jueves, 14 de agosto de 2014

PEDRO Y EL ESPÍRITU DEL 82

En un post anterior comentaba, refiriéndome a Juanma Moreno, el nuevo presidente del PP de Andalucía, que albergaba alguna duda sobre su identidad real, sugiriendo que pudiera tratarse de un muñeco creado por las portentosas tecnologías que operan en el presente. Mi duda era estimulada por su ausencia neta de singularidad. Se trata de un ente programado, desprovisto de espesor individual, que pone en escena las medias requeridas en todas las dimensiones para  el desempeño de su papel en la política-espectáculo. En este sentido, su carisma personal es cero. Ha sido criado en el medio blindado de la política en la nueva democracia española. Representa sus atributos brutos, el diagrama de lo requerido por su base social, en tanto que ha sido despojado de lo singular de su persona. Entonces, se trata de alguien previsible, cien por cien garantizado, sus actuaciones se producen casi mecánicamente, siempre se comporta según lo esperado, sus respuestas se encuentran escritas y no se puede esperar nada fuera del  guion que tiene rigurosamente cerrado y adscrito.

La reciente elección del nuevo secretario del PSOE Pedro Sánchez representa un caso similar. Me pregunto si este es real o ha sido forjado en un taller de diseño asistido por ordenador (CAD),  por creativos que han unificado todas las medias posibles para formatear un ente vivo. Se trata de un ser fabricado en el medio autorreferencial de tan singular partido, que lo ha determinado y cerrado. Los acontecimientos vividos colectivamente, en su viaje desde la transición hasta el presente, han sido interpretados en su interior, generando una cultura unificada mediante la asignación de significados y de interpretaciones de los mismos. Así se ha creado, con respecto a la sociedad,  una muralla semiótica de gran consistencia. Por eso, en este blog me refiero siempre a los contingentes de personas que habitan las sedes, lugar en el que se reproducen los esquemas predefinidos que determinan las interpretaciones de tan singulares personas.

Este modo tan especial de fabricación-clonación de los líderes se encuentra determinado por la situación histórica en que se produce. Max Weber puede ayudar a comprenderlo mediante su distinción entre el carisma originario y su institucionalización.  Pedro comparece como candidato en el final del ciclo de la democracia española, que nace en el final del franquismo, tiempo en el que se generan carismas originarios en sus primeros años, que, en el caso del PSOE,  se manifiesta en la figura de Felipe González, cuya victoria electoral y ciclo de gobierno representa lo que se puede denominar como el “espíritu del 82”. El tiempo transcurrido desde entonces, muestra inexorablemente las limitaciones de este proyecto. La reproducción de un carisma siempre es muy problemática. El espíritu del 82 se ha disipado y se encuentra en estado de ruina. Pero, desde ese mundo cerrado y autorreferencial,  ese pasado deviene en  la referencia insoslayable.

 Los congregados en las sedes aspiran al retorno del carisma originario, y, por ende, a la rememoración del esplendoroso pasado.  Los  candidatos  herederos entienden el futuro inmediato como reproducción del ciclo del 82 y su espíritu asociado, suscitando así la ilusión de los afiliados. Pero la célebre frase de Marx, que afirma que la historia se repite, primero como tragedia y después como farsa, adquiere todo su esplendor en este caso. En las menguadas comunicaciones públicas producidas entre los candidatos herederos, para determinar la elección del líder conductor al tiempo pasado, se pronunciaban frases-clichés carentes de contenido y de verosimilitud. Recuerdo una que me impresionó, pronunciada por Eduardo Madina. Decía en un tono sobrio,  sombrío y mecánico que “España necesita un shock de modernidad”. Decir esto en la situación actual implica una tasa de irrealidad que se asemejaba a algunas de las secuencias de las películas de David Lynch, como en  Terciopelo Azul en el baile sobre el capó del automóvil en una noche con un contraste de luces insólito.

