jueves, 30 de abril de 2015

CLARA BENEDICTO Y LA CORROSIÓN DEL CARÁCTER DE LOS JÓVENES MÉDICOS PRECARIZADOS

Clara Benedicto es una médica de familia de 32 años, cuya trayectoria profesional representa la precarización intensa que experimentan las generaciones de médicos jóvenes. La precariedad es un fenómeno invisibilizado, en tanto que no se encuentra objetivado en discursos ni presente en los imaginarios sociales. Así, el proceso de precarización se entiende como un suceso provisional asociado a la crisis, y que se puede resolver mediante lo que se denomina como recuperación del crecimiento económico. Esta interpretación es falsa. La precarización es un proceso que se deriva de la gran reestructuración neoliberal que reconfigura los sistemas sanitarios mediante su conversión en mercados definidos por su valor económico.

La estrategia de estas reformas tiene dos fases diferenciadas. La primera consiste en introducir, desde las coordenadas del nuevo gerencialismo, cambios en de gran envergadura. Estos consisten principalmente en reformular las finalidades, siendo reconfigurada  la asistencia como un servicio personal. Así se introducen nuevos sentidos organizadores que se sobreponen sobre los sentidos profesionales convencionales. Las dinámicas internas derivadas de esta resignificación, sitúan  la calidad del servicio en primer plano, relegando la consideración del problema de salud en términos clínicos. De este modo los profesionales son colonizados, privados de sus culturas profesionales, y sometidos a un estado de extrañamiento cultural que genera una desorganización y anomia manifiesta.

Una vez que la organización sanitaria se encuentra redefinida y homologada a otros sectores por la finalidad central de contribuir al crecimiento económico y la revitalización de los mercados, lo que propicia un estado de shock cultural, se implementa  la segunda fase. Esta consiste en la reducción de los costes de los servicios. De ese modo se genera un colapso progresivo que prepara las condiciones para un tránsito natural hacia el mercado, que es quien cumple los requerimientos del modelo inspirado en el precepto de que la salud es igual a un servicio sofisticado, y que, en consecuencia, tiene un valor económico diferenciado en un gradiente de precios.

En el contexto de este proceso cabe entender la precarización de los médicos. La ingeniería de la implementación de la reforma los entiende como los contingentes de una asistencia barata, que además crea un sector hiperdisciplinado por los contratos líquidos. El ejército de reserva precario constituye un factor de presión formidable sobre los titulares de plazas, que son destituidos gradualmente del protagonismo mediante la suma de la crisis cultural y la modificación de su entorno, en la que comparece un contingente de profesionales visitantes que amenazan las regulaciones profesionales. Esta es la directriz central que genera la inteligencia rectora de  la reforma sanitaria en curso y sus sentidos.

Clara Benedicto terminó el  MIR en 2012. Desde entonces ha trabajado en diferentes servicios alternando con periodos de paro. Ha sido suplente en consultas de atención primaria, en urgencias de hospital y ha hecho guardias múltiples. En los tres años de su trayectoria laboral ha firmado 50 contratos, algunos de un solo día. Su situación mejor fue cuando tenía un contrato en urgencias que renovaba cada tres meses, permitiéndole compatibilizarlo con suplencias de un día. Clara ha sido despedida por correo electrónico, confirmando la transversalidad de los métodos de los recursos humanos de la empresa postfordista, que ahora se instalan en el sistema sanitario público.

La historia profesional de Clara ilustra la transformación de la asistencia sanitaria y la profesión médica. Visibiliza la fragmentación de la profesión mediante la intensificación de los procesos de proletarización de los recién ingresados. Se trata de la multiplicación de los contratados, cuyo estatuto profesional es severamente precario, y sus condiciones profesionales pésimas. La generación de Clara ilustra una regresión en los sistemas de salud de gran calado. De este modo la calidad requerida deviene en una quimera. Con el paso del tiempo se espera que muchos de los pacientes se desplacen en la dirección del mercado, contribuyendo así al crecimiento económico.

La precariedad no es un episodio laboral. Por el contrario, se trata de un estado personal que afecta a todas las esferas vitales. La inestabilidad e incertidumbre intensifican la situación de dependencia. Richard Sennett define en su libro de “la corrosión del carácter” el estado personal de los obreros industriales desposeídos de la estabilidad laboral que estructuraba sus vidas y configuraba su ser. Es necesario definir la versión de la corrosión del carácter en los jóvenes médicos privados de la dirección de su vida profesional.

Porque esta precarización salvaje determina la conversión de la generación de Clara en piezas intercambiables para una asistencia mecanizada. Así, el encadenamiento de contratos los fragiliza y les niega la autoría de su propia biografía. Los convierte en seres que fluctúan en un medio que se sobrepone a ellos mismos. Su identidad es inevitablemente flotante, y el pasado, el presente y el futuro se encuentran desconectados. En estas condiciones es imposible hablar de vida profesional regida por la continuidad y el progreso. Son profesionales que han interiorizado que su vida profesional es transitar por caminos inacabados. Ningún proyecto orientado al futuro tiene garantías de poder realizarse. Esto es muy duro para un profesional.

Mediante la precarización son invitados a una práctica profesional característica de servicios privados baratos, que en este blog he denominado como la asistencia del todo a cien. Esa asistencia se dirige a públicos con escasa capacidad de compra y que son cautivados por la ensoñación de la libertad de elegir.

 No sé cómo puede hacerse en las condiciones actuales, pero la única solución es la que muestra la imagen. Mi sueño es que los sádicos gerentes de hoy corran delante de nosotros.





3 comentarios:

  1. Soy médico de familia. Casi como clara, terminé mi especialidad en 2013; y casi como ella, he encadenado contratos de un mes y medio de duración(con suerte) con períodos en el paro. He compaginado momentos de resignación de forma tan interiorizada, que casi he pensado que eso es lo que realmente merecemos y que debemos estar agradecidos por lo que nos ofrecen. He compaginado esos períodos, decía, con otros de indignación, de querer morder la mano que te da de comer manzanas envenenadas; manzanas envenenadas en forma de contratos precarios que inmovilizan a la persona que los firma vitalmente, paralizándola en la toma de decisiones, desde las más triviales a las más trascendentes. Manzanas envenenadas que tienen la capacidad de diluir tu futuro en un presente efímero. Empiezo a pensar que así nos quieren los gestores: encadenados, paralizados, resignados. Muchas gracias por describir tan bien el sentir de muchos profesionales. De verdad. Gracias

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  2. Muchas gracias a ti por tu comentario y tu descripción de alternancia de estados personales críticos. Claro que los gerentes os quieren así¡ Dóciles, agradecidos, resignados y positivos. Con una sonrisa adicional.
    Lo más importante es que no interiorices esa situación de adversidad. Eres un profesional y tu trabajo es más necesario que nunca, porque los estados de salud se han problematizado por la crisis. Ningún gerente debe poder afectar a tu mente. Tu trabajo es fundamental para los pacientes y las personas que pasen por la consulta.
    En este sentido os recomiendo a los médicos jóvenes de estas generaciones que mantengan su orgullo profesional, a pesar de la precarización. Orgullo precario porque sois necesarios.
    Saludos

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  3. Soy médico de atención primaria, con la diferencia que ya no me encuentro en esa edad de Clara, porque cuento ya con 55años, sin embargo para los de mi generación los principios han sido igual de duros que los de Clara, continuando aún hoy en situación de inestabilidad laboral gracias a la buena gestión de nuestros políticos, y ahora te ves con una edad considerable, con una familia detrás y con un pie aquí y otro allá. Nuestra situación ha pasado a ser bastante complicada.

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