jueves, 1 de mayo de 2014

C´EST LA VIE

Hace muchos años fui invitado por un diario local a un acto en el que me pidieron que hiciera una valoración sobre la información de dicho periódico. En mi intervención subrayé  el contraste existente entre distintas informaciones, que atribuí principalmente a las propiedades del contexto a las que se referían. Así, las informaciones  acerca de política local, o la laboral o de la universidad,  estaban desprovistas de cualquier tensión,  adquiriendo una rutina que le confería una naturaleza casi irreal. Sin embargo,  en algunos casos, las informaciones eran vivas, ilustrando la tensión del acontecimiento. El ejemplo más ilustrativo era el de los conciertos. Algunas crónicas sobre los mismos eran textos llenos de energía y que transmitían imágenes y evocaciones intensas. Así, se podía enunciar la hipótesis de una transferencia del contexto al informador. Este argumento  fue recibido con escaso entusiasmo, de modo que no me volvieron a invitar.

El concierto es una forma de congregación nacida de un acontecimiento que no es comprendido, aún hoy,  en su verdadera dimensión, el pop de los años sesenta, que constituye un factor de cambio social y cultural de gran relevancia. Es un acto en el que se genera y se comparte una socialidad diferente a la vida ordinaria. Cuando se produce una conexión entre los músicos y el público, la energía se multiplica y se modifican los estados  individuales. Un concierto es un trozo de vida supremo. En el mismo se producen fusiones inesperadas y se crean climas casi místicos para los sentidos. El concierto se inscribe en un territorio del más allá en la vida ordinaria.  Las músicas estimulan las sensaciones y convergen generando verdaderos ambientes mágicos que se expresan en la transformación de las personas y la activación de los cuerpos.

Os presento un video de Bruce Springsteen , del verano de 2013 en Leipzig. Es increíble la conexión entre el público y los músicos, así como entre ellos mismos. En la primera parte, Bruce estimula el público y termina por generar una relación múltiple de intensidades insólitas. El boss recrea la mítica “You never can tell” en una versión singular.  Así  prueba que un concierto es un acto  siempre único. No es igual ese día que el siguiente o el anterior. Se trata de un acto abierto a la improvisación y a la creatividad de los instantes en que se producen circunstancias inesperadas.

Pero mi lectura de este video privilegia la cuestión de la conexión entre generaciones. Springsteen y sus músicos envejecen de un modo admirable. El inevitable declive físico queda subordinado tanto a las energías creativas como  a sus espíritus heterodoxos y vitales, que les conforman como  seres situados por encima de los tiempos que determinan los estados, las burocracias, las tecnocracias y los distintos gestores de la vida. Las músicas, los ambientes y las conexiones místicas infunden energías inesperadas, que se reproducen en actos de la vida que los protegen de los efectos negativos del envejecimiento. C ´est la vie o you never can tell. Estas canciones están por encima de lo ordinario, como todo lo que nace de Chuck Berry.

Si el concierto representa la forma máxima de posibilidad de conexión, la gran crisis de la educación la configura como una forma de desconexión creciente. Por encima de las dimensiones de las políticas educativas y las controversias del presente, en la educación concurren distintos factores que contribuyen a configurarla como espacio de desconexión. Entre las generaciones; entre las inteligencias, esculpidas por la imprenta o lo audiovisual; entre los saberes; entre los mundos vividos, que producen los sentidos; entre las temporalidades; entre los media y las instituciones escolares; entre el sujeto educado disciplinado y guiado de la educación y el vibrante que vaga por las redes sociales.

Para ilustrar el estado de desconexión muestro un video en el que se presentan un conjunto de estudiantes en espera de una clase. Las imágenes hablan por sí solas. Los cuerpos, las distancias, los estados personales, la fragmentación, la pasividad, el imperio de lo obligatorio, de lo impuesto. Pero lo mejor de este video es que se recrea sobre el aula como contenedor de cuerpos. Las arquitecturas de los centros educativos muestran su naturaleza de almacenes de cuerpos en tratamiento para su reconversión en el capital humano necesario para el mercado de trabajo. En ese espacio es imposible la relación o la cooperación humana imprescindible para desarrollar las inteligencias. Me parecen horrorosos los edificios, las pasarelas y las aulas-caja. Me evocan la imagen de los camiones en los que se transporta a  los animales antes de su sacrificio, para desempeñar su función productiva.

Las fábricas del conocimiento donde reina lo esperado, donde hoy es inevitablemente la reedición idéntica de ayer, donde predomina lo gris y lo burocrático, donde se domestican las inteligencias, donde impera el sinsentido, donde cada cual es medido para ser comparado con los demás en una competición eterna que es la preparación para el mañana precario. El lugar donde la fantasía y los sentidos se encuentran en estado de hibernación y la inteligencia encerrada en una jaula para que adquiera la forma esperada. En este lugar impera una casta de guardianes del conocimiento extraños a la vida y servidores de las empresas que van a tratar este capital humano.

