sábado, 9 de febrero de 2013

DE LA BUROCRACIA AL (PENÚLTIMO) MANAGEMENT

Las ciencias sociales, en particular la economía, valoran a las sociedades por una serie de criterios entre los que destaca el nivel de consumo de bienes y servicios. La abundancia es el elemento clave que define el rango de una sociedad. Junto a ésta, la existencia de una democracia formal que minimice los conflictos en la redistribución. Pero esta mirada no considera el tipo de formas de dominación existentes en las sociedades que, en general, se ubican más allá de las formas políticas.

La burocracia, una formación social que es entendida en sus comienzos como un factor de racionalización, que desarrolla los estados, las organizaciones y las empresas, es también una forma de dominación que se sobrepone a las personas y las instala en un contexto que limita severamente su iniciativa. Cumplir las normas es el precepto esencial de la burocracia, que termina produciendo un sentido asfixiante y patológico. Las personas son atrapadas en una tela de araña que les impone una extraña racionalidad.

La burocracia inmoviliza a las personas en su maraña de procedimientos, impidiendo cualquier desarrollo de la inteligencia, al ser atrapada en el sistema de rutinas y procedimientos, donde todo se encuentra resuelto y determinado por reglas, rutinas y tradiciones. Las personas, sólo pueden ser piezas de esta máquina que funciona ajena a ellas mismas y a sus entornos, generando un alto grado de autorreferencialidad, de modo que concluye sirviéndose a sí misma.

Las valoraciones iniciales que ensalzan sus atributos positivos, son contrapesadas con las visiones críticas que desvelan su naturaleza coercitiva y sus efectos regresivos. La jaula de hierro de Weber o la lúcida visión de Kafka, son algunas de sus pioneras Estas visiones son formuladas a contracorriente, en coyunturas históricas en las que predominan las visiones positivas, de este modo, se adelantan al tiempo en el que la burocracia se desgasta, multiplicando a sus críticos.

La burocracia es una formación social desplazada en el presente por la emergencia de una mutación global de gran alcance, cuyo comienzo se puede ubicar en los años setenta del siglo XX. Entre el conjunto de cambios que conforman esta mutación, se encuentra el nacimiento de la tecnocracia y de un conjunto de instituciones que emergen de la reestructuración organizativa y la nueva empresa. Las más importantes son el management, el márketing y la publicidad, que se fusionan con los mass media audiovisuales configurando el centro simbólico de las sociedades nacientes.

Las instituciones de la gestión, el márketing y la publicidad son dispositivos organizativos y de saber que producen imaginario, extendiéndose más allá de las fronteras de la empresa y colonizando toda la sociedad. Se corresponden con el final de un largo proceso de utopías organizativas que aspiran a la máxima eficacia en la producción y en las organizaciones. La filosofía subyacente en los recursos humanos representa la apoteosis final de estas utopías organizativas.

Desde la aparición en los años treinta del libro La revolución de los directores, de Burnham, el Management no deja de expandirse y transformarse en renovadas versiones. Después de Peter Drucker, adquiere una naturaleza que trasciende la dirección convencional, para reinventarse como un método basado principalmente en su poder psicológico sobre las personas. Éstas son escrutadas con la intención de hacerlas totalmente transparentes, de modo que se estimule su competencia maximizando su conducción. La gestión de las competencias, la gestión del capital intelectual y otros métodos del Management, terminan en la penúltima versión que escruta el compromiso de los empleados.

Estas instituciones producen un modelo de persona asimétrico al de la burocracia. El arquetipo personal del presente es un ser activo que se integra en un orden organizativo que le exige un desempeño creciente, así como la adecuación de su interés con el de la organización. El yo-emprendedor muy diferenciado del burócrata. El núcleo de este modelo es crecer, siempre crecer. No hay otra alternativa. Así se configura una institución integrada en el orden de la gestión, desempeñando un papel esencial en éste: la evaluación permanente.

Al igual que en el caso de la burocracia, las nuevas instituciones emergentes se producen en coyunturas de expansión económica, que influyen en la formación de una imagen positiva, que invisibiliza sus aspectos negativos. Estas instituciones son entendidas como parte del proyecto económico que conduce al incremento de la productividad, de la riqueza y del hiperconsumo. Su aceptación se corresponde con estas coordenadas, desde las que no se percibe su envés negativo.

Pero estas instituciones emergentes son también inequívocamente nuevas formas dominación, que generan sufrimientos y malestares renovados, de los que el mobbing es sólo la primera señal. Al igual que los primeros críticos de la burocracia, una serie de autores y corrientes de pensamiento ponen de manifiesto, a contracorriente, los efectos negativos de las nuevas instituciones y sus códigos genéticos de dominación. Estas visiones críticas se producen en los márgenes de la academia y los media, dos instituciones concertadas con el proyecto neoliberal hegemónico y sus instituciones moleculares: la empresa y la gestión.

El sujeto del presente, resultante de esta mutación, es obligado a competir sin descanso con sus iguales, tanto en lo laboral-profesional como en el consumo y todas las áreas de la vida. Las instituciones de la evaluación permanente, las bases de datos comerciales, los guiones de emulación de los media o el neuromárketing lo construyen como una realidad transparente, necesaria para ser conducido desde el nuevo poder representado en estas instituciones, que es manifiestamente más productivo que el de la burocracia. Tanto en la carrera laboral, como en el consumo o la vida íntima, la única alternativa es ganar. Siempre ganar.

La crítica a la burocracia ha creado sus imágenes. Orson Wells, uno de mis héroes principales, en su película “El proceso”, en 1962, con guión sobre el libro de Kafka, crea unas imágenes prodigiosas. En más de una ocasión he tratado de hacer analogías con el presente con esas imágenes. Paso un vídeo de esta película, muy elocuente, en el que muestra la imposibilidad de fuga de este orden en el que ser libre es una quimera.

Tengo la esperanza de que la generación de víctimas del management construya sus propias imágenes sobre el mismo. Me permito sugerir mi propuesta de una huida inquietante por los pasillos de un centro comercial, de pasillos interminables y laberínticos, poblados por comercios múltiples. Tirando de un carrito de supermercado lleno de papeles que forman el currículum, y cruzándose con seres extraños que abarrotan las tiendas. En sus puertas se encuentran empleados sonrientes que obstaculizan la marcha ofreciendo productos en tonos amables... las luces… los sótanos... las pantallas...

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