domingo, 18 de enero de 2015

PODEMOS Y LA PARÁBOLA DE LAS CROQUETAS

En los años sesenta y setenta fui un militante político integral. En 1978 abandoné la militancia como consecuencia de un disentimiento muy intenso, que no sólo afectaba al que había sido mi partido y al modelo ideológico que lo sustentaba, sino también al  naciente sistema político. En estos años escribí una serie de artículos críticos al respecto, haciendo públicas algunas razones de mi disentimiento. Los publiqué en el Diario Montañés y La Hoja del Lunes. Tantos años después, la mayor parte de ellos se pueden leer en la actual coyuntura, en tanto que expresan tendencias que han terminado por comparecer sin velos en la actual crisis política y general.

Me he decidido a subir algunos a Tránsitos Intrusos. La mayor parte de ellos son muy ácidos y manejan el humor, que es la única forma posible de hacer críticas en una sociedad como la española de todas las épocas, en las que sólo mutan las formas de censura y limitación de las expresiones impertinentes para los poderes. Estos artículos fueron posibles en los años anteriores a la victoria del psoe en 1982. En este tiempo el juego político era a cuatro actores, lo que proporcionaba posibilidades de decir a muchas personas y medios. Después del 82 se instituyó un juego a dos que fue terminando con la pluralidad de voces inclasificables de los primeros años. El sistema político terminó por recomponer el sistema mediático sometiéndolo a sus intereses. El juego a dos ha devenido en una uniformidad constrictora de la inteligencia.

 La llegada de internet y el acontecimiento del 15 M han modificado la situación. Ahora hay más posibilidades de decir. Desde hace dos años aparecen nuevos actores que turban a los acomodados a los juegos a dos (uno). Estos son los que mutuamente se llaman de don. Así, dones, donas, doñitos y doñitas conforman un paisaje uniforme y monótono sobre el que emergen ahora personas inéditas, portadoras de ideas, lenguajes y estéticas que no alcanzan la consideración del don, a los ojos de tan ilustres élites. Los perroflautas de las plazas aparecen en las televisiones y se esperan en los parlamentos.

Presento un artículo publicado en el Diario Montañés el 28 de diciembre de 1978 . Forma parte de una serie de textos punzantes inspirados en los textos de Voltaire. Es de tal actualidad que, si tuviera una conversación ahora con gente de Podemos, expondría ideas tales como las que aparecen en este texto en formato de los juegos de palabras de Groucho Marx.  Es la parábola de las croquetas, que explica la intuición de los creadores del actual sistema electoral para prevenir contingencias que hagan aterrizar en las instituciones a gentes extrañas  que se encuentren por debajo de la línea del don, que es la que se consensuó en el origen. Esta parábola ilustra la fuerza de la persistencia y la continuidad en la sociedad española. El texto tiene ya casi treinta y cinco años.

Si alguien quiere preguntar o comentar, aquí estoy tantos años después, tras sobrevivir a la versión española del fin de la historia.
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                   DE LAS MAYORÍAS, LAS MINORÍAS Y LAS CROQUETAS
Lo de las mayorías y minorías es el asunto más controvertido y problemático de la democracia. Para la derecha, la mayoría es una cifra electoral, el cincuenta y pico de votos que suelen sacar, y si no ocurre así, pues ¡pobre mayoría, porque se acabó eso de la mayoría y la minoría¡ Para la izquierda, la mayoría es un concepto social definido por unos intereses. Es algo así como un bloque social formado por distintas clases y fracciones cuyo interés común es defendido y representado por la izquierda…objetivamente, puesto que subjetivamente muchos de estos votan a la derecha, es decir, que los tíos ambiciosos no se conforman con ser mayoría en lo de los intereses sociales, sino que además, quieren ser mayoría en lo electoral. La izquierda explica este problema como un sector de “conciencia atrasada”, pero lo que no explica es porqué desde hace casi un siglo en Europa, es una constante la existencia de este sector atrasado.

Por esta razón, partiendo de esa ambigüedad y multivalencia de ambos conceptos, me propongo hacer un análisis marxista de la mayoría y la minoría, pero no marxista de Carlos, cuyo pensamiento carece de una teoría política formulada en términos rigurosos y de forma sistemática, sino de Groucho, que, aunque no se ocupó directamente de la política, entendía cantidad de esta. Presten atención, pues el asunto es complicado.

La situación de partida es la siguiente: La inmensa mayoría de poder la detenta una minoría que consigue una mayoría de votos. Frente a esta, existe una minoría de poder detentado por la inmensa mayoría de la sociedad que consigue una minoría de votos ¿Cómo es posible este lío? Pues porque dentro de la mayoría de la sociedad hay una minoría que se agrega a la minoría de la sociedad electoralmente, dando así como resultado que esa minoría de la sociedad es mayoría electoralmente. ¿Qué tendrán que hacer pues los que son mayoría social y minoría electoral para convertirse en mayoría electoral? Pues analizar porqué una parte de los suyos votan con los otros,  y qué sucedería si esto cambiase y así la mayoría social fuese mayoría electoral ¿Conseguirían entonces la mayoría del poder? Esa pregunta sólo podría responderse viendo sobre el terreno la reacción de la minoría social cuando se quede en minoría electoral y de la mayoría social convertida en mayoría electoral.

Y todo esto explica por qué en Europa pasa lo que pasa, no pasa lo que no pasa, y también porqué pasan tantos. Pero el análisis anterior sólo sirve para aquellos quienes acepten que hay una mayoría y una minoría, y de que esto se puede contar y delimitar. Así, para ellos, la sociedad sería una masa de bechamel listo para convertirse en croquetas, cuyas unidades tendrían el tamaño según la voluntad del cocinero que las moldea con sus propias manos. Pero para quien no guste de las croquetas o sea marxista de Groucho, pues todo lo anterior estará muy claro y será algo más que un mero juego de palabras.

                                Diario Montañés, 28 de diciembre de 1979
                                                       Juan Irigoyen
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3 comentarios:

  1. Podrías ser más claro con la parábola, disculpa Juan, pero no lo entiendo.

    Ana, una estudiante de sociología,
    gracias.

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  2. Gracias por tu objeción Ana. Me explico. El post juega con un texto que tiene treinta y cinco años y que parece hecho para la situación actual. Es un juego de palabras al estilo de Groucho Marx en el que se formula la dificultad de obtener una mayoría electoral para la izquierda en todas las épocas, en tanto que una parte de los sectores de trabajadores o clases subalternas votan a la derecha. Este problema persiste en el tiempo.
    La ironía radica en hacer una analogía entre la sociedad y la masa de bechamel lista para freir las croquetas. Así puedo resaltar que es el cocinero el que tiene la facultad de hacer las unidades según su voluntad. Los cocineros en los procesos electorales son los tecnócratas que determinan el sistema electoral y las campañas electorales que son las limitaciones potenciales que tiene cualquier proyecto de izquierdas.
    No sé si lo he aclarado. Tu dirás
    Saludos cordiales

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  3. Gracias Juan, aclarado. Ciudad o ciudadano


    http://harlanmagazine.com/2015/01/26/que-fue-antes-la-ciudad-o-el-ciudadano/

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