sábado, 25 de mayo de 2013

BLACK MIRROR: 15 MILLONES DE MÉRITOS


Hace dos años quedé fascinado por la serie de televisión norteamericana The Wire. Vi uno detrás de otro los capítulos de todas las temporadas, con una compulsión y adicción acumulativa. Me produjo tal impacto que me hizo sentir muy pequeña a la sociología frente a la mirada y el texto tan poderoso de David Simon. Allí se ensamblaban el actor y el sistema, lo micro y lo macro, la política y las organizaciones, la persistencia y el cambio, el poder y el saber, la vida y la subjetividad. Las desventuras de los detectives McNulty y Freamon, buscadores de la eficacia policial,  que se desvanece en la frontera con el campo del poder, que representa en toda la serie el teniente Daniels. Mi posición personal sostenida, que entiende  que en los hechos sociales siempre existen factores específicos, de modo que es necesario tener precaución en el manejo de las categorías generales, fue arrasada por las semejanzas tan inquietantes entre Baltimore y las ciudades españolas en las que había vivido. Todas las densidades posibles se hacían presentes en The Wire.

Hace dos semanas, en una clase en la facultad, un grupo de estudiantes presentó una serie de televisión británica, Black Mirror. Me ha producido un impacto semejante a The Wire. En esta serie, se propone una visión del futuro inmediato, configurado por los impactos en la vida de las nuevas tecnologías. En la clase vimos el capítulo 2 del primer año de emisión "15 million merits". En los comentarios posteriores, algunos estudiantes plantearon la idea de que no se trataba tan sólo de una visión de futuro, sino que ya estaban presentes algunos de los elementos de la narración. En este grupo habíamos tratado recientemente la emergencia de la sociedad mediática y su tránsito a la sociedad postmediática, mediante la multiplicación y personalización de las pantallas. Sobre estas clases se proyecta la lúcida y singular visión de Guy Debord y sus conceptualizaciones acerca de la sociedad del espectáculo.

Este capítulo no es el mejor de la serie, pero lo voy a comentar por ser el primero que he visto y por sus vínculos con la entrada reciente de "la nueva matriz individual". Voy a dar mi versión libre desde mi esquema referencial y mi subjetividad. La cuestión fundamental es responder a la pregunta suscitada en la clase ¿existen en el presente indicios de la realidad presentada en este capítulo de Black Mirror? Al final paso un video sobre la misma. Todos los capítulos podéis encontrarlos en internet. Lo recomiendo vivamente.

La primera cuestión que se suscita es el sentido de las vidas en tan avanzada sociedad. Lo fundamental es comprender que el imperativo central es hacer méritos que se cuenten y se acumulen. Estos son la forma de acceder a posiciones de privilegio, que es lo que proporciona un horizonte a la existencia, movilizando las energías individuales. Pedalear sin descanso para alcanzar el umbral que haga posible el salto. La analogía con la carrera profesional del presente es obvia. De lo contrario, el riesgo de descenso a la limpieza que es ejecutada por los gordos, que representan la categoría inferior, equivalente al conglomerado precarizado definido en este blog. No detenerse nunca, sumar siempre , este es el código de los esforzados súbditos de tan evolucionada sociedad.

Si la vida es acumular méritos, eso se hace en solitario. La individualización es rigurosa y estricta. Cada uno a lo suyo. Se duerme, se come, se pedalea, se goza, se mira y se elige en solitario. El sujeto que resulta de este progresado sistema tiene una socialidad limitada. No está inserto en ningún colectivo natural. Él mismo elige como espectador en el menú que se le ofrece en las pantallas sucesivas que pueblan sus tránsitos diarios. La única sociabilidad posible es fundirse en las intensidades emocionales catódicas que los programadores ponen a su disposición. Las imágenes de los súbditos que han acumulado los méritos para presentarse a las pruebas de promoción, en la que cada uno ensaya su presentación, son memorables. Todos son enemigos de todos. Se asemejan a algunos de los departamentos universitarios u organizaciones profesionales en la actual infancia de la era de la evaluación. Se han disipado los grupos naturales sin los que es imposible entender a las personas en las sociedades del pasado. Ahora es un solitario sin familia, sin arraigo local, sin una clase social o referencia colectiva. Sólo elige en un menú interminable que lo distingue de los demás.

La vida diaria de los súbditos tiene lugar en espacios y contextos configurados por los programadores. Se cumple el precepto enunciado por Foucault, acerca de la naturaleza del poder, que transpasa los umbrales de lo estatal para inscribirse todos los espacios públicos y privados. El sujeto transita desde una celda-dormitorio individual al lugar donde pedalea sobre su bici, y es estimulado por su pantalla individual, terminando donde come en solitario. Todos los tránsitos tienen lugar en pasillos, ascensores, pasarelas donde no es posible la relación. Se resalta la importancia de la arquitectura. El presente evidencia el inicio de esta mutación. Los centros educativos, los edificios públicos y privados múltiples, en los que la red de pasillos son el contenedor de los flujos y las trayectorias de los súbditos, movilizados por la producción de sus méritos. Sólo es posible encontrarse. Se descarta estar. Los espacios son así vaciados. Las oficinas transparentes, los encuentros en los ascensores, las redacciones de las teles como fondo de los presentadores, los espacios en las facultades universitarias, donde se instalan microondas para que un estudiante solitario caliente su comida, para consumirla sólo en espera de su siguiente práctica programada, cuyo horario es diferente del de sus antaño compañeros, ahora miembros en una lista común, que se disipa y se rehace en cada materia y en cada cuatrimestre. La vieja plaza queda relegada al pasado para las sociedades de esforzados súbditos, cuya competencia esencial es la gestión de su propio tiempo.

