domingo, 6 de septiembre de 2015

LA EXCLUSIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE PILAR BRAVO



Pilar Bravo fue una dirigente comunista en los años sesenta y setenta en la universidad de Madrid. Desempeñó un papel fundamental en la organización del partido en la universidad así como en el movimiento estudiantil. Su brillante trayectoria política, que la llevó a ser la única mujer joven de la cúpula de la organización en el tiempo de la transición,  concluyó con su expulsión del comité central en 1981, como efecto de las luchas internas anteriores al cataclismo partidario de 1982. Terminó ingresando en el PSOE en 1986, donde ejerció distintas responsabilidades secundarias en el estado. Murió prematuramente  en 1993 con sólo cincuenta años.

Su biografía ilustra el triple drama que acumula la desaparición de su pasado. Primero el común a muchos de los activistas del PCE tras su salida del partido, cuyas aportaciones son borradas; después el de las mujeres con responsabilidades antes de la aparición del movimiento feminista autónomo; por último, el de los desplazados desde la izquierda al PSOE después del 82, que les asigna un papel subordinado que disuelve su primera biografía. Estos tres factores se combinan ocultando y difuminando su biografía y sus aportaciones, excluyéndola de la memoria y ubicándola en un territorio opaco, en el que es denegada y convertida en un espectro. Es el proceso de conversión en nadie de esta destacada opositora al franquismo.

Pilar fue la persona que reorganizó el partido en la universidad de Madrid desde mediados de los años sesenta. En esta época, el movimiento estudiantil renacía mostrando una potencialidad inusitada. Pero el escenario de estos años mostraba abiertamente el impacto de la crisis del movimiento comunista. El inmovilismo de la URSS y sus socios se acompañaba del devenir fatal de la revolución china, que consolidaba una escisión en el campo de lo que se denominó como “socialismo real”. Al tiempo, la descolonización y su secuencia de regímenes políticos progresistas se complementaban con la nueva revolución cubana que despertaba muchas esperanzas, dando lugar a una situación abierta y un futuro incierto.

La combinación de estos factores generaba una intensa ideologización en las gentes politizadas de la universidad de la época. De un lado, la preponderancia del FLP, que tenía una gran influencia al interpretar los cambios de este tiempo desde unas posiciones independientes, sin la intermediación de aparatos políticos. De otro, las escisiones derivadas de la revolución china, que activa varias opciones políticas. El PCE se encontraba relativamente inmóvil en este cambiante campo. Pilar Bravo fue la persona que activó la organización rehuyendo la confrontación ideológica con los otros grupos y priorizando su papel de intervención en el movimiento estudiantil. Su éxito fue incuestionable. Tanto por su papel en el movimiento estudiantil como por el desarrollo de las organizaciones universitarias, así como su papel de nutrir de cuadros al partido en otros ámbitos.

El movimiento estudiantil madrileño, después de 1969, registró la influencia del PCE en detrimento del FLP y las opciones sectarias de los m-l seguidores de la revolución china. El resultado fue un movimiento vigoroso, muy creativo en sus repertorios de acción, que consigue salir del gueto universitario y dinamizar el campo de oposición democrática. Este original movimiento sociopolítico articula las movilizaciones universitarias con la administración de su impacto en el campo político. Toda una generación aprende a hacer política en este tiempo. La influencia de Pilar en todos estos procesos es indiscutible.

La conocí en 1968 aunque tenía referencias acerca de ella desde un año antes. Ingresé en el partido en 1969, en la célula de Económicas. Pero la    creación de la facultad de Ciencias Políticas como entidad separada de Económicas, determinó que me hiciera cargo en septiembre del 69 de la nueva célula, que llegó a ser la mayor del partido. Entonces fui incorporado al Comité Universitario. Este fue el lugar en el que concurrí con ella. Durante dos años colaboramos intensamente.

Su carisma era muy relevante, así como la concurrencia  manifiesta de varias  inteligencias de gran nivel de muchos de sus miembros, que han desarrollado con posterioridad trayectorias de éxito en muchas actividades públicas. Pero el punto fuerte de este comité, determinado por su influencia, era la metodología. Se compatibilizaba un sistema de contactos rápidos y reuniones monográficas breves para resolver cuestiones urgentes. Pero los domingos nos veíamos a primera hora de la mañana para  una reunión posada de planificación que decidía acerca del plan de acción y facilitaba la cohesión del grupo.

