lunes, 17 de agosto de 2015

PODEMOS ENTRE MIL MESETAS

El título del libro de Deleuze y Guattari puede servir para ilustrar la trayectoria de Podemos, en la que contrasta el breve intervalo temporal de su existencia con la aceleración producida por su constitución en el campo político en el que se inscribe. Su nacimiento se encuentra determinado por una secuencia de acontecimientos críticos derivados del 15 M. La crisis política y social del sistema político nacido en la transición propicia el agotamiento de los partidos y las instituciones del estado, que dejan de representar numerosos intereses sociales, generando un vacío institucional que crea las condiciones para su emergencia.

Este es el espacio sobre el que se produce la irrupción de Podemos, cuyos fundadores comparecen en las pantallas de las televisiones manifestando posiciones críticas y una forma de estar inédita, en relación con la practicada por la leal oposición. Así se produce una conexión inmediata entre los fundadores y amplios públicos que acogen de modo favorable a los recién llegados, configurándose un horizonte de esperanza. Esta conexión adquiere en unos meses una intensidad insólita, de modo que en las elecciones europeas es respaldada por un millón y medio de votantes.

Entonces la influencia de Podemos se extiende viralmente, de modo que alcanza el primer puesto en el ranking de los sondeos. El impacto de este acontecimiento es de gran trascendencia en el campo político. Todos los actores modifican sus discursos y sus posiciones, adoptando algunos de los elementos aportados por Podemos, que han reconfigurado los imaginarios políticos. Este logro genera un clima de opinión pública favorable a los  nuevos abogados de los no representados. Así  constituye un capital político muy importante en términos de influencia, afectos y respaldo electoral.

Este vertiginoso ascenso, fundado en la conexión mediática, desborda todas las previsiones y se manifiesta en el resultado en las elecciones europeas. En los meses siguientes los poderes políticos y sus extensiones mediáticas desarrollan una campaña de gran envergadura contra Podemos, percibido como un potencial enemigo portador de amenazas para los intereses fuertes. Esta campaña alcanza cotas inusitadas, en las que se llega a verdaderas persecuciones políticas, ilustradas en los casos de Monedero y Errejón. Un ejército de detectives mediáticos escruta minuciosamente el pasado de los recién llegados, en busca de indicios acusatorios que sirvan como pruebas en la representación mediática de su juicio y condena.

El clima de apoyo obtenido por Podemos en términos de sondeos y otras formas mediáticas, se acompaña de la presencia de múltiples grupos locales, una parte de los cuales proceden de la onda del 15 M, que no tienen sitio en los partidos del régimen. Esta es la base que conforma la organización del nuevo partido, que concita una avalancha de apoyos en términos de adhesiones y de presencia en sus actos. Pero su ambigüedad ideológica, permite la adscripción al mismo desde distintas lecturas y posiciones ideológicas. Así, concita también la incorporación de distintos componentes provenientes de la izquierda convencional que aterrizan en los círculos.

Al tiempo que se evidencia que el impacto de Podemos es manifiesto, todas las viejas organizaciones cambian sus discursos, sus retóricas, sus presentaciones y sus iconografías para adecuarse a la nueva situación, reapropiándose de las jergas y significaciones aportadas por los recién llegados. Además, desde los poderes se constituye un partido nuevo con la pretensión de ser su homólogo, privilegiando  Ciudadanos como nueva organización política que recoja los malestares de los sectores moderados y permita la realización de jugadas complejas de billar en el nuevo escenario.  Así, lo nuevo o lo emergente ya no es propiedad de Podemos, ahora siempre acompañado de su inseparable hermano.

Pero este ascenso fulgurante lo ha situado en una situación de  bloqueo que invierte el signo del proceso acaecido en su primer año, que manifiesta tanto sus contradicciones como la complejidad del campo en que se inscribe.  Tras la primera fase de expansión tiene lugar un decrecimiento pronunciado en los sondeos, al tiempo que el sentimiento generalizado de indignación con la corrupción y con las políticas de recortes cede considerablemente. Los partidos principales dejan pasar el tiempo en la conocida pauta de “partido a partido”. Así, Blesa, Rato, la infanta Cristina, Chaves, Griñán y otros poderosos consiguen aplazar las actuaciones judiciales. De este modo, el estado de expectación decrece por acostumbramiento, en tanto que todos los días aparecen nuevos casos. En Andalucía el ritmo de los escándalos permanece constante. Inmediatamente después de las elecciones,  la formación o la misma Alhambra generan detenciones e imputaciones. Pero ya no se percibe del mismo modo que en el pasado.  La capacidad de revulsivo mostrada por Podemos meses atrás se disipa con su absorción  en las tertulias y la presencia en las instituciones, al tiempo que se debilita el estado de expectación crítico.