El espíritu del 82 representó la ilusión de grandes sectores de la población española, confiados en  superar las estructuras legadas por el  franquismo,  para  homologarse con el capitalismo fordista-keynesiano imperante en Europa. Este era inseparable de la energía que portaba el grupo de líderes partidarios, persuadidos de las ventajas del viaje al más allá que ellos pilotaban. La ilusión estaba presente en el ambiente y se hacía patente en todos los acontecimientos políticos. Precisamente las ambigüedades del espíritu del 82  favorecían la conexión entre el PSOE y amplios sectores sociales en un tiempo que era entendido por todos como abierto.

Pero invocar hoy el espíritu del 82 es ubicarse en un espacio-tiempo irreal. El escenario actual se encuentra articulado en torno a una gran reestructuración social, que es acompañada de una depresión colectiva, que afecta principalmente a la antigua clase trabajadora industrial y de los servicios. En la sociedad naciente, resultante de la gran reestructuración neoliberal, se han debilitado intensamente los sectores sociales que sustentaban a la izquierda política de la sociedad industrial. Ahora domina la precariedad y la contingencia en los mundos vividos por estos sectores, vulnerabilizados por esta mutación en curso. La palabra clave para entender es “descomposición” del antiguo tejido productivo y de las sociedades que lo sustentaban.

 En esta nueva situación, la energía ha cambiado de bando y se ubica en las iniciativas de las diferentes instituciones que pilotan esta transformación, en las que muchos militantes socialistas relevantes desempeñan un papel primordial. En  esta sociedad fragmentada y de cohesión decreciente,  las bases sociales de la  izquierda se debilitan inexorablemente. La metamorfosis de los antiguos desempleados, convertidos ahora en buscadores activos de empleo, ilustra la hegemonía neoliberal y el declive de la izquierda. Tanto las instituciones centrales, como las definiciones de las situaciones y el conocimiento,  se ubican inequívocamente en el campo de la derecha. El PSOE vive en este espacio, pero su adaptación implica una situación de contradicción permanente.

El espíritu del 82 ha terminado incardinándose en un conjunto de frases hechas, de gestos, así como de tics y estéticas, que sobreviven fuera del contexto que les asignaba su significación. Pero invocarlas hoy,  genera confusión, en tanto que el balance de este período, y el papel desempeñado por el partido,  es cuanto menos ambivalente. La ruptura con el pasado franquista se especificó principalmente en la generalización de una norma de consumo caracterizada por una abundancia material notable respecto al pasado, además de la multiplicación de recursos materiales, principalmente las infraestructuras. También la atenuación del autoritarismo y los controles sociales sobre las vidas, que ejercían concertadamente distintas instituciones.

Pero el envés de esta gran expansión consiste en la debilidad de las instituciones y organizaciones, tanto las empresas como el sector público, que son objeto de colonización por los partidos políticos, restringiendo su autonomía y sus potencialidades. También el arte y la cultura son debilitadas por esta expansión del estado patrón. El resultado es la configuración de un sector público mastodóntico y débil, en tanto que es privado de su autonomía e inteligencia. Esta es la herencia invisible del franquismo, la subordinación al poder, ahora encarnada en un partido  que se hace presente en todas las administraciones y los niveles, imponiendo su lógica de servir a sus intereses electorales. Así se produce como un factor activador de la subordinación, que siempre se acompaña de la desinteligencia. Este es el lado oscuro de la época.  Me molesta mucho contemplar las transacciones entre los partidos para redimensionar el sector público. Lo hacen sólo en términos cuantitativos, como si la educación, la atención sanitaria o los servicios sociales fueran sólo cosas materiales empaquetables.

Además, las cabezas visibles del espíritu del 82 han terminado al servicio de los grandes intereses económicos. Los casos de Felipe González, de Narcís Serra, de Javier Solana, Joaquín Almunia, así como de otros muchos, son inequívocos. Una transformación de esta naturaleza, que pone de manifiesto que la élite partidaria se encuentra en la nómina de las grandes empresas globales, los grupos financieros y las instituciones globales, hace imposible la compatibilidad con los intereses de lo que se sigue denominando como los trabajadores. El PSOE es un partido escindido, lo que implica la emigración de grandes contingentes de votos correspondientes con los que no están representados por este.

