miércoles, 7 de enero de 2015

LA CASA INVISIBLE DE MÁLAGA

Vivo atrapado entre un entramado de instituciones en estado de crisis crónica,  que se pueden definir como caducas con respecto al nuevo tiempo emergente.  Junto a estas se encuentran las instituciones  emergentes, asociadas a la reestructuración neoliberal,  derivadas de la constelación de la nueva empresa, que son portadoras de un proyecto tecnocrático y autoritario. También la mayor parte de los movimientos sociales del presente siguen guiones propios del pasado industrial. Estoy inmerso en una época que espera el nacimiento de algo nuevo que clausure las instituciones que tienen sus raíces en el omnipresente siglo XIX, configurando una alternativa a  las instituciones autoritarias. La obsolescencia y la perversidad de lo institucional se asocia a  unos esquemas mentales caducados, que dificultan la comprensión de los procesos en curso y las señales del futuro. Vivo en un medio dominado por lo viejo, de modo que, en muchas ocasiones me siento joven, en una extraña situación, en tanto que estoy rodeado de gerontes, algunos de los cuales  tienen poco  más de veinte años.

Junto a la apoteosis de lo viejo y recurrente,  que se manifiesta principalmente en que los proyectos de las oposiciones tienen como brújula el retorno al pasado-edad de oro, se producen pequeños acontecimientos que anticipan el futuro, que no será el mismo que el del paraíso fordista-keynesiano. Estos eventos inadvertidos se producen en nuevos entornos no institucionalizados,  vivos y abiertos. Cuando me encuentro  en uno de los mismos, siento un estado de cierta vulnerabilidad, en tanto que me encuentro desplazado en lo emergente. En los últimos años,  me he sentido así cuando he visitado la Casa Invisible de Málaga, una experiencia inequívocamente creativa y abierta al futuro.  Este es un espacio en el que se puede percibir la ruptura  con el pasado, representado en sus instituciones, sus modos de vida y esquemas valorativos. Allí se está viviendo,  inventando y experimentando otro futuro.

Conocí la Casa Invisible por medio de una alumna, María, que entonces cursaba el último curso de arquitectura, que se matriculó en la asignatura de Sociología de los Movimientos Sociales en la facultad. En sus intervenciones en la clase aportaba una visión diferente a la mía. Tanto sus fuentes, las experiencias de los movimientos sociales con los que tenía relación, como el tipo de capital militante en el que se referenciaba, eran extraños para mí. En particular, la referencia al EuroMayDay,  fue la pista clave que me hizo comprender que uno de los campos de conflicto del presente, se encontraba en estado sumergido  desde mis paradigmas.

En esos meses descubrí a una generación invisible para mí, socializado en el último franquismo y la transición política, en donde los movimientos sociales fueron disueltos de facto por imperativo de los partidos nacientes. Sin embargo, en los años ochenta,  se produce el comienzo del tránsito hacia capitalismo postfordista, cuyo inicio es el principio de una  desindustrialización que impulsa  una descomposición social acumulativa. Este es el principio de un conjunto de  desplazamientos de posiciones sociales muy intenso. En este entorno nacen nuevas problemáticas y actores. Son los olvidados, los invisibles, los no entendidos por los discursos de los acomodados, los participantes en las sociedades desgajadas del conjunto. Este es el suelo en el que nace una nueva generación de conflictos y sujetos políticos. 

 La generación de militantes de los movimientos sociales de estos tiempos, es posterior al comienzo del postfranquismo. Se trata de movimientos que actúan en condiciones muy adversas y hostiles, que los configura como marcadamente  defensivos. En los conflictos urbanos como la okupación, de los inmigrantes,  de los estudiantes cuyo futuro se problematiza, del pacifismo  postotan, de los feminismos y ecologismos no institucionalizados, así como las primeras respuestas ante la precarización y el estilo de vida dominado por el consumo sin fin y la movilización por el crecimiento, se forja una generación nueva, invisible a los ojos del sistema político y mediático.

La Casa Invisible se inscribe en este proceso. Se trata de un centro social de segunda generación, que es un espacio en el que convergen iniciativas ciudadanas múltiples, sustentadas en el principio de autoorganización. Este espacio alberga una red de proyectos presididos por el principio de la cooperación. En este territorio se inventan y ensayan distintas formas de intervención política, social y cultural. La creatividad es el vector principal de un centro social de estas características. Se define a sí mismo como un territorio de experimentación compartida. Es un lugar cuyo código es imaginar y explorar un nuevo modo de habitar diferente al imperante en las instituciones vigentes. En su página web, www.lainvisible.net se puede conocer su proyecto, su trayectoria y sus actividades.

El curso que conocí la Casa Invisible, se celebraba el primero de mayo el MayDay en Málaga. El EuropaMayDay es una movilización en respuesta a la precarización, que tiene lugar en distintos países de Europa y que se corresponde en sus formas con las subjetividades nacidas de la  gran mutación antropológica acaecida en los treinta últimos años,  que ha modificado drásticamente el antiguo proletariado industrial. En la clase de Movimientos Sociales se presentó la iniciativa y un grupo de alumnos decidió acudir a la misma. Con posterioridad,  hicieron una sesión en la clase en las que explicaron sus valoraciones. En esa participaron algunos activistas de Málaga. Con posterioridad, cuando se publicó el libro de "Autonomía y Metrópolis. Del movimiento okupa a los centros sociales de segunda generación", invité a uno de los autores, Santiago Fernández Patón, de la Invisible,  a presentarlo en la facultad. Acudieron muy pocos estudiantes pero tuve de nuevo la sensación de encontrarme ante algo nuevo, portador de una energía estimulante, que se caracterizaba por su inteligencia y la solidez de sus referencias.

