domingo, 19 de septiembre de 2021

ALESSANDRO BARICCO: OTRA VISIÓN DE LA PANDEMIA

 




Hace tres años que descubrí a Alessandro Baricco. Me fascinó su inteligencia y originalidad en su libro “Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación”, publicado en Anagrama. En sus páginas me reconocía como habitante de varias de las aldeas saqueadas por la mutación en curso que se hacen presentes en el texto. Su perspectiva tan aguda, sutil y singular, que excluye la defensa del pasado, así como la condena de la mutación, le permite hacer conceptualizaciones lúcidas. La transformación radica en que los protagonistas “agresores” no pugnan por controlar los puntos estratégicos del mapa, sino que están cambiando el mismo mapa, disolviendo el suelo sobre el que se asientan los renuentes. Su definición certera concentrada en estas palabras “Donde esa gente puede respirar, nosotros nos morimos”, apunta a una transformación cargada de opacidad, frente a la que solo somos capaces de ver sus efectos.

Hace un par de semanas me topé en una librería material con su último libro, también en Anagrama, en los fértiles Cuadernos, que versa sobre la pandemia. Su título es “Lo que estábamos buscando. 33Fragmentos”. Su lectura de nuevo ha conmovido mi sistema de percepción y categorización, que ha sido sometida a una fantástica tormenta intelectual, tras el cual he tenido que conceder un lugar a sus aportaciones. Si lo tuviera que definir en pocas palabras, diría que vive intensamente el presente desde una marginación que le confiere una autenticidad manifiesta, que constituye una excepción en una nueva sociedad que multiplica el efecto Panurgo. Ahí radica la potencialidad de su mirada. Esta es precisamente mi línea, que sigo desde hace muchos años y que conforma mis aspiraciones a ser así cuando sea mayor. Recomiendo vivamente la lectura reposada de este texto fecundo, que despliega un análisis en el  que la mirada sobre la pandemia se realiza desde un ángulo diferente y hace de la sutileza un verdadero arte.

La pandemia se ha caracterizado por ser percibida y analizada como una emergencia sanitaria, solo como tal y nada más que eso. Este es el centro de gravedad de la casi totalidad de las interpretaciones de la misma. De ahí resulta la preponderancia y el monopolio de la voz a los expertos médicos y salubristas. Sin embargo, la pandemia es un fenómeno que trasciende sus dimensiones sanitaristas, generando una catarata de seísmos en las formas de gobierno, las relaciones sociales, las instituciones y la vida cotidiana. Estas son percibidas, pero no son objeto de discusión, en tanto se consideran derivadas de una causalidad sanitaria considerada como inevitable. Desde el primer día me he posicionado críticamente con respecto a las visiones sanitario-centristas, que ignoran la trascendencia de la Covid como poderoso motor de transformaciones políticas esenciales. La aceptación de la etiqueta exclusiva de salud implica la generación de un sentido común letal, que justifica los excesos de los poderes públicos y la conformación de una sociedad de apoteosis policial. El libro de Baricco se ubica justamente en esta perspectiva del más allá de la emergencia sanitaria.

Este comienza definiendo la emergencia Covid como un acontecimiento que trasciende sus dimensiones de salud pública. “Habría que intentar comprender la Pandemia como criatura mítica. Mucho más compleja que una simple emergencia sanitaria, parece ser más bien una construcción colectiva en la que los diversos saberes e ignorancias han trabajado en un propósito aparentemente compartido”. Una construcción colectiva, a la que el autor le otorga el título de “criatura mítica”. En el texto se puede homologar esta definición con los conceptos esenciales de narrativa o cultura. En sus propias palabras  las criaturas míticas son productos artificiales en los que los seres humanos se dicen a sí mismos algo urgente y vital. Son figuras en las que una comunidad de seres vivos organiza el material caótico de sus miedos, creencias, recuerdos o sueños. Estas criaturas habitan el espacio mental que llamamos mito”. La pandemia remite a un estado mental compartido que se encuentra interactivamente producido.

Muchas personas ancladas en las referencias sanitaristas pueden pensar que esta definición es una extravagancia filosófica. Pero Baricco advierte que  nada más engañoso que usar la palabra mito como sinónimo de acontecimiento irreal, fantástico o legendario. El mito es aquello que dota de un perfil legible a un puñado de hechos. En cierto sentido es lo que traduce aquello indiferenciado que es propio de lo que sucede a la forma completa que es propia de lo que es real; pero confundir lo artificial con lo irreal es una estupidez. El mito es la criatura más real que existe”. Así, la pandemia es un mito construido que otorga sentido a la realidad. El dominio de las narrativas derivadas de la ciencia genera un vacío sobre el que se constituye el mito o leyenda. Porque “nos hemos rendido incondicionalmente a la ciencia, lo que nos incapacita para leer el mito, comprender su producción”.