Estas reuniones comenzaban con información sobre la situación política y sobre el movimiento obrero y otros movimientos sociales. La información era sintética y muy elaborada, dando lugar a intercambios de opiniones y discusiones. Después se informaba de la situación en las facultades y se discutían las líneas de acción. Al final se trataban las cuestiones de organización. La vida de este comité era muy intensa priorizando las cuestiones políticas generales, así como la orientación estratégica y táctica del movimiento estudiantil. Su papel era determinante en las conclusiones y la intermediación entre distintas opiniones. En otras organizaciones del partido lo político se encontraba subordinado a las cuestiones de organización, imprimiendo un funcionamiento rutinario y cerrado.

Su carisma era asombroso. Todo el mundo le reconocía su liderazgo incuestionable. Recuerdo una de sus detenciones en este tiempo. Creo recordar que fue Billy el Niño quien la sacó un día frio de invierno a un balcón desprovista de ropa de abrigo. Los comentarios acerca de su persona eran mitológicos. Era una fumadora empedernida. En esos tiempos todos fumábamos muchísimo. Las largas reuniones eran tóxicas. Las casas de los anfitriones, que en general eran profesionales militantes del partido, terminaban en estado de tinieblas. Todos nos preguntábamos por su vida personal, que era inaccesible para todos nosotros. Este misterio despertaba muchos comentarios.

Su inteligencia, su capacidad para la dirección de grupos y sus habilidades se contraponían con un punto débil: carecía de una formación teórica rigurosa. Así, la intensificación de la vida partidaria en la clandestinidad le impedía leer y reflexionar con una distancia. De este modo terminó en un estado de dependencia de las definiciones del partido, que eran las de Carrillo. Estas se imponían sin deliberación, gestionando las resistencias mediante una variante de terapia. En ese medio no era posible desarrollar un pensamiento. Así, los sucesivos virajes impulsados por Carrillo eran asumidos sin discusión. Esta vida tan menguada afectó a su visión, que era muy seguidista de la sostenida por el secretario general. Alguna vez le planteé dudas y siempre reaccionó de forma emocional y cerrada. Fueron tiempos en los que había que creer. Eso es nefasto para el desarrollo de la inteligencia.

Su éxito en la universidad determinó su preponderancia en Madrid y su ascenso meteórico en el partido. Fue incorporada al comité ejecutivo muy rápidamente. En esos años Carrillo había rectificado la línea convencional, asumiendo algunas de las posiciones expuestas por Claudín y Semprún. Consciente del impacto de los cambios en el viejo aparato siguió la línea que hoy se designa como “partido a partido”. Así, administró la información y las propuestas de modo opaco en un proceso fraccionado de cambios. De este modo minimizaba la resistencia de los viejos cuadros y los procedentes de los movimientos sociales. En este proceso administró la información privilegiando a gentes como Pilar y otros incautos que terminaron creyendo que el eurocomunismo, las fuerzas de la cultura y otros señuelos del discurso eran realidades que existían más allá de la táctica.

Este es el origen de la disidencia de Pilar. Con su bagaje teórico tan pobre, defendió posiciones en el partido en la creencia de que representaban el futuro, así como las del secretario general. Su posición terminó siendo degradada organizativamente, con la complicidad del propio líder. Así se puede afirmar que es una víctima de Santiago Carrillo y de su propia inconsistencia. No supo metabolizar la presencia del viejo aparato que aterrizó en el interior generando un shock considerable entre los cuadros procedentes de los movimientos sociales.

Su historia concluyó con su expulsión del comité central y su abandono del partido. El estatuto de las personas que lo abandonan es el de expulsados del paraíso. Esta operación simbólica implica ser desposeídos de su pasado. Pasan a detentar la condición de desaparecidos. Sus huellas son borradas de la memoria, sus imágenes son arrancadas y su recuerdo subordinado al último acto de insubordinación, sobre el que se reconstituye su pasado. Tras la salida es un espectro extraño investido por el error, en tanto que su biografía se reconstituye sobre el eje del mal. Este es uno de los legados del estalinismo. Todas las personas que disienten y proceden de un medio social intermedio son estigmatizadas mediante el argumento del origen perverso.