El entorno físico es  totalmente artificial. La naturaleza es reemplazada por un medio que resulta de su simulación. El despertador es un gallo que comparece en la celda-dormitario como una simulación del campo. Los espacios son creados por los programadores mediante la sustitución de lo natural por lo virtual. Parece inevitable retrotaernos al presente, en el que las instituciones creadas en la mitad del siglo anterior, los grandes almacenes y los centros comerciales, han evolucionado conquistando la hegemonía en los modelos de los nuevos edificios.  Todos los demás los imitan. Como decía el sociólogo Jesús Ibáñez, en el Corte Inglés nunca se pone el sol. La luz es siempre la misma, así como la temperatura. Se trata de un espacio segregado de la realidad circundante.  En los centros comerciales y grandes almacenes, climatizados y con una luz constante, reina la primavera eterna.

Pero el elemento articulador del mundo presentado en este capítulo es el de la promulgación de un espectáculo total. Las pantallas son omnipresentes y las personas son polarizadas por ellas convirtiéndose en espectadores. El espectáculo suplanta a la vida y reconstituye un sujeto formateado por esa relación. El poder emite contenidos multimedia y el súbdito elige. La sanción consiste en menguar la elección y obligar a visualizar contenidos. La socialidad consiste en inscribirse en una audiencia construida mediante la concurrencia de electores individuales. El viejo pueblo deviene en audiencia. Ni siquiera quiero comentar el presente en relación a la sociedad del espectáculo total.

Pero no puedo evitar entrelazar algunas de las cuestiones que he suscitado. Los guiones de programas como Gran Hermano y otros del estilo, sintetizan los códigos de estas sociedades. Se trata de juegos donde se tiene que competir y eliminar a los iguales, sin cuestionar las reglas ni las autoridades. Todo el juego se desarrolla ante la mirada de la audiencia, en nombre de la cual se ejecuta a los nominados y expulsados. Como en el ámbito laboral y en las comunidades artificiales que comparten estilos de vida. La audiencia, una esfera configurada por sondeos que termina siendo interpelada como si de una realidad se tratase. El texto que inaugura este blog, "del cero al uno", suscita esta inquietante cuestión. La masa mediática aparece ya como muñecos que ejecutan el principio esencial sobre el que se asienta esta realidad naciente: Un fuerte aplauso. Me impresiona mucho el papel de los públicos congregados como fondo en las actividades televisivas del presente. Aplauden sucesivamente intervenciones de signo contrario ¡que nadie se alarme¡ ya sé que la decisión la toma un programador que decide cuándo aplaudir y les obliga a hacerlo, mediante una señal imperativa, semejante a la que ejecutan los directores de los grupos parlamentarios para comunicar el voto a los señores representantes.


¡qué miedo me da todo esto¡ ¿podemos detener este proceso que se ha iniciado? ¿cómo podemos hacerlo?
Termino recalcando que lo más similar entre esta profecía y el presente es el comportamiento en los ascensores. Todos los días subo en uno en mi facultad. Nadie se saluda ni se devuelve el saludo. El otro no existe. Porque no forma parte del mundo que cada cual lleva en su pantalla mientras transita por las pasarelas. Somos extraños unos de otros en los espacios públicos tradicionales ¡qué miedo¡



Espero vuestros comentarios

8 comentarios:

  1. Excelente análisis y comparación.
    Es triste saber que lo que ocurre en el capítulo describe la realidad. Incluso la tecnología, que parece estar alejada, puede verse en la sociedad actual cómo va influyendo de manera exponencial sobre cada uno de nosotros, por poner un ejemplo que uno puede ver a simple vista, grupos de amigos, familias y parejas que están pendiente de cualquier dispositivo electrónico y las conversaciones que mantienen giran en torno a lo que están viendo en las diversas pantallas.
    Gracias por compartir tu observación, que a más de uno nos hace reflexionar.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Juan por la pertinencia de tu azuzado comentario.

    Yo me horrorizo desde hace tiempo... ¿La desposesión total?
    Lo abrumador es el aumento de la tele-conexión perpetua y la des-conexión del día a día de las cosas. La vida tele-conectada es la disolución de la presencia. La tele-conexión sirve como compensador de todos los malestares y como dispositivo de adquisición de todos los satisfactores posibles, y más que todo, aparece como el perfecto redentor del vacío existencial.