Una de las claves del texto se encuentra en su definición de que la pandemia resulta de una construcción de saberes e ignorancias. Efectivamente, la vetusta división de las ciencias especializadas, que no termina de desaparecer por efecto de la mutación científica en curso, privilegia a las ciencias derivadas de la química y la biología, que se desarrollan radicalmente aisladas de las ciencias humanas y sociales. A su vez, estas últimas se encuentran escindidas del pensamiento. El resultado se evidencia en el curso de la pandemia, cristalizando en un sistema de ignorancias de una magnitud macroscópicas. Mi posicionamiento de confrontación con la epidemiología y los saberes salubristas, tiene este fundamento. Así se confirma que el taylorismo y la ciencia newtoniana protagonizan el milagro de su reproducción incesante en un contexto nuevo y bajo otras formas. De este modo se configura una de las tragedias más relevantes de este tiempo, que la emergencia de la COVID evidencia impúdicamente.

Entonces, la pandemia ha mostrado un rasgo persistente en la historia que Baricco resalta, “la historia a menudo no es más que la conversión en acontecimiento de ciertas pulsiones del inconsciente colectivo…se convierte en historia aquello que los humanos no saben que piensan hasta que no logran producirlo para sí mismos, sintetizarlo y nombrarlo en forma de acontecimiento histórico…la historia es aquello que alcanzamos a pronunciar de nuestras premoniciones”. Este acontecimiento producido en tanto estaban preparadas sus condiciones. Las pulsiones resultan de las percepciones y supuestos compartidos.  La criatura mítica creada por los medios que más me ha impresionado en los últimos años ha sido la de la conversión de la meteorología en un discurso experto y permanente. Es lo que en este blog he denominado como “la braserización”, en honor a uno de sus pioneros Brasero, que genera un relato perenne que se reproduce todos los días acerca de la predicción del tiempo. Este condensa toda la incertidumbre acerca de la vida, que es proyectada a las condiciones meteorológicas, que es cocinada por los expertos en la tan científica tarea de la previsión.

La pandemia como construcción colectiva resultante de la conjunción de saberes e ignorancias implica una definición global. Dice Baricco que “Primero, y más rápido que la enfermedad misma, está la figura mítica que ha contagiado al mundo. Esa es la verdadera pandemia: antes que tocar los cuerpos de los individuos, toca el imaginario colectivo. Es la explosión de una figura mítica, con una potencia y velocidad desconcertantes…la pandemia se alinea con otras grandes criaturas míticas de las que se tiene memoria y se acepta por lo que realmente es: un contagio de las mentes antes que los cuerpos”. En la sociedad de la información, los virus, y también las representaciones mentales, viajan a una velocidad vertiginosa. Así ha cristalizado el estado mental que denominamos pandemia.

Desde la perspectiva de Baricco, un acontecimiento generador de una mitología, necesita encontrarse arraigado en las predisposiciones de las gentes, que las define así: “ antes de la pandemia ya se registraba una actividad sísmica inusual allí donde un cierto sentir colectivo asintomático se desbordaba hasta generar historia. En poco tiempo, varias figuras míticas de proporciones considerables comenzaron a rediseñar, como impulsadas por una urgencia repentina, el skyline mental de los humanos. Mientras la revolución digital construía imparable en todo el planeta el mito por excelencia de la tierra prometida, en áreas más limitadas del mundo florecían grandes relatos mitológicos de espléndida factura: la guerra contra el terrorismo, la amenaza de los inmigrantes, la emergencia del cambio climático, con un clásico en perspectiva: el fin del mundo. Después de décadas de aparente anemia mítica, un magma subterráneo de altísimas temperaturas parecía haber encontrado una boca desde la que erupcionar- rugido y resplandor. Luego la pandemia”.

Las condiciones para la emergencia de la pandemia habían madurado en las sociedades. Dice “Se puede leer una especie de voluntad mayoritaria, una corriente dominante, que desde hace tiempo fluía en una dirección muy clara. Se podría decir que casi todas las elecciones de cualquier tipo que han tomado los seres humanos en los últimos cincuenta años parecen haber sido a propósito para crear las condiciones para una pandemia…Se ha trabajado mucho para crear un terreno de juego único en el que moverse con una velocidad y facilidad nunca antes conocidas…auge de la palabra viral…Hacer correr por ahí la información, dinero, números, noticias o música cambia poco las cosas: es siempre un juego pandémico. Si un virus hace su aparición, no puede desencadenar nada más que una pandemia…Puede parecer extraño decirlo, pero evidentemente es lo que estábamos buscando”.

El tiempo de la Covid ha evidenciado la coherencia con los modelos de vida y sociedad imperantes. Baricco se interroga acerca de la vida inmediatamente anterior: “…era una locura ir a ese ritmo, dispersar la mirada y la atención, perder la intimidad con uno mismo, intercambiar neuróticamente los cuerpos sin detenerse a contemplar el cuerpo propio, ver mucho hasta alcanzar una cierta ceguera, saber mucho hasta no comprender nada más”. La vida social compulsiva del tiempo presente se produce con una velocidad que termina por desestabilizar el conocimiento. La crisis contemporánea que cataliza la Covid es, principalmente, una crisis de inteligibilidad. Así, plantea la cuestión fundamental, la necesidad de frenar “…la espasmódica necesidad de detenernos. En este sentido, la pandemia fue verdaderamente un grito. Un grito de cansancio. De rebelión.”

