente antológicos. La violencia psicológica en la pareja parece inevitable debido a su fundamento antropológico-cultural. Una persona tan emblemática como Fabra lo ilustra cuando denomina a sus adversarios como “unos inútiles”.

En las relaciones de esta pareja pesa decisivamente también el pasado. En la república y la guerra civil se dirimieron sus antagonismos mediante unas violencias de gran intensidad. En la transición de los años setenta se generó la ficción de que estos se habían reducido a mínimos y se exaltó el consenso. Pero este conflicto no se ha disipado, sino que ha sido ocultado por debajo de los discursos, pero la derecha mantiene su rencor intacto. De este modo, cuando se apela a la memoria histórica, se activa el volcán de los sentimientos derivados de la guerra civil. En los casi cuarenta años de democracia, se mantiene incólume el imaginario del conflicto, que reaparece activado por distintos acontecimientos. 

El pasado se encuentra fatalmente presente. Cuando aparece una diferencia en relación a la memoria, el pepé moviliza su encono y adopta un comportamiento de confrontación y escalamiento. Por el contrario, el pesoe siempre cede y elude la intensificación de la colisión. Como es propio de los comportamientos de muchas parejas, la parte débil formula un reproche  que la parte fuerte rechaza mediante comportamientos desproporcionados que consiguen amedrantarla.  Así han pasado cuarenta años de  democracia condicionada, con los republicanos enterrados en fosas comunes a día de hoy. La fuerza y la agresividad de los comportamientos dominantes del pepé son sorprendentes, en contraste con el repliegue y la discreción de los levantaos, en este caso intimidados. En cualquier ocasión aparece la invocación a Paracuellos o la checa en unos tonos guerreros insólitos. En contraposición,  el silenciamiento de la represión de la posguerra y la tragedia de los republicanos, que solo puede suscitar murmullos casi inaudibles.

Los dos factores estructurales determinantes de las malas relaciones, el antropológico de la superioridad y la memoria selectiva del pasado, se intensifican tras la victoria socialista del 82. Este acontecimiento significa un trauma presente en el imaginario político de los señores. Son derrotados severamente por los levantaos, dirigidos concertadamente por lo que, desde sus coordenadas, solo son un abogadillo y un maestro. Por vez primera su representación política es muy minoritaria frente al insólito ascenso de los débiles, los subalternos y los incapacitados para el gobierno. Este trauma agudiza la cultura aristocrática de superioridad y moviliza a todas las élites y dispositivos de la derecha herida, que revive la contingencia de la derrota ante los inferiores, así como el gobierno de estos durante catorce largos años.

Así comienza a ejercitarse en la oposición en los años ochenta para neutralizar a los intrusos. En este tiempo aparece un elemento que incrementa el resentimiento. Los recién llegados renuncian casi inmediatamente a una parte esencial de su programa, para gobernar para los intereses de las grandes empresas, corporaciones y entidades financieras. Así se constituyen en un competidor directo de las élites políticas de los señores, que pierden una importante parte de su mercado de intermediación de intereses y distribución de recursos. Además, los levantaos expanden el estado convirtiendo muchos de sus espacios en puntos de localización de sus huestes. Así se inaugura una batalla interminable de trincheras entre unos y otros por ocupar posiciones que favorezcan su expansión. Instituciones tales como las diputaciones provinciales se transforman en escenarios de batallas múltiples que impulsan sucesivas conquistas y reconquistas.

La oposición de los señores se fundamenta en la conjunción de varias estrategias en las que intervienen distintos poderes económicos, grupos de presión y un formidable dispositivo mediático. También desde las instituciones y cuerpos de élite se conforma una “contra” considerable, que desde el interior reduce el poder de los recién llegados. Sobre estos dispositivos movilizados, los señores implementan una oposición durísima. Pero la fuerza de esta descansa no solo en la potencialidad de sus instrumentos y la voluntad resultante de sus ideas de superioridad, sino, principalmente, en su saber y experiencia en el ejercicio del gobierno. Ellos conocen muy bien los bajos fondos del estado y el arte de gobernar, de modo que pueden predecir lo que van a hacer los levantaos.  Su eficacia es incuestionable y siempre termina por constituir un asedio a los gobiernos de los débiles.

