domingo, 26 de octubre de 2014

REGRESO AL FUTURO



NúmerosRojos es una revista nacida hace un par de años, en el contexto de la intensificación de la reestructuración neoliberal y la aparición de la señal del 15 M. Es una revista de izquierdas, pero el grupo que la impulsa  representa una generación nueva, lo que se hace patente en sus páginas. Tanto en los contenidos como en los enfoques se hace manifiesto el mínimo de heterogeneidad imprescindible para estar en la sociedad actual y su sistema de comunicaciones. Además de la distinción entre varias voces, el diseño de la comunicación visual la hace muy atractiva, mostrando la creatividad y profesionalidad de su equipo. Para una persona de mi edad el recuerdo de Ajoblanco es inevitable. Todavía tengo muchos viejos números apilados en mi casa, en un montón contiguo con los ejemplares de Números Rojos.

Desde mis coordenadas mentales me parece un símbolo de la incapacidad del sistema mediático de integrar discursos ajenos a los intereses económicos  dominantes, así como de innovar. Así se generan excedentes de talento que se ubican en las periferias políticas y comunicativas de tan atrofiado y uniforme  sistema. En los últimos años aparecen distintos proyectos editoriales que representan la ebullición de la inteligencia y del disentimiento en los márgenes y los subsuelos. La sobriedad y mediocridad de los medios oficiales, contrasta con la explosión de nuevas definiciones de los problemas, la emergencia de la vida y la incorporación de voces múltiples silenciadas. Números Rojos es una señal, una excelente señal de que una nueva generación está ahí, mostrando sus potencialidades y con vocación de hacer historia.

El año pasado me invitaron a participar en la revista. Es lo mejor que me ha ocurrido desde que puse en marcha este blog. El texto que escribí se publicó en el número 7, julio-septiembre de 2013. Su título “Regreso al futuro”, expresa la idea de la urgencia por terminar con la idea de la vuelta al pasado de bienestar de los años anteriores, que preside todos los discursos de todas las oposiciones. Es preciso orientarse al futuro mediante la creación de un escenario diferente al presente neoliberal y sus alternativas históricas resultantes del fin del ciclo de utopías industriales. 

Cuando ha transcurrido más de un año desde la publicación de este texto, me pregunto sobre su adecuación al nuevo contexto, en el que resaltan la moderada recesión de los movimientos sociales fragmentados y la emergencia política de Podemos. Esta situación me ha hecho repensar la situación y el proceso de los últimos años. Por esta razón  lo subo al blog. También porque el futuro no está escrito en ningún sitio.

REGRESO AL FUTURO

Existe un consenso generalizado en la significación de la situación actual como una crisis. Esta definición implica resaltar su temporalidad. Se presupone que una crisis comienza, se desarrolla y concluye. Uno de los rasgos de la misma es el cese de múltiples actividades productivas, de modo que se incrementa el desempleo de forma explosiva. La definición de la crisis viene acompañada de una interpretación “sacrificial”. Se sobreentiende que las personas desempleadas representan el precio necesario e inevitable de tal crisis. De ambas premisas, se concluye que lo importante es encontrar la senda o el camino que conduce de nuevo al crecimiento, y, por consiguiente, a la creación de empleo, reduciendo así el contingente de personas desempleadas.

Esta concepción de la crisis, definida como un evento aislado de cualquier proceso histórico, manifiesta su fragilidad. El desempleo creciente, en el ciclo que comienza en la transición política y llega hasta el presente, resulta principalmente de la crisis industrial, que desde los años setenta determina la cancelación de muchas de las actividades industriales nacidas en el crecimiento e industrialización de los años sesenta. En los últimos treinta años, no ha cesado la acumulativa desaparición de actividades productivas industriales, con la estela de una nube de negocios de ocasión,  de escasa consistencia, muy representativos del capitalismo español.  

La intensificación de la pérdida de empleo por la crisis de la industria, ha sido contrarrestada por la expansión de la construcción de viviendas e infraestructuras, que se conforma como el factor de producción de empleo más considerable. La súbita explosión de la burbuja inmobiliaria hace cinco años, implica el desplome del empleo, que termina por arrastrar al conjunto de servicios que acompañaron la expansión, así como al sector público expansivo en las décadas prodigiosas desde los años ochenta.

Pero el fenómeno de la recesión productiva y del incremento del desempleo, no es sólo resultante de la crisis. Se produce en un contexto histórico definido por un proceso de reestructuración global de las economías y las sociedades en la escala del sistema-mundo. Así, muchas de las actividades industriales cesantes, son deslocalizadas, siendo  transferidas a otras áreas geográficas con menores costes laborales. Asimismo, la industria tiene que competir con regiones del sistema-mundo donde la competividad es muy alta, debido principalmente a los salarios bajos, la férrea disciplina laboral y el autoritarismo político que las posibilita.

 La crisis se produce inseparablemente de un proceso de reestructuración global, modelado por el neoliberalismo, entendido no sólo como una ideología, sino como un proyecto conformado por las redes de las corporaciones globales, financieras e industriales. Este proyecto, se apoya en un conjunto de dispositivos de creación de conocimiento, de comunicación y de instituciones intermedias para gestionar diferentes planos de lo social, en particular las empresas y las organizaciones. El neoliberalismo tiene vocación de impulsar su proyecto y hacer historia, propiciando un conjunto de reformas que supongan un avance en la dirección de una sociedad neoliberal avanzada.