Este tiempo es el tiempo de apoteosis de lo digital, que se encuentra inscrito genéticamente en los códigos de la pandemia. “Luego salió a flote una especie de higiene digital: la idea de que los dispositivos electrónicos pueden reducir al mínimo la exposición de los cuerpos al peligro de la contaminación. Evidentemente, el Game, la revolución digital, también llevaba en su seno esta utopía fóbica y visionaria a la vez. Una especie de oscurantismo luminoso que parecería imaginar una limpieza preexistente al contacto con un Yo que se contamina al fusionarse con el otro…el Game, másbien tenía como idea la rotación continua de la experiencia física y la experiencia digital en un único sistema de realidad. Pero ahora, en la figura mítica de la pandemia, leemos que es frecuente la tentación de simplificar esa rotación y replegarse a lo puramente digital…la eliminación de los cuerpos que lleva consigo es nociva”.

Baricco valora la respuesta a la pandemia y se interroga acerca de las inteligencias quela conducen. En este capítulo, su lucidez alcanza su máxima cota, en tanto que apunta a una severa limitación de estas. “A nivel técnico, la pandemia, es decir, la primera criatura mítica ensamblada en la era digital, ha estado enteramente gobernada por inteligencias del siglo XX: una pérfida asimetría. No es de extrañar que, incluso en los lugares más diversos y distantes del mundo, esas inteligencias hayan llegado más o menos a las mismas soluciones: todos los que jugaban habían crecido en la misma escuela…..en esencia, una pandemia hija del hábitat digital fue gobernada por inteligencias del siglo XX basándose en principios ya caducos, y siguiendo una lógica obsoleta”.

La ciencia fragmentada y la taylorización de los saberes han sido los factores más importantes de descontrol de la pandemia. La hiperespecialización de lo que en la venerable y misteriosa institución universidad se denomina como “áreas de conocimiento”, radicalmente incomunicadas entre sí, ha desempeñado un papel esencial. Este laberinto de conocimientos se ha mostrado trasnochado. Solo se ha renovado su máscara mediática. “Si intentamos hacer un balance ahora, cuando aún no ha terminado la pandemia, podemos aventurar una idea clamorosa: la ciencia, una de las figuras míticas más fuertes producidas por la modernidad, se tambalea. En la embarazosa confusión del saber médico al que se recurre para afrontar la emergencia, cualquiera puede identificar una obsolescencia metodológica que ahora parecen tener en común todos los saberes…un inmenso saber, con acceso a cantidades vertiginosas de datos, por increíble que parezca, de poca utilidad, o produce soluciones con demasiada lentitud, o plantea las preguntas equivocadas…En la pandemia, la ciencia médica habla por todas las demás, denunciando la incapacidad crónica para hacer aterrizar las inmensas inteligencias, humanas y artificiales, que están a nuestra disposición”.

Baricco concluye apuntando a una cuestión esencial, tal y como es el salto del autoritarismo resultante de la emergencia de la Covid. Este se encontraba en estado de disponibilidad, esperando su ocasión. “Y una necesidad de orden, obviamente. La increíble disciplina que las multitudes han mostrado hacia unos poderes públicos que hasta el día anterior habían sido despreciados autoriza a la figura mítica de la pandemia para decir que un sordo deseo de disciplina serpenteaba bajo la piel de una civilización a la que gustaba imaginar libre, abierta, rebelde, incluso caótica. …Pero en su seno había hambre de orden, disposiciones, prohibiciones, limitaciones. Se conservó el placer de una autoridad a la que obedecer y hasta la nostalgia de un experto que orienta, un poderoso que dispone, un guía que sugiere, un sacerdote que execra, un médico que prescribe, un policía que castiga, un juez que sanciona, un periodista que advierte, un padre que educa. Al mismo tiempo, en quien manda, corrige, castiga, ha vuelto a manifestarse ese sentimiento de legítima superioridad sin el cual el placer de la autoridad pierde su encanto”.

Por último, señala una cuestión fundamental. El virus no es democrático y refuerza las desigualdades, principalmente mediante la penalización de la economía informal. La pandemia ha reforzado los gobiernos interactivos con los grandes poderes de la economía, recuperando competencias que se encontraban debilitadas, En sus propias palabras “La pandemia acaba por afilar las garras de un poder que estaba perdiendo a su presa. Contiene una energía que tiende a detener los tiempos, a restaurar aquello que había decaído. Parece diseñada a propósito para devolver una perspectiva mítica a la pura y simple dominación: como para devolverle la narrativa perdida y por lo tanto la fuerza motriz, y, en última instancia, la autoridad moral”.

Un libro esencial para pensar y entender la pandemia de modo asimétrico a las versiones sanirario-centristas. Esta es la razón por la que etiqueto este texto en "El presente", en tanto que trasciende lo estrictamente sanitario.

 

 

 

 

 

 

 

 

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