La situación de estancamiento se puede ilustrar con la metáfora de la meseta o, más bien, mesetas. La primera alude a la naturaleza del capital político-electoral de Podemos, que se funda primordialmente en un vínculo mediático. Su capacidad para generar un estado de opinión crítico ha sido manifiesta, pero desde las televisiones y las redes es imposible sostenerlo más allá de un tiempo que se cuenta en semanas. Si este clima no se correlaciona con tensiones vividas en el espacio físico, este tiende a disiparse. Cuando el gobierno de Rajoy tomó las primeras medidas de recortes severos, siguiendo la senda iniciada por el gobierno de Zapatero, se acrecentaron las movilizaciones generales convocadas por los sindicatos, que adquirieron la forma de una rebelión ciudadana incipiente  por su gran participación. Pero estas movilizaciones fueron abandonadas, evitando su convergencia y escalada, devolviendo los conflictos al ámbito sectorial. Así nacieron las mareas.

Pero un elemento esencial radica en la mediatización del conflicto social, que resultó del consenso de todos los partidos, medios y poderes fácticos. Las televisiones lo ponen en escena, vehiculizando y acentuando los sentimientos encontrados que suscita. Pero el mundo en las pantallas no es el mismo que el de la realidad. Tras varios meses intensos de espectáculos de debate, la mayor parte de los personajes que representaron la crítica ha desaparecido de las pantallas. En la lista de bajas se encuentra Lucía Carán, Revilla, el juez Elpidio Silva, Monedero y otros. Los líderes del nuevo partido han sido integrados en esta representación de la realidad, que no es la realidad, y que proyecta los sentimientos negativos a un espacio neutro.

Junto a la evanescencia de su presencia mediática, una de las mesetas más constrictivas es la dificultad de constituirse organizativamente. El ascenso a los cielos en el flujo mediático se contrapone con el suelo en el que vive el incipiente partido. En este habitan los restos del naufragio de las viejas izquierdas históricas. La paradoja es que estos efectivos, diseminados en los ámbitos locales, también han sido afectados por la energía aportada por Podemos, de modo que los ha resucitado, abandonado su estado de languidez, sólo estimulados por las celebraciones rituales temporales o los grandes acontecimientos. Estos sectores desentierran sus viejas gramáticas políticas para hacerse presentes en el esperado cambio. Y lo hacen en el ámbito local, donde los círculos nacientes coexisten con distintas organizaciones fragmentadas que han sobrevivido como verdaderas sectas blindadas. En las convergencias locales se hacen presentes los náufragos. En un medio así es difícil que pueda desarrollarse una organización viva. El espíritu de secta de los revividos, añadido a la heterogeneidad, produce divisiones difíciles de gestionar. El medio local es el obstáculo mayor a la constitución del suelo de Podemos, en tanto que parece imposible articular la acción de los sectores procedentes de la onda 15 M con las viejas organizaciones locales.

Pero la meseta más impertinente se deriva de la mistificación del cambio que se propone, que se referencia en distintos conceptos cuestionables. La creencia de que la obtención del gobierno desencadena un cambio feliz, la idea mecanicista de la mayoría social o empobrecida, así como otros conceptos cuestionables. De este modo se configura una simplificación que blanquea el cambio y lo libera de cualquier problematización. El cambio sólo puede resultar de un proceso complejo en el que los intereses no representados se sobrepongan a la resistencia de los intereses dominantes. No, el relato del cambio es otro más complicado que las piadosas versiones expuestas en las televisiones. La ingenuidad termina pasando una factura desmesurada.

El factor más importante que configura una meseta sin fin radica en el modo en que Podemos accede a las instituciones. Lo hace bien en plataformas de convergencia en ayuntamientos o en minoría en los parlamentos autonómicos. La dificultad de modificar la lógica y la dinámica de estas instituciones lo ubica en una situación difícil, en la que tiene que pactar con el pesoe. De este modo se integra en un sistema en descomposición, dificultando su esfuerzo por constituir una sociedad civil viva y crítica, que tenga la capacidad de conocer y realizar iniciativas. Hacer oposición es eso, alimentar una sociedad viva y abierta donde tenga lugar la promoción de propuestas y acciones. La pregunta es la siguiente ¿pueden ser las redes sociales la sede de esta sociedad?

Mis dudas son muy densas. En mi pueblo, Granada, los tres concejales de Ahora Granada se encuentran neutralizados en la institución municipal, donde su espacio es tan reducido, que tiende a ser cero. Lo peor es que han obtenido un asiento en la diputación, que es una institución radicalmente tóxica. En estas condiciones ¿pueden realizar alguna iniciativa con respecto a las actuaciones del obispo,  al saqueo de la Alhambra o la idea de que el ave va a resultar un elemento salvador de la obsoleta economía local? La respuesta es no. La presencia de Podemos no se manifiesta en una oposición que se funde en una sociedad local crítica.

Esta noche he soñado que Eduardo Inda y Marhuenda tenían un disgusto mayúsculo porque alguno de sus hijos se había presentado en una celebración familiar con una camiseta con la imagen de Pablo Iglesias. Cuando me he despertado he pensado que el cambio será algo más que eso. Tengo claro que cualquier cambio sólo puede derivarse de actores nuevos, que generen una nueva inteligencia capaz de hacer converger la heterogeneidad social y cultural de las sociedades postfordistas, sobreponiéndose a los intereses sobrerrepresentados hoy. Veremos.