En el proceso histórico de reestructuración, se modifican drásticamente las formas, los contenidos y las regulaciones del trabajo. Las actividades industriales cesantes son sustituidas por otras que generan un empleo precario. Así se conforma un proceso de precarización  general, que tiene un impacto fundamental en todos los campos sociales y en la estructura social. La antigua clase trabajadora industrial, experimenta así una mutación de gran alcance, transformándose en un conglomerado heterogéneo precarizado, compuesto por distintos y desiguales contingentes de trabajadores, principalmente de los servicios. De la convergencia entre el desempleo, la precarización, la larga espera de los jóvenes para su inserción laboral, resulta un cambio esencial en las sociedades en tránsito a las sociedades neoliberales avanzadas.

La hegemonía del neoliberalismo se expresa en las definiciones de las situaciones así como los lenguajes que designan las nuevas realidades. El alto nivel de desempleo es el efecto acumulativo de los ceses de actividades que son transferidas a zonas con menores costes, además de la crisis de las  actividades productivas poco competitivas por déficit en su concepción y ejecución. Las clases dirigentes muestran su escasa capacidad en la producción de empresas sostenibles. Sin embargo, la invención de los conceptos de “empleabilidad” y “emprendimiento”, transfiere la responsabilidad a los desempleados, a los que se supone, bien una insuficiencia de competencias profesionales adecuadas, o, una escasa capacidad emprendedora.

 De este modo, los desempleados y los candidatos a serlo, los precarizados, son marcados simbólicamente por los dispositivos de conocimiento, comunicación y poder del proyecto neoliberal. Así se conforman un conjunto de desventajas que amenazan la misma condición de ciudadanía, y, por tanto, a la democracia misma. Las denominadas sociedades duales muestran esta fractura social de gran profundidad.
 
La metáfora de la senda esgrimida por las autoridades neoliberales, oculta esta significación central de esta nueva sociedad neoliberal avanzada.  Se trata de constituir un mercado de trabajo “flexible”, en el que roten los desempleados y los precarizados.  Así se conforma una cola, la de los marcados por su escasa empleabilidad o capacidad de emprender.  Esta cola es gestionada por las instituciones auditoras y escrutadoras de las competencias de sus componentes. De este modo se produce un disciplinamiento severo, tanto de los marcados, desempleados o precarizados, como de aquellos que puedan llegar a serlo. 

La implementación del conjunto de reformas que convergen hacia una sociedad neoliberal avanzada, caracterizada por el mercado de trabajo dual, suscita  resistencias de los afectados, que se expresan en una variedad de conflictos,  en la emergencia de climas sociales depresivos o en la expansión de malestares diversos.  Pero las resistencias no se coordinan, ni se acumulan, ni se vinculan a un proyecto político alternativo. La oposición en las instituciones políticas, mayoritariamente vinculada a lo que se denominó “izquierda” en la era industrial, replica las reformas sin proponer una alternativa clara. El sentido de sus propuestas se orienta al pasado, para conservar las ecuaciones básicas del capitalismo del bienestar.

Los múltiples cambios tecnológicos, productivos, políticos, culturales, generacionales, así como las mutaciones de la subjetividad, no tienen registro en la izquierda orientada al pasado.  Los saberes, los imaginarios, los tipos de organización, las formas de comunicación y las subjetividades en que se referencian,  se encuentran caducadas históricamente y muestran su obsolescencia. En el vacío de la izquierda convencional aparecen un conjunto de conflictos, acontecimientos, iniciativas, discursos y prácticas políticas más adecuadas al actual escenario histórico. El 15 M es su expresión más elocuente.

Pero, si la salida de la crisis en el final de la senda no va a representar la vuelta al capitalismo de bienestar, sino que se va a sancionar una sociedad neoliberal y dual, es preciso regresar al presente para proyectarse al futuro ¿se puede imaginar desde una sociedad con el grado de desarrollo de la de hoy, un futuro diferente del escenario neoliberal? Sólo mediante la imaginación de este futuro no neoliberal, se puede generar una oposición con sentido, al proyecto global y autoritario que representa el pensamiento único.

Este futuro tiene que ser distinto de cualquier capitalismo anterior, así como de sus alternativas históricamente bloqueadas. Una sociedad de creatividad, libertad, igualdad y convivencialidad, en la que el trabajo productivo no agote la vida de las personas ni sea un mecanismo de jerarquización. Porque las potencialidades de los desempleados y precarizados en el presente, desbordan las menguadas estructuras productivas que la clase dirigente actual genera. El problema se encuentra en las estructuras, no en los marcados por el dispositivo neoliberal. No se puede regresar atrás, como propone la vetusta izquierda industrial, tan penetrada por el neoliberalismo. Sólo se puede regresar al futuro imaginándolo, representándolo y viviéndolo. Como ya ocurrió en el siglo XIX después de la Revolución Industrial.



2 comentarios:

  1. Hola Juan,

    como siempre me encanta tu manera de leer el presente y, tambien, el futuro...

    Es seguro que las formas de "produccion" y de productos viven un cambio conceptual y tambien simbolico; me refiero por ejemplo a los precarios de la industria creativa o del terces sector mas en general. Mi prengunta es: hasta que el capitalismo sera capable de tratar con los cambios y de evolverse en nuevas formas de capitalismo? Me gustaria a mi tambien pensar que podra haber un cambio de paradigma, desde una vision capitalista hasta una sociedad mas justa y egual...

    un abrazo desde la fria Bruxelles!
    Raffaella

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  2. Gracias Raffaella por tu comentario.
    Mi hipótesis es que el capitalismo ha pasado su etapa de oro, en la que era capaz de repartir bienestar y se encuentra en un proceso en el que acumula todos los aspectos negativos. Aunque hoy no existe alternativa factible el sistema se encuentra en deterioro creciente. En este sentido carece de futuro, aunque puede reproducirse muchos años.
    Este es un tiempo histórico de impasse,en el que el sistema está bloqueado y estamos en espera de un acontecimiento que abra camino a otro futuro.
    Lo escribo terminando octubre a veinticinco grados en el sur.
    Un abrazo

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