    ¿Dónde queda el sujeto, aquel y aquella que vive más allá de esa racionalidad neo-liberal de la oportunidad acumulativa y el máximo beneficio?

    No dejes de ver lo último del Dios Google, google project glass.

    http://www.youtube.com/watch?v=9c6W4CCU9M4

    El reto será provocar la muerte de este nuevo Dios.

    nano.

    ResponderEliminar


  3. Las políticas universitarias impulsadas por los Gobiernos español y catalán están transformando las universidades en centros escolares de formación multidisciplinar con un profesorado mayoritariamente dócil, obediente, acrítico e intelectualmente desarmado. El discurso oficial de la innovación, el emprendimiento, la gobernanza y la excelencia universitaria contrasta con la inexistencia de indicadores y datos sobre la contribución de las universidades al desarrollo social y cultural.


    http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/05/24/catalunya/1369419112_394376.html

    Antonio

    ResponderEliminar
  4. Gracias por analizar las dos series mas sociologicas que he visto nunca: the wire, y black mirror. Lo mas escalofriante es la similitud y homogeneizacion de la realidad que aparece en estas series y la realidad que estamos viviendo sin tener en cuanta la perspectiva futurista y geografic!. Ante todo esto, me gustaria ver series y escuchar reflexiones sobre el papel de las futuras generaciones en el futuro cambio social. La estructura de poder foucultiana actual se impone como un gran demiurgo en la estructura y como incubos autorepresivos y egoistas en nuestras cabezas. Como escapar a este control? Como crear posibles rupturas? Escalofrios....

    ResponderEliminar
  5. Gracias por vuestros comentarios y referencias.
    Creo que lo que suscita Fran se puede resolver afirmando que se viven varias realidades simultáneas. Esto es muy complejo e implica la decadencia de la realidad vivida en las instituciones tradicionales.
    Respecto a lo que afirma Nano acerca de la teleconexión como compensación de los malestares y estimulación de los satisfactores, es discutible. La teleconexión es una fuga a otro mundo, que en el caso de las redes está dotado de una socialidad más viva. Pero estas fugas factibles cotidianamente generan precisamente más malestares. No existe una época en la que el nivel de necesidades básicas se encuentre resuelto, en tanto que los malestares se multiplican y adquieren una gran variedad de formas.
    En la cuestión que suscita Antonio, la obediencia en la universidad, es otra cosa. El ocultamiento del proyecto social necesita de la extinción de cualquier contrapoder cognitivo. Los incentivos y la excelencia son formas de dispersión de los vínculos entre los docentes y la domesticación de la investigación.
    Beti plantea cómo escapar de este control. Las cosas van ahora más que por modificar las organizaciones desde dentro, por crear nuevas formas sociales, nuevas formas de estar juntos que permitan crear y cooperar. Algo de esto hay en el 15 M que es algo más que una réplica y contiene ya elementos de un futuro posible. Queremos crear, estimular la cooperación y vivir de una forma distinta. Somos cada vez más escépticos de poder hacerlo en las instituciones vigentes. El cambio necesario y tal vez posible va más allá de lo jurídico, político y económico. Ya hay señales débiles que lo anuncian. Son lo que llamé "Las tierras de nadie". Allí se empieza a escapar de esto y a experimentar el futuro.

    ResponderEliminar
  6. Imponente . Enhorabuena profesor! Un saludo de un alumno embriagado de sus textos llenos de significado y densidad.

    ResponderEliminar
  7. Jonay:
    Como profe me permito darte una lección. Hacer un comentario elogiando sin más un texto aporta poco. Se puede hacer un elogio pero subrayando o comentando algo.
    Con el adjetivo sólo voy a terminar pareciendo Messi.
    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
  8. Compensación de los malestares (no satisfacción) y estimulación de los posibles -aún ilusorios-. La teleconexión (tb. mirar por la ventana) es una fuga a otro mundo, que en el caso de las redes está dotado de una socialidad más viva. Más viva cuando lo cotidiano está vacío de vida vigorosa, ausente de vida viva, de posible conexión con lxs otrxs. Pero estas fugas factibles cotidianamente generan precisamente más posibles malestares. Y peor aún, dificultad para imaginar y crear otros posibles lazos, relaciones, luchas, esperanzas, representaciones.

    No existe una época en la que el nivel de necesidades básicas se encuentre resuelto, en tanto que los malestares se multiplican y adquieren una gran variedad de formas. Y la sociedad contemporánea, la era de consumo y espectáculo atroz más.

    Pero no toda esa descripción e interpretación postmoderna de una sociedad licuada, vacía, gamificada, exhibicionista, mercantilizada es totalmente real. Quedan gestos, miradas, tactos, creaciones de nuevas realidades, construcción de hegemonía, que llamaba Grmsci que desplaza el absurdo, cruel, frívolo e incómodo mundo.

    Gracias Juan, requiero de tus análisis, das luz y profundidad al presente y al estado de las cosas banal y torpe. Hace tiempo te escribí por lo de "el círculo de educación, de la revista laberinto."

    Hablamos, mejor cara a cara,
    nano.

    ResponderEliminar