6 comentarios:

  1. Construir la política alrededor de los sondeos electorales es el síntoma número uno del fin de la política; y ello tanto si se utilizan para confirmarse o para criticar. Para decir que necesitamos el arte medio de ocupar el centro ya estaba Aristóteles: el problema es que ese centro siempre se construye sobre la exclusión de problemas importantes de los que nadie quiere hablar -con el objetivo de no perder el centro... aunque sea a costa de mandar a la mayoría a la apatía y al cinismo-. Sucede que esos problemas son problemas políticos, requieren una intervención consciente de la sociedad organizada y sólo hay política cuando uno propone ideas y proyectos con los que enfrentarlos. Puede ser que las ideas sean regulares y los proyectos estrambóticos pero eso solo puede saberse con una condición: creer en ellos y enfrentarlos al debate público. Cambiándolos según el registro de los humores por medio de los sondeos es convertir un partido en una máquina de pelea por el poder. Ese tipo de partido es la pesadilla de los últimos 30 años y la ciencia política lo clasificó hace tiempo. Soy escéptico de que se pueda competir no en ese terreno, que hay que hacerlo (porque uno no elige, como bien dice Pablo Iglesias, su campo de juego), sino asimilándose a ese modelo. Ya existen artefactos con demasiada solera en esa artes y jugar con ellos es perder.
    Los sondeos, sin embargo, apuntan a un problema fundamental: ¿obedece la falta de voto entre las clases sociales modestas a que los problemas de estas no se conocen o no se construyen como problemas políticos? Democracia son dos cosas: reglas que permitan que más gente aprenda a gobernar y capacidad de integrar como políticos los problemas de los más débiles, no de obviarlos mandándolos al fatalismo. Esta idea, como la del centro, también es de aquel a quien los escolásticos bautizaron Maestro de aquellos que saben y no parece que exagerasen.

    Saludos de José.

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  2. Gracias José
    Comparto tu posición respecto a los sondeos y el misterioso centro. El problema está en aclararse qué es la izquierda, esta es la cuestión.
    Saludos

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  3. un articulo revelador e inspirador

    http://www.eldiario.es/aragon/elprismatico/Ciudad_6_418618156.html


    y una charla

    http://medialab-prado.es/article/presentacion-area-participacion-ciudadana

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  4. Llevaba mucho tiempo sin leer tu blog: veo que se te ha pasado el "enamoramiento" hacia Podemos, como en mayor o menor medida nos ha pasado a mucha, muchísima gente a ritmo acelerado. Con muchos matices y con razonamientos más llanos, coincido con tu texto.

    Mencionas por encima Vamos Granada. ¿No has pensado en escribir un perfil del concejal Luis de Haro? Me fascinan un poco ese tipo de personalidades, y todavía no entiendo muy bien como ha llegado ahí.

    Esos secos "veremos" con los que finalizas algunos textos (este y el de A. Garzón y el "comunismo postmoderno") son de los más alentador que te he leído/escuchado nunca. Aunque yo prefiero "seguimos".

    Saludos y mucho ánimo, Juan

    M.T.R.

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  5. Gracias al anónimo por sus aportaciones. Me parece muy interesante el artículo del prismático. Pero en todos los tiempos, el de la transición y ahora este, se tiende a mitificar la ciudad como comunidad política haciendo abstracción de las dudas que puedan ayudar a pensarla.
    Gracias también a eme te erre por el comentario. Aquí si quiero matizar que lo del enamoramiento de Podemos no es cierto, y, en consecuencia tampoco hay desenamoramiento. Saludé la emergencia de Podemos como una oportunidad de cambio, que es radicalmente imposible desde dentro de los partidos del régimen, en particular la izquierda, casada felizmente con las cajas de crédito, las empresas públicas y otras instituciones del postfranquismo.
    Manifesté públicamente mi voto en las andaluzas y también les he votado en municipales. Recientemente escribí en este blog que la situación les había empujado inevitablemente a organizar desde arriba sus listas mediante un nuevo aparato 2.0.
    En este planteo los dos condicionantes, el vínculo mediático y la presencia de naúfragos múltiples en su suelo, lo cual constriñe su crecimiento. Pero lo peor es entrar en una institución autonómica y local emn minoría, pues cierra las posibilidades de hacer oposición, que consiste en crear y alimentar una sociedad civil activa.
    Pero esto no quiere decir desenamoramiento, es otra cosa. No soy un fanático que apoya incondicionalmente ningún proyecto político.
    Saludos

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  6. Podemos como una oportunidad de cambio, que es radicalmente imposible desde dentro de los partidos del régimen, en particular la izquierda, casada felizmente con las cajas de crédito, las empresas públicas y otras instituciones del postfranquismo. Y su cierre al gobernar en minoría y hacer como herramienta 2.0 y con naúfragos, totalmente ok.

    Una propuesta profesor:

    http://formacionib.ning.com/forum/topics/profe-por-que-no-puedo-sacar-el-movil-en-clases?xg_source=msg_mes_network


    Saludos desde Buenos Aires,

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