Pero el segundo acto del drama de Pilar estriba en su condición de mujer. Su ciclo militante antecede a la irrupción  del movimiento feminista en España como movimiento social autónomo. En el partido se problematiza la cuestión de la mujer y aparecen los primeros núcleos organizativos en 1975. Ella entonces ya era una dirigente consolidada en la cúpula. La única no histórica, creo recordar. Todavía en este tiempo se alude a las heroicas compañeras de los militantes y se hace inventario de sus proezas de resistencia. El nuevo movimiento feminista discurre por otro carril. Por esto apenas tiene vínculos con ese movimiento que se desarrolla en los años posteriores. Es una precursora sometida a un proceso de extrañamiento en el que no es reconocida.

Recuerdo la primera generación de mujeres de oposición en esos años. Además de Pilar, Cristina Almeida, Manuela Carmena y otras. Todas ellas han sido expulsadas de la memoria del partido por su abandono. En los años sesenta y setenta simultanear la condición de mujer y desempañar un papel relevante era una heroicidad. Sin ánimo de hacer sangre recuerdo comentarios de cuadros  del partido acerca del compañero de Pilar entonces. Era considerado un “trepa” y le atribuían a ella su promoción. Le llamaban “Antón” suscitando muchos comentarios jocosos. Antón era el compañero de Dolores Uríbarri en los años de la guerra civil y primeros de exilio, y, por lo visto, esta exigía su traslado para acompañarla en sus desplazamientos.  Era el precio inevitable de la condición de mujer y dirigente en los tiempos anteriores al feminismo.

Mi memoria evoca con mucha emoción que, cuando decidí abandonar el partido por primera vez, aunque tenía otras responsabilidades en otras áreas, la llamé para decírselo. Nos vimos en una cafetería de la entonces calle de General Mola, ahora Príncipe de Vergara tras el blanqueo del postfranquismo. Era un sitio que tenía una sala en un sótano y nos habíamos visto varias veces allí. Le conté mi decisión y tuvimos una conversación tensa. Ella me apreciaba mucho, aunque menos que yo a ella. Al final, cuando salimos a la calle, no pudo contener su emoción y estaba en el umbral del  sollozo. En aquellos tiempos las emociones se ocultaban drásticamente. Esta fue una excepción que no olvido. El movimiento feminista posterior recuperó el papel de las emociones. No volví a verla nunca más.

Con un bagaje teórico e historiográfico tan menguado, en una situación tan opaca, Pilar tomó una decisión fatal: ingresar en el PSOE de los años ochenta, en el que el proyecto real también se encontraba oculto, como en el caso del eurocomunismo, y también se administraba partido a partido en una serie de decisiones puntuales. El PSOE la recibió como a todos los refugiados de la izquierda, acomodándolos en responsabilidades estatales de segundo orden y en el margen de las decisiones políticas monopolizadas por el clan de la tortilla y los escasos incorporados procedentes de la derecha sociológica. No sé qué pensaría en esos años. Escuché algún comentario acerca de su vida amorosa que fue bien.

Pero el PSOE también practica el diseño biográfico de los recién llegados. De este modo, Pilar fue expropiada de su propia trayectoria, desapareciendo su larga etapa antifranquista y comunista. El resultado es su inscripción en un limbo extraño que vacía su vida. Apenas existen fotografías suyas en la red. Su identidad ha sido alterada y des-sustanciada. Carece de pasado. Se trata de alguien que apareció en el PSOE allí por los años 90, porque antes de Felipe González la historia ha sido alterada y no constan los recuerdos.

Cada vez que veo una película de Sissy Spacek la recuerdo por su parecido, así como por el aire misterioso de las dos. No puedo evitar imaginarla como Carrie devastando los partidos que tan mal la han tratado o tan tierna y animosa como en Missing, de Costa Gavras. Al fin y al cabo terminó así. En este post pretendo contribuir a rehabilitar su figura y testificar que existió. También enviarle un beso muy fuerte.