En 1996 los levantaos son desalojados del gobierno nacional y se abre un periodo de expansión del pepé. Cuando en el 2000 alcanzan la mayoría absoluta explota su imaginario y gobiernan haciendo manifiesta su superioridad y el desprecio por los subalternos. La borrachera del rodillo alcanza los niveles de una alucinación incomprensible desde las coordenadas del análisis político convencional. En la apoteosis de la mayoría absoluta producen una distancia de la sociedad que adquiere una envergadura insólita. En este tiempo de grandes movilizaciones, tales como las del Prestige, la guerra de Irak, el agua en Aragón y otras, el explosivo imaginario de la superioridad les impide percibir la realidad. En las instituciones escenifican su desprecio y descalificación a los vencidos en las elecciones y elaboran el relato acerca del fin de la historia nacional.

En una situación así, la derrota del 2004 tiene un impacto monumental. Los levantaos renacen e instituyen un gobierno de ocho años. Se quiebra el relato triunfal de la nueva España que de nuevo empezaba a amanecer en los albores del siglo XXI.  En esta ocasión, los inferiores se presentan en versiones más congruentes con su discurso. Así se crea un estado de depresión colectiva en las huestes de los señores, que activan todos los dispositivos utilizados en el anterior período de ausencia del gobierno. Esta derrota tiene como consecuencia la construcción del pesoe como un enemigo de cierta consistencia, que los ha derrotado en dos ocasiones consecutivas, gobernando durante 22 años.

De este modo, se moviliza permanentemente la repulsa al fantasma de los levantaos. La cohesión de la derecha alcanza la perfección. Aún a pesar de que las distancias ideológicas y programáticas se reducen considerablemente y de encontrarse integrados en las instituciones europeas que conforman un partido único transversal de facto, se mantienen unos niveles de agresividad insólitos. Los prohombres procedentes del campo de los levantaos, que ahora se alinean inequívocamente en posiciones integradas en el capitalismo global, siguen siendo objeto de la misma hostilidad. El caso de Felipe González, Almunia y otros es patente, no suscitan ni una palabra de reconocimiento. Tras la victoria sobre su pareja se mantienen los malos tratos en un grado superlativo. Esta ha sido convertida en un enemigo imaginario sobredimensionado y sujeto de cadena perpetua.

El retorno al poder con mayoría absoluta en el 2012 restablece la cultura de la superioridad y de derecho legítimo de propiedad del gobierno. En el parlamento, los señores se desempeñan con un desdén y agresividad desproporcionada con respecto a una oposición tan débil. Pero los los dos traumas vividos de  gobiernos de los levantaos mantienen movilizada la inteligencia partidaria y sus maquinarias mediáticas de facturación de la realidad. Atribuyen el 15 M a una conspiración del pesoe y exponen otras fantasías que entienden a los usurpadores como rojos devenidos en una nueva versión maléfica: los progres. Descargan sobre la oposición toneladas de proyectiles y gobiernan para un proyecto estratégico que reduzca las opciones de la protesta social resultante de la intensificación de la precarización, la desposesión  y la pauperización de una parte considerable de la población.

El temor a una tercera edición de su exilio del gobierno determina la puesta en marcha de una estrategia muy proactiva y agresiva, destinada a neutralizar a su pareja de hecho. Esta es sobreestimada y convertida en un fantasma amenazador. Para eso se interviene en el campo político, propiciando  la laminación del electorado del pesoe, mediante la estimulación de sus adversarios del campo de la izquierda. El acceso a las televisiones del grupo fundador de Podemos es paradigmático. También el apoyo a un partido de derechas que genere un escenario que haga posibles las jugadas múltiples, que minimicen las posibilidades de su enemigo imaginario: el pesoe. 

