viernes, 9 de junio de 2017

VALDERAS Y LA CENA DE LOS MENESTEROSOS POLÍTICOS

La oferta de Susana Díaz a Diego Valderas para convertirlo en uno de los cargos que conforman la singular versión de la nomenklatura andaluza, representa el enésimo episodio de cooptación por parte del pesoe con respecto a izquierda unida. Rememorando la cena de los menesterosos en Viridiana, la magnífica  película del maestro Buñuel, el pesoe convoca a algunos de los menesterosos de la izquierda política a una cena que cancele la penuria de su posición marginal, para ser ascendidos al reino de los cielos de la élite supraestatal. Desde el comienzo mismo de la transición, el pesoe coopta ilustres miembros del menguante partido comunista y la configuración de satélites que lo acompañan.

En esta ocasión, Susana convoca a Valderas a la gran cena que concluye con su investidura como miembro de la academia estatal de privilegiados, que es el espacio en donde concluyen las carreras políticas, para reiniciarse en el mundo de los los mercados y las auténticas élites del poder. Su intención es menos piadosa que la que anima a Viridiana. Se trata de estimularlo para que renuncie a su posición mediocre en una zona de sombra, para experimentar el salto hacia arriba. Pero la verdadera finalidad de esta operación no es favorecerlo personalmente, sino utilizarlo como un arma en contra de su misma famélica organización. La evocación de la exitosa operación de Rosa Aguilar es patente. Esta es recompensada por su renuncia al pasado y confirmada como un ejemplo de adaptación a su nuevo estatuto, en el que acredita sobreponerse al mal de altura.

Esta operación tiene componentes de perversidad manifiesta. Porque la cooptación siempre representa una relación ladina entre un poderoso y un menesteroso. Su ejecución tiene un impacto negativo en las huestes del sujeto cooptado. Se trata de implementar la traición como una obra de ingeniería que desorganiza las huestes de los menos dotados de poder. Por eso, la cooptación se puede entender como una metáfora de la caza. El grupo de depredadores observa minuciosamente a las presas para valorar cuál de ellas es más vulnerable al ataque. Los herbívoros más débiles son devorados inexorablemente. La cooptación destruye la identidad política del cooptado, que es transformado en un apéndice inodoro e incoloro de su propio pasado.

Desde esta perspectiva habría que preguntarse acerca de la idoneidad de Valderas para tal designación por parte de los cooptadores-depredadores. Parece evidente que el viejo PCE, así como su extensión IU, se encuentran en una situación de debilitamiento cronificado. El pasado de gloria reimaginada, debido a su papel en la oposición al franquismo, se difumina, dando lugar a un proceso de decadencia manifiesta, en la que los excombatientes por la democracia son desplazados por las nuevas élites políticas ajenas a los relatos de la oposición al franquismo.

Los grandes partidos comunistas del sur de Europa del final de los años setenta se han desvanecido por la concurrencia de los cambios derivados de la naturaleza de las sociedades postfordistas globalizadas y el agotamiento final de los regímenes que fueron denominados como socialismo real. En ausencia de un proyecto renovado de futuro, los sobrevivientes tienen que adaptarse a las nuevas realidades hostiles conservando encomiablemente su fe. En España el vetusto partido comunista se oculta tras las siglas de Izquierda Unida en espera de algún milagro que lo reconstituya.

Así el partido y su constelación de acompañamiento quedan reducidos a mínimos. El núcleo de su organización radica en los representantes en las distintas instituciones. Estos se acompañan de algunas pequeñas organizaciones sectoriales filiales. En los sindicatos, debilitados y vaciados por la crisis de la sociedad salarial apenas quedan vínculos. Así se conforma un pequeño grupo de activistas  que agotan su actividad en las instituciones representativas estatales, que se sustentan en pequeñas redes de apoyo. En los procesos electorales movilizan a los restos del naufragio, constituido por contingentes de personas caracterizadas por ser más excombatientes de las guerras del pasado que componentes activos de alguno de los espacios sociales y políticos del presente.

La organización deviene así en una manada de herbívoros expuesta a los dos tipos de depredadores que amenazan su continuidad y la sitúan en peligro de extinción: el pesoe y podemos. Ambas formaciones practican distintas formas de cooptación muy agresiva, como el caso que estamos analizando. En los dos casos las estrategias de cooptación se dirigen a la cabeza, a los miembros ubicados en instituciones representativas. El caso de Valderas es elocuente.