11 comentarios:

  1. Contribuye con la entrada en Wikipedia, saludos Y GRACIAS jUAN, Marta.

    https://es.wikipedia.org/wiki/Pilar_Brabo

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  2. Gracias Marta. No sé como hacer lo que me pides pero me enteraré. Me ha conmovido ver tu nombre en el comentario pues era su nombre en esos años. Marta.
    Saludos

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  3. Gracias Juan, wikipedia es muy intuitivo y necesita relatos como el tuyo.

    Te paso una buena ref. a un libro imprescindible, la de un gran profesor nada ortodoxo. Espero tu consideración frente a ese ocaso de la mirada burguesa.


    http://www.elcultural.com/revista/letras/El-ocaso-de-la-mirada-burguesa/36820

    Un abrazo, Marta.

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  4. No todas las grandes mujeres han tenido que pasar por el PC, ni por la militanmcia de movimiento, hay gente hasta del PSOE o de UGT o de ninguna organización que merecen respeto, re-conocimiento y vigencia, aunque es cierto que la historia oficial institucionaliza a sus aliadas. Contradicciones, intemitencias, ambigüedades todas las tenemos, saludos.

    Aquí n ejemplo;

    http://politica.elpais.com/politica/2015/09/07/actualidad/1441628465_429835.html

    Tere

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  5. Gracias Tere por tu comentario. Efectivamente muchas mujeres han contribuido al cambio social desde distintos ámbitos. El caso de Elena Arnedo y otras muchas lo atestigua. El post analiza el caso de quienes salen de organizaciones políticas y son expulsados de la memoria. Es el caso de Pilar. Escribiendo esta entrada he recordado a uno de los silenciados más relevantes que ha muerto recientemente: Luis Gómez Llorente del psoe. Viajó de número tres del partido a las tinieblas.
    También las biografías de las personas tienen etapas distintas.
    Saludos

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  6. Coincidí muy poco, como sabes, Juan, con Pilar, y a mucha más distancia, así que tu post sin concesiones me ha servido para recordarla y conocerla, arrojando detalles de realidad a la idealización de todo lo que rodeó aquellos riesgos, así fue como me los quedé para siempre. Coincido con lo de subirlo a la Wiki y contribuir a la recuperación de todas las memorias perdidas, tan sacrificadas en el altar de las sucesivas conveniencias. Domingo.

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  7. Gracias Domingo por el comentario. Coincido en las sucesivas conveniencias como causa del extravio de la memoria. A eso le llamábamos entonces los intereses dominantes, y ahora sigue siendo lo mismo.

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  8. Cierto. Los dominadores de los intereses de siempre borran la memoria "democratizando", por ejemplo, la Bolsa, para que solo el presente, es decir, lo conveniente, interese, y, de esa manera, todos se dirijan hacia el futuro a ciegas, menos ellos. Pero me ronda por la cabeza un sencillo experimento con el que averiguar lo que prevalece en las mentes de asuntos no publicitarios. Te comentare.

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  9. Cierto. No sólo el presente se aisla del futuro sino que el pasado es reconfigurado según las exigencias del guión de hoy. Por eso desaparece Luis Gómez Llorente y otros ilustres protagonistas de la transición.
    Seguimos

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  10. Adaptarse o morir, que dirían de todos los demás seres vivos los habitantes de unas Galápagos que, a fin de cuentas, somos todos. Toda la vida recordaré, ya no se si me repito, la última pegada de carteles el 13 de junio del 77, serían las diez de la noche, solo ya de vuelta a casa entré en un bar de Aluche a por una caña y allí estaba él en la pantalla, con gesto de pasar cuentas a la historia, palabras de frustración contra sí mismo y voz la suya, Carrillo, en las antípodas de Ana Belén, de Tamames, del eurocomunismo y de la reconciliación nacional. Entonces me dije: "acabamos de perder las elecciones". Todos, casi, locos porque llegara lo nuevo, nos dejamos arrastrar por el presente, tan nuevo, y los recuerdos no eran mercancía. Después, el 23F, por si se nos estaba olvidando lo de olvidar, perdió su batallita, pero ganó la guerra contra la memoria.

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  11. Ahora me entero de que "Pasionaria" se llamaba Dolores "Uribarri" y no Ibárruri. Vivir para ver.

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