También la desactivación de la inteligencia del partido, que se disipa cediendo su lugar a los analistas demoscópicos, mediáticos y del management. El vaciamiento de la antigua ideología se acompaña de la adhesión al conglomerado ideológico unificado por el fin de la historia. El desplazamiento de los intelectuales, pensadores o científicos sociales tiene como efecto la asunción de una filosofía fundada en el pragmatismo neoliberal. Su precepto principal es que sólo importa ganar para gobernar y el tiempo es ahora. No existe ningún otro tiempo que ahora y mañana, a primera hora.  Las distorsiones que produce en el modo colectivo de comprender, pensar y hacer inteligible la realidad son monumentales. El estado intelectivo del PSOE es patológico. Vive en la burbuja mediática generada por las instituciones globales y sus terminales comunicativas. El distanciamiento respecto a las realidades de algunos de sus votantes es pavoroso.

Así se hace inteligible la expansión y generalización de la corrupción. Sus raíces se instalan sobre el silencio y la complicidad de la sociedad resultante del clientelismo electoral, así como que el espacio de comunicación quede restringido a la burbuja mediática. Cuando el único horizonte es ganar el poder para incrementar los recursos materiales, es imposible otro desenlace. Las bases del estado general de corrupción se derivan de la ausencia de proyecto y de inteligencia. Para ganar el poder y conservarlo es imprescindible la cohesión sin fisuras. Esta jerarquía es un obstáculo a la creación y a la inteligencia. Este mecanismo fomenta el fanatismo y la adhesión sin límites.

En esta situación comparece Pedro. Representa el código del partido. Ha sido elegido para conducir a los suyos al paraíso del estado  abundante, que ahora adopta la forma de empresas concertadas múltiples. Su figura se corresponde con lo que es un líder en la era demoscópica. Tiene todos los atributos requeridos para triunfar. Es respetado por los poderes económicos y las instituciones globales como un hombre sensato, responsable y positivo. Su recorrido tiene como tiempo asignado la siguiente cita electoral. Ahí comenzará o terminará su carrera. Porque lo que importa es el destino siguiente, que se dirime en términos de éxito o fracaso, según se alcance el gobierno.

El campo en el que se mueve Pedro es la burbuja mediática, desde la que puede percibir las presiones de los suyos, ansiosos de regresar al gobierno; las señales inequívocas de los sectores que lo abandonan por no haber representado sus intereses; la motivación de los partidos menores que están ahí reclamando cuotas en las instituciones; la amenaza de los poderes fácticos, ahora económicos y globales, que le reducen el campo de decisión; las señales de crisis de todo el sistema político, manifestadas en acontecimientos que lo cuestionan, y, sobre todo, la constricción sobre sus decisiones y acciones ejercida por los expertos que pilotan la reestructuración global, que ahora se hacen presentes como tertulianos o comunicadores múltiples.

La regeneración del PSOE radica en su capacidad para ubicarse en la encrucijada histórica en la que se encuentra y dotarse de un rumbo asociado a un futuro. Esto implica un grado de inteligencia colectiva imposible en las circunstancias actuales. Pedro, es pues, un líder prisionero de las fuerzas que estructuran su campo. Su antecesor, Felipe González, recomendaba hace unos meses un gobierno de concentración con el PP. Esto es lo que reclaman los expertos y tertulianos ante la comparecencia de los infrarrepresentados en los últimos tiempos. Me pregunto si el PSOE puede aprender y me inquieta mi respuesta.


5 comentarios:

  1. Buenas noches desde el Atlántico, Juan. Tomo como excusa esta entrada de tu blog para saludarte. Me imagino que estarás de regreso de tu viaje también atlántico.
    Pedro Sánchez, a mi parecer, es el producto de unas formas de funcionamiento político semi-arcaicas (no aún del todo arcaicas puesto que hay reticencias a abandonar estos ejercicios clásicos de poder en nuestros viejos y no tan viejos partidos), de un partido que, como dices, y simplificando, ha perdido el rumbo (más o menos creo que es lo que has querido señalar). ¿Por qué somos tantas personas las que nos damos cuenta de lo peligroso e inoportuno de esta abrumadora ausencia en estos líderes de realismo social? ¿Dónde están esas y esos asesores que dotan de cierto sentido común el funcionamiento de estos macro-aparatos políticos? ¿Será, tal vez, que hemos aprendido como sociedad mucho más sobre las actuaciones del ejercicio político, con el mero ejercicio ciudadano, que ya somos capaces de demandar de nuestr@s representantes otros referentes distintos? Creo que la falta de referentes democráticos en nuestras instituciones es inversamente proporcional a la creciente conciencia de ello por parte de la ciudadanía.