La ausencia de una base social efectiva confiere a IU un perfil singular. Sus escasos diputados de todos los niveles, así como sus alcaldes y concejales, se encuentran en una situación de desventaja que les ubica en el exterior de la dinámica de las instituciones. Su posición es tan minoritaria que solo pueden ser protagonistas de iniciativas muy modestas que concitan la presencia de pequeñas redes de apoyo. También cuando los representantes en empresas públicas u organizaciones estatales obtienen bienes públicos por su presencia discreta. A estos recatados representantes me gusta definirlos como dietistas. Su desplazamiento de los centros de decisión de los flujos estatales los convierte en gentes con aspiraciones mínimas. Son tan modestos que ni siquiera son objeto de cooptación.

Por el contrario, algunos de los dirigentes partidarios se encuentran en posiciones que pueden ser decisivas como complemento de gobierno para el pesoe. En los periodos excepcionales que son necesarios, son requeridos e integrados en gobiernos regionales y municipales. Así se cumplimenta la verdadera aspiración de esta formación en declive. Se trata de llegar al gobierno y administrar parcelas de poder. De este modo se conforma una élite que me gusta definir como los comisionistas, cuyo estatuto es superior al de los humildes dietistas. Las caritas de los comisionistas integrados en el gobierno de Susana Díaz cuando fueron cesados fueron antológicas. Desde entonces han representado un luto político con sofisticadas puestas en escena.

Valderas es el comisionista más experimentado de Andalucía. Fue presidente del parlamento en tiempos de la pinza con el pepé y vicepresidente de gobierno con Susana en los años pasados. Las escenificaciones de los comisionistas presentes en ese gobierno y en sus extensiones provinciales fueron épicas. En todos los tiempos de gobierno, estos se desentienden de sus bases fragmentadas, generando malestares y conflictos internos de cierta intensidad. Así se confirma que el PCE y su constelación de acompañamiento es ya un partido de estado, caracterizado por la alta proporción de sus miembros activos instalados en las instituciones.

De ahí la maldad de doña Susana, sabedora de estas vulnerabilidades, que pretende cooptar al comisionista principal, para que gestione precisamente la cuestión de la memoria histórica, que es el aspecto simbólico más relevante para las subjetividades de los excombatientes que los sustentan. Sí, Valderas es el hombre más caracterizado para detener el avance de podemos, que por cierto practica una cooptación intensa respecto a izquierda unida, mediante la cooptación de Garzón y algunos miembros relevantes de la vieja guardia.

La cooptación salvaje es congruente con el medio en que tiene lugar. Este concentra a un conjunto de cargos y aspirantes a cargos. En estas condiciones los fuertes violentan a los débiles. Parece una cuestión inevitable, pues quienes tienen más recursos saben de la imposibilidad de que los cooptados accedan al gobierno. Así, la izquierda comunista sobreviviente al gran naufragio, se conforma como un conjunto de dietistas y comisionistas animados por la esperanza de un gobierno de coalición que les reporte un espacio institucional en el que puedan practicar del mismo modo que sus congéneres socialistas. Valderas es el símbolo de esta extraña comunidad, ahora invitado a la gran cena programada por la cocinera mayor de Andalucía. IU tiene que reinventar la protección ante la reedición del precepto religioso de "la carne es débil".

En definitiva, que el dicho popular de "pez grande se come a pez chico" tiene su aplicación al campo político. Dos partidos de cargos, uno grande y otro pequeño, no pueden coexistir sin que el mayor trate de asimilar al menor. Esta es la historia entre Doña Susana y Don Diego. Porque la diferencia entre ambos es de posición y de imaginaciones acerca de la realidad. Pero se encuentran homologados por las prácticas institucionales y las reglas de juego imperantes.


2 comentarios:

  1. Pero bueno Juan ¿cómo es que te has saltado (o yo no he sabido verlo) el comentar la victoria de Pedrito y el disgusto de Susanita, lo de Valderas son reflujos, jajaja
    Por cierto Pedrito y su gente "son la izquierda", pero la izquierda solo de la mafia del PP me parece a mi, yo les veo mas de centro derecha, Se van a dar un batacazo como defrauden las expectativas, que lo harán, ojalá me equivoque, que pronto olerán a Pasok.
    Aunque con estos paisanos nunca se sabe y es difícil profetizar nada:
    http://www.lasexta.com/programas/el-intermedio/revista-medios/de-su-profesora-a-sus-companeros-de-clase-puerto-lumbreras-habla-claro-sobre-pedro-antonio-sanchez-nos-averguenza-salir-en-la-tele-para-esto_2017060659370d030cf26391845df257.html
    Un abrazo.

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  2. Gracias futbolin
    Las caras de la noche de la derrota de Susana fueron antológicas. Ahora se prepara el asesinato político de Pedro. Pero no espero un desenlace como el del pasok. Este país es especial y proporciona un suelo seguro a este partido.
    Un abrazo

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