He intervenido dos veces en La Invisible. Una fue sobre la Gestión en el postfordismo y otra sobre la Medicalización. También participé como profe en un curso conjunto sobre movimientos sociales organizado conjuntamente por la Invisible y la universidad de Málaga. En todas mis actividades allí, he podido percibir un ambiente muy diferente al de las instituciones educativas. La innovación, la creatividad, la libertad en el sentido de la no obligatoriedad de la participación, conformaban un clima muy diferente al que vivo en la universidad. El listón de exigencia es muy alto, en tanto que por allí pasan muchos de los mejores profesores e investigadores en ciencias sociales. Recuerdo a Manuel Delgado, Jordi Borja, Monserrat Galcerán o Carlos Prieto entre otros muchos. Las calidades en sus jornadas de monográficas  son muy altas. Me impresionó conocer los documentos del proyecto de la ULEX, la universidad Libre y Experimental, uno de los proyectos de la Invisible.

En la casa se han albergado distintos  movimientos sociales muy originales y dotados de una gran capacidad de enunciación. Recuerdo a Precarios en Movimiento, Creadores Invisibles, Feministas Nómadas, Oficinas de Derechos Sociales, o los articulados en la tecnopolitica entre otros. Todos ellos con  capacidad de hacer definiciones alternativas de las distintas situaciones, produciendo nuevos sentidos de lo social. El motor de la cooperación implica la constitución de comunidades y formas de convivencia cotidiana de gran potencialidad y originalidad. Se trata de una forma distinta de estar y habitar el espacio.

Mi relación con la invisible me ha hecho descubrir corrientes de pensamiento fundamentales para leer e interpretar el presente. El filón del postoperaismo, Negri, Hardt, Deleuze, Guattari, Franco Berardi Bifo, Lazzaratto, Marazzi, Paolo Virno, Fumagalli, entre otros, me han ayudado a construir un esquema referencial personal más sólido. Algunos autores españoles vinculados a la fundación de los comunes me han aportado muchísimo. En la última edición del curso de movimientos sociales de la facultad, entre las lecturas de la asignatura se encontraban textos de Marcelo Expósito, Tomás Herreros, Antón Fernández de Rota y Enmanuel Rodríguez.

Tengo un aprecio especial por algunas personas vinculadas a la Invisible. Älvaro Ruiz Garriga, que fue alumno mío y ya entonces defendió con energía y eficacia su autonomía de aprendiz frente a un profe invasivo; Eduardo Serrano, con el que tengo deudas por el impacto sobre mí de su libro sobre el capitalismo, “La abundancia que crea escasez”; Javier Toret; Ana Masedo; Nico Sguiglia; Amanda Romero; Santiago Fernández Patón y otros.  En varias ocasiones los he acudido a escucharlos y he leído con interés sus textos. En la casa se concentra un capital de conocimiento y de creatividad de gran relevancia. En su trayectoria, la Invisible es la sede de múltiples iniciativas vivas.

Resulta que hace tres semanas el Ayuntamiento de Málaga la ha clausurado con el pretexto de problemas en el edificio. Enlazo con lo que comentaba en el comienzo de este post. Me parece que muestra impúdicamente la ausencia de inteligencia por parte de las autoridades. Un proyecto que ha suscitado el apoyo de múltiples personalidades procedentes de todas las esferas de la inteligencia, así como de los colectivos asentados allí, es cuestionado en tanto que no acepta un estatuto de subordinación a una autoridad formal. No cabe otra valoración que no sea la constatación del efecto multiplicador que tiene la concurrencia de la necedad y la maldad. El proyecto del ayuntamiento es reconvertirlos a una institución en la que las personas y los proyectos se subordinen a los incentivos y programaciones de una autoridad externa.

Adjunto la convocatoria de la manifestación de este sábado y un video que muestra el edificio y transmite la energía de las gentes que habitan este admirable espacio. Todas sus creaciones carteles, videos o textos son fantásticas y no pueden ocultar las capacidades creativas de sus gentes.Estuve presente en la anterior manifestación, hace varios años, cuando también corrió peligro de ser cerrada. Recuerdo que fue un acontecimiento para mí. La puesta en escena en la calle del conjunto múltiple y heterogéneo, lleno de matices, mostrando su creatividad y vitalidad fue memorable. Mi problema es la incapacidad para narrar un acontecimiento tan multidimensional y singular.

Desde hace tiempo no tengo relación con este proyecto de inteligencia colectiva. Ignoro los detalles y los problemas que pueden aparecer en un proyecto vivo con el paso del tiempo. Lo que me pregunto es cómo puede mantenerse un espacio de inteligencia y creación en el océano de mediocridad, escasa inteligencia y comportamientos mecanizados de las instituciones de la sociedad que la rodea.



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