El contraste es patente. He soñado que el boss se hacía cargo de mi clase de cambio social y yo me integraba entre sus maravillosos músicos. Pero eso es fantasía e imaginación y en donde me encuentro anclado reina el principio de realidad en su versión más sórdida. Este es el tiempo en el que se impone como evidencia que los hacinados en las aulas son recursos humanos, sólo recursos humanos y nada más que recursos humanos. Yo soy uno de sus guardianes y no tengo el derecho a imaginar o a soñar.

Los alumnos con los que me encuentro cada día, van a conciertos y a otras actividades similares. C´est la vie.



8 comentarios:

  1. Pero no somo el Bruce, ni Silvio, ni Janis, ni Queen, ni Pink Floyd,...

    somos profesores, docentes, maestros y no nos queda más que luchar,

    saludos,

    Fernando

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  2. http://www.truth-out.org/news/item/23391-the-ivory-cage-and-the-ghosts-of-academe-labor-and-struggle-in-the-edu-factory


    Fernando

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  3. Gracias Fernando por tus comentarios y el link tan valioso.
    El problema de fondo es que no somos profesores sino traficantes de méritos en la nueva fábrica del conocimiento y el novísimo mercado global de productos académicos para ordenar la cola de acceso a las empresas.
    Este cambio implica que somos empleados de esa factoría que produce personas para la producción inmaterial, cada una de las cuales tiene un capital académico individual y un proyecto psicológico. No es lo mismo que antes.
    De acuerdo entonces que hay que luchar. Pero no sólo por mantener la plantilla y las condiciones de trabajo, tal y como plantean las movilizaciones actuales sino por pujar por las finalidades de la institución. En este plano sólo percibo un silencio espeso.

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  4. Esa mirada parca, reducida a los satisfactores numéricos de la nómina es una representación de ese ciudadano (que trabaja con cierta decencia) demediado, usuario y cliente de servicios, beneficiario y pasivo en la construcción política y social. Como mucho estuvo ayer en una manifestación entristezida, contradictoria, absurda a veces, y con cierto sentido en pequeños fragmentos de realidad.

    Las cosas estan jodidas, pero el funcionariado puede crear, reivindicar una misión de la universidad ampliada, partiendo de Ortega y en sus clases claro, más allá esta casi todo vendido (me río por no llorar de las declamaciones de lo público, la docencia, el I+D, la,la,la últimas de los rectores), más allá de traficantes de méritos y productores de cartones sin marco.

    Fernando

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  5. De acuerdo con el fondo de lo que planteas. Pero la distinción entre profesores funcionarios y los demás se estrecha considerablemente por el avance del proceso de reforma neoliberal de la educación, que nos expropia los sentidos y nos ubica en un campo en el que somos obligados a la competición y estamos a merced de las fuerzas estructurales que se manifiestan en el complejo de agencias múltiples. Tenemos una salida que es adaptarnos al capitalismo académico para sobrevivir y medrar.

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  6. Pues yo iré a un par o tres de festivales de pop-rock este año... Suelo ir a ese tipo de eventos porque me gusta la música en directo y sigo a este tipo de bandas. Es bastante cierto lo que dices, en un buen concierto se producen unas sinérgias y unas energías que pocas veces he sentido. Si además, eres seguidor o fan del artista, puede ser una experiencia casi religiosa.

    En cuanto a la comparación o el paralelismo con las clases, puede que no le viniera mal a la docencia aprender algo del espectáculo. Con ello no me refiero a que los profesores deban de ser payasos, animadores o rebajarse a ser algún tipo de "showman" superficial. A lo que me refiero es que sería bastante deseable que el conocimiento se transmitiera de una manera más pasional, más multimedia o multisensorial. Bueno, no se. Es complicado.

    Un saludo.

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  7. Este análisis pudiera mejorarse con la cadena de rituales de interacción de Collins, así como de otros conceptos como los de la tradición de Durkheim o Bourdieu.

    Las emociones colectivas pueden darse en un concierto o una reunión masiva de militantes del foro social, pero la univerisdad exige autodisciplina, y esta muy olvidada.

    Ojo, no hablo de disciplinamiento a la evaluación, la nota, el profe, sino de saber guiarse a sí mismo, caminando hacia cierto grado de libertad y creación propia.

    Saludos,



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  8. La gobernanza educativa está transformando desde la raiz las instituciones educativas.

    Stop PISA! ▸ ¡Paren PISA!

    http://otra-educacion.blogspot.com.es/2014/05/stop-pisa-paren-pisa.html

    Saludos de un palentino desde Ecuador,

    Mario.

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