    Y sí, creo que algo lobotómico resulta este hombre, al que el brillo de su cara y sus blancos dientes delatan su origen marciano compuesto de plasmosustancia bizcosa adherida a los maderos de la nave rumbo a la nada, si se me permite la expresión.
    Un abrazo. Victoria

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  2. Muchas gracias por los comentarios. Respecto a la cuestión de la pureza ideológica que suscita Mariano creo que todas las ideologías nacidas en la era industrial tienen dificultades insalvables para tener utilidad en el suelo del nuevo capitalismo global. En este sentido me parece que la crisis general de la izquierda se relaciona con su incapacidad de comprender los cambios sociales en el capitalismo. Entiendo Podemos como un movimiento sociopolítico de los múltiples sectores infrarepresentados. Pienso que se inscribe bien en el presente precisamente por su heterogeneidad. En esto disiento con Moreno Pestaña.
    Estoy de acuerdo contigo Victoria en tu crítica a los macroaparatos políticos del presente. Pero quiero subrayar que su efecto es principalmente el vaciamiento de la ciudadanía. No está muy claro que haya muchos ciudadanos en estas condiciones. Para eso están los macroaparatos. Para romper lo social en fragmentos de modo que cada cual reclame "lo suyo". Por eso celebro la aparición de episodios de ciudadanía como puede ser Podemos, en los que se tratan los problemas sectoriales inequívocamente inscritos en lo general.
    Me encanta tu descripción final del marciano Pedro en el interior de una nave con rumbo a la nada.
    Un abrazo

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  3. Se me olvidaba responder la pregunta de Mariano. Creo que la relación entre el PP y el PSOE es algo tan importante como es un amor secreto. Se consuma en las noches de verano en las que se reforma la constitución para limitar los bienes públicos a los rotantes por el mercado laboral, a los buscadores activos de empleo y los aventureros exploradores del mundo. Pero la verdad es que ambos están casados con otros y tienen que guardar las apariencias. No es posible un gobierno así, pues el PSOE se divorciaría de su eventual base electoral. Por eso me encanta contemplar el espectáculo de Felipe González o Almunia que ponen en escena coherencias con su situación. Contemplar a uno de los profesores-tertulianos de guardia, Antonio Miguel Carmona, es delicioso. Hace esfuerzos inusitados por representar el papel de un hombre respetable, que es ser muy de derechas. Es fantástico ver como lo representa en cada intervención.

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  4. Carmona, así es, un esperpento de autorepresentación pàra cualquier audiencia sensata, conocedora de las trampas del PSOE.

    Respecto a Podemos, estoy deacuerdo con lo que dices, pero tb. que se necesita ampliar la participación política de millones de gentes que no pueden llegar por sus condiciones de existencia, vitalidad y materialidad. Creo que tu tb has expresado que no estaras en el proceso aunque te encontraras con ellos.

    Saludos,
    Mariano.

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  5. Mariano
    vaya cóctel explosivo forman dos palabras que utilizas juntas "audiencia sensata"
    la sensatez es el argumento recurrente que en esta época utilizan intensivamente los insensatos del crecimiento de los bienes y las magnitudes macroeconómicas. Entiendo que quiere decir al menos las siguientes cosas juntas: calla; no pienses; no dudes; vota; aplaude; obedece y diviertete.
    Me fascinan los públicos de las teles que aplauden a un tertuliano y a continuación a su contrario. Porque se ha perdido el sentido y también porque lo ordena el animador que tras las cámaras dirige implacablemente la función.
    Saludos

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