Además, se organiza la oposición al estado de ruinas múltiples del envejecido sistema, en donde la cleptocracia avanza sin obstáculos. La iniciativa de la información de las corruptelas y la descomposición es asumida las propias agencias de la derecha. El papel de Inda es paradigmático. Así le roban todas las opciones de reconstituirse sobre recursos vivos y es relegado a un actor secundario sin capacidad de iniciativa. La escisión de su campo electoral y la privación de la iniciativa en la crítica a las instituciones, constituyen un creativo guion del asesinato político perfecto.

Desde esta perspectiva se pueden comprender los movimientos de los actores políticos en el presente. Para el pepé se trata de terminar con su enemigo imaginario y neutralizar a las fuerzas que pueden desalojarlo del gobierno. La violencia adquiere todo su esplendor. Ahora se trata de realizar una operación de caza de su pareja, que puede terminar con su muerte, que conlleva ser disecado, o la vida en cautividad. Este es el significado de la  propuesta de la gran coalición que priva a los levantaos de la representación de los intereses de sus bases sociales, expulsadas ahora de la mítica senda a la recuperación. Así, es arrinconado, recortado su campo electoral, cercado mediáticamente, investigado exhaustivamente y objeto de una descalificación desproporcionada. Cuando se evidencia un caso de puerta giratoria de los señores, sus terminales mediáticas difunden inmediatamente otros casos de puertas giratorias pesoístas de segundo orden. Así se minimiza el impacto del asunto de Soria al ser activados los casos patéticos de las exministras Pajín y Aído, o del clon pepero que representa Magdalena Álvarez.

Los levantaos se encuentran en trance de regresar a su estado anterior de "agachados o tumbados". Sus carencias cognitivas les impiden comprender las nuevas realidades. El argumento expuesto aquí ayuda a entender el devenir de esta singular pareja. Por ejemplo, cuando Rajoy toma decisiones y elude el control parlamentario, es coherente con sus premisas. La más importante es la convicción de la superioridad de los suyos frente a la debilidad de los subordinados. Así, lo que parecen lapsus y desvaríos, son actos coherentes con sus supuestos. El más importante es este: A los inferiores ni agua. Los perversos levantaos forman gobiernos débiles con la chusma.

La operación de cacería del pesoe muestra la importancia de las fantasías, proyecciones e imaginaciones que coexisten con los análisis racionales. La historia de esta pareja es imposible de comprender en su integridad sin entenderla también desde esta perspectiva. Me atrevo a dar un consejo al pobre Pedro y sus acompañantes: Llamad al 016 y denunciar el caso. Hay alguna probabilidad de que alguien pueda escuchar esta historia  mostrar su interés










2 comentarios:

  1. Estoy muy de acuerdo con lo que expones hay grandes similitudes con relaciones enfermizas de pareja, sobre todo de parejas provenientes de diferente “nivel social”, yo de todas maneras creo que la irrupción del 15m y las fuerzas que mas o menos operan en su nombre es una reacción bastante espontánea de los hijos de la parejita y de algunos otros familiares que ya estaban hasta las mismísimas de tanta trifulca familiar para acabar siempre en la cama común de las votaciones, hecho que alumbró la frase exitosa de que eran los dos cónyuges la misma o parecido tipo de deposición y el matrimonio recibió el nombre de PP$OE, que luego esa irrupción fuese empleada y también demonizada por algunas televisiones forma parte del espectáculo que siempre debe continuar.
    Por cierto y sin que venga a cuento de lo anterior, hoy mismo voy a probar esas conservas de Olasagasti, un abrazo Juan

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  2. Gracias Juan
    Estos vuelven siempre con sus maltratadores.Es patético verlos en las tertulias de las televisiones ultras. Los insultan, menosprecian, se burlan de ellos, les interrumpen...En fin, todo un espectáculo. Así reproducen el sueño de que se va a regresar al orden bipartidista donde les tocará una tercera ronda
